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sábado, 2 de mayo de 2015

A ciegas de Josh Malerman

Sinopsis:

Cinco años después de que diera comienzo la pesadilla, los pocos supervivientes que quedan viven refugiados en el interior de casas y edificios, protegidos por puertas cerradas y ventanas con las cortinas echadas. Malorie, que ha conseguido sobrevivir en una casa abandonada junto a sus dos hijos, decide abandonar la seguridad de su refugio para emprender un viaje por el río hacia un lugar mejor. En esta peligrosa odisea a ciegas, Malorie sólo podrá confiar en su instinto y en el entrenado oído de los niños, que no tardarán en descubrir que algo los sigue. Pero, ¿qué es? Inmersa en la oscuridad, rodeada de sonidos, familiares unos, estremecedores otros, Malorie se embarca en una tremenda odisea; un viaje que le llevará a un mundo sin visión y de vuelta a su pasado. En un mundo que ha enloquecido, ¿se puede confiar en alguien? 

Opinión:

«Un thriller inquietante, que puede compararse con Los pájaros de Alfred Hitchock o Stephen King.» 
Kirkus Review 
 «Nunca ha habido una historia de terror igual. Un libro que se lee de un tirón.» 
Hugh Howey. 

Así de contundentes son los comentarios que encontraréis por internet. Hasta el mismísimo Stephen King lo ha recomendado. 

¿Nunca ha habido una historia igual? Ese comentario me parece un poco exagerado. 
Creo que hay historias de terror bastante más interesantes que ésta y que realmente logran aterrorizar al lector creando una tensión que se mantiene hasta el final.
El argumento no está mal, su lectura es entretenida, la trama conecta con el lector algo que no consigue la protagonista y el final... ¿Qué se puede decir del final? 
De momento lo más correcto es comenzar por el principio e ir viendo lo que tiene de positivo y negativo. 
Como siempre la decisión de leerlo queda en vuestras manos.

Nadie sabe que sucede... Algo extraño, lo que se denomina "el problema" afecta a nivel mundial. Se cree que se desencadena cuando las víctimas ven algo. La única recomendación es cerrar puertas y ventanas, evitar mirar al exterior y salir de las casas...
De esa forma inevitablemente, llega la desconexión del mundo exterior.

En ese estado conoceremos a Malorie, el personaje principal. El ser humano ha pasado de tener una dependencia total, no solo de las nuevas tecnologías y pasa de un estado de vida cómodo a encontrarse aislado e indefenso ante algo que les obliga a estar encerrados y a prescindir del sentido más vital para la mayoría de los seres humanos.
La vista.

Lo positivo...
El encargado de guiarnos a ciegas por esta historia narrada a dos tiempos, es un narrador omnisciente. Conoceremos casi sin límite, tanto el mundo externo que rodea a Malorie como el interno. De ese modo llegaremos a escuchar hasta los diálogos más íntimos que mantiene consigo misma. Uno de los alicientes de esta novela es que al narrarnos lo que escucha la protagonista, sin opción de describir lo que ve, logra estimular sensorialmente al lector, provocando reacciones en nosotros y transmitiéndonos su angustia.
Tendremos acceso al pasado y al presente, e iremos componiendo a base de encajar piezas, un puzzle, hasta dar forma a la verdadera historia.
Lógicamente, el relato de nuestro narrador tiene una pequeña limitación. Una visión parcial.
Al centrarse en el personaje de Malorie, solo nos relatará los hechos que suceden a su alrededor. Los sucesos relevantes que ocurren a otros personajes los deja para que más adelante, ellos, sean los encargados de relatarlos, aunque veamos que el medio elegido vuelve a ser nuestro narrador.
Obviamente, tampoco nos va a contar sucesos futuros destripando el argumento, sería contraproducente.
Podréis pensar... Entonces no nos encontramos ante un narrador omnisciente que todo lo sabe... Eso pensé yo en algún momento, pero según avanza el libro, veremos que él conoce hasta el último detalle, incluso en momentos puntuales menciona... eso ya lo descubrirá más adelante...

La lectura se hace entretenida y el ritmo se mantiene a lo largo del libro. Solo se detiene de forma totalmente deliberada por el autor, cuando volvemos hacia atrás en el tiempo. La tensión creada hasta el momento entra en modo pausa para mostrarnos hechos del pasado relevantes para el desarrollo de la trama, que no harán más que aumentar la angustia.
En cada uno de los saltos que damos, nuestro cerebro se activa y va acumulando preguntas. ¿Qué pasó? ¿Qué es lo que acecha? ¿Hay más supervivientes? ¿Qué ocurrió con la gente del refugio? ¿Hay alguna esperanza de sobrevivir?

Lo negativo...
Lo que menos me ha gustado es la sintaxis utilizada. El autor se vale de frases muy cortas, sencillas. Es cierto que eso proporciona agilidad a la lectura pero al mismo tiempo da la sensación de que los personajes que las emiten son demasiado simples, no están respaldados por diálogos y tienen poco que aportar a la historia.

Otro detalle. Para que una obra sea buena no es imprescindible que tenga elaboradas y detalladas descripciones, ni esas descripciones deben centrarse exclusivamente en el sentido de la vista. Sabemos que en esta novela, se intenta prescindir de ese don. El narrador no puede extenderse demasiado contando lo que existe más allá de Malorie, porque de eso se trata, de mostrarnos la angustia de ese personaje, limitar sus acciones y centrarse más en sus pensamientos, pero podían haberse añadido algunos párrafos más descriptivos donde se hiciese hincapié en el uso que se da al resto de sentidos o mostrarnos como es el lugar en el que vive.

De la protagonista y demás personajes no me voy a explayar mucho. Ya he mencionado que los diálogos son sencillos. Pienso, que si estas encerrado en una casa con algunos supervivientes, sin saber cuanto tiempo te queda de vida, sin saber que acecha en el exterior, las conversaciones no serían tan limitadas o nulas. Siempre hay alguien con el que te relacionas más e intentarías crear unos lazos donde poder encontrar apoyo.
Esos diálogos tan breves transmiten al lector o al menos así me ha pasado a mí, una sensación de desidia, de deshumanización, cuando realmente intuimos que lo deshumanizado es lo que acecha desde el exterior...
Tampoco he logrado empatizar con la protagonista. Creo que hay personajes secundarios que aportan bastante más que ella.
Me ha parecido un personaje demasiado distante, hermética, fría hasta el punto de ni llamar a sus hijos por sus nombres.
Se limita en todo el relato a llamarlos niño y niña. En cierto momento dice que el ponerles nombre ha sido un lujo que no se podía permitir.
Yo creo que es totalmente lo contrario.
Los humanos con el comienzo de "el problema" perdieron el control sobre sus vidas.
Precisamente, sobre lo único que ella puede ejercer un total control, es sobre la elección del nombre de sus hijos.
Si quería mostrarnos una relación cercana con ellos, habría bastado con  llamarles hijo o hija... Pero no creo que el autor buscase eso. Da la sensación de que marca las distancias o que no les pone nombre para evitar encariñarse con ellos en un nuevo mundo que se presenta hostil. Es un detalle mínimo, incluso podríamos decir que sin importancia, no aporta nada a la historia salvo dejar clara esa frialdad, la distancia que la separa de los niños, quizás de algo que se puede convertir en un momento dado en una carga o un lastre...

Como veis a la obra le fallan algunos puntos y el más importante para mí es el remate final.
No puedo decir que la forma de concluir la novela sea mala o no sea la acertada, pero yo esperaba otra cosa, algo más...
Cuando llegamos a esas páginas da la sensación de que existen una ganas enormes de terminar el libro por parte del autor, o bien, de no saber como acabarlo. Resulta insuficiente, falta algo. Me vienen a la cabeza varios finales alternativos y el elegido me deja más bien fría, además de que algunos detalles quedan sin atar. También es cierto que a mí me gustan las historias con muchos detalles, que me dejen pensando, que me den para comentar un libro, y en este caso lo cierras con un ... Pues vaya...

Es un puzzle al que le falta alguna pieza.