Sinopsis y portada del libro retiradas para evitar infringir posibles derechos de autor.
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Opinión:
Y una vez más aparece en este blog el gran dilema...
Os he hablado muchas veces de la dificultad a la hora de clasificar las historias dentro de un género en concreto, pero también de la complejidad a la hora de decidir cuál fue la primera con la que se dio el pistoletazo de salida.
Si hablásemos de relatos policíacos diríamos que el primero surgió de la pluma de Poe en 1841, siendo este Los crímenes de la calle morgue, y en cambio, si citásemos novela policíaca estaríamos hablando de Un asunto tenebroso de Honoré Balzac, publicada en el mismo año, o incluso de Casa desolada de Charles Dickens, publicada por entregas mensuales entre marzo de 1852 y septiembre de 1853, pero que se piensa fue escrita antes de 1842.
Por otro lado, si lo que queremos es hablar de la primera obra detectivesca, unos citarían El caso Lerouge de Émile Gaboriau (1863) o La piedra Lunar (1868), y es que en este mundo tan complejo de los géneros literarios hay que ser muy concreto a la hora de especificar quién lleva a cabo la investigación, si es policía o aficionado, e incluso fijaros bien, dependiendo de su longitud, si es relato o novela.
Otro dato a tener en cuenta también es su procedencia, porque no es lo mismo hablar de la primera novela policíaca francesa que de la inglesa... y es que estaréis conmigo en que esto de clasificar se ha convertido en un tema farragoso, con tal de vender una primicia...
Pues bien, actualmente algunos especialistas en el género han decidido rizar un poco más el rizo y ahora la narración con la que se inicia este género de detectives es precisamente esta de la que vengo a hablaros, El misterio de Notting Hill, publicada bajo seudónimo y por entregas a lo largo de 1862 y que terminó viendo la luz como libro completo en 1865.
Yo, no es por llevar la contraria a los grandes expertos, pero al igual que en la reseña de Un asunto tenebroso os conté que sus elementos me recordaban más a las obras de espionaje, El misterio de Notting Hill me lleva a clasificarla más como misterio o intriga porque a pesar de que se lleva a cabo una investigación, esta es totalmente secundaria, limitándose el actor principal exclusivamente a mostrarnos unos testimonios y documentos ordenados en el tiempo, es más, el supuesto detective no es un investigador al uso, porque es un agente de seguros que solo recaba información sin exponer explícitamente como llega a sus conclusiones.
Aclarado esto, paso a hablaros más en detalle de la historia.
Este libro fue escrito por Charles Warren Adams, un abogado al que puede que por su profesión le frenase el publicar historias de crímenes bajo su nombre real y por eso optó por el seudónimo de Charles Felix. Su identidad no fue descubierta hasta 1952 y corroborada por un experto en novela policíaca en 2011.
Las ilustraciones que aparecen en el interior son de George Du Maurier, autor de Trilby y abuelo de la escritora Daphne Du Maurier.
La historia la componen íntegramente cartas, declaraciones, informes científicos y fragmentos de diarios, y aunque nos pueda parecer a simple vista que se mueve en la línea de otras novelas epistolares de la época, como la ya citada La Piedra Lunar, no es así. El motivo es que Collins en sus obras más famosas, se toma su tiempo. Ninguna baja de las quinientas páginas, y las cartas o declaraciones son más extensas incluyendo anécdotas y sucesos que convierten el relato en una narración más personal y entretenida.
En esta obra ese desarrollo narrativo se ve muy limitado al tener solo 200 páginas.
El libro se divide en ocho secciones o apartados y en ellas iremos conociendo, al tiempo que se narran los sucesos, a los personajes que intervendrán, ya sean víctimas o testigos, siempre y como ya he dicho, sin que seamos conscientes de que se está llevando a cabo una investigación real, porque los hechos nos llegan a través de esas declaraciones a posteriori.
Quizás, lo que más me ha llamado la atención es que todos los personajes parecen secundarios, ninguno destaca sobre otros, y eso se debe otra vez a la estructura y a la forma de narrar.
Todas las cartas y declaraciones pertenecen a personajes incidentales que intervinieron como testigos en los hechos, pero sus relatos se limitan a narrar de forma concisa y oficial los hechos, aportando un distanciamiento con el lector que para mí gusto hacen que la novela sea menos amena que otras del estilo.
Siguiendo con el tema de los personajes...
Vamos a conocer dos historias o dos casos que al final terminarán enlazándose. Uno será el de la señora Anderton y otro el de madame R. Los hilos de estos personajes terminarán cruzándose, al igual que sus destinos, y aunque ellas sean las protagonistas, vuelvo a insistir, el estilo narrativo y la estructura elegidos, así como que los hechos nos lleguen en pasado hacen que parezcan personajes secundarios.
La hipnosis o sugestión hipnótica va a ser el tema central sobre el que gira la trama y veremos las distintas opiniones que suscitó, los que la consideraban un nuevo procedimiento médico o terapéutico frente a los escépticos que lo veían como un engaño basado en el ilusionismo. Hemos de tener en cuenta la importancia de situarnos en esa época en que se desarrolla la trama, ya que fue una época en la que las pseudociencias estaban en auge.
En resumidas cuentas...
El libro tiene algunos aspectos que pueden resultar interesantes para un tipo de lector determinado que de prioridad a otros detalles sobre el argumento, como las ilustraciones, el deseo de averiguar como está construida la que se considera la primera novela con la que se inicia el género, pero también entiendo que para otros a los que estos detalles les traen sin cuidado les pueda parecer una historia floja.
Yo, personalmente, dentro de que el argumento me haya podido gustar más o menos, me quedo con la satisfacción por haber saciado mi curiosidad al descubrir esta ópera prima del género de detectives.
En vuestra mano queda elegir. Solo vosotros sabéis que prima en vuestra escala de valores literarios.