martes, 29 de mayo de 2018

El club de los martes de Mario Escobar

Sinopsis:

Pasión por los libros, por las buenas historias que te enganchan hasta hacerse tuyas: eso es lo que comparten cinco mujeres que, lideradas por la doctora Alexandra Byrne, se reúnen cada martes en la Central Library de Seattle para participar en charlas entusiastas sobre tramas y personajes.
Lo que estas independientes mujeres ignoran es que sus debates ficticios van a adquirir un tinte mucho más real cuando una de ellas, Wilda, agente del FBI, las involucre en la resolución del caso de un asesino en serie que está sembrando el terror en las calles de la ciudad.
Embarcadas en una investigación paralela, lo que comenzó como un inofensivo club de lectura se transforma en un juego macabro y estremecedor que pondrá sus vidas en peligro y someterá su amistad a la más dura de las pruebas: la traición.

Opinión:

Cinco mujeres se reúnen cada martes en la Central Library de Seattle, para participar en un entusiasta club de lectura.
Todas comparten una pasión común por los libros de misterio, por Agatha Christie y por los buenos enigmas, y eso que a simple vista parecería algo normal y carente de riesgo, las va a llevar a enfrentarse con un arriesgado desafío, resolver un caso, como en las buenas novelas, pero que esta vez no será el resultado de la fantasía de un escritor, sino de un asesino en serie que secuestra mujeres como ellas.

Como podéis comprobar ya de comienzo, contamos con un amplio abanico de elementos metaliterarios, pero los citados no serán los únicos...
El título de la obra, El club de los martes, también hace un guiño especial a la autora, Agatha Mary Clarissa Miller, más conocida como Agatha Christie y a una de las primeras apariciones de esa detective tan aficionada y sagaz, como entrometida que es Miss Marple.
Esa novela a la que me estoy refiriendo y que fue publicada en 1933, es Miss Marple y trece problemas o Los casos de Miss Marple, como también fue traducida. Obra que contenía trece relatos breves, entre los que se encuentra ese citado club de los martes.

Otro homenaje, quizás el principal, será que esta novela girará alrededor de una de las obras más famosas de Agatha Christie, Diez negritos.

Las cinco integrantes de este club literario, recibirán un macabro mensaje que funciona como generador de intriga, ese mensaje contiene la última estrofa de la canción de cuna que aparece en la ya citada novela y que dice así...
Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó, y no quedó ¡ninguno!

Mario Escobar, con esta historia nos plantea un reto, averiguar quién es el asesino, pero realmente a mí, no me ha aportado mucho.

La novela se lee de forma sencilla, tiene una prosa fluida, pero quizás el argumento no llega a destacar por una gran originalidad.
El asesino de esta historia que cumple con el papel de personaje antagonista, tiene en común con el de Diez negritos, que adopta el papel de justiciero.
Piensa que debe castigar a sus víctimas por algo que hicieron y que quedó impune en el pasado. Él no se ve como un monstruo sino como un héroe que limpia la sociedad.
Por otro lado, las muertes se suceden siguiendo casi el mismo patrón que los asesinatos del libro de  Christie, pero con una diferencia para mí, abismal. La novela se ha adaptado a los tiempos y los asesinatos se han recrudecido, son más violentos que en la obra de Christie.

El lector como he mencionado en el anterior párrafo, tendrá en apariencia, una compleja y doble labor, averiguar quién se esconde tras el llamado "Asesino de las damas", y qué le impulsa a cometer esos crímenes.
La historia en algunos momentos me ha parecido demasiado previsible, incluso los excesivos giros argumentales me hicieron descartar a algunos posibles sospechosos que aparecían señalados en la narración, quizás con demasiada intensidad, lo que me hizo dudar y descartarlos.

Es una novela entretenida, pero a la mitad conoces quién será el asesino.
Mario Escobar tuvo una buena idea, pero creo que la desaprovechó, se conformó con plasmarla de forma sencilla.
Agatha Christie en diez negritos no se conforma, es más... nos engaña, no lo cuenta todo, y quizás Mario Escobar debió hacer lo mismo, no dar demasiadas pistas que le llevan a contar más de lo que debería.


martes, 22 de mayo de 2018

Cumbres borrascosas de Emily Brontë

Sinopsis:

Cumbres borrascosas, la épica historia de Catherine y Heathcliff, situada en los sombríos y desolados páramos de Yorkshire, constituye una asombrosa visión metafísica del destino, la obsesión, la pasión y la venganza.
Con ella, Emily Brontë, que se vio obligada a ocultar su género publicando sus obras bajo seudónimo, rompió por completo con los cánones del decoro que la Inglaterra victoriana exigía en toda novela, tanto en el tema escogido como en la descripción de los personajes.
La singularidad de su estructura narrativa y la fuerza de su lenguaje la convirtieron de inmediato en una de las obras más perdurables e influyentes de la historia de la literatura.

Opinión:

Introducción.
Esta novela, la única escrita por Emily Brontë, fue publicada en 1847 bajo el seudónimo de Ellis Bell, debido a que en ese momento, el reconocimiento literario de las mujeres era nulo.
Tras su publicación, la obra tubo una acogida decepcionante, ya que la crítica opinó que las descripciones de las pasiones sin control y las muestras de violencia, resultaban demasiado explicitas y se alejaban de la clásica moralidad victoriana.
A esto había que sumarle que Catherine, se alejaba del papel que debía representar la mujer de la época; obviamente, la moralidad inglesa siempre tan políticamente correcta, evitó también hacer mención a otros tema más delicados, como la relación incestuosa a la que podrían llegar los protagonistas, ya que son hermanastros; la diferencia de clases de la que provienen y el trato racista que recibe Heathcliff de manos de algunos personajes, ya que el joven es de raza gitana.

La gran paradoja es que aunque recibió una tibia acogida, hoy en día está considerada como la obra más representativa del Romanticismo inglés, y me aventuro a decir que también es de las que marcó un antes y un después en la literatura, porque supuso el punto de partida para un nuevo tipo de mujer literaria, totalmente incontrolable y revolucionaria.

Ya sabéis que el Romanticismo, surge a caballo entre Alemania e Inglaterra en el s. XVIII y XIX. Este movimiento cultural nace en contra de las ideas de la ilustración, del racionalismo, y en él se dará mucha importancia a los temas oníricos; a la fantasía; al simbolismo y a lo sobrenatural; a la naturaleza, o más bien, a como el ser humano la siente y la interpreta, pero también hay un espacio muy amplio destinado a la muerte, a las pasiones y sentimientos desatados. Aunque hay que decir, que este concepto del Romanticismo, poco tiene que ver con los conceptos modernos del amor o el romance.

Nos enfrentamos con esta lectura, a una aventura amorosa arquetípica, (por el comportamiento de los personajes), un amor tempestuoso, que solo acarreará sufrimiento a cuantos les rodean y que a los protagonistas les perseguirá hasta después de la muerte; un modelo original que servirá como pauta en el futuro a otros escritores, pero que también comparte detalles con otras obras que la preceden en el tiempo, valiéndose de los estereotipos que aparecen en ellas, concretamente y aunque pueda parecer extraño, con Romeo y Julieta de Shakespeare, aunque la personalidad de los protagonistas resulte totalmente opuesta.
  1. Ambas se incluyen dentro del género de la tragedia.
  2. Usan el estereotipo de los amantes desventurados, una relación condenada desde el principio al fracaso.
  3.  Y por último, la muerte de la pareja supondrá la reconciliación de ambas familias.
Personajes
Estaréis conmigo, en que a lo largo de la historia de la literatura, han aparecido personajes tan absorbentes, que no solo se han limitado a cobrar vida en la obra, sino que también han impedido que el público o la crítica se olvidase de ellos, aunque haya pasado el tiempo.

Los hay de naturaleza buena y mala, eso es precisamente lo que convierte el argumento en real; pero estos de los que hoy os hablo, son bastante diferentes.
Aparecen cubiertos de un halo de misterio y sus sentimientos van a ser llevados al límite, sobresalen porque no pueden pasar desapercibidos por su gran complejidad.
No son unos protagonistas con los que empaticemos por su pasado, por sus acciones, ni tampoco hacen el menor esfuerzo por redimirse. Son arrogantes, obsesionados, soberbios y rompen con cualquier patrón preestablecido, creando una incomodidad creciente en el lector, eso es precisamente lo que les convierte en personajes que dejan huella.

Catherine asume el papel central de esta obra.
Es una mujer caprichosa, rebelde y orgullosa, cuyas decisiones marcarán el ritmo del argumento.
Anteriormente os he mencionado que el papel que desempeña en esta historia, se aleja del que la sociedad asignaba a una mujer. Emily Brontë rompe con todos los estereotipos de la época.
Crea un nuevo arquetipo, que se aleja tanto del papel sumiso y pasivo que corresponde socialmente al mal llamado "sexo débil", superando esos estrechos límites impuestos por la sociedad decimonónica, y al mismo tiempo alejándose también del estereotipo de mujer fatal que se desarrolló plenamente durante el XIX.

Heathcliff, debo reconocer que no me ha caído bien.
Es arrogante y oscuro, un alma atormentada que desafía constantemente a la autoridad, y muchas veces sin motivo, solo por el mero hecho de hacerlo.
Es el personaje que aporta a la trama la locura, la obsesión y el misterio.
Un ser abyecto y vengativo, totalmente desconcertante, que nos atrae al mismo tiempo que le aborrecemos.
Tiene un extraño resplandor, un halo misterioso que mana a su alrededor, y que no solo atrae a los lectores como las polillas a la luz, sino que también ejerce su atracción, para bien o para mal, sobre el resto de personajes de la obra.
Catherine ve en él la representación del amor pasional e imposible; el señor Earnshaw al hijo perfecto y Hindley ve a un ladrón en todos los aspectos.
Heathcliff despierta amor, odio, envidias o pasión, según con quién se cruce.

Cumbres Borrascosas, la casa de la que se obtiene el título, también va a convertirse en un personaje más, una presencia que acecha negativamente a sus habitantes.
La elección del nombre resulta acertada, ya que la niebla que cubre las escarpadas cumbres, las tormentas de agua y nieve, en resumen, la naturaleza hostil, parece que se apodera no solo de la propiedad, sino también de los que allí viven.
La autora consigue aportar misterio, ya que fuera de sus limites no parece existir nada, solo hay vacío, detalle que puede comprobarse a lo largo de la novela en varias escenas; cuando Heathcliff llega a la casa por primera vez, o cuando desaparece de escena en dos ocasiones más...

Emily Brontë consigue aislar Cumbres Borrascosas del resto del mundo, hasta tal punto, que elimina totalmente el contexto histórico, si no es gracias a que alguno de los narradores se empeña en comunicarnos el año en que vive, nos costaría ubicarnos en la época.

Otro dato curioso es que cuando atraviesas la valla de entrada de Cumbres Borrascosas, parece que allí, en la misma puerta, abandonas las normas que rigen el mundo civilizado sustituyéndolas por la violencia constante.
Por ese motivo, Cumbres Borrascosas y la Granja de los Tordos, parecen ser dos mundos totalmente opuestos. En la Granja de los Tordos, hogar de los Linton, parece habitar la cordialidad, las buenas maneras, la educación y la cultura, frente a la barbarie, la falta de hospitalidad y desconocimiento que reina en las Cumbres. De esa forma, la ambientación y sus rutinas se convierten en reflejo de las logradas personalidades de los personajes.

La estructura.
La mediana de las Brontë con esta historia, no solo rompió con las normas morales de la época, sino que también lo hizo a la hora de dar forma a la obra.
Dio vida a unos personajes con gran profundidad psicológica, y también demostró su brillantez a la hora de elaborar una estructura compleja para su obra.
Hemos visto que la personalidad del elenco protagonista tiene forma de cebolla, capa a capa van mostrando una nueva cara, un nuevo sentimiento exagerado, hasta que llegamos al centro, donde se guarda su verdadera esencia; y lo mismo sucede con el argumento, una estructura que nos lleva a encontrar una narración dentro de otra gracias a los narradores.

Narradores
Para empezar tenemos un narrador homodiegético, aquí Emily Brontë rompe con el narrador heterodiégetico de uso frecuente en la novela victoriana, es decir, ese narrador de conocimiento ilimitado que presentaba la historia marcando las distancias.
Aquí como digo, el narrador es distinto, nos cuenta la trama desde dentro, porque forma parte de ella, interviniendo en los sucesos o en parte de ellos.

Aunque he hablado de un narrador, en realidad tendremos dos, pero del mismo tipo. El primero al que conocemos es el señor Lockwood, que será quien en principio nos presente a algunos de los habitantes de Cumbres Borrascosas.
La narradora que tomará posteriormente el relevo será, Nelly Dean, un ama de llaves que conoce todos los secretos de los habitantes de la casa y que será la encargará de relatar su dramática historia al señor Lockwood.
Nelly narrará una historia de pasiones desatadas, con un ambiente asfixiante y oscuro de fondo, donde la venganza y el odio ocupan el lugar principal.

La obra se divide en dos partes. La primera con 14 capítulos y la segunda con 20 y aquí hay que mencionar otro detalle a tener en cuenta:

La ordenación de la trama.
La técnica literaria utilizada por Emily, es la que suele denominarse como In media res, es decir, la trama comienza en mitad de la historia, justo cuando el señor Lockwood llega a Cumbres Borrascosas. Para completar el vacío argumental, el narrador debe retroceder relatando los hechos anteriores, mediante una narración retrospectiva.
En esta novela, esa narración como ya os he dicho, estará en manos de la señora Dean que comenzará a relatar los hechos desde el comienzo. Una vez que los hechos antiguos alcancen el momento presente, donde comenzó la historia, asistiremos de nuevo al intercambio de narradores, que continuarán su relato de forma lineal hasta el final de la historia.

Una novela brillante por todos los detalles que nos aporta; por la complejidad de los personajes, por la trama, por la estructura y por los narradores.
Pero esta reseña, no tendría mucho sentido sin esa pequeña reflexión lectora que últimamente estoy añadiendo a algunos clásicos. Por eso de nuevo os doy las gracias por vuestra paciencia infinita a la hora de leerme.

Lo que la verdad esconde
Hace muy poco que leía un comentario que aunque al principio me hizo sonreír por la ñoñería, después me inquietó por lo que escondían esas palabras.
La frase más o menos decía: Muero de amor por Heathcliff. 
Ese sencillo comentario me hizo plantearme varias cuestiones:

¿Me habría leído yo el mismo libro que esa otra lectora?
Doy por hecho que sí, pero debido a la gran complejidad de los sentimientos, la interpretación es libre, y por lo tanto tiene distintas lecturas.
Los sentimientos y como nos afectan a cada uno de nosotros, también afectan a nuestra realidad y a la forma de interpretar un argumento. Lo que no se puede negar es que estamos ante una gran novela de ficción, una joya literaria pese a la actitud de los protagonistas y a ese arquetípico amor, que dista mucho del que tenemos hoy en día.
Pero inevitablemente eso me lleva a otra pregunta, la más importante;

¿En serio se puede morir de amor, en nuestros días, por alguien con una personalidad similar a la de este individuo?
Porque Heathcliff, dista mucho de ser un héroe o un ídolo.
Se vale de los malos tratos constantemente, tantos físicos como psicológicos, para conseguir lo que quiere.
Da igual que sea una mujer, una niña, su hijo, un criado o un animal de su granja... Todo es de su propiedad y por lo tanto, tiene derecho a hacer lo que quiera con ello.
La verdad es que esos hechos aborrecibles, si estuviésemos en el s. XIX no nos sorprenderían, o no deberían sorprendernos, eran una forma de actuar en la época y en etapas anteriores, pero lo que realmente sorprende, es leer ese tipo de comentario hoy en día.

Por eso, sintiéndolo mucho, solo puedo decir que Heathcliff es un gran personaje, pero para una novela de ficción, no para dejarle suelto más allá de las cubiertas de un libro, para anhelarle como ser humano y menos aún como amante.
Es un galán, atractivo pero sin sentimientos. Se aleja de mi ideal de héroe, y sobraría decir que solo me ha arrancado una ligera sonrisa durante sus últimos días.
¡Pero no! no me voy a guardar el comentario, porque eso que puede parecer cruel a simple vista, no lo es; tan solo es una pequeña venganza, en respuesta al sufrimiento que el ha hecho padecer al resto de personajes durante 256 páginas.
Es un personaje que evoluciona, que pasa por distintas etapas, pero sus errores no le han ayudado a mejorar.
Ha sido un niño salvaje, un desagradecido, un adulto huraño y maleducado, pero sobre todo... vengativo.

Aún así, puedo asegurar que me resultará difícil borrarle de mi memoria, aunque en el fondo me duela reconocerlo.
Es un malo, malote, de esos que dejan huella; tanto o más que el inspector Javert, ya sabéis... el de los miserables... pero a ese ya le dedicaré sus propias lineas cuando le toque el turno.

Por otro lado, Heathcliff, debe dar gracias a la época en que Emily Brontë le hizo vivir, porque de haberlo hecho en nuestros días, su comportamiento más que tóxico le habría tachado de psicópata.
No es por faltar... es simplemente porque su actitud así lo muestra.
Por la falta de empatía; por su poder de manipulación; por ser un narcisista que se ve mejor que el resto; con un encanto superficial. sí, pero insustancial y temporal, como un canto de sirena; por el acoso al que somete a sus víctimas, por la falta de remordimientos y por esa necesidad obsesiva de tener siempre el control...

En fin, que habrá quien achaque ese comportamiento a su infancia difícil y dirán que eso le convirtió en un adulto peligroso, pero eso no es justificación.
Por otro lado la relación con Catherine, aunque esté mal decirlo a estas alturas, se convirtió en una relación enferma por los celos, por la dependencia y el sometimiento. Pero eso ya lo habréis descubierto...

Lo siento por todos aquellos lectores decimonónicos que no supieron ver la grandeza de la obra ni la gran profundidad psicológica de los personajes.
Eran otros tiempos, otra forma de vivir y también otra forma de entender el amor, y por eso intentaron condenar este libro.
Por suerte, y es algo que no me canso de decir, en la actualidad hemos aprendido algo, poco, pero lo justo para saber que hay que leer sin juzgar, y ese amor tan impulsivo e irracional, ese que se escapa de toda lógica, que se encuentra en un abismo entre realidad y loca pasión, y que solo tiene sentido entre las páginas de un libro, hoy en día sigue desafiando al más banal de los juicios.


martes, 15 de mayo de 2018

El crimen del ómnibus de Fortuné du Boisgobey

Sinopsis:

Nos encontramos en París en 1878. Una joven muere misteriosamente en un ómnibus de la ciudad. El pintor Paul Freneuse —testigo de la escena—, al darse cuenta de que la joven que viaja junto a él está muerta, comienza a pensar que tal vez ha sido asesinada sin que ningún pasajero se haya dado cuenta, y comparte su deducción con su amigo Binos. Freneuse debe ocupar su escaso tiempo en completar el cuadro que presentará a la Exposición Universal, pero Binos no cejará en la investigación del crimen. El lector hará entonces un recorrido por el París más bohemio, con pistas salpicadas en cada capítulo —una aguja envenenada, el fragmento de una carta…—, una historia de amor, un par de asesinos particularmente audaces, un policía profesional…

Opinión:

Con lo primero que se enfrenta el lector cuando se embarca en esta lectura, es con un prólogo donde se nos cuenta la vida de este autor francés del s. XIX, que llegó a publicar más de 70 obras, desde 1869 hasta el año de su muerte, y que influenció a otros escritores posteriores como podréis ver más adelante en esta reseña.
Fortuné de Boisgobey, ocupa un lugar destacado entre esos autores del XIX, que se arriesgaron con la novela de detectives, cuando esta era considerada como un género menor y vulgar.
Fortuné fue el impulsor del "roman policier" y de la "sensation novel", novela sensacionalista, género literario de ficción muy popular en esa época, y que se aplicaba en tono despectivo hacia ese tipo de novelillas, donde el misterio y su resolución quedaba en manos de investigadores aficionados.

Ya os he mencionado que esta obra, influenció a otros muchos autores, dejando su impronta en ellos, como por ejemplo Fergus Hume, que reconoció que tras leer "El crimen del ómnibus", ideó un argumento similar para su famosa obra "El misterio del carruaje"; o la famosa Agatha Christie, que plasmó la misma estructura en "Asesinato en el Orient Express".
Ese esquema del que ellos se valieron y que Fortuné du Boisgobey fue pionero a la hora de emplearlo, es lo que denominamos "misterio del cuarto cerrado", del que ya os he hablado en varias ocasiones, y que consiste en cometer un asesinato de difícil ejecución y casi imposible de resolver, porque nadie pudo entrar o salir de lugar donde se encuentra el cadáver sin ser visto.
De esta forma, el crimen se convierte en un enigma totalmente hermético, y en este caso en concreto, el cadáver, elemento indispensable en este tipo de novelas, no muestra ninguna herida aparente, y ningún suceso extraño ha ocurrido durante el viaje.

Los diálogos de esta historia tendrán un papel importante, ya que a través de ellos iremos encontrando las pruebas necesarias para resolver el caso; pero también resultarán de vital importancia las elaboradas descripciones, que no se limitarán al lugar donde se ha cometido el crimen y abarcarán toda la ciudad de París, incluidas sus gentes, que se convierten en personajes ambientales. 
Llama la atención como este autor, consigue captar no solo los ambientes, sino también las escenas espontáneas que representan la auténtica vida parisina, plasmando el relato en una especie de lienzo costumbrista, porque Fortuné de Boisgobey, es un experto y, sobre todo, amante de describir ambientes, dando como resultado un magnífico cuadro que parece surgido de los pinceles de autores de la calidad de Auguste Renoir y/o Degas.

El relato nos llegará de manos de un narrador omnisciente, que dispone de un conocimiento ilimitado, demostrando gran seguridad a la hora de relatar los hechos.
Es el clásico narrador del s. XIX, que presenta distancia y objetividad frente a los hechos, se encuentra fuera del relato, no es ningún personaje ni tiene nada que ver con la trama.
Boisgobey, crea un argumento complejo, y en vez de mantener al protagonista, Paul Freneuse, que hará de investigador, ajeno a la trama que ha dado lugar al crimen, como ocurre en la mayoría de las novelas policíacas o negras, él se arriesga y lo mete dentro de ella, convirtiéndolo en testigo de excepción.

Paul Freneuse es un joven pintor con mucho talento pero de personalidad ambigua; peca de falta de determinación, pero esa falta la suple con una imaginación desbordante que le lleva a apasionarse fácilmente con cualquier cosa y se desinteresa aún con mayor rapidez, lo que le lleva a consagrarse en su arte y en una vida discreta.
Freneuse es testigo de primera mano de la muerte de una joven en el ómnibus en el que viajan.
Lo que en un principio podría considerarse como muerte natural, termina convirtiéndose en un complejo crimen.
Los extraños acontecimientos de esa noche, y las pruebas que de forma indirecta encuentra, le llevan a concebir toda una trama novelesca, a la altura de las mejores plumas del género policíaco, y eso le empujará a intentar resolver el misterio.
Como partenaire en la investigación, contamos con la ayuda del amigo de Freneuse, Binos, otro pintor, pero esta vez de talento cuestionable, ya que pasa la mayor parte de su tiempo entre borrachines de tasca.
Binos es un gran experto en discursos imperturbables, en discrepar sobre cualquier tema, y con tendencia a embarcarse en descabelladas hipótesis, lo que les llevará inevitablemente a formar el tandem pefecto. Binos destaca además de por lo mencionado, porque es perspicaz y está dotado de un fino sentido del olfato.

Si os animáis con este libro veréis como detalle curioso, que según van pasando las hojas no existe en ellas ningún tipo de investigación al uso.
El autor nos muestras las conjeturas a las que llegan los dos protagonistas, opiniones que van formando a partir de datos incompletos y muchas veces supuestos.
Antes de que los lectores nos arriesguemos a formular una hipótesis, aquí llega lo realmente gracioso, los protagonistas nos la destripan; se adelantan a nosotros y nos cuentan su parecer...
Esto que podríamos considerar como algo negativo, como unos personajes que nos boicotean, no lo es, en ello reside la gracia o la sorpresa.

El autor nos ofrece un argumento perfecto y en esa construcción va enlazando los sucesos de forma armónica.
Os he mencionado que no es una novela policíaca corriente, el autor no se reserva pistas en la manga, nos las ofrece al tiempo que a los personajes, y aquí también se demuestra que el narrador elegido es el correcto, porque no interfiere ni intenta engañarnos.

En un principio, nuestro amigo Freneuse, parece que quiere distanciarse de la investigación, centrarse solo en ese nuevo cuadro que proyecta para presentar en la Exposición universal. Es reacio a participar en esa carrera loca contra el tiempo, en la que se ha sumergido el vago de Binos, pero según van apareciendo nuevos datos, Freneuse se da cuenta de que el misterio del ómnibus le preocupa más de lo que quiere admitir.

Los protagonistas como habéis podido intuir, no tienen nada que ver con los estereotipos de la época, y dan el toque especial a esa historia que más que un relato detectivesco, es una crónica social de la época, donde también habrá espacio para conocer como son los comienzos de la Sûreté, la policía criminal francesa.

El resto del elenco de personajes, donde se incluirían personajes incidentales y ambientales, sí pueden considerarse estereotipados. Tenemos a las modelos de los pintores, muchachas corrientes, llegadas desde zonas rurales, y sobre todo, desde Italia. Conocemos mayormente a la clase obrera; los cocheros, las vendedoras de naranjas, a los borrachines que frecuentan los bares, pero también nos llegarán los brillos y el lujo de la clase elitista, que frecuenta la ópera.

Esta historia es un viaje en el tiempo al París bohemio de la Belle Époque, una novela recomendable, una joya ilustrada y recuperada por la editorial dÉpoca.


martes, 8 de mayo de 2018

La novela de Genji de Murasaki Shikibu

Sinopsis:

La novela de Genji transcurre a lo largo de medio siglo, con infinidad de personajes y aventuras, muchas galantes, en que el protagonista, hijo del emperador a quien han alejado del poder desde su infancia, pugna por recuperar sus derechos. Una vida repleta de luces y sombras, de maquinaciones de poder y de erotismo, que llenan el clásico más notable de cuantos quedaban por traducir a nuestra lengua. La novela de Genji preludia toda la gran literatura universal posterior, con un conocimiento extraordinario del alma humana, de su esencia trágica y cómica.

Opinión:

Introducción.
Genji Monogatari, El Romance de Genji, Historia de Genji o La novela de Genji, son solo algunos de los nombres que se le ha dado a esta novela clásica japonesa escrita en el año 1000, aunque lo cierto es que se desconoce su título.
Esta obra es tan intensa, tan profunda y de semejante tamaño, que ya me perdonaréis, pero no puede resumirse en un par de párrafos, ahora veréis por qué.

La edición de bolsillo que yo tengo, es de la editorial Austral, y está compuesta por 2 tomos.
➲El primero, Esplendor, tiene 821 páginas que incluyen 456 notas al pie.
También habría que indicar que al comienzo incorpora una pequeña biografía sobre la autora, Murasaki Shikibu, y un prólogo de Harol Bloom muy recomendable.
A todo lo citado, hay que sumarle una extensa introducción donde se muestra como era la sociedad en el periodo Heian, y algunas interpretaciones sobre determinadas situaciones que viviremos en el interior del libro. También podéis encontrar una sección, Dramatis personae, donde explican la relación entre personajes, para facilitar la lectura.
➲El segundo volumen, Catástrofe, tiene 830 páginas y 456 notas al pie.

Ya a simple vista, por su extensión, vemos que es una novela que necesita su tiempo, aunque la única dificultad que encontraremos nos llega de manos de los más de 400 personajes que harán acto de aparición, porque casi todos ellos, en mayor o menos grado son familia, una forma de mantener el poder siempre en manos del clan, pero que a los lectores nos complicará, ya que sin poder evitarlo el pensamiento volará al clásico... ¿pero estos no eran primos y cuñados al mismo tiempo?

Reflexiones lectoras.
Es una obra tan completa como compleja, y permite varias lecturas. Eso es quizás lo que más llama la atención, la gran diversidad de opiniones que se amontonan a su alrededor.
A mí me ha parecido una novela muy entretenida, y volvería a releerla, porque una primera lectura te ayuda a situarte en el contexto, pero es la segunda la que realmente disfrutas. Aunque esta es solamente mi opinión como lectora. Una opinión entre muchas...

Como digo hay calificaciones de todo tipo, desde comentarios que la tachan de bodrio y poco atractiva, a voces que demonizan su lectura por las acciones del protagonista.
Sobre el primer apunte, ya lo habéis visto; nos enfrentamos a una novela extensa, y algunas partes pueden resultar pesadas, pero de ahí a clasificar esta obra como infumable, hay un abismo. Solamente por la magnífica riqueza de detalles con la que nos agasaja su autora, ya merece la pena leerlo.
Sobre lo segundo... solo recordar que estamos hablando de una novela escrita en el s. XI, considerada como la primera novela de la historia y no solo eso, sino como la primera novela escrita por una mujer, algo que para mí tiene ya de por sí mucho mérito.

Los que censuran la obra centrándose únicamente en un hecho en concreto, que lógicamente no voy a desvelar, decirles que no es justo que se queden solo con ese mensaje.
No podemos juzgar con nuestra mentalidad de hoy, unos hechos que narra una escritora del s. XI; sin saber a ciencia cierta, si lo que se vierte en sus páginas es una crítica a la sociedad, si es ficción, o simplemente si narra y acepta la realidad que a ella y a sus contemporáneas les ha tocado vivir.
Murasaki narra unos acontecimientos, no los cuestiona, pero tampoco en ningún momento los aplaude, actúa como haría hoy en día cualquier buen historiador que reflejase la historia de las mujeres en la antigua Roma o Grecia, no sería real si esas crónicas apareciesen sin violencia sexual o moral.

Por otro lado, si nos negásemos a leer obras por su contenido o por la ideología de su autor; si las censurásemos literariamente o las boicoteásemos, barbaridad que he oído decir mucho últimamente, nos estaríamos perdiendo la posibilidad de opinar sobre novelas tan poéticas como Don Juan Tenorio de Zorrilla o Lolita de Nabokov; o sobre autores como Oscar Wilde, Dostoyevski, Platón, Aristóteles, y aquí me paro porque la lista es interminable, entre otros cientos calificados como machistas, misoginos...; porque ahora resulta que para defender nuestros derechos, los de las mujeres, tenemos que pisotear no solo la lengua de Cervantes inventándonos palabras, sino que también, dejar de leer determinadas obras y autores.
De verdad, que es para hacérnoslo mirar... Esas actitudes solo nos llevan a dar pasos hacia atrás; yo quiero una sociedad igualitaria, sí, pero también culta, abierta a todo el mundo y donde se respeten todas las ideas.

No podemos boicotear la literatura, porque no nos guste una obra, su autor, o un personaje, y menos amparándonos en la coletilla de que es machista.
Pienso que a lo largo de la historia ya nos han quitado la posibilidad de leer muchas obras catalogándolas de prohibidas, por un motivo u otro.
Si hiciésemos esto, nuestro bagaje lector sería pobre, por no decir como sería el estado de nuestras bibliotecas y de la cultura en general.
Estaríamos actuando como censores, comportándonos igual que esos a los que precisamente criticamos, y eso nos llevaría a hacer uso de las tijeras en prácticamente todas las obras de la historia hasta bien entrado el s. XX.

Creo que para poder decidir o criticar, primero tenemos que tener el conocimiento que solo nos llega tras leer mucho y muy diverso.
Por eso aprovechando la oportunidad que me da el blog, os animo a dejar de hacer fogatas con determinados autores y sus obras.
Leed lo que queráis, sin necesidad de justificar vuestra lecturas ante nadie.

Por otro lado y retomando el libro, y en defensa de los personajes de esta historia y de su autora, he de recordar que tan solo son testigos de una época. No podemos reprocharles que acepten como naturales algunos comportamientos o que no los censuren, cuando es lo que están viviendo y no conocen otra cosa.
No podemos juzgar a los personajes por como actúan, porque tan solo son eso, personajes, y les estaríamos otorgando unas capacidades que no tienen.
Sería incongruente, al menos para mí, encontrarme en una obra de la edad media, da igual su ubicación, que se supone que refleja la vida de forma veraz, con un personaje masculino que se comportase como un defensor del movimiento #MeToo...

Por otro lado que no os vendan, que la novela de Genji solo contiene las aventuras de alcoba del citado personaje, porque no es así.
No vale quedarse solo con lo que hay en la superficie, somos lectores y hay que demostrarlo rascando bajo ella, sin lecturas superficiales y un triste "no me gusta"... Es como si dijésemos que Don Quijote es solo la historia de un loco, cuando conocemos la profundidad del personaje y los cientos de historias que se esconden y entrecruzan tras sus páginas.

Y ahora para terminar estas reflexiones, una recomendación sobre la lectura.
Si os decidís a leer este gran clásico, no hagáis pausa entre los dos volúmenes, porque aunque te habitúas a manejar cierto número de personajes, no lo haces de igual modo con los nombres, y al dar tiempo entre lecturas, hace que olvides quién era quién...
Y ahora me centro en la reseña.

La novela de Genji: Tomo I. Esplendor/ Tomo II. Catástrofe.
Para esta ocasión he preparado algo distinto.
Cuando reseñamos alguno de los llamados "clásicos", al margen de que nos resulte conocido o no, siempre encontramos cientos de referencias o comentarios en la red sobre él, lo que nos dificulta el ser un poco originales. Por ese motivo he pensado elaborar una reseña única sobre los dos tomos, intentado huir, en lo posible, de hablar solo sobre el argumento.
Por otro lado, sería absurdo intentar analizar la prosa, los versos, la estructura o mencionar la infinidad de personajes, así que intentaré mostrar únicamente las curiosidades que he encontrado. Os advierto que son bastantes.

Esta novela es una especie de saga familiar, una historia que servirá de crónica social y política al mismo tiempo. La narración abarcará más de medio siglo, y en ella no solo encontraremos las correrías del protagonista, Genji, el principe resplandeciente, sino que también seremos partícipes de las aventuras y desventuras de todos los miembros de su enorme familia.
El llamado príncipe resplandeciente, es hijo del emperador, su hijo favorito pero no el heredero al trono, por ese motivo y por su seguridad es alejado del poder.
Este personaje va a despertar sentimientos contradictorios en todos los lectores. En algunos momentos nos resultará simpático y en otros le compadeceremos, pero también sentiremos animadversión hacia él.
Se dibuja ante nosotros como un caradura que destaca por su ingenio a la hora de seducir doncellas; una especie de antihéroe, respetable de día y Don Juan de noche; alguien que se aleja del ideal caballeresco y que vive al margen de los códigos de honra propios de su clase.
Resumiendo... un personaje con luces y sombras.
A lo largo de los dos libros va a evolucionar, vamos a ser testigos de como madura, al tiempo que también nuestros sentimientos cambiarán hacia él.
Los lectores nos vamos a enfrentar a una difícil misión, leer sin juzgar, y si sois capaces de hacerlo, os encontraréis ante una novela y un personaje brillante; porque aunque nos cueste reconocerlo, Genji lo es. Los grandes personajes son aquellos que no dejan indiferente al lector, que son activos, que evolucionan y que impactan en nosotros, aunque sus acciones se alejen de lo que dicta la razón.

La vida de nuestro protagonista, va a estar constantemente observada por un narrador femenino, que no duda en irrumpir en la narración para dirigirse de forma directa a nosotros y así dar más veracidad a su relato, haciéndonos participes de la historia; algo parecido a los narradores heterodiégeticos, que encontramos en la literatura del s. XIX.
Esta narradora tan especial nos ofrece la historia de Genji en pasado, y lo singular es que al margen de este personaje masculino, el peso de papeles importantes en el relato recaerá sobre mujeres.
Sobre ellas se irá tejiendo la trama y los personajes masculinos que lógicamente aparecerán, cumplirán con una función secundaria, siendo meramente incidentales.
Pero hay otro detalle entorno a esta extraordinaria narradora que os quería comentar.
En numerosas ocasiones, en esas interrupciones que hace del argumento, no podrá evitar mostrarnos su punto de vista, lo que ocurre es que al igual que hiciese Santa Teresa, recurre a mostrar su ignorancia para evitar posibles consecuencias sobre sus comentarios.

“Omitiré los detalles, pues demorarse en ceremonias de este tipo suele resultar tedioso, sobre todo si el narrador es tan incompetente como yo” 

Ella nos advierte de que su relato no es creíble para muchos de sus contemporáneos, porque nos ofrece una imagen de Genji alejada de la perfección, cargada de defectos que dista mucho de la divinidad que le otorgaría el mero hecho de ser hijo del emperador.
También nos va a sorprender la capacidad de esta narradora para saltar de un registro a otro; de la seriedad a la reflexión, o del drama a la ironía.

Al llegar al segundo tomo se detecta un ligero cambio a la hora de narrar. Los acontecimientos se van alejando cada vez más en el tiempo, los personajes no son tan activos como al comienzo, y la narrativa se vuelve más fluida. Esto me hace preguntarme si hubo un parón en la escritura de Murasaki.

Nos encontramos con una historia a camino entre la novela cortesana y la costumbrista, eso sí, teñida con elementos picarescos, lo que demuestra que una vez más esta escritora se adelanta a la historia y a las obras que conoceremos en occidente durante el S. XVI.

Ahora os voy a comentar uno de los fallos que yo encuentro en esta novela y que creo que se debe a que nuestra traducción se ha hecho desde traducciones previas al Inglés, Alemán y Francés, lo que hace que se pierda la esencia del texto original. El lenguaje resulta demasiado actual, no se respetan los giros, el lenguaje cortés que supongo que sería propio de la época.
En nuestro Quijote encontramos expresiones más barrocas, frases y términos que ya no se emplean, y en cambio aquí eso no ocurre, salvo en los poemas. Esto que acabo de mencionar y que en principio podríamos considerar algo negativo, realmente beneficia al lector actual, ya que parece que nos enfrentamos a una historia escrita en nuestro tiempo pero ambientada en el pasado.

Y ahora sí voy a centrarme en esos detalles que aparecerán de manera constante a lo largo de esta obra y que sin duda os dejaran perplejos.

1.  Los parecidos razonables.
Con lo primero que se encuentra el lector en el primer párrafo, es algo que a mí personalmente me sorprendió. Encontré una fórmula de entrada que recordaba a Cervantes con su famoso comienzo de El Quijote. Un hecho muy curioso cuando esta obra de Genji está escrita cinco siglos antes. Por lo tanto, si nos encontramos ante la primera novela de la historia, quizás también nos encontremos ante la primera entradilla de ese tipo.

“ En la corte de cierto emperador, cuyo nombre y año en que subió al trono omitiré, vivía una dama que, aun sin pertenecer a los rangos superiores de la nobleza, había cautivado a su señor hasta el extremo de convertirse en su favorita indiscutida”  [...]

Otro detalle que habréis apreciado en el fragmento, es la forma de narrar; muy sencilla y similar a las empleadas en los cuentos. Y llegados a este punto debo comentaros algo muy importante, y es que en esta novela de Genji, vamos a encontrarnos referencias a relatos clásicos japoneses, y que como lectores, vosotros vais a encontrar muy similares a algunos que nos han llegado de manos de los hermanos Grimm, de Washington Irving o del afamado Hans Christian Andersen.
Con esto no estoy hablando de plagio descarado de los citados, pero sí que sus historias tienen claras reminiscencias de las mencionadas dentro de La novela de Genji. Esto solo dice que estos autores leyeron mucho y no se olvidaron de leer también los clásicos japoneses.
Pero juzgad vosotros mismos...

Genji vs Blancanieves.
El título que le conceden a Genji, principe resplandeciente podría ser una versión anterior y masculina de Blancanieves.
La madre de Genji, al igual que la de Blancanieves muere al comienzo de la obra. Ambas eran las amadas esposas del rey.
Las malvadas madrastras, crueles y envidiosas odian a los dos personajes, lo que les obliga a alejarse de la corte para evitar su muerte.

En fin, habrá quien diga que todo parecido con la realidad es pura coincidencia, pero vayamos al siguiente fragmento...

Leyenda del leñador chino vs Rip Van Winkle.
Hay una frase donde la esposa de Genji, Murasaki, dice:

¿Habré de esperar —le dijo— a que el mango de mi hacha empiece a sacar hojas como en la vieja leyenda del leñador chino?”  

Esta leyenda a la que hace referencia la mujer de Genji, que no tiene nada que ver con la autora del mismo nombre, habla de un leñador que ve a dos eremitas jugar al ajedrez y pierde la noción del tiempo. Cuando el juego termina cree que ha durado unos minutos cuando lo cierto es que han pasado años y el mango de su hacha ha echado hojas y raíces.
Exactamente igual sucede en el clásico de la literatura norteamericana, Rip Van Winkle, escrito por Washington Irving. Cuando un aldeano se va al bosque para conseguir paz y tranquilidad, ve a unos personajes jugar a los bolos y tras ello se queda dormido bajo un árbol. Cuando despierta el mundo ya no es tal y como él lo conocía. Han pasado veinte años...

Y ahora le ha tocado el turno a Hans Christian Andersen.
El cortador de Bambú vs Pulgarcita
En otro capítulo vemos como en una exposición de pinturas los personajes hablan de una de las láminas expuestas que hace referencia a un cuento folclórico japonés del s. X, y que lleva el título de El cortador de bambú. En ese pequeño relato se cuenta la historia de un matrimonio ya anciano que no ha podido tener hijos, y encuentra una pequeña hada en el bambú. Esa historia es casi igual a la que Andersen nos ofrece en pulgarcita. Buscad y lo veréis...

2. La metaliteratura va a ser nuestro compañera de viaje, no solo en lo que se refiere a los cuentos folclóricos que se citan, sino también a las referencias constantes a las tres antologías poéticas del periodo Heian: Kokinshu, Gosenshu y Suishu. 

3. La naturaleza va a ser un elemento omnipresente a lo largo de toda la narración.
En el mundo oriental existe la creencia de que todo es efímero, la naturaleza cambia y se transforma, y la literatura Heian se hace eco de ello.
Murasaki intenta reflejarnos fielmente esos cambios de la naturaleza, cambios bruscos a nuestro parecer, pero debidos a que en Japón las diferencias entre estaciones están muy marcadas.

La naturaleza por lo tanto va a convertirse en un elemento muy importante en el desarrollo de esta historia.
Las flores cuentan con un lenguaje propio, esconden una simbología oculta. Infinidad de flores van a aparecer citadas en los incontables poemas que emplean los personajes para comunicarse en momentos puntuales.
4. Esos poemas metafóricos que también podríamos incluir dentro de la sección de metaliteratura, generalmente relacionan al hombre con la naturaleza. Como he mencionado, los personajes los incorporarán a sus diálogos; su manera de escribir, de elegir las palabras hacen que el texto improvisado resulte natural, dotando a la narración de originalidad y elegancia.

5. El gran colorido que baña todas sus páginas.
La pluma de Murasaki es muy descriptiva y nos ofrecerá en un alarde de brillantez, las distintas tonalidades de las flores que decoran los jardines; de los árboles; de la amplia y alegre gama de tonos con la que tiñen sus ropas, por no hablar de como nos hace llegar los olores. Esa mezcla de fragancias sin igual que se desprenden desde las flores a los inciensos que se queman en las distintas estancias y que son empleados para perfumar sus ropajes.

6. El papel de la mujer aristócrata durante el periodo Heian también va a ser descrito por Murasaki.
Al igual que en occidente ese papel esta supeditado al del hombre. De soltera debe obedecer al padre, de casada al esposo y de viuda al hijo; pero también vamos a apreciar grandes diferencias con el papel desempeñado por nuestras mujeres del medievo. Las japonesas viven en una reclusión muy hermética y eso crea alrededor de los personajes femeninos un aura de misterio.
Respecto a la educación también encontraremos diferencias:
Genji censura la ignorancia en el sexo femenino, aunque también opina que las niñas no deben ser demasiado eruditas para no eclipsar o intimidar a los hombres. Por eso vamos a observar a lo largo de los dos libros, como las mujeres deben saber leer, recitar, tocar instrumentos, e incluso son las encargadas de relatar historias, un oficio exclusivamente femenino. Así que no es de extrañar que esta novela esté escrita precisamente por una mujer. A las mujeres japonesas no se las alejaba de los libros ni aunque estos fuesen historias de ficción.

7. La gran admiración por todo lo que proviene de China va a influenciar a la cultura japonesa. Adoran su escritura, su música e instrumentos, su poesía, e incluso su lengua es utilizada en la corte como algo que indica categoría.

8. La música.
Va a convertirse en un elemento presente en todos los capítulos, y es un detalle a tener muy en cuenta, ya que la música no es solo una parte importante en cualquier civilización, sino que también marca su  desarrollo y su evolución.
En este pequeño apartado, como curiosidad os diré, que en un capítulo se mencionan las melodías acuáticas. Ese tipo de espectáculos, según he podido comprobar, que se llevaban a cabo en el centro de un lago o similar, llamados también música acuática o música del agua, los historiadores lo atribuyen a un invento de Haendel. Dicen, que este excelente músico a requerimiento del Rey Jorge I, estreno en 1711, una obra musical básicamente barroca, que se ajustaba a esas características. Como podéis comprobar ahora, el creador no fue Haendel, ya que estas representaciones eran muy frecuentes en la época Heian, y así nos lo transmite la autora.

9. Todo tiene un principio y un final.
En Catástrofe llegará el relevo de los personajes, los que han dado comienzo a la saga se van haciendo mayores, y lentamente sus andanzas serán sustituidas por las de sus hijos y nietos. Vamos a conocer el ocaso de Genji, pero también el ocaso del periodo Heian.
El protagonismo de Genji será sustituido por el de uno de sus hijos, y aunque la narradora puede darnos la falsa impresión de que nada de lo que ocurra en el segundo tomo puede compararse con el periodo de apogeo de Genji, yo debo confesaros que esta segunda novela se me ha hecho más amena y dinámica.

10. Para terminar...
En el segundo volumen se repetirán las mismas historias de amor, los hijos incurrirán en los mismos errores que los padres, y como no podrían faltar, también aparecerán los inevitables triángulos amorosos.
Los protagonistas de esta Novela de Genji, independientemente del tomo que estemos leyendo, serán atormentados por secretos, recuerdos y remordimientos, que planearán sobre ellos "literalmente" como fantasmas; y es que los espíritus, el karma y los toques de realismo mágico, también serán un elemento que veremos sobrevolar incansablemente por las páginas de este libro.


martes, 1 de mayo de 2018

El asesinato de mi tía de Richard Hull

Sinopsis:

Edward Powell es un solterón sin remedio, con un alto concepto de sí mismo, encantado de su sensibilidad, proclive a sentirse humillado y dudosamente perspicaz.
Vive en Gales, en una población de nombre impronunciable, Llwll, en el caserón familiar, con la detestable tía Mildred, usufructuaria de su herencia y recelosa de sus sueños de independencia. Oprimido por la hostil convivencia con esa pariente caprichosa y autoritaria, y harto de la irritación que le producen tanto las chicas del servicio como los vecinos de la zona, se propone liberarse de tantos lastres maquinando accidentes para matar a su tía, cuidándose mucho de no dejar rastro.
El asesinato de mi tía (1934) combina admirablemente estudio de carácter y comicidad. Una de las novelas elegidas por Borges y Bioy Casares para su colección canónica de novela policíaca El Séptimo Círculo.

Opinión:

Lo primero que quiero hacer es agradecer a Atalanta y a su blog Un libro junto al fuego su brillante recomendación, ya que sin ella esta gran historia habría pasado desapercibida.

“Indudablemente las tías, de cualquier clase que sean, son siempre problemas desagradables”.

Esta obra que se encuentra a caballo entre la novela de detectives y la comedia, fue publicada por primera vez en 1934, y como veis, con solo leer el título y la frase con la que da comienzo, ya tenemos una idea bastante clara del ambiente disparatado por el que se moverán los personajes.

Este libro está escrito con un estilo fluido, y aunque dista mucho de ser una lectura perfecta, os aseguro que no os defraudará, por la cantidad de situaciones absurdas alrededor de las cuales planea nuestro incauto e infeliz protagonista.

Edward, harto de su autoritaria tía Mildred, decide preparar el asesinato perfecto con el que librarse de ella, mientras que nosotros observadores de primera mano, veremos como todos sus planes se desbaratan uno a uno.

Nada más comenzar nos vamos a encontrar con una amplia descripción no ausente de sarcasmo, de como es la ciudad de Llwll, en Gales; localidad en la que vive los dos personajes.
Y sí... ya lo se porque precisamente lo comenta el protagonista...

“ningún ser racional debería habitar en un lugar cuyo nombre sea incapaz de pronunciar un cristiano”.

Edward va a convertirse en un personaje multifuncional. Será nuestro protagonista, nuestro narrador y también actuará como guía particular por esa pequeña localidad y sus alrededores.

Edward es el típico personaje, encantado de haberse conocido; dotado de un extraño sentido del humor irónico; ironía a la que es empujado por la desesperación, y que convertirá su día a día en un continuo disparate.
Un personaje de los que me gustan, de los que evolucionan, pero que en este llamativo caso, evolucionará sin remedio hacia el desastre.

Con esta breve introducción ya habéis conocido a uno de los personajes, a la mitad menos avispada de una dicotomía muy especial, la formada por el perspicaz Edward y su antagonista tía Mildred.

Tía Mildred usufructuaria de la herencia del joven, desde que éste perdió a sus padres en un extraño accidente, es la clásica ancianita de la campiña inglesa, adorada por todos los vecinos de la comarca, pero que esconde tras su afable fachada un hueso muy duro de roer.

Ambos personajes aportarán a la trama su toque personal, con infinidad de excentricidades que adornan las escenas, creando una serie de situaciones que, como ya habréis averiguado, rozan el ridículo, y ante las cuales el lector no puede permanecer impasible. La tensión se masca en el ambiente cada vez que el dúo de personajes aparece junto en escena.

Richard Hull consigue crear el equilibrio perfecto entre la tiranía de tía Mildred y la cara dura, sin límites, de Edward, y eso nos lleva a dar saltos continuos entre lo absurdo y la comedia negra.

Para ir terminando os diré, que la novela se divide en cinco partes.
En las cuatro primeras, los acontecimientos nos llegarán desde una especie de diario, donde el incauto de Edward refleja sus preocupaciones y los agotadores acontecimientos que le acosan. Una especie de narración que se mueve entre vanos intentos de manipulación.
En la última parte el argumento da un giro inesperado y nos daremos de bruces con la narración de tía Mildred. Un fin de relato muy hábil que conlleva un cambio de punto de vista, que tratará de desbaratar todos los mitos creados anteriormente por su vago y caprichoso sobrino.