La casa de Piranesi no es un edificio cualquiera: sus habitaciones son monumentales, con paredes llenas de miles de estatuas, y sus pasillos, interminables. Dentro del dédalo de corredores hay un océano aprisionado en el que las olas retumban y las mareas inundan los aposentos. Pero Piranesi no tiene miedo: comprende las embestidas del mar igual que el patrón del laberinto, mientras explora los límites de su mundo y avanza, con la ayuda de un hombre llamado El Otro, en una investigación científica para alcanzar El Gran Conocimiento Secreto.
Opinión:
Han pasado diecisiete años desde que Susanna Clarke publicó Jonathan Strange y el señor Norrell, novela que leí en 2017. En ella, la autora, mezclando fantasía y realidad, nos transportaba hasta el siglo XIX, en plenas Guerras Napoleónicas, y allí nuestros protagonistas hacían uso de la magia para inclinar la balanza hacia un lado u otro. Esa novela me sorprendió por su originalidad ya que a la trama principal se les sumaban otras paralelas que aparecían en las notas abreviadas creando una especie de historias dentro de la historia.
En esta ocasión nos ofrece una novela más breve, 320 páginas que se alejan bastante de las 800 de la anterior, eso sí, en lo que coinciden ambas es en que se mezcla la fantasía y la realidad dando como resultado una historia, de nuevo muy original, sí, pero que me ha gustado menos que la de Jonathan Strange.
El título, Piranesi, hace referencia al arquitecto y grabador del siglo XVIII que se hizo muy famoso por sus grabados de edificios, reales e imaginados.
La obra no tiene nada que ver con el autor, no es una biografía ni una obra basada en el personaje, lo que sí tiene en común es que, el escenario laberíntico que sirve de escenario para esta obra sí parece extraído de uno de sus grabados imaginarios, plagados de oscuros pasadizos, extrañas galerías infinitas y escaleras empinadas que se entrecruzan sin llevar a ningún lado. Una visión que parece transportarnos a un sueño o a un mundo irreal.
El primer detalle que me ha gustado es el narrador.
Un personaje que nos ofrece a modo de diario y en primera persona todo lo que sucede en la casa de Piranesi; una casa monumental, llena de estatuas y con pasillos infinitos, donde vamos a encontrar desde océanos en la planta baja, con sus mareas que suben y bajan inundándolo todo, al inmensurable cielo cubierto de nubes que se ve desde la última.
Como veis todo muy descriptivo.
Sabemos que este narrador en primera persona atiende al nombre de Piranesi, no porque sea su nombre, sino porque hay otro personaje que habita también en la infinita mansión que le llama así.
Nuestro protagonista nos introduce en el relato, y lo digo literalmente, a través de ese diario que le va a servir de referencia tanto para él como para nosotros.
Aunque parezca incongruente, es un prisionero en la mansión, libre de andar por donde quiera.
No sabemos cómo ha llegado allí, solo conocemos el hecho de que todo lo deja plasmado en un diario que será la clave fundamental para que el lector entienda que sucede en realidad.
Os puedo decir que es una historia que desconcierta desde el comienzo, con un toque muy surrealista, pero que no deja de lado el género de fantasía.
El elenco de personajes es muy reducido. La mayoría del tiempo la autora desarrolla el argumento con tan solo dos, aunque poco a poco irá apareciendo algún personaje más para dar movilidad a la trama y que esta no quede estancada.
Los lectores quedamos atrapados en el relato por la expectación a la espera de que se resuelvan todas nuestras dudas, que son muchas y van aumentando según avanza la lectura.
¿Quién es el personaje?, ¿por qué está allí?, ¿cómo llegó?, ¿dónde está ubicada la casa?, pero sobre todo, lo que queremos saber es si todo lo que nos cuentan es real o fruto de su imaginación. Esas dudas son precisamente el motor que empuja el argumento.
A mí toda la historia me traía a la cabeza el grabado de Goya: "El sueño de la razón produce monstruos", un aguafuerte en el que el pintor parece despistar con la imagen y encubrir el verdadero significado.
Piranesi es una obra muy distinta a la que nos ofreció Clarke anteriormente. Es una novela hipnótica donde la imaginación y la especulación del lector corren libres.