A lo largo de una trama que discurre con gran ritmo y precisión, Jane Austen reúne una galería de personajes característicos de toda una época: la dama empeñada en casar a sus hijas con el mejor partido de la región, las hermanas que se debaten con sus vaivenes sentimentales, el clérigo adulador que peca de oportunista... El estudio de caracteres y el análisis de las relaciones humanas basadas en la costumbre, elementos esenciales de la narrativa de la autora, alcanzan en Orgullo y prejuicio cotas de maestría insuperable.
La presente edición incluye una detallada cronología de la autora. Asimismo, recupera la introducción original en Penguin Clásicos de Tony Tanner, que desarrolló su carrera como catedrático de literatura inglesa y norteamericana en la Universidad de Cambridge, y cuyas agudas reflexiones sobre Jane Austen son la mejor guía para adentrarse en el universo literario de esta autora.
Opinión:
Hoy os traigo al blog el primer clásico del año; un libro que puedo incluir en el reto anual de clásicos y que es doblemente protagonista por ser también el título elegido para el taller de lectura que organiza este blog y que, como ya os indiqué en la pestaña correspondiente, este año va a ser bimestral.
La presente edición incluye una detallada cronología de la autora. Asimismo, recupera la introducción original en Penguin Clásicos de Tony Tanner, que desarrolló su carrera como catedrático de literatura inglesa y norteamericana en la Universidad de Cambridge, y cuyas agudas reflexiones sobre Jane Austen son la mejor guía para adentrarse en el universo literario de esta autora.
Opinión:
Hoy os traigo al blog el primer clásico del año; un libro que puedo incluir en el reto anual de clásicos y que es doblemente protagonista por ser también el título elegido para el taller de lectura que organiza este blog y que, como ya os indiqué en la pestaña correspondiente, este año va a ser bimestral.
Desde aquí dar las gracias también a Inés de La huella de los libros que no dudó a la hora de compartir conmigo esta lectura.
Jane Austen.
De Jane Austen ya os he hablado en otra ocasión, cuando analicé Sentido y sensibilidad.
Actualmente está considerada como una de las escritoras más importantes de su época y quizás una de las que mejor plasmó la época en la que vivió. He dicho actualmente, y es que ese reconocimiento, como solía suceder a las grandes plumas femeninas, no le llegó en vida, tanto es así, que incluso Charlote Brontë expreso su descontento hacia esta obra de la que hoy os hablo, en una carta que dirigió a G. H. Lewes en 1848.
Al igual que en la anteriormente citada Sentido y sensibilidad, publicada en 1811, en esta que vio la luz dos años después, tampoco aparecía su nombre, pero reclamó su autoría añadiendo: escrita por la autora de sentido y sensibilidad.
El primer título que eligió fue "Primeras impresiones" y hubiese resultado muy acertado ya que, como os adelanté en la reseña de Sentido y sensibilidad, el título de algunas de sus novelas aportaban una pista fundamental sobre el temperamento o el principal rasgo de sus protagonistas...
Jane Austen vivió en la época de la regencia, entre el periodo georgiano y el victoriano, aclaración que debo hacer porque mucha gente la sitúa erróneamente en la época victoriana. Su obra es más bien costumbrista y se caracteriza por describir con precisión la sociedad rural georgiana y los cambios que esta experimentaba con la llegada de la modernidad.
Quizás lo que más me gusta de ella son esos pasajes que incluye en todas sus obras y que dedica a los "talentos femeninos", a esas habilidades que debía cultivar una mujer para atraer la atención de sus pretendientes y/o futuro marido, y en los que curiosamente sus protagonistas no parecen estar muy interesadas.
Otros detalle que destaco es su prosa, la riqueza de su lenguaje y la forma de encadenar las historias, sin olvidar mencionar, por supuesto, el derroche de imaginación a la hora de crear personajes. No me refiero solamente a los que intervienen en esta obra, me refiero en general a los que aparecen en toda su bibliografía.
Entre sus heroínas existen grandes diferencias. Tienen un modo de ser distinto y se mueven en situaciones diferentes. Esa diversidad creativa la convierte en una grande entre los grandes escritores clásicos.
Y ya para terminar con lo que me gusta de ella, acabaría señalando la meticulosa descripción de los personajes. Su profundidad psicológica nos es mostrada al detalle por lo que piensan, lo que cuentan e incluso lo que callan. Los lectores con esas descripciones abandonamos el papel pasivo que habitualmente se nos impone y no nos queda más remedio que tomar partido.
Pero todo esto citado hasta ahora es muy general, perdonadme que me haya perdido en divagaciones, pero es que estas novelas producen en mí ese efecto.
Me hacen pensar constantemente en la trama, en la época, e incluso mucho más allá de haberla leído sigo dando vueltas al argumento.
Argumento.
Si tuviese que reducir la sinopsis a la mínima expresión diría que gira alrededor de un hombre que cambia sus modales y de una joven que lo hace respecto a su mentalidad, todo eso por amor. Eso sí, para lograrlo primero deberán superar la barrera que se levanta ante ellos y que está construida con unos vastos cimientos de orgullo y prejuicio.
Como os digo ese sería el resumen muy esquematizado, pero hay muchos más temas que subyacen en esta historia.
Personajes.
La novela nos ofrece una visión muy general de una pequeña parte de la sociedad que vive atada por las rutinas y los rituales sociales.
Nuestros protagonistas demuestran cierta independencia y libertad de pensamiento que va a chocar con la mentalidad común de esa sociedad que les rodea.
Ambos, Darcy y Elizabeth, se dejan guiar por esas primeras impresiones o por su orgullo y prejuicios y a punto están de ser engullidos por ellos.
Como más tarde demostrará Austen ese primer contacto inicial no siempre resulta fiable, o al menos no respecto a todos los personajes, porque lo cierto es que hasta los lectores caemos presa de lo que se señala en el título, y emitimos un primer juicio equivocado, dejándonos guiar por el corazón o por los datos insuficientes en vez de esperar a que haga acto de aparición la razón.
Y con esto ha llegado el momento de hablaros de los personajes de modo muy general.
Todos ellos, sin excepción, evolucionan para bien o para mal, y aunque algunos pueden tener un arco de evolución descendente no dejan de ser grandes personajes, precisamente porque su comportamiento nos arroja en brazos de los dos protagonistas principales, Elizabeth y Darcy.
Esa actitud nos hace olvidarnos de esa primera impresión negativa que tenemos sobre ellos y nos invita a mirarlos con otros ojos, al tener unas referencias negativas con las que compararlos.
Pero dejadme que desarrolle más esta idea, centrándome en esos personajes con menos protagonismo.
Nos vamos a encontrar con dos tipos de personajes; los complejos y otros que yo voy a catalogar como simples.
Entre estos últimos metería, por poneros un ejemplo, a los Collins, a la Señora Bennet, a Lady Catherine o a Mrs. Bingley, (los que hayáis leído el libro sabréis el motivo por el que los incluyo y los que no, ya tenéis un aviso sobre ellos); estos personajes secundarios, que van evolucionando aunque sea a peor, hacen que los rasgos positivos de los dos protagonistas centrales brillen.
Por ese motivo el término simple no debe tomarse como algo peyorativo.
Este tipo de personaje también evoluciona como os he dicho, resultan imprescindibles e incluso dentro de esa negatividad que despierta en los lectores y que nos hace cogerlos manía, resultan redondos.
Ellos son los encargados de hacer más visible la diferencia entre unos personajes y otros, pero en cambio su mentalidad no evoluciona; mientras que el mundo cambia a su alrededor, ellos no lo hacen.
En cambio, Darcy y Elizabeth, son personajes con profundidad, con una mentalidad e ideales que les hace sobresalir de esa pequeña red en la que están envueltos, rodeados de personajes básicos.
De Elizabeth Bennet solo puedo deciros que asume el papel central sin nadie que la eclipse.
Desde el comienzo vemos en sus modales una mezcla de arrogancia e impertinencia, y su actitud denota una inclinación a la independencia, lo que en su época, sobra decir, estaba mal visto. Pero ese es el gran logro de Austen, porque esas pequeñas revoluciones que vemos en sus protagonistas son el primer paso hacia la igualdad.
Esta autora escribió en una época llena de cambios, no solo sociales o de mentalidad, y eso se ve reflejado en sus personajes, como ya os he señalado en párrafos anteriores.
Mientras que unos permanecen anclados en el pensamiento del siglo XVIII, otros consiguen superar esa limitación.
Y ya para terminar...
A los que estéis esperando leer sobre Darcy, como personaje masculino, deberéis leer el libro. Yo como autora de esta reseña me he centrado en señalar lo que más me ha gustado o llamado la atención. Para no dejaros con un mal sabor de boca os diré que es un personaje soberbio, despierta diversidad de sentimientos en nosotros, dependiendo de la escena en la que interviene, pero en el fondo, no hace más que realzar las cualidades de Elizabeth.