Sinopsis:
Notre-Dame de París cuenta la historia de la gitana Esmeralda, quien en compañía de su cabra Djali toca la pandereta y baila en las calles de París para subsistir, hasta que se la acusa de haber asesinado al capitán Phoebus, su amado, y se la condena a la horca. Sin embargo, el jorobado Quasimodo, campanero de Notre-Dame, quien tras su deformidad esconde un corazón sensible y sediento de amor, luchará para salvar a la gitana. Recreación del mito de la bella y la bestia y uno de los monumentos de la literatura francesa, Notre-Dame de París es una historia verdaderamente inmortal.
La presente edición se abre con un estudio escrito por el que fue uno de los más reconocidos expertos en la obra de Victor Hugo, el crítico literario y profesor francés Jacques Seebacher. Además de contar con la reciente traducción de Teresa Clavel, el volumen incluye una cronología sobre el autor.
Opinión:
Hace mucho que tenía pendiente la lectura de este gran clásico, y lo cierto es que la reseña también se ha hecho de rogar más de la cuenta. He tenido que tomarme un tiempo para reflexionar sobre la historia, sobre los personajes, o sobre como encauzar este comentario, porque es verdad que como había leído en algunos sitios, todo este libro en conjunto, termina dejando una profunda huella en el lector; es una compleja obra de construcción, con sólidos cimientos e iluminada por la gracia de los personajes.
Por eso voy a empezar por lo más fácil, hablándoos de su autor.
Notre-Dame de París y Victor Hugo.
Victor Hugo, poeta, dramaturgo y novelista francés, está considerado como una de las mejores voces de la literatura francesa, de todos los tiempos.
Hombre comprometido con la política, aprovecho la influencia que tenía como escritor para volcar en sus obras su propia crítica, de esa forma veremos como en ellas vierte, subrepticiamente, sus ideas sobre la educación, sobre la pena de muerte o los derechos de la mujer, entre otros.
Pero el conjunto de acontecimientos que marcaron a este autor y que le impulsaron a escribir este libro en 1830, será la lucha por preservar el patrimonio artístico francés.
En ese momento, existía la conciencia de que los edificios que se deterioraban debían derruirse para dar paso a otros de nueva construcción.
Victor Hugo va a ser una de las voces que se alcen contra ese agravio urbanístico, un gran defensor de preservar los edificios de la época medieval, de ahí precisamente, de esas ideas va a surgir la historia de Nuestra Señora de París.
Esta obra dramática fue publicada en 1831 y está compuesta por 11 libros.
Se encuadra dentro de la estética del Romanticismo, y sus personajes por lo tanto, estarán marcados por la fatalidad desde el comienzo.
Vamos a ser testigos de como el poder de los sentimientos se enfrenta a la razón y termina afectando a la toma de decisiones, pero no será la única característica romántica que perfile a los personajes...
Lo misterioso, las supersticiones y lo exótico nos llegan de manos de la tradición folclórica; la rebeldía, la melancolía, el amor y las pasiones desatadas, junto al destino y la muerte, serán también elementos fácilmente reconocibles en esta historia.
El romanticismo como ya habréis podido comprobar en otras obras, da a unos personajes nostálgicos, idealistas en extremo que se encuentran de golpe con la cruda realidad, una sociedad que no les comprende, cruel, materialista y miserable, que se mueve por impulsos irracionales, y que aquí, el gran autor francés, nos describe a la perfección.
La novela
El narrador que emplea Victor Hugo, es el clásico narrador del s. XIX.
No interviene en los hechos pero sí nos los relata como haría un cronista. Supuestamente debería mostrarse imparcial, pero no lo consigue, rompe la objetividad dirigiéndose a nosotros, mostrándonos los aspectos negativos de la sociedad, de los personajes, y no duda a la hora de posicionarse en un lado, dejando clara su opinión.
La narración sigue un orden cronológico, aunque también se incluyen algunas retrospecciones, que rompen en momentos puntuales esa linealidad.
Vamos a encontrarnos por lo tanto, una historia principal y unas cuantas historias más secundarias, que dan forma a los personajes.
También hay que señalar que algunos capítulos, podrían considerarse algo densos e incluso creo que podrían llegar a ralentizar la lectura, pero también opino que sin ellos la obra no se entendería igual.
Esos capítulos donde se habla sobre arquitectura, donde se describe cada una de las piedras de Notre Dame o de cualquier otro edificio de París, sirve para crear un fondo en la novela imprescindible y que nos sitúa en el contexto histórico.
Otro detalle a tener en cuenta es que esta historia nada tiene que ver con la que nos vendió Disney, edulcorada o adulterada, como queráis... y aprovecho este nuevo inciso para seguir hablando de lo que creo más importante, los personajes.
Ni Quasimodo es la encarnación de la bondad, ni el arcediano Frollo es el personaje malvado por definición.
Las circunstancias que rodean a cada uno de los componentes del elenco principal, son los impulsores que hacen que se muevan entre la delgada linea que separa el bien del mal; no son perfectos, son como semillas que van germinando y creciendo a lo largo de la obra, influenciadas por cuanto les rodea, son como esponjas, que se nutren de los acontecimientos y basan sus decisiones en lo que sucede a su alrededor.
Cada gesto, cada decisión que tomen marcará su final y es que en esta obra, como ya os he mencionado más arriba, el destino y el azar es algo que jugará con ellos, un elemento muy presente en toda la obra de Victor Hugo.
Los personajes...
Y he dejado casi para el final a los personajes, porque hay mucho que hablar sobre ellos...
La bella gitana Esmeralda; el deforme jorobado, Quasimodo; el arcediano, Claude Frollo y el capitán Phoebus de Châteaupers, van a ser algunos de los protagonistas principales de esta historia cargada de romances desdichados y seres marginales.
Como ya tendréis oportunidad de comprobar, si os decidís por esta lectura, los protagonistas son como matrioskas, sencillos en su forma exterior pero que esconden una extraordinaria complejidad en cada una de sus capas.
Cuando empecé a leer esta historia, tenía la idea errónea de que Notre-Dame, la majestuosa catedral, era el gran personaje, un escenario que acapararía las escenas pasando de ser algo inanimado al protagonista principal, pero al final no ha sido así.
Me ha ocurrido algo extraño, pero no solo con esa señorial construcción, amada por su belleza y su armonía, sino también con el resto de personajes que no me han parecido protagonistas absolutos... y creo que esto tengo que explicarlo porque se podría malinterpretar.
Todos los personajes principales que componen esta novela, es decir, Esmeralda, Quasimodo, Gringoire, Frollo y Phoebus, son grandes personajes; se mueven de un extremo a otro, evolucionan y con cada uno de esos cambios que experimentan, no solo consiguen provocar reacciones en el resto de protagonistas, sino que también lo hacen sobre el lector, llegando a conmocionarnos en algunos momentos.
¿Pero qué ocurre con ellos? pues simplemente, que se roban el protagonismo en cada uno de los capítulos.
Cada personaje es único, destaca dentro de su propia trama, son personajes redondos que se complementan con un único fin... Sumar a la narración.
Aportan detalles a la historia general, la enriquecen, haciendo destacar el argumento sobre cualquier otro detalle.
En esta obra, cada palabra, cada frase está meticulosamente concebida para despertar emociones, para lograr conmovernos con el dramatismo del argumento y con las descripciones soberbias y meticulosas de los escenarios, que se nos van mostrando según se van moviendo esos actores.
Insisto, creo que esta novela, tal y como os decía en el primer párrafo de la reseña, es una compleja obra de construcción que se sostiene sobre sólidos cimientos, imposible citar todos, y siendo iluminada por el excelso elenco de personajes.
Pero creo que todo lo dicho hasta el momento, aún resulta escaso para describir lo que he sentido con los protagonistas.
Todos esos figurantes, como acabo de decir son complejos, cada uno muestra una personalidad única, no hay ni un solo rasgo en común que compartan.
Su forma de actuar, su personalidad, o como interpretan el amor o el honor, es distinto en cada uno de ellos.
Victor Hugo creó una gran paleta de personalidades, cada uno con una naturaleza. Se mueven entre la dulzura, la compasión, el odio, la mentira e incluso la obsesión, y se sitúan en la escena como en un círculo cromático, según su comportamiento pueden ser fríos o cálidos y cada uno tendrá su complementario.
Por ejemplo:
El lánguido y melancólico Quasimodo, contrasta con la siempre alegre Esmeralda, al igual que al grotesco personaje es imposible no compararle con la belleza de la joven gitana o del capitán Phoebus.
El corazón noble de Quasimodo hace destacar más aún si cabe, la naturaleza oscura que se esconde en el de Frollo.
El amor puro de algunos personajes contra el obsesivo de otros, la sinceridad contra la mentira o el valor contra la cobardía...
Gringoire me ha parecido un excelente personaje, tenía que hablar necesariamente de él, y creo que Victor Hugo tendría que haberle dotado de un mayor protagonismo.
Es un poeta, un romántico que intenta enseñar a través de sus obras. En todas ellas vierte un fin didáctico, y el pobre se estrella.
Es el personaje cómico, el representante de la cultura, alguien que enarbola las bellas letras, la poesía contra la ignorancia de la plebe.
Quasimodo, según nos lo pinta el autor en un capítulo en concreto, es malo porque es salvaje, como si una cosa fuese inherente a la otra.
Yo no opino igual, creo que Quasimodo es otra víctima en esta historia. Se ve rechazado por la sociedad, condenado por ella; es objeto de burla constante, de maldiciones; él siente odio a su alrededor, sin entender el porqué, y termina mimetizándose con el entorno. Adopta ese odio, se convierte en un espejo que refleja lo que ve, y lo vuelca sobre los que están en frente, por lo tanto no es más que un fruto de esa sociedad decadente e infecta que le persigue.
Esmeralda es el personaje femenino, la víctima de toda la historia. Un personaje perseguido y acosado. Alguien que nos mostrará como a su alrededor se despiertan los distintos conceptos de amor.
Así conoceremos el amor caprichoso, el amor pasional, el incondicional, el fraternal y el obsesivo.
Para ir terminando...
Esta historia y sus personajes, aunque pueda parecer una locura, me recordaron mucho a La Regenta de Clarín; lo que ocurre es que la escritura de nuestro autor patrio es más sobria, adecuándose a las características del realismo, pero ya veréis a que me refiero.
Ambas novelas son un gran fresco narrativo sobre la sociedad de la época.
La ciudad de Vetusta y su catedral, actúan como París y Notre-Dame, contemplando silenciosas lo que sucede a sus pies.
Esmeralda y Ana Ozores son las víctimas de una persecución amorosa, presas de la ambición de los personajes masculinos. Ambas son la antítesis de esa sociedad podrida de avaricia, egoísmo y envidia.
Fermín de Pas, el magistral, al igual que el arcediano, Claude Frollo, sienten una pasión creciente, enfermiza hacia las protagonistas de sus historias.
Ambos contemplan sus ciudades y a sus habitantes desde lo más alto de sus catedrales, demostrando su supremacía.
Alvaro Mesía y Phoebus son los conquistadores, personajes que ven en la seducción solo un juego.
Y con esta comparación inusual, quizás algo alocada pero fruto de mis reflexiones, termino la reseña.
Espero que os haya gustado o al menos que haya hecho saltar en vosotros una pequeña chispa de emoción que quizás prenda como futura lectura.