Sinopsis:
Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.
Opinión:
El cuento de la criada o The Handmaid's Tale, es una novela distópica feminista, ya sabéis a que me refiero al encuadrarla dentro de distopía: Una sociedad ficticia indeseable y escrita por Margaret Atwood en 1985 y ambientada en Estados Unidos, en un futuro cercano. Supongo que también os puede sonar el título porque esta historia, ha sido adaptada para la TV, arrasando en los premios Emmy 2017.
A través de la protagonista, De Fred, y de un relato fragmentado, iremos introduciéndonos en ese futuro devastador que nos espera.
En la república de Gilead, antiguo suelo norteamericano, todos los derechos sociales han sido suprimidos.
Tras ataques terroristas y guerras biológicas... la sociedad tal y como la conocemos, ha sido borrada de un plumazo y una dictadura religiosa, ultraconservadora, es la encargada de gobernar.
Lógicamente, las mujeres somos las más afectadas con las nuevas medidas:
Se nos prohíbe leer y escribir; nos confiscan los bienes; se nos quita el derecho a hablar, ya que la mujer ideal debe hablar poco, pasar desapercibida y no olvidemos otro dato importante, no interesa ni lo que piensa ni lo que opina; nos recluyen en casa, debemos tener escaso contacto no solo con hombres, sino también con otras mujeres... todo esto, en un intento de hacernos más sumisas, borrándonos todo recuerdo de libertad.
Ahora, somos un bien del estado, clasificadas por el color de la ropa que llevamos, vigiladas en todo momento, y ese color de la ropa, no solo nos identifica dentro de una pirámide de clases más estricta que la vivida en la Edad Media, sino que también aborta cualquier rasgo de personalidad sobre nuestro aspecto físico; no somos ni dueñas de nuestra imagen.
Las mujeres de los Comandantes visten de azul en honor a la Virgen María y son las que poseen más privilegios; las Marthas, mujeres no fértiles, son identificadas por el verde y se encargan de las labores domésticas, mientras que el color rojo es la marca que sirve para señalar a las criadas.
Estas últimas, no tienen derecho ni a llevar su propio nombre, atienden al nombre del Comandante al que sirven, de esa forma, nuestra protagonista De Fred, nos indica a quién pertenece.
Las criadas son mujeres fértiles; tienen un fin utilitario, el de perpetuar la especie. La que logra tener hijos es festejada, debe considerarse una privilegiada porque la que no lo consigue es rechazada por el resto de la sociedad y enviada a las colonias o a algún sitio peor.
Hay otros grupos, por ejemplo el de las Tías, mujeres que visten de marrón, encargadas de adoctrinar y que ejercen un férreo control policial sobre las criadas, imponiendo un manual de conducta; y también las Jezabeles, prostitutas oficiales disfrazadas con cualquier atuendo, capaz de despertar las fantasías masculinas...
Esta escala social, concede más privilegios a unas que a otras, pero no nos dejemos engañar, todas son víctimas del mismo sistema.
En esta historia creo identificar tres partes:
La primera donde conocemos a la protagonista y con una narración austera y fría, nos va mostrando ese mundo que ahora le toca vivir. Parece una narración en blanco y negro, donde lo único que resalta es el color de la ropa y los flashback o recuerdos coloridos de un tiempo ya pasado. Esa narración impersonal, carente de emoción choca al comienzo, pero según vamos conociendo al personaje y el ambiente que la rodea, aceptamos que no hay nada que celebrar.
La segunda parte es donde los lectores nos enfrentamos a la verdad, y poco a poco vamos conociendo como se llegó a esa sociedad indeseable en sí misma.
La tercera parte, nos transporta al futuro, al 2191, a un congreso histórico donde se analiza ese periodo que fue la república de Gilead. Al principio esta última parte me desconcertó, pero ahora, tras meditar para esta reseña, creo que es una especie de moraleja, con la que Margaret Atwood abre una puerta a la esperanza, susurrándonos que aún estamos a tiempo de cambiar...
No os estoy hablando de una gran novela que sobresalga por la prosa, por la estructura o por grandes personajes...
Es una narración cuyo punto fuerte es el argumento que invita a reflexionar. Durante su lectura no me pareció que se tratase de un libro notable, llegaba a dudar incluso de las excelentes criticas leídas, pero como digo, tras unos días en los que no puedes dejar de pensar en ella, adquiere la categoría de Muy recomendable.
La historia, reconstruida con fragmentos, como nos indica De Fred, va haciéndose lentamente un hueco en nuestra cabeza. Su relato es gélido y carente de emociones, tan solo nos muestra la realidad que le toca vivir.
Ella nos cuenta lo que ve, pero para el lector es horrible lo que no cuenta...
Las mujeres únicamente son libres en su mente, y algo que a mí me aterró, fue la falta de solidaridad, la pasividad, el egoísmo y la frialdad que se extrae del comportamiento femenino, tras cada actuación.
Creo que el cuento de la criada, a pesar del lenguaje sencillo es una novela compleja, para leer con detenimiento e incluso releer, porque es de esas lecturas que ganan cuando las dejamos reposar.
Lo que ahora nos parece ficción, irreal o absurdo, puede ¿por qué no? mañana convertirse en realidad.
Podemos ver en esta obra argumentos feministas, críticas hacia el extremismo religioso, hacia los riesgos de la proliferación de armas de destrucción masiva, o hacia la situación medioambiental, cada lector hará su propia interpretación y buscará sus propios culpables, al igual que nuestra protagonista hace hincapié en ese mensaje recurrente que la atosiga, ¿por qué la sociedad no reaccionó cuando vio los primeros síntomas de que se pisaban sus derechos?