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martes, 29 de octubre de 2019

La Cadena de Adrian McKinty

Sinopsis:

Como una mañana cualquiera, Rachel deja a su hija en la parada del autobús. Pero una llamada de un número desconocido lo cambia todo: una mujer le informa que tiene a Kylie secuestrada y que, si quiere verla de nuevo, deberá seguir sus instrucciones al pie de la letra: primero, pagar un rescate; segundo, secuestrar a otro niño. Quien llama es también una madre cuyo hijo ha sido secuestrado, y si Rachel no cumple con las reglas, el niño morirá, y su hija también.
Rachel ya forma parte de La Cadena, un mecanismo que convierte a padres de familia en víctimas y a su vez en criminales, y que está haciendo a alguien muy rico en el proceso. Ella es una mujer corriente, pero en pocas horas los acontecimientos la llevarán hasta límites impensables y la obligarán a hacer algo terrible.
Los creadores de La Cadena saben que unos padres harán todo lo que está en sus manos por sus hijos. Pero no contaban con cruzarse en el camino de una mujer decidida, valiente y superviviente como Rachel. Porque, si alguien puede romperla, ésa es ella.

Opinión:

La Cadena, la historia que hoy os traigo a esta estantería virtual, fue escrita en un comienzo como relato breve, de esa forma permaneció escondida en el fondo de un cajón hasta 2017, momento en el que el agente literario del autor le propuso desarrollar el argumento en Estados Unidos, comenzando así una nueva Cadena.

El mecanismo sobre el que se construye el argumento de esta novela es muy sencillo, La Cadena es un sistema de explotación de la emoción humana. Convierte a padres en criminales y en víctimas al mismo tiempo.
Los eslabones que mantienen unidos la cadena y que la hacen crecer, no es el miedo, como podríamos pensar en un principio al leer la sinopsis, sino el amor. Amor de cualquier tipo, maternal, filial o romántico, que impulsará a hacer lo que sea por el ser querido.
Sobre esta idea básicamente es sobre la que se construye la novela, una historia que debo reconocer que tiene un comienzo muy potente e impactante.

Adrian McKinty nos sumerge de golpe en la trama, no da tiempo a que el lector se vaya habituando al narrador, a la forma de contar o a los personajes, en los que por cierto no profundiza mucho.
Su relato te atrapa desde la primera linea, aportando tensión y suspense que dosifica valiéndose de capítulos muy breves.
El narrador, en tercera persona, nos relata de forma lineal los acontecimientos, eso sí, saltando de un personaje a otro, de esta forma, mediante los cliffhangers deja colgada la trama en el momento más intenso, sostenida únicamente por un hilo muy fino.
Ahora bien, en una novela de comienzo tan impactante, sabiendo que está en vías de publicación en más de 40 países y que ya se han vendido los derechos para ser llevada a la gran pantalla, pensé que los giros argumentales estarían asegurados y que la historia no se mantendría solo a base de cliffhangers.

Al llegar a la mitad de la novela, más o menos, aprecié una bajada en el ritmo narrativo; la historia empezaba a perder fuelle.
En ese punto una parte de la trama, la que nos ha guiado hasta el momento, queda resuelta. El autor, a partir de ahí, recurre a narraciones retrospectivas para mostrarnos otra parte de la historia, la que se refiere a quiénes son los cerebros que se esconden detrás de La Cadena, alternando, eso sí, esos fragmentos con la vida actual de los protagonistas, que continúan lógicamente con sus vidas.
¿Pero qué ocurre? pues lo que ya he mencionado, que para mantener la tensión y al lector pegado a las páginas se necesitan más cosas, no solo de cliffhangers vive el hombre.

Hay un gran potencial en el argumento, no hace falta que nos digan en la faja del libro Ian Rankin, John Katzenbach o el mismísimo Stephen King, que la historia es tremendamente adictiva y original... pero bajo mi punto de vista, ese gran potencial está infrautilizado.
La historia se vuelve demasiado previsible, ¿y qué hace que un libro se vuelva previsible? no es que el autor de demasiada información, es que la que da, no se molesta en esconderla, y los lectores vemos venir los sucesos desde bastante lejos.
La novela se divide en dos partes, y yo que no tengo olfato sabueso descubrí al llegar al segundo tramo de la historia, quién era la persona que se ocultaba detrás de la cadena.
Un thriller que se precie o una novela policíaca de calidad, debe ofrecer una trama con suspense, con tensión, y al final, una resolución a la que el lector más agudo, debería llegar de forma lógica. Pero como digo en esta historia no hay artificios engañosos, solo pistas puestas al descubierto.

Por otro lado, quizás de haber utilizado otro tipo de narrador, por ejemplo en primera persona, el relato se hubiese vuelto más cercano y la empatía que surgiría de él, haría que el lector se creyese los giros colocados al final, que para mi gusto resultan de lo más inverosímiles.
Es una buena novela, sí, pero se parece demasiado a un guion de serie, de esas en la que solo vemos acción, acción y acción, desde el comienzo, y dejan muy poco en pro de la imaginación.

Debemos disfrutar de la lectura, y yo lo he hecho, pero no a tope como esperaba al comienzo.
Algunas personas que me recomendaron con fuerza esta historia, se sorprenderán al leer mi opinión final, pero la lectura es una experiencia personal y cada uno vivimos los libros de forma distinta.
Las razones expuestas, son propias, cada lector tendrá las suyas. Esto lo digo porque últimamente opinar algo distinto a lo que piensa la masa se está convirtiendo en un deporte de alto riesgo, y aunque suene repetitivo, para gustos los colores.