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martes, 21 de junio de 2022

Cien años de soledad de Gabriel García Márquez

Sinopsis:

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».
Con estas palabras empieza la novela ya legendaria en los anales de la literatura universal, una de las aventuras literarias más fascinantes de nuestro siglo. Millones de ejemplares de Cien años de soledad leídos en todas las lenguas y el Premio Nobel de Literatura coronando una obra que se había abierto paso «boca a boca» -como gusta decir al escritor- son la más palpable demostración de que la aventura fabulosa de la familia Buendía-Iguarán, con sus milagros, fantasías, obsesiones, tragedias, incestos, adulterios, rebeldías, descubrimientos y condenas, representaba al mismo tiempo el mito y la historia, la tragedia y el amor del mundo entero.

Opinión:

Entre la década de los sesenta y los setenta del s. XX, con el aperturismo al exterior del régimen franquista, empezaron a llegar a España las obras de autores exiliados, hasta entonces prohibidas, y de extranjeros. Entre estos últimos se encontraban autores sudamericanos de la talla de Cortázar o Gabriel García Márquez y otros grandes de la prosa contemporánea como Proust, Kafka o Faulkner. Con su llegada trajeron la renovación literaria, dando un giro completo a lo que conocíamos. Aparecieron nuevos recursos estilísticos y expresivos como los monólogos interiores, los saltos en el tiempo, la omisión de signos de puntuación y/o el realismo mágico que llegó de manos de los autores sudamericanos y que va a ser un recurso que impregna toda la novela de la que hoy os hablo.

Cien años de soledad. En el umbral entre la fantasía y la realidad.

Cien años de soledad no va a contar con una trama definida; lo que ofrece es más bien un montón de historias con las que ir conociendo a todos los miembros de la familia Buendía a lo largo de varias generaciones.

Fue escrita entre 1965 y 1966, publicándose por primera vez en 1967. 
Dicen que el manuscrito fue ofrecido al por entonces director de la editorial Seix Barral, pero éste lo rechazó alegando que creía que no iba a tener éxito. Posteriormente el borrador fue enviado a la Editorial Sudamericana y su director decidió publicarla inmediatamente, según cuentan, tras leer el primer párrafo.
Yo esto último no llego a creérmelo, creo que es más fruto del imaginario, de la leyenda que rodea la publicación, que de la realidad. No creo que un editor o director de editorial se arriesgue a publicar una novela por tener una primera frase o párrafo intenso o impactante. Supongo que ese comentario surgió después de publicar y saborear el gran éxito que obtuvo con ello; una forma de vanagloriarse.  

También cuenta Gabriel García Márquez que envió el manuscrito en dos partes, ya que debido a su mala situación económica no podía hacer frente a un envío completo, pero en cambio, el editor responsable de su publicación reconoció en una entrevista que eso no era cierto. 
Así que como veis en Cien años de soledad, realidad y ficción van de la mano desde el comienzo. 

Debo comentaros desde este punto que no es la obra de García Márquez que más me ha gustado e incluso soy de la opinión de que le sobran páginas. Esto lo aclaro al principio por si alguien se ofende y no quiere continuar leyendo.

Como ya os he adelantado, la obra narra la vida de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones, y el título hace referencia a la soledad que les va a acompañar y a marcar tanto o más que el apellido.
Entre otros temas que van a estar presentes a lo largo de la lectura encontramos las pasiones desenfrenadas, la tiranía de algunos personajes e incluso el incesto que les persigue como una mancha familiar.

El encargado de relatar es un narrador omnisciente que permanece distante en todo momento mientras cuenta los hechos, quizás para mi gusto, se aprecia demasiado esa lejanía.

Nos vamos a encontrar sumergidos en un círculo vicioso. 
Macondo, ciudad ficticia sobre la que se construye la trama, va a ir creciendo a medida que llega la modernidad. Lo que ocurre es que esa modernidad conlleva el deterioro de los Buendía.
Vemos como los años pasan, los personajes van cambiando, pero los hechos se repiten al igual que los nombres y la personalidad de los que los llevan.
Los J. Arcadio viven marcados por un signo trágico, son impulsivos y emprendedores, mientras que los Aurelianos, por poner otro ejemplo, son retraídos aunque de mente clara. Así va a ocurrir con todos los personajes que vivirán marcados por el nombre que se les da. 
Por otro lado, las mujeres de la familia Buendía van a ser perseguidas por la tragedia, sin conseguir la felicidad, al tiempo que su comportamiento se mueve entre el surrealismo y la extravagancia. 
Lo que sí comparten todos ellos, sin excepción de género, es un aire de locura y un don especial para meterse en líos.

El realismo mágico llega precisamente de la mano de los personajes y va a aportar el toque original a la lectura. 
Actúa como un halo magnético, nos sorprende con hechos irreales o extraños pero en los que los protagonistas no reparan porque los ven como algo totalmente normal. Hay que reconocer que en este aspecto García Márquez fue un gran maestro en el uso de una técnica que en este libro toma tanta importancia como el nombre de los protagonistas.
Otro detalle que hay que mencionar porque aporta calidad es la inclusión de infinidad de figuras retóricas como metáforas, símiles o anáforas, por citar algunas, ya que realzan la delicadeza de algunos fragmentos.

El narrador nos va adelantando en algunos pasajes lo que sucederá con posterioridad a algunos personajes, tenemos un claro ejemplo en el inicio: 

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.” 

Parece que intenta prevenirnos de lo que más adelante narrará de forma más detallada y extensa. Esas prolepsis que nos dan una idea sobre el futuro de un personaje, tampoco me han convencido porque, llegado el momento, me hacían dudar de si esos sucesos ya se habían contado o habían sucedido.

Sé que hay cientos o miles de lectores que avalan esta lectura y que está considerada por expertos como una de las obras cumbre de la literatura universal, pero a mí ha habido fragmentos que se me hacían cuesta arriba y me daba la impresión de que el argumento no avanzaba, parecía que el tiempo estaba detenido en Macondo.
Esto, como digo, es tan solo una opinión personal que en ningún momento busca ni justificarse ni convencer, y por supuesto menos aún desanimar. 

Habrá quien se escandalice con este comentario, pero hace unos días alguien me dijo al respecto que incluso Borges había dicho que: "A Cien años de soledad le sobraban cincuenta"
La verdad es que Borges me quita un peso de encima, porque si bien es cierto que, según avanza el argumento, la trama se vuelve más dinámica y entretenida, no dejo de pensar en que algunos capítulos se me hicieron demasiado pesados lastrando mi lectura.

Como otra nota positiva y ya para terminar diré que Gabriel García Márquez fue un trasgresor que se atrevió a incluir en el relato de un siglo de episodios cotidianos, algunos temas bastantes delicados que otro no habría osado incorporar por miedo a la censura o al qué dirán.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez

Sinopsis:

Acaso sea Crónica de una muerte anunciada la obra más «realista» de Gabriel García Márquez, pues se basa en un hecho histórico acontecido en la tierra natal de escritor. Cuando empieza la novela, ya se saber que los hermanos Vicario van a matara a Santiago Nasar -de hecho ya le han matado- para vengar el honor ultrajado de su hermana Ángela, pero el relato termina precisamente en el momento en que Santiago Nasar. El tiempo cíclico, tan utilizado por García Márquez en sus obras, reaparece aquí minuciosamente descompuesto en cada uno de sus momentos, reconstruido prolija y exactamente por el narrador, que va dando cuenta de lo que sucedió mucho tiempo atrás, que avanza y retrocede en su relato y hasta llega mucho tiempo después para contar el destino de los supervivientes. La acción es, a un tiempo, colectiva y personal, clara y ambigua, y atrapa al lector desde un principio, a pesar de que conoce el desenlace de la trama. La dialéctica entre mito y realidad se ve potenciada aquí, una vez más, por una prosa tan cargada de fascinación que las eleva hasta las fronteras de la leyenda.

Opinión:

Aprovechando que en ocasiones nos embarga la tan temida crisis lectora, en la cual no sabemos que leer, siempre viene bien recurrir a los clásicos que invaden nuestras estanterías.
¡Clásicos! ¡Sí, habéis oído bien!
Esa palabra que a algunos con solo oírla parece que les crea animadversión. Esas novelas casi olvidadas que esperan pacientemente y acumulando polvo, a que su turno vuelva a llegarles; cuyas hojas ya amarillas por el paso del tiempo, leídas y releídas en incansables ocasiones, difícilmente pueden defraudarnos.
Ésta en concreto, ha vuelto a salir victoriosa del difícil encargo para el que había sido elegida, limpiar la desidia lectora.

Crónica de una muerte anunciada, ya la había leído hace años, pero en ningún momento se me ocurrió reseñarla. Suele pasar con las novelas tan famosas, no sabes que decir de ellas y es que, poco se puede decir que no se haya dicho ya.

Textos periodísticos que terminan convertidos en novela... por supuesto con lo esencial.

Hay muchas novelas basadas en hechos reales que nacen en un principio como textos periodísticos. Realmente es una excelente forma de crear una novela. No se necesita imaginación ni que el autor se devane el cerebro inventando un argumento.
Los hechos están ahí, llenando las portadas de los principales periódicos y noticiarios. Lo que sí se necesita y resulta primordial, es el talento para saber buscar y extraer los sucesos más relevantes, dándoles forma después haciendo uso de la técnica adecuada. No debemos olvidar en este punto, la prosa y el don para enganchar al lector.
 
Dicho todo esto pensaréis que cualquiera puede escribir, ¡pues no! se necesita algo que ya he citado, TALENTO, y por suerte para unos o desgracia de otros, no todo el mundo lo tiene.
Hay que ser realistas; por mucho que papá, mamá y el amiguete de turno nos encumbren, no dejan de ser papá y mamá. Como dice el dicho popular... ningún hijo es feo para sus padres; y hay que saber mirar un poco más lejos del círculo familiar: padre, madre, abuelos y mascotas.
Vamos, como decían en la serie Expediente X 

La verdad está ahí a fuera...

Y ahora en serio...
Hay muchas obras similares, pero no llegan a ser dignas de alabar como ésta de la que hoy os hablo o por poner otro ejemplo, A sangre fría de Truman Capote. Y es que estas obras citadas, recalcando lo dicho en el párrafo anterior, no son solo una reconstrucción periodística de sucesos, más bien yo lo describiría como un encadenamiento armónico y casi perfecto de escenas. Por algo, Crónica de una muerte anunciada, fue incluida en la lista de las cien mejores novelas del siglo XX y su comienzo, también aparece en otra de esas famosas listas.

Pero vayamos al principio...

La primera vez que la leí, me pareció una obra extraordinaria, ahora con el paso del tiempo, reconozco que no solo no ha variado mi opinión, sino que la coloca en ese lugar excepcional al que solo tienen acceso determinadas joyas literarias.

Conociendo el final desde el principio...

Coincido al igual que la vez anterior, en que lo qué más me impresionó, es el comienzo. Saber desde el principio del texto, desde el título, cual será el final de Santiago Nasar.
Y es que como se dice en la narración... "Nunca hubo una muerte tan anunciada" pero añado... tampoco estuvo también contada.
El conocer el desenlace desde el principio, a muchos les puede parecer que le quita gracia a la historia, pero no es así, en este caso consigue crear más tensión.
Gabo, el apelativo cariñoso con el que se conocía al autor, aprovecha ese detalle, ese dato que conocemos de antemano y lo explota, colocando al lector en situaciones comprometidas. A través de las completas descripciones del lugar, de los relatos de los personajes, vamos conociendo de primera mano el recorrido de Santiago y de sus asesinos, los hermanos Vicario, llevando al extremo la angustia del lector.
Vemos como sus recorridos en más de una ocasión están a punto de cruzarse, y aquí entran de nuevo...

Las casualidades...

"Sobre todo, nunca le pareció legítimo que la vida se sirviera de tantas casualidades prohibidas a la literatura, para que se cumpliera sin tropiezos una muerte tan anunciada".

¿Recordáis lo qué siempre digo sobre las casualidades? Que la literatura no puede pasar a depender totalmente de ellas... pues bien hay excepciones, y una de esas gloriosas excepciones, es esta novela que aparece cargada de coincidencias. (Las otras podrían ser El conde de Montecristo y Los tres mosqueteros, ambas de Alejandro Dumas), por citar algunas...
Todo el mundo en el pueblo sabe la amenaza de los hermanos Vicario... todos claro está, menos Santiago.
Los hermanos, Pedro y Pablo Vicario, lo cuentan a todo aquel con el que se encuentran, como en un intento de que alguien tenga la suficiente valentía de detenerles. De esa forma y ante la imposibilidad de cometer el asesinato, la cuenta pendiente quedaría saldada.
El cura, la policía, una carta que se cuela por debajo de la puerta, TODO el pueblo sabe lo que va a ocurrir, pero nadie toma medidas. Aquí es donde el "hecho en sí" adquiere un protagonismo especial, según mi punto de vista, no solo son asesinos Pedro y Pablo, también lo son los que con su silencio colaboran y no evitan el desastre.
Este es el momento oportuno para citar otro detalle de la obra, el número infinito de personajes secundarios que aparecen para componer el relato.

Multiperspectivismo...

Narrada en primera persona, se recrean principalmente, unos hechos acontecidos veinte años antes. Aunque existe un narrador, éste no interfiere y nos muestra las versiones de los distintos personajes, lo que se conoce como multiperspectivismo. Ellos serán los encargados de recrear una historia a tres tiempos, de ir rellenando los huecos en blanco para que el lector no pierda detalle.
La narración, como he avanzado, no sigue un orden lineal, los saltos son frecuentes.
Tenemos la narración del día del suceso, donde Santiago y los hermanos Vicario son los protagonistas; otra que se corresponde con la recogida de los datos por parte del narrador, para recrear completa la historia, y donde se incluyen las narraciones de todos los personajes del pueblo que se vieron involucrados; por último, una tercera donde se cuenta lo que ocurrió tras el asesinato.

El realismo mágico... 

Si hay algo que caracteriza a Gabriel García Márquez, es el realismo mágico que aparece plasmado en sus obras. ¿Quién lo invento? Pues no lo sé, pero es citar ese estilo narrativo y el nombre de Gabo y sus historias vienen directas a mi cabeza. Narra los hechos sin restarles crudeza y los adorna con algunos momentos puntuales de fantasía, con hechos surrealistas, que perduran en el recuerdo del lector.
En esta obra se pueden disfrutar algunos de esos momentos excepcionales y quizás ese toque de magia, que aportaba su autor, es lo que hace que el lector a pesar de conocer desde el comienzo el desenlace, continúe leyendo con la absurda esperanza de que el destino de Santiago Nasar cambie con el paso de las hojas...

Una prosa pausada, detallista; una novela breve, genial, casi única, que siempre es un placer recuperar en un intento de que si no la habéis leído lo hagáis...