miércoles, 1 de mayo de 2019

El nombre de la rosa de Umberto Eco

Sinopsis:

Valiéndose de características propias de la novela gótica, la crónica medieval, la novela policíaca, el relato ideológico en clave y la alegoría narrativa, El nombre de la rosa narra las actividades detectivescas de Guillermo de Baskerville para esclarecer los crímenes cometidos en una abadía benedictina...
Y a esta apasionante trama debe sumarse la admirable reconstrucción que no se detiene en lo exterior, sino que ahonda en las formas de pensar y sentir del siglo XVI.

Opinión:

Hoy os voy a hablar de una gran novela escrita por Umberto Eco y publicada en 1980.
Este libro tiene características de la novela histórica, de la gótica y también de la policíaca; una novela híbrida que para mi gusto roza la perfección y que debido al gran éxito y popularidad que obtuvo, fue llevada al cine por el cineasta francés Jean Jacques Annaud en 1986, con Sean Connery en el papel principal y con Christian Slater haciendo de su joven discípulo.

La historia que se narra en esta novela es de sobra conocida.
Los pasos de fray Guillermo de Baskerville, un antiguo inquisidor, y de su discípulo Adso de Melk, nos llevan hasta una abadía benedictina.
Corre el invierno de 1327 y Guillermo debe prepararse para una reunión que tendrá lugar tras esos muros, entre la legación del papa Juan XXII y los líderes de la orden franciscana.
Lo que en un principio va a ser una reunión donde se debatirá sobre la pobreza apostólica, termina complicándose, ya que el éxito de la reunión se ve amenazado por una serie de muertes violentas que los monjes del lugar asociarán con la llegada del anticristo.
El centro del que parten todos los extraños sucesos parece ser la biblioteca.
Una torre oscura, cargada de trampas y laberintos, que no solo es un almacén de cultura, también es el lugar donde se esconde un antiquísimo manuscrito que traerá la muerte a todo aquel que se atreva a leerlo.

La abadía va a convertirse por tanto, en un personaje más; un testigo mudo que sufrirá como el resto de los que habitan en ella el azote del horror.
Ese recinto monacal tiene un protagonismo ambiguo, ya que existe una abadía de noche y otra de día. Lógicamente lo que ocurre entre sus muros es bastante más interesante cuando se recubre con un halo de nocturnidad.
El misterio como podéis ver inunda las páginas desde el comienzo...

Esta obra se divide en siete días, y estos a su vez según las horas litúrgicas. No os asustéis si desconocéis como es esa distribución, porque hay una explicación muy clara al respecto en la nota antes del prólogo.

Si os estáis preguntado dónde reside la genialidad de la que os hablaba al comienzo y que convierte a este libro en una joya literaria, os diré que Umberto Eco consigue que la linea que separa realidad de ficción sea completamente imperceptible para los lectores. Para esa labor utiliza a los personajes; hace que los ficticios se entremezclen con los que se han hecho un hueco en la Historia por méritos propios, y también por supuesto, para esa misión de emborronar deliberadamente esa linea, se vale del narrador, Adso de Melk.

El narrador.

La crónica de Adso va a estar repleta de advertencias...
En primer lugar nos cuenta que escribe esas memorias, envueltas en muchos y vagos misterios, cuando ya es anciano; en un momento en que los recuerdos y la imaginación se funden en una mente fatigada, y también nos dice que intentará reflejar lo más fielmente posible los sucesos que ocurrieron en esa abadía de la cual no quiere reflejar ni nombre ni ubicación.
Por lo tanto ya tenéis los primeros avisos: su narración puede contener lagunas, e incluso como acabamos de ver, se suprimirán algunos datos de forma intencionada.

En Adso de Melk vamos a tener a un cronista muy activo que, además de esas advertencias que nos lanza desde las primeras páginas, no dudará a la hora de interrumpir su relato para hacer puntualizaciones sobre algunos hechos.
Con esto los lectores tenemos que andar con cuidado, porque sabemos que es un testigo parcial, un protagonista que solo puede contar lo que vio, y no debemos olvidar que su opinión es subjetiva.
Adso tampoco nos promete una descripción satisfactoria de todo lo que sucedió, tan solo nos ofrece un registro de hechos asombrosos y terribles, construido sobre la marcha y almacenado en su memoria, por lo tanto retomo lo dicho en el primer párrafo de esta sección dedicada al narrador, su relato estará muchas veces distorsionado por el paso del tiempo.

Tampoco nos va a ofrecer descripciones sobre los personajes salvo, claro está, cuando él considere que un rasgo muy definido o expresión de un rostro aparecen como signos de un lenguaje mudo pero elocuente; otro detalle que viene a confirmar que su narración está condicionada, porque de quien sí nos va a dar una descripción más atenta, como ya veréis, es de fray Guillermo de Baskerville, gran protagonista de esta obra al que no solo Adso termina por admirar.

Por lo tanto y resumiendo, sabemos que aunque podemos confiar en la buena fe del narrador, algunos datos pueden estar algo confusos.
Y ahora que ya os he presentado al narrador voy a hablaros un poco por encima de los personajes que más me han impactado.

Los mejores personajes.

Guillermo de Baskerville es un gran filósofo, un personaje sagaz y muy inteligente, capaz de percibir con claridad lo que el resto somos incapaces de ver aunque lo tengamos justo delante de nosotros; también hay que señalar que Guillermo, en ocasiones, resulta un poco arrogante por esa gran capacidad que tiene, y esa arrogancia le puede inducir al error.

Pero hay otro par de personajes que también me impactaron junto con el protagonista...
Uno es el anciano Jorge de Burgos.
Un personaje con el que el fanatismo religioso se ve representado a la perfección.
Él es la memoria de la biblioteca y el alma del scriptorium, alguien capaz de dominar al resto infundiendo temor a través del verbo. Posee una capacidad asombrosa para infundir temor valiéndose de unos sermones cargados de dramatismo alegórico que, por supuesto, hacen temblar hasta a las mismas piedras.

El otro es un personaje digno de mención por tener una filosofía muy particular, me estoy refiriendo a Salvatore.
A este personaje podemos verlo en todo su esplendor a pesar del poco protagonismo con el que cuenta. Es un personaje simple, pero ni inculto ni necio, alguien que ha aprendido a sobrevivir en una tierra castigada durante siglos por la miseria y el abuso de los señores feudales, alguien que sueña con un mundo distinto.

Todos estos personajes que he citado me llevan a hablaros de otro tema muy interesante que no podemos obviar, la simbología, y es que esta se halla oculta en muchos de los diálogos.
No solo es lo que se dice... sino también el cómo, ya que muchas frases llevan ocultas un doble sentido y como ya os he dicho, hay grandes filósofos entre los personajes principales que recurren a la alegoría para transmitir o hacer entender sus ideas.

Umberto Eco nos ofrece un reflejo realista de la sociedad del medievo.

Desconozco si la finalidad de Umberto Eco con esta novela era cubrir sus páginas con un ligero velo de crítica hacia determinados asuntos, como la visión que nos ofrece de la iglesia y que contemplamos con claridad a través de los juicios que emite Guillermo, o bien, si su propósito era que el lector reflexionase libremente sobre ello...
De lo que sí estoy segura es de que Umberto Eco nos ofrece un reflejo muy realista de la sociedad medieval. La descripción que hace sobre las luchas internas de la iglesia, que tuvieron lugar en ese periodo, se ajustan a los hechos.
Mientras que unas órdenes predicaban la renuncia a todos los bienes materiales, otras abogaban por todo lo contrario.
También se retrata fielmente el enfrentamiento que tuvo lugar entre el papa Juan XXII y Ludovico IV de Baviera, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, por aclarar quién debía gobernar por encima de quién.

Y por supuesto no puedo olvidar mencionar el papel destinado a las mujeres que también es descrito con acierto en el libro.
Solamente se nos reserva en él un papel minúsculo, sin derecho a una linea de texto, y la elegida para hacerlo cumple al pie de la letra con el arquetipo impuesto de "Eva".
Ella es la representación de la tentación, la llave que abre la puerta al pecado, la culpable de seducir con malas artes; un estigma que hemos arrastrado a lo largo de los siglos.

Para terminar os diré lo que menos me ha gustado...
El anciano Adso con su narración intenta mostrarnos la historia de forma lineal, pero en momentos por suerte muy puntuales, no puede evitar el irse por las ramas,al recordar con emoción los hechos que vivió en su juventud.
Esa explosión emotiva le lleva a recordar las enseñanzas de su mentor y los debates teológicos, que entre nosotros... aburren hasta a los muertos.
Aún así, esos momentos no pasan de ser anecdóticos y no le restan interés al conjunto de esta magnífica obra.


4 comentarios:

  1. Es un novelón. Tiene algunas partes densas pero aun así es una pedazo de novela. De esas que cuando acabas de leer te alegras de no haber dejado pasar.
    Gran lectura y reseña, Susurros.
    Besos.

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  2. Una notable reseña digna del gran clásico reseñado.

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  3. Hola guapa, leí esta novela cuando era muy, muy jovencita, ya no recuerdo casi nada (salvo la resolución del caso, claro, :)), también vi la película. Evidentemente no conseguí hacer una lectura con tanta profundidad como la que has hecho ahora, ni siquiera sé si habría captado todas estas cosas que nos cuentas... Lo que más recuerdo era que tenía párrafos en latín que me saltaba de todas todas, jeje...
    Un besazo

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  4. Cómo me gustó esta novela cuando la leí. Mira que hace años y sigue estándo ahí, entre esas que nunca se olvidan. Qué curioso lo que cuentas sobre el papel de la mujer. Es cierto, pero nunca me había parado a pensar en ello. Por cierto que esa Eva en la película la interpretaba la prima de uno de mis cuñados. ¡Qué cosas cuento! Soy como el abuelo Cebolleta :D

    Gran reseña, como todas las tuyas.

    Besotes mil.

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