Seis personas están sentadas en la mesa de un lujoso restaurante.
Una de las sillas está vacía. Ante la silla vacía hay un ramillete de romero en recuerdo de Rosemary Burton, fallecida en el mismo restaurante hace exactamente un año.
Es poco probable, no obstante, que alguien haya olvidado la noche en que Rosemary murió en esa misma mesa, con el rostro azulado y descompuesto por el dolor.
¿Fue un suicidio o un asesinato?
Sólo cuando el coronel Race aparece en escena la verdad empieza a aflorar.
Opinión:
Hoy vuelve a aparecer en el blog la gran Dama del crimen, en esta ocasión con otra novela repleta de curiosidades.
Esta novela fue publicada en 1945 en Estados Unidos bajo el título de "Remembered dead", muerte recordada, y en Inglaterra, a finales del mismo año, como "Sparkling Cyanide", lo que viene a ser como en castellano, Cianuro espumoso, y que da pie a la primera curiosidad.
Agatha Christie fue conocida con el sobrenombre de Reina del cianuro, ya que convirtió esa sustancia en el arma preferida de sus asesinos de ficción naciendo de ella la frase:
"Dadme una botella de veneno adecuado y crearé el crimen perfecto".
La siguiente curiosidad de la que os quiero hablar nos lleva hasta el investigador...
En esta ocasión el encargado de llevar a cabo la investigación será el coronel Race, un personaje que aquí aparece colaborando con el inspector jefe Kemp y que puede que ya os suene porque aparece como secundario en alguna de las novelas protagonizadas por el gran Poirot, como en Muerte en el Nilo.
El coronel Race es un militar retirado y destaca tanto por su inteligencia como por su discreción.
No es un personaje como sería Poirot, presente durante gran parte de la narración, en esta ocasión Race solo aparece en el tramo final del libro haciendo uso de una gran capacidad de observación y deductiva, y poniendo patas arriba la versión del culpable.
Respecto a la estructura... Pues también tiene sus peculiaridades.
Agatha Christie nos tiene acostumbrados en sus obras a una estructura que se suele repetir.
Primero entramos en contacto con los personajes y después llega el gran momento, el crimen, pero en este caso la gran dama decide sorprendernos ofreciéndonos una estructura invertida.
El primer dato que vamos a conocer es el de la muerte de Rosemary Burton, un personaje que falleció hace más o menos un año y sobre el que sobrevuela la duda de si fue presa de una depresión que acabó en suicidio o de un cruel asesinato.
En esa primera parte, porque la Christie divide la novela en tres libros, vamos a conocer en profundidad a todos los personajes que tuvieron alguna relación con Rosemary y a través de ellos también nos haremos una idea bastante clara de cómo era la joven.
Y quizás eso es lo que más destaca de ese comienzo, la fabulosa capacidad de esta autora a la hora de crear personajes y complejas personalidades, aunque supongo que para una mujer de mundo como era Agatha, reproducir personalidades debía resultar algo muy sencillo.
Respecto a Rosemary, un personaje cuya impronta aparece plasmada en todas las páginas de este libro, solo puedo deciros que es alguien muy curioso. Al comienzo la vamos a ver solo como un esbozo, un personaje trazado con líneas sencillas que irá completándose según vayamos conociendo la opinión que de ella tienen el resto de personajes.
En la segunda parte llega la gran sorpresa. El viudo de Rosemary decide recrear la fatídica velada en la que falleció su esposa.
Y finalmente, en la tercera, veremos al coronel Race entrar a formar parte de la investigación y descubrir al asesino.
Sobra decir que todos los invitados tienen motivos para haber cometido el crimen...
La última curiosidad que nos ofrece la Christie queda escondida en el texto y es un guiño a la autora Elizabeth Gaskell y a su obra Crandford. ¿Sabréis dar con él?
Para terminar solo me queda hablaros del final, y es que es quizás lo que menos me ha gustado al no llegarme a sorprender del todo.
La explicación de cómo el criminal pudo cometer el crimen es de diez, tal y como nos tiene acostumbrados esta autora, pero lo que me ha resultado demasiado predecible es su identidad.
En esta ocasión Agatha Christie deja demasiado a la vista al autor y sus motivos, y es que cualquiera que conozca el principio dramático del Arma de Chéjov caerá en la cuenta de que cada elemento plasmado en la narración está ahí por algún motivo...