Sinopsis:
El 2 de agosto dejé el coche en el garaje. Estaba desierto. Al llegar al portal, abrí la puerta y maldije una nueva avería en el ascensor, tan bonito y antiguo como poco práctico. Vivo en un sexto piso de un edificio de siete plantas, así que emprendí la escalada resignado. En el tercero, di una patada a algo, encendí la luz del rellano y vi un enorme manojo de llaves.
Es pleno verano, Madrid está vacío y hay un periodista que tiene tiempo y ganas de curiosear. Las llaves están hechas para abrir puertas, buzones, coches, sueños. Y vidas ajenas. Aun así, lo que menos se imagina es que se va a encontrar con una historia de amor y con una misteriosa muerte que se verá inevitablemente abocado a investigar. La vida de los otros puede resultar sorprendente.
Opinión:
Cuando comencé a leer este libro venía de estrellarme de mi anterior reseña, y reconozco que elegir esta obra ha sido como sentir un soplo de aire fresco en una tarde de caluroso verano. Una historia con la que he disfrutado de comienzo a fin.
Lo que primero llamó mi atención fue el buen comienzo. Lograba sembrar intriga, enganchaba al lector desde las primeras páginas y el argumento que empezaba a desarrollarse de forma fluida ante nuestros ojos se aventuraba prometedor.
La lectura resulta ágil, Carlos del Amor ánima a leer.
Es una novela que se devora a pasos agigantados y en la que en algún momento he encontrado similitudes con Calle Berlín, 109 de Susana Vallejo.
No estoy diciendo que las dos novelas sean iguales, porque soy la primera en opinar que las comparaciones son odiosas, pero es cierto, que ambas obras comparten ingredientes en común.
Una muerte en la comunidad, quizás sea el componente de novela negra o de intriga que más nos puede llamar la atención, aunque realmente lo importante, es el tema social.
La acción trascurre en un edificio de viviendas y se deja al descubierto un problema muy actual, el trato impersonal que damos a nuestros vecinos, donde las prisas y el estrés diario impiden una relación más abierta y cercana con ellos.
Y aquí acaban los parecidos razonables.
Lo que Carlos del Amor nos ofrece es una novela coral, donde el protagonista y el libro que pretende escribir, hacen de hilo conductor. El resto de personajes que habitan en su comunidad, sus vidas, sus secretos, empezarán a cruzarse en su camino.
Así comienza la aventura de un personaje sin nombre.
Nuestro protagonista, encuentra unas llaves de forma accidental en la escalera, pertenecientes a la portera.
Un libro pendiente de escribir, que no termina de cuajar en su cabeza, será el responsable directo, junto con la curiosidad inherente a su profesión de periodista, de que termine entrando en las casas de sus vecinos ausentes, a husmear, en busca de historias en pleno mes de agosto.
De esta forma, comenzará a fraguarse lo que será su próxima novela.
Este interés despertado por las vidas ajenas, le irá descubriendo unos secretos que le llevarán a otros.
El descubrimiento de una historia de amor, es por decirlo de algún modo, el tema central de esta narración, aunque si os decidís a leerla observaréis, que hay dos temas que estarán constantemente presentes; el amor, en todas sus etapas y formas, y la muerte.
La narración alterna el relato en primera persona de nuestro protagonista, con el de un narrador omnisciente en tercera persona, que nos llevará a conocer los sucesos pasados que han marcado a cada habitante de la comunidad.
Pero lo más importante es que con un argumento sencillo en apariencia, este escritor logra hipnotizar al lector.
Los personajes están bien construidos, no resultan superficiales y eso, sin necesidad de emplear grandes descripciones, ni utilizar extensos capítulos para presentárnoslos.
Hay a lectores a los que no les gustan las novelas corales, el motivo es que infinidad de personajes empiezan a cruzarse y terminan liando la trama y entorpeciendo la lectura.
En esta obra eso no va a ocurrir.
El autor estructura la novela de tal forma, que esa confusión por un posible exceso de personajes está solventada.
Os avanzo que iremos conociendo los personajes de uno en uno.
Cuando un nuevo personaje va a hacer acto de presencia, Carlos del Amor nos lo avisa con una pequeña introducción, evitando así cualquier posible confusión, y una historia irá entrelazándose con otra.
Otra detalle que me ha gustado, es que no sabemos donde acaba la realidad y donde comienza la ficción.
Donde acaba el personaje principal y donde comienza el autor, Carlos del Amor.
Porque parece a simple vista, que tanto el protagonista como él, tienen muchas cosas en común.
Eso es un aliciente para el lector, que nos vamos montando nuestra propia película en la cabeza, a falta de unas llaves que nos permitan entrar en su vida para averiguarlo.
Nos hace plantearnos varias preguntas ¿Cómo actuaríamos si encontrásemos las llaves de nuestro bloque? ¿Qué sabemos de nuestros vecinos? ¿Qué secretos se esconden detrás de cada una de las puertas de nuestro descansillo? y el súmmum de todas las cuestiones ¿Qué parte habrá de realidad en este libro?
Una historia de amor con tintes de novela negra que despierta desde el comienzo nuestra curiosidad o por decirlo de otro modo... nuestro lado más cotilla.
Como lectores podríamos conformarnos con un comienzo aceptable y un final acorde, pero esta obra ofrece algo más.
Un argumento distinto con personajes de lo más variopinto, historias dentro de historias y más de un giro insólito que hacen que la lectura como he dicho, se disfrute desde la primera palabra hasta el punto final.
Como último comentario os diré que he estado sopesando si le concedía un 8 o un 9.
La verdad es que esta lectura me ha dejado muy buen sabor de boca. He disfrutado dejándome arrastrar por la cálida prosa de este autor, por las anécdotas vividas por sus personajes, por la sencillez del argumento y al final, me he quedado con ganas de saber más.
Pero ya conoceréis el dicho... Lo bueno si breve dos veces bueno.
Lo que considero más importante, es que me ha costado elegir la siguiente lectura y eso solo puede significar una cosa... ésta, ha dejado el listón muy alto.