Una oscura historia se agita en Chapel Croft. A una larga lista de desapariciones y muertes se une la del sacerdote de la parroquia local, que se ahorcó en su propia iglesia hace solo unas semanas.
Para sustituirlo, llega al pueblo Jack Brooks. Trae consigo una hija de catorce años y una conciencia atormentada, aunque confía en empezar aquí una nueva vida. Pero lo que encuentra es un lugar lleno de conspiraciones y secretos donde le espera un extraño regalo de bienvenida: un kit de exorcismo y un siniestro mensaje.
Cuanto más profundiza en la ciudad y llega a conocer a sus peculiares habitantes, más parecen surgir antiguas disputas, misterios y sospechas. Y cuando su hija Flo comienza a ver espectros de chicas ardiendo, resulta claro que los fantasmas de Chapel Croft se niegan a descansar en paz.
Pero descubrir la verdad puede ser letal en un pueblo con un pasado sangriento, donde todos tienen algo que esconder y nadie confía en los extraños.
Para sustituirlo, llega al pueblo Jack Brooks. Trae consigo una hija de catorce años y una conciencia atormentada, aunque confía en empezar aquí una nueva vida. Pero lo que encuentra es un lugar lleno de conspiraciones y secretos donde le espera un extraño regalo de bienvenida: un kit de exorcismo y un siniestro mensaje.
Cuanto más profundiza en la ciudad y llega a conocer a sus peculiares habitantes, más parecen surgir antiguas disputas, misterios y sospechas. Y cuando su hija Flo comienza a ver espectros de chicas ardiendo, resulta claro que los fantasmas de Chapel Croft se niegan a descansar en paz.
Pero descubrir la verdad puede ser letal en un pueblo con un pasado sangriento, donde todos tienen algo que esconder y nadie confía en los extraños.
Opinión:
Hace cuatro o cinco años el nombre de C. J. Tudor irrumpió con fuerza en el mundo literario. La crítica especializada y el público de a pie emitían opiniones entusiastas sobre su primera obra, El hombre de tiza, ya reseñada aquí. A partir de esa publicación le siguieron otras que también obtuvieron la misma popularidad como: "La desaparición de Annie Thorne" y "La otra gente", convirtiendo el nombre de esta autora en sinónimo de éxito.
En Las chicas de Chapel Croft nos trasladamos a una pequeña población inglesa; un lugar que ha estado marcado por la tragedia desde hace quinientos años.
En tiempos de María I, hija de Enrique VIII, esta emprendió una feroz represión contra todos aquellos contrarios a la reinstauración del catolicismo, condenando a la hoguera a todo aquel que se oponía. Eso la llevó a portar el sobrenombre de María la sangrienta o Bloody Mary. El pueblo de Chapel Croft no estuvo exento de esos sucesos y ocho mártires perecieron en la hoguera.
Ahora, en la actualidad, el nombre de la población vuelve a estar en boca de todos ya que el vicario se ha suicidado en su propia iglesia. A este acontecimiento hay que añadir que treinta años antes dos adolescentes desaparecieron sin dejar rastro.
Jack Brooks y su hija se trasladan para hacerse cargo de la parroquia, un traslado obligado que no va a resultar tan idílico y tranquilo como esperaban...
Con este comienzo tan atrayente no es de extrañar que esta novela se haya convertido en poco tiempo en un superventas.
Vamos a tener varios hilos argumentales y dependiendo del tipo de narrador elegido para cada uno de ellos veremos la importancia de sus protagonistas.
El primer hilo argumental es el de Jack Brooks, y en él vamos a tener a un narrador personaje que nos va a relatar los sucesos en primera persona. Ya sabemos los riesgos que conlleva un narrador así, nos va a contar lo que ocurre según lo va viendo, es un testigo, pero siempre con la duda de que pueda omitir detalles de forma intencionada. En este tipo los lectores siempre tenemos que fiarnos de nuestros instintos.
Otra de las líneas argumentales está protagonizada por su hija adolescente, Flo. El encargado de mostrarnos todo lo que sucede a su alrededor va a ser en esta ocasión un narrador omnisciente que nos traslada a los hechos en tercera persona.
Y por último tenemos otro hilo, esta vez secundario, también narrado en tercera persona y que corresponde a un personaje anónimo que al principio no podremos identificar. Va a aparecer en momentos puntuales porque tan solo es un personaje incidental.
Estas tramas que se van sucediendo y que nos muestran una historia lineal van a verse interrumpidas por la incorporación de fragmentos de unos sucesos que ocurrieron treinta años en esa población, cuando dos chicas desaparecieron sin dejar rastro.
En esta novela los generadores de suspense van a cumplir una función esencial porque son los impulsores de la trama. El motor principal ya lo conocéis, el argumento, quizás ese es el elemento más potente, pero también C. J. Tudor se vale de los personajes secundarios, a los que dota de un comportamiento inquietante, para que de su mano lleguen las vueltas de tuerca. Este detalle es quizás lo que más va a llamar la atención, la gran cantidad de giros argumentales que la autora va diseminando de forma inteligente a lo largo de toda la novela y que no se limitan únicamente a la trama principal.
A esto se va a sumar esos fragmentos que ya he mencionado y que nos hacen retroceder a treinta años atrás y que poco a poco harán que vayamos dando forma a la historia general.
En esta obra aparecen varias referencias a obras de Stephen King, y lo cierto es que la forma de narrar de esta autora inglesa me traslada a las novelas de la primera época del maestro del terror. Consigue recrear ese ambiente turbador en el que los protagonistas son gente normal y corriente, y eso hace que el argumento se vuelva más realista. Creo, aunque solo sea una opinión personal de un lector, que en C. J. Tudor sí hay una digna heredera de King, que parece que últimamente todos los críticos se empeñan en buscarle una/o.