Sinopsis:
El derroche sin límites de talento, ingenio y técnica narrativa de que hace gala Cornell Woolrich (también conocido por su seudónimo William Irish ) en los ocho relatos que componen el presente volumen, convierten a este autor norteamericano en uno de los maestros indiscutibles del género policial. El mayor hallazgo de Woolrich (1903-1968) consiste en plantear una serie de problemas cotidiano y cercanos al lector y llevar su solución al extremo con la misma naturalidad con la que se propondría otra salida más plausible. Así encontramos relatos como Proyecto de asesinato, Cocaína, o el famoso La ventana indiscreta -llevado al cine por el genial Alfred Hitchcock-, que son verdaderas joyas del suspense, además de tres muestras definitivas de cómo a partir de un suceso aparentemente sin importancia se llega a una solución dramática marcada por la muerte y el crimen. La maestría en la utilización del diálogo, la inspirada elección de los escenarios y la meticulosa descripción psicológica de los personajes convierten esta selección de relatos en una obra imprescindible no sólo para los amantes del género policial, sino para todos aquellos lectores dispuestos a dejarse atrapar por la buena literatura.
Opinión:
Supongo que a todos os suena el título de "La ventana indiscreta", el relato que hoy reseño.
Hace unos meses os dije que iría comentando obras literarias que hubiesen sido llevadas al cine por el gran mago del suspense, y esta pequeña narración es otra de esas joyitas que los amantes del cine clásico tenemos que tener en cuenta para poder comparar.
Debo deciros que en esta ocasión, aunque la obra literaria es buena... la versión de Hitchcock la supera, porque cuenta con un gran abanico de matices y un desarrollo mucho más amplio que por la brevedad de la obra en papel no podemos apreciar.
Este relato escrito en 1942, cuenta con apenas cuarenta páginas, y es obra del escritor Cornell Woolrich, también conocido por los seudónimos de William Irish o de George Hopley, y forma parte, junto con otros siete relatos más, de este volumen donde se recogen algunas de sus mejores historias, consideradas como verdaderas joyas del suspense.
Quizás la que más suena, porque fue llevada al cine por Hitchcock en 1954, es esta de "La ventana indiscreta", que el genial cineasta tituló como Rear Window, literalmente La ventana trasera.
En castellano la película adoptó el título que ya conocemos, y quizás es el que mejor se adapta al argumento, porque también hay que señalar que el título dado por Cornell, It had to be murder, algo así como... Tenía que ser un asesinato... pues tampoco es que le haga mucha justicia.
En este pequeño prólogo que estoy haciendo antes de comenzar con el comentario del relato, falta mencionar que a Irish se le conoce también con el sobrenombre de "El Rey del suspense", y lo más curioso de leer su biografía, es que su vida personal estuvo marcada por una relación amor-odio con su madre.
Esto le llevó a convertirse en un ser huraño, alcoholizado y que terminó sus días invalido y viviendo en un hotel.
Tras leer esa breve nota biografía que aparece al comienzo del libro, me vino a la cabeza la imagen de Norman Bates, el protagonista de Psicosis, otra obra de Hitchcock que se estrenó en 1960, inspirada en los crímenes de Ed Gain, un asesino en serie de Wisconsin y que Robert Bloch plasmó con acierto en su novela en 1959. otra obra que ya reseñaré...
Pero bueno, llegando al tema que nos ocupa...
"La ventana indiscreta" es la narración que da título a este compendio de relatos y en ella me voy a centrar exclusivamente.
Quizás en otra ocasión, saque tiempo, y también reseñe el resto de relatos que en este volumen se incluyen...
Esta historia resulta perfecta para ser representada como obra de teatro, ya que el escenario, sobre el que se construye la trama, es una simple habitación, con una ventana orientada a un patio interior y desde la cual se observa, sin esfuerzo, la fachada del edificio de enfrente; como veis un escenario sencillo.
Tampoco son necesarios muchos personajes, ya que en el libro solo aparecen tres o cuatro.
El protagonista, Hal Jeffries que está impedido temporalmente, y Thorwald, el supuesto asesino.
El tercer personaje no tiene un gran desarrollo para la historia. Es totalmente incidental, me estoy refiriendo al criado de Jeffries, Sam, un personaje que solo hace acto de aparición en un par de escenas y cuyas acciones, en la obra de Hitchcock, aparecen repartidas entre los personajes que encarnan Grace Kelly, como novia de Jeffries, y Stella, la enfermera que le atiende.
A pesar de esto que acabo de mencionar, del poco protagonismo de este personaje secundario, sus acciones resultan determinantes para la trama, ya que si se prescinde de él, muchas de esas escenas y por lo tanto sus consecuencias, no se habrían producido.
El cuarto personaje es un policía, al que Cornell Woolrich solo le reserva un par de entradas y salidas de escena...
Pero lo que más me llamó la atención, de esta pequeña obra literaria, es comprobar que no aparece ni una sola mujer en toda ella, salvo ¡claro está!, la desaparecida; un personaje que solo aparece citado al comienzo de la obra, pero que por su desaparición, más que sospechosa, la convierte en omnipresente a lo largo de la narración.
El autor hace progresar la historia hasta el climax, desde más o menos la mitad de la historia, y sigue la estructura de la clásica narración Ab ovo, con una breve introducción, un nudo y un desenlace. Como veis todo con un estilo muy clásico...
El resto de los personajes ambientales que aparecen nombrados de refilón, no se relacionan con los dos protagonistas.
Esos personajes que comparten edificio o el patio del vecindario, viven cada uno en su propio mundo, aunque eso sí, todos participen de ese microcosmos que crea Woolrich para que se muevan en él los dos personajes principales.
Esas vidas de los personajes ambientales, que vemos descritas al comienzo, indican el progreso del tiempo en la narración, con sus historias personales, muchas dramáticas, avanzando paso a paso sin detenerse.
Al comienzo como digo Cornell nos muestra la vida de esos habitantes que comparten un patio de vecinos, y que Hitchcock logra, en su puesta cinematográfica, mostrarnos al detalle; quizás en esa falta de descripción del entorno, es en lo que falla este escritor...
Pero lo que más me ha gustado de esta breve novela, es la meticulosa descripción psicológica, que sí hace del personaje principal, sin olvidar, por supuesto, el argumento y la esencia de la historia, algo que al principio parece aparentemente sin importancia, pero que llegados a un punto, se complica tanto que el final termina marcado por una gran tensión dramática.
Otro detalle de esta narración que creo acertada, es que el autor nos pone en el lugar del protagonista; nace una complicidad entre nosotros debido a que emplea el uso de la primera persona.
Nos va contando los acontecimientos, según los ve a través de su ventana, pero parece que es privado de la gracia de la intuición, un don con el que sí contamos los lectores.
Nosotros vamos un paso por delante de él, intuimos que el reloj corre en su contra y que eso que comenzó como un entretenimiento sin consecuencias va a complicarse.
Ese detalle
que acabo de citar, ese reloj que avanza sin pausa pero sin prisa, es un elemento externo que aumenta la tensión y la ansiedad.
Cornell construye a partir de una historia sencilla y con total naturalidad, una trama a la que luego recubre con una atmósfera asfixiante, que lógicamente termina por adueñarse de los personajes.
Es un relato breve, de apenas cuarenta páginas pero que he creído muy interesante comentar.
El resto de novelas que han sido llevadas al cine por Hitchock y que ya he comentado aparecen abajo...
Crimen perfecto
Extraños en un tren
La dama desaparece o Alarma en el expreso.
Pero... ¿Quién mató a Harry?
Rebeca
Espacio sobre libros y opiniones, difusión y fomento de la lectura. El lugar donde los libros son los protagonistas.
martes, 25 de junio de 2019
miércoles, 19 de junio de 2019
La madre de Fiona Barton
Sinopsis:
Si él hubiera hecho algo horrible, ella lo sabría. ¿O no?
Todos sabemos quién es él: el hombre que vimos en la portada de todos los periódicos acusado de un crimen terrible. Pero, ¿qué sabemos realmente de ella, de quien le sujeta el brazo en la escalera del juzgado,de la esposa que está a su lado?
El marido de Jean Taylor fue acusado y absuelto de un crimen terrible hace años. Cuando él fallece de forma repentina, Jean, la esposa perfecta que siempre le ha apoyado y creído en su inocencia, se convierte en la única persona que conoce la verdad. Pero ¿qué implicaciones tendría aceptar esa verdad? ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar para que su vida siga teniendo sentido? Ahora que Jean puede ser ella misma, hay una decisión que tomar: ¿callar, mentir o actuar?
Opinión: La viuda (Saga Kate Waters 02)
Por otro lado, si ya leísteis la reseña sobre La viuda, sabréis que fue una lectura que consideré bastante atractiva y que no dudé a la hora de recomendar, sin embargo, en esta detecto que la autora ha bajado bastante el listón, a base de exprimir a los personajes principales.
Sabéis que prefiero una lectura emocionante a perfecta, pero encuentro bastantes detalles que no me han convencido, ya veremos si esos detalles se subsanan en la próxima entrega de la saga, que leeré en breve.
También os he dicho que a mí, particularmente, no me gusta que pinten a las mujeres cargadas de adicciones y arrastrando traumas, y menos que esa imagen provenga de la pluma de una mujer...
Otro detalle que tampoco me convence de esa clasificación o división que se hace del Thriller, es que no creo que existan hombres que escriban exclusivamente para hombres, ni escritoras que dirijan su obras solo al público femenino, soy de la opinión de que los autores escriben para lectores.
Tres voces principales: Emma, Angela y Kate Waters
La autora vuelve a repetir la misma estructura que ya vimos en su anterior novela, La viuda, con tres narraciones que irán tomándose el relevo,
Al principio, las voces principales son hilos aislados, pero según avance la historia, y a través de Kate que actúa como nexo de unión entre ellas, llegará un momento en que sus relatos se crucen.
Cada una de las protagonistas irá aportando datos a la historia, ofreciéndonos su visión particular sobre determinados sucesos, lo que lleva a los lectores a leer varias veces sobre un mismo hecho, eso sí, relatado desde puntos de vista distintos, lo que comúnmente se denomina como multiperspectivismo.
Con este recurso la autora demuestra que una historia puede tener mil caras, dependiendo de quien la cuenta.
Fiona Barton vuelve a dotar a uno de los personajes, en apariencia, de protagonismo limitado, Emma, de una voz más íntima, permitiéndole hacer uso de la primera persona, y para el resto de personajes reserva la tercera. Este detalle que acabo de mencionar, de ceder el uso de la primera persona a un personaje secundario resulta interesante, porque el drama personal que arrastra logra restar protagonismo al verdadero personaje central y conductor de la saga, que es Kate.
Ya habéis visto que Fiona Barton para esta nueva novela tira de lo conocido, y de lo que le funcionó con anterioridad, repitiendo esa estructura, pero las repeticiones no quedan ahí.
Otro detalle que no me ha convencido es tanto cambio de narrador; en vez de crear misterio al dejar el hilo suspendido, lo que hace es afectar al ritmo, que se vuelve demasiado lento en la primera mitad de la novela.
Es cierto que el ritmo mejora tras pasar el umbral de la mitad, ¿pero es demasiado tarde?, yo creo que sí.
También me ha dado la impresión de que hay algunos personajes que sobran, y con ellos toda la trama a su alrededor, porque lo cierto es que no aportan nada al argumento ni a su desarrollo.
Las protagonistas ni aportan ni sobresalen.
Las conocemos al comienzo de una forma impersonal.
Después, según avanza la historia, esa imagen va alterándose, gracias en parte a que Fiona Barton recurre a escenas retrospectivas para rellenar vacíos, aportando datos del pasado. Pero a pesar de eso, de que el arco de transformación varía, no aporta mucho a los lectores, y los personajes resultan igual de simples al comienzo que al final.
Os he dicho al principio que la primera parte de la novela carece de intensidad, el ritmo es demasiado lento, pues bien, a partir de esa mitad la cosa mejora, pero el final se convierte en demasiado previsible.
Esta es simplemente mi opinión sobre una lectura que, si bien me ha entretenido, no me ha aportado nada especial; me ha parecido floja, con una estructura cargada de repeticiones... pero ya sabéis que hay tantas lecturas como lectores.
Ya veremos si la cosa mejora en la tercera novela...
Etiquetas:
Domestic noir,
Fiona Barton,
Thriller
martes, 11 de junio de 2019
Benjamín de Federico Axat
Sinopsis:
Ben tiene nueve años, está furioso con su madre y fantasea con la idea de marcharse de casa.
Agobiado, se escabulle en la oscuridad del desván: un sitio prohibido e inexplorado que ha caído en desuso hace años.
Tras una búsqueda exhaustiva en los inmensos bosques de Carnival Falls, es considerado oficialmente un niño perdido, y a medida que los días pasan, su familia empieza a aceptar lo inevitable. Ben ha muerto. Sin embargo él está allí, sobre sus cabezas.
A través de diminutos orificios es capaz de espiarlos, escuchar sus conversaciones íntimas, descubrir sus secretos más terribles y presenciar cómo, lenta pero decididamente, sus vidas se reanudan… sin él.
Opinión:
Hay muchas ocasiones, unas por casualidad y otras de rebote, en que entramos en contacto con un autor y caemos literalmente bajo su influjo.
Eso es lo que me ha pasado a mí con Federico Axat, un escritor con un estilo propio, más que cuidado, que ha conseguido que me vuelva adicta a sus historias de suspense.
De la primera toma de contacto que tuve con él surgió la reseña de "El pantano de las mariposas".
En ella os indicaba que nos ofrecía una serie de historias, que hiladas entre sí, daban como resultado un gran thriller con destellos fantásticos, donde los lectores eramos reconducidos, sin saberlo, hacia un final sorprendente que nos hacía replantearnos todo lo que habíamos estado leyendo.
En esta novela de la que hoy os hablo, "Benjamín", y que fue una de las primeras que Axat escribió, ya nos demuestra su maestría y versatilidad.
Los lectores volvemos a desempeñar un papel fundamental en la trama, actuamos como una pieza más, y aquí llega la primera de mis advertencias: si os animáis a leer la obra de este autor no olvidéis que, muchas veces, la distancia más corta entre dos puntos, no siempre es una linea recta.
Nuestra imaginación, a este respecto, va a jugar en contra.
Con esto, lo que quiero decir, es que no siempre la primera opción en la que pensamos es la correcta.
En "Benjamín", volvemos a encontrarnos una narración que, pese a su sencillez, resulta de una complejidad sublime.
No es una historia para leer a la ligera, ya que si te saltas un solo detalle, al final el puzzle no se completará.
Axat nos hace pensar mientras leemos, y lo mejor de todo, también nos hace reflexionar sobre lo leído cuando hemos acabado.
El personaje principal, como ya conoceréis por la sinopsis, va a ser de nuevo un niño, y la ubicación será la que ya conocemos, Carnival Falls.
Esta localidad ficticia ubicada en el condado de Hillsborough en Nuevo Hampshire, se encuentra muy cerca del estado de Maine, donde Stephen King localiza la mayoría de sus historias.
Ya tenemos, por tanto, otro detalle a tener en cuenta: si en el estado de Maine suceden cosas extraordinarias, ¿por qué no van a suceder en Carnival Falls?
Lo primero que me atrajo de esta novela fue la sinopsis.
Ben, un niño de tan solo nueve años, tras fantasear con la idea de marcharse de casa, decide esconderse en el desván.
Tras una búsqueda exhaustiva, le declaran desaparecido, mientras que él observa los acontecimientos escondido.
Todo esto está muy bien, un argumento que engancha sin haber empezado a leer, pero yo me obsesioné con otra historia que nacía en mi cabeza, de fondo.
¿Qué puede empujar a un niño de nueve años a permanecer en el desván? en un sitio que intuimos, sin necesidad de echarle imaginación, que será frío, oscuro y plagado de vete a saber qué cosas...
Algo me decía que tras la historia de Ben se escondían otras más oscuras, y en eso acerté.
La intriga y el suspense, como veis, están asegurados.
Tenemos a un niño desaparecido, una ciudad donde siempre ocurre algo fascinante, y unas historias de fondo que aportarán tensión.
Pero Federico Axat añade más misterio a la trama de una forma muy sencilla.
Construye una red de secretos alrededor de los personajes principales, que son la familia de Ben, y les dota de una forma de actuar bastante insólita.
También incluye alguna que otra coincidencia, eso sí, sin abusar; unas frases en cursiva, a modo de voz en off, que nos descolocan; y unos extraños mensajes, que Ben empezará a dejar a sus familiares, y que nos llevan al comienzo de este párrafo... a los secretos.
En esta novela vamos a encontramos con constantes retrospecciones, situaciones que nos hacen volver la mirada a lo que ocurrió en el pasado y que sirven para ir complementando la imagen que nos creamos los lectores.
Federico Axat, para los amantes del género de suspense que aún no le conozcáis, os diré que es una especie de mago del thriller, lo que ocurre es que en vez de juegos con las manos utiliza las palabras. Nos engaña, o más bien nos distrae del tema principal, haciendo que nuestra atención repose en otros sucesos que para los lectores parecen importantes. Con cada paso nuevo que demos veremos como se desvelan más secretos que respuestas...
Axat, en pocas palabras... es un genio deformando la realidad.
Ben tiene nueve años, está furioso con su madre y fantasea con la idea de marcharse de casa.
Agobiado, se escabulle en la oscuridad del desván: un sitio prohibido e inexplorado que ha caído en desuso hace años.
Tras una búsqueda exhaustiva en los inmensos bosques de Carnival Falls, es considerado oficialmente un niño perdido, y a medida que los días pasan, su familia empieza a aceptar lo inevitable. Ben ha muerto. Sin embargo él está allí, sobre sus cabezas.
A través de diminutos orificios es capaz de espiarlos, escuchar sus conversaciones íntimas, descubrir sus secretos más terribles y presenciar cómo, lenta pero decididamente, sus vidas se reanudan… sin él.
Opinión:
Hay muchas ocasiones, unas por casualidad y otras de rebote, en que entramos en contacto con un autor y caemos literalmente bajo su influjo.
Eso es lo que me ha pasado a mí con Federico Axat, un escritor con un estilo propio, más que cuidado, que ha conseguido que me vuelva adicta a sus historias de suspense.
De la primera toma de contacto que tuve con él surgió la reseña de "El pantano de las mariposas".
En ella os indicaba que nos ofrecía una serie de historias, que hiladas entre sí, daban como resultado un gran thriller con destellos fantásticos, donde los lectores eramos reconducidos, sin saberlo, hacia un final sorprendente que nos hacía replantearnos todo lo que habíamos estado leyendo.
En esta novela de la que hoy os hablo, "Benjamín", y que fue una de las primeras que Axat escribió, ya nos demuestra su maestría y versatilidad.
Los lectores volvemos a desempeñar un papel fundamental en la trama, actuamos como una pieza más, y aquí llega la primera de mis advertencias: si os animáis a leer la obra de este autor no olvidéis que, muchas veces, la distancia más corta entre dos puntos, no siempre es una linea recta.
Nuestra imaginación, a este respecto, va a jugar en contra.
Con esto, lo que quiero decir, es que no siempre la primera opción en la que pensamos es la correcta.
En "Benjamín", volvemos a encontrarnos una narración que, pese a su sencillez, resulta de una complejidad sublime.
No es una historia para leer a la ligera, ya que si te saltas un solo detalle, al final el puzzle no se completará.
Axat nos hace pensar mientras leemos, y lo mejor de todo, también nos hace reflexionar sobre lo leído cuando hemos acabado.
El personaje principal, como ya conoceréis por la sinopsis, va a ser de nuevo un niño, y la ubicación será la que ya conocemos, Carnival Falls.
Esta localidad ficticia ubicada en el condado de Hillsborough en Nuevo Hampshire, se encuentra muy cerca del estado de Maine, donde Stephen King localiza la mayoría de sus historias.
Ya tenemos, por tanto, otro detalle a tener en cuenta: si en el estado de Maine suceden cosas extraordinarias, ¿por qué no van a suceder en Carnival Falls?
Lo primero que me atrajo de esta novela fue la sinopsis.
Ben, un niño de tan solo nueve años, tras fantasear con la idea de marcharse de casa, decide esconderse en el desván.
Tras una búsqueda exhaustiva, le declaran desaparecido, mientras que él observa los acontecimientos escondido.
Todo esto está muy bien, un argumento que engancha sin haber empezado a leer, pero yo me obsesioné con otra historia que nacía en mi cabeza, de fondo.
¿Qué puede empujar a un niño de nueve años a permanecer en el desván? en un sitio que intuimos, sin necesidad de echarle imaginación, que será frío, oscuro y plagado de vete a saber qué cosas...
Algo me decía que tras la historia de Ben se escondían otras más oscuras, y en eso acerté.
La intriga y el suspense, como veis, están asegurados.
Tenemos a un niño desaparecido, una ciudad donde siempre ocurre algo fascinante, y unas historias de fondo que aportarán tensión.
Pero Federico Axat añade más misterio a la trama de una forma muy sencilla.
Construye una red de secretos alrededor de los personajes principales, que son la familia de Ben, y les dota de una forma de actuar bastante insólita.
También incluye alguna que otra coincidencia, eso sí, sin abusar; unas frases en cursiva, a modo de voz en off, que nos descolocan; y unos extraños mensajes, que Ben empezará a dejar a sus familiares, y que nos llevan al comienzo de este párrafo... a los secretos.
En esta novela vamos a encontramos con constantes retrospecciones, situaciones que nos hacen volver la mirada a lo que ocurrió en el pasado y que sirven para ir complementando la imagen que nos creamos los lectores.
Federico Axat, para los amantes del género de suspense que aún no le conozcáis, os diré que es una especie de mago del thriller, lo que ocurre es que en vez de juegos con las manos utiliza las palabras. Nos engaña, o más bien nos distrae del tema principal, haciendo que nuestra atención repose en otros sucesos que para los lectores parecen importantes. Con cada paso nuevo que demos veremos como se desvelan más secretos que respuestas...
Axat, en pocas palabras... es un genio deformando la realidad.
martes, 4 de junio de 2019
Ana Karenina de Lev N. Tolstói
Sinopsis:
Entre los grandes escritores del siglo XIX, Lev Nicoláievich Tolstói (1828-1910) ha sido calificado como «genio único, sin equivalente en ningún otro país». Aparecida en su versión definitiva en 1877, Ana Karenina es la obra más ambiciosa y de mayor trascendencia del escritor ruso, una novela de corte realista y psicológico que describe con enorme agudeza la sociedad rusa de la época a la vez que plantea una feroz crítica hacia la aristocracia en declive, su falta de valores y la cruel hipocresía imperante.
La culpa, la redención, la búsqueda del bien y la caída en el pecado, el rechazo social y el trastorno interno que dicho rechazo provoca en quien lo padece... todos estos temas aparecen magistralmente engarzados en Ana Karenina, una obra clave de la literatura universal cuya lectura sigue siendo imprescindible.
La colección Austral conmemora con esta edición especial el centenario de la muerte de Lev N. Tolstói, uno de los mayores genios de las letras rusas que supo plasmar como ningún otro la grandeza del alma humana y sus constantes paradojas.
Opinión:
Hoy vengo a hablaros de un clásico de sobra conocido y que llevaba tiempo reposando en mi biblioteca.
Dicen las malas lenguas que con la publicación de Madame Bovary en 1856, se produjo una gran revolución literaria, ya que la obra traía consigo un cambio en la representación de las mujeres en la literatura, papel que hasta el momento cumplían al pie de la letra, mostrándose fieles y sumisas.
A esta obra la siguieron otras de temática muy similar, como esta de la que hoy os hablo, Ana Karenina, publicada en 1878, o La Regenta en 1885.
Las tres novelas tenían en común, no solo que estaban protagonizadas por mujeres infelices, que se veían empujadas al adulterio por la insatisfacción, sino también por soñadoras, acosadas por una sociedad que no las llegaba ni intentaba comprender.
Por eso ahora, con la oportunidad que nos brinda la distancia, debemos mirar más allá de los personajes, de la crítica social que acompañó la publicación de estas obras, y ver que no solo son mujeres que comenten una falta; son mujeres que reivindican su libertad, el derecho a elegir, y esas carencia de libertad es precisamente lo que las empuja a caer en brazos de un Don Juan, en una especie de acto de rebeldía.
Ana al comienzo se nos presenta como un dechado de virtudes...
Alegre, llena de ganas de vivir, generosa y amante de los suyos; pero en privado y según avanza la historia vemos que su apariencia muta y reaparece ante nosotros como alguien distinto.
Es voluble, egoísta y caprichosa, y la obsesión hace mella en ella, llevándola a un deterioro visible.
Ese aspecto que se agrava, como digo, llegando al final, es solo un reflejo de lo que siente en su interior; de la incapacidad a hacerse con el control de la situación, y eso lógicamente afecta a la relación que mantiene con el resto del plantel protagonista.
De esa forma vamos a conocer al personaje atormentado.
Una vorágine de pensamientos obsesivos la empujan a saltar en cuestión de segundos del amor al odio, de la esperanza a la desesperación, y eso la lleva a un camino sin retorno.
Por otro lado tenemos al marido, Alexis Alejandrovich, al que conoceremos como Karenin.
Un hombre mayor, muy ocupado en sus labores, que al principio parece que la infravalora y menosprecia con su actitud. Después, cuando Ana se arroja en brazos de su amante, parece reconocer el valor que tenía la esposa y opta por consentir el desliz, siempre y cuando éste se mantenga al margen de la opinión pública.
Y por último, dentro de este triángulo amoroso, tenemos al tercero en discordia: Vronski.
Se le describe como alguien de aspecto fabuloso, con una juventud y una pasión que todos admiran, pero que a mí me ha parecido, más simple que el asa de un cubo.
El amor entre Ana y Vronsky es estorbado, no solo por Karenin y por la fuerza del vínculo conyugal, sino también por el impacto social que acarrea el adulterio.
Las infidelidades se castigaban de modo distinto por la ley, dependiendo de si eran cometidas por el marido o por la mujer, y a esto también hay que sumarle la doble vara de medir con que juzgaba la sociedad rusa.
Esa sociedad que yo considero en conjunto como otro personaje más, espera atenta el momento de saltar sobre Ana, para dejar caer sobre ella el peso de su desprecio.
Pero esta historia no gira solo alrededor de Ana Karenina, ella solo es la mitad del relato, por eso, antes de empezar a enumerar al resto del plantel protagonista, hay algo que debo señalar y que creo que es importante para no liarnos.
Esta obra destaca por la existencia de un buen número de personajes que están interrelacionados entre sí, cada uno de ellos representante de una faceta distinta de la sociedad.
De ese modo, y simplificando: Anna Karenina es hermana de Oblonsky, y éste está casado con Dolly. A su vez Dolly es hermana de Kitty que será la esposa de Levin.
Y ahora sí, ha llegado el momento de hablar del otro protagonista, cuya vida corre paralela a la de Ana, y al cual Tolstói dedica la otra mitad de su novela.
Mientras que Ana nos muestra las consecuencias de ir en contra del pensamiento común de la sociedad, Levin va a ser el encargado de mostrarnos el pensamiento religioso y la situación política y social.
Levin es nuestro guía por la vida rural. Yo creo, que en él se proyecta el Alter Ego del autor ruso del que hoy os hablo, pero es tan solo una apreciación mía.
Representa la antítesis de la sociedad rusa aristocrática y a través de él, Tolstói nos habla, como ya os he avanzado más arriba, sobre religión, y es que sus últimos años estuvieron marcados por varias crisis espirituales que le llevaron a convertirse en un hombre profundamente religioso.
También vamos a ver a través de este terrateniente filósofo, otra faceta del modo de vida del autor, que se tradujo en dejar los lujos de los que disfrutaba y mezclarse con los campesinos adoptando su forma de vida.
Pero vayamos a los secundarios...
Os he dicho hace un momento, que la infidelidad se juzgaba con un doble rasero, y la muestra la tenemos en el hermano de la Karenina, Oblonsky.
Él, encabeza el elenco de secundarios.
Nos muestra el adulterio desde el punto de vista masculino; al ser varón, no sufre del escarnio público.
Dolly, su esposa, representa a la mujer sumisa, que debe aprender a convivir con la situación, mirando hacia otro lado.
Y por último llegamos a Kitty, el personaje más joven, que va a desempeñar el papel de las mujeres que sufren al dejarse influenciar, al permitir que otros decidan por ella su futuro.
El papel de las mujeres en la sociedad, que hemos visto reflejado en infinidad de novelas de la época, aquí lo vemos descrito con una multitud de matices, ya que cada una de ellas representa un arquetipo. Lo que sí comparten, es que todas, en mayor o menor grado, tienen una vida triste y desgraciada.
Para terminar con los personajes, voy a hablaros de su arco dramático, porque me ha ocurrido algo curioso.
Me imaginaba que los principales tendrían un arco de transformación muy acusado.
Sabía que Tolstói nos ofrecería, desde el comienzo, un reparto dotado con unos valores y una serie de características muy concretas; lo que no podía imaginar es que su evolución fuese tan brutal.
Con esto no digo que su arco de transformación sea positivo, porque no debemos olvidar que en esta novela hay una clara crítica hacia la sociedad en la que él vivió y cuyos representantes son los protagonistas.
Ese cambio del que os hablo, afecta a todo el elenco a nivel moral e ideológico y se aprecia desde los primeros capítulos; pierden valores de los que presumían y terminan siendo totalmente distintos a como los conocimos al comienzo; lógicamente en Ana, esa metamorfosis descendente se aprecia más, al sostener sobre sus hombros el peso de toda la obra. Y es que Ana cambia tanto en su comportamiento, que si la comparamos al inicio y al final de la novela, parece ser dos personas totalmente distintas.
Por otro lado también debo señalar, que no he llegado a empatizar por completo con ninguno de los personajes, aunque eso no signifique que sean malos.
Están descritos a la perfección, cumplen su función, adaptándose a la crítica social, porque hay que reconocer la gran maestría de este escritor que consiguió crear una novela describiendo con precisión milimétrica a la sociedad rusa.
Para terminar os diré que en conjunto es una obra que ha superado mis expectativas.
Tolstói construye una historia de amor pasional, donde las convenciones sociales son las encargadas de poner el punto final, pero también debo decir que cuando terminamos observamos que en la recta final falta y sobra algo.
Le falta empatía, que los personajes conversen sobre Ana en ese tramo, para que su recuerdo no caiga en el olvido; y al mismo tiempo le sobra el discurso mental y filosófico de Levin, que cubre casi por completo la narración y que se hace interminable.
Entre los grandes escritores del siglo XIX, Lev Nicoláievich Tolstói (1828-1910) ha sido calificado como «genio único, sin equivalente en ningún otro país». Aparecida en su versión definitiva en 1877, Ana Karenina es la obra más ambiciosa y de mayor trascendencia del escritor ruso, una novela de corte realista y psicológico que describe con enorme agudeza la sociedad rusa de la época a la vez que plantea una feroz crítica hacia la aristocracia en declive, su falta de valores y la cruel hipocresía imperante.
La culpa, la redención, la búsqueda del bien y la caída en el pecado, el rechazo social y el trastorno interno que dicho rechazo provoca en quien lo padece... todos estos temas aparecen magistralmente engarzados en Ana Karenina, una obra clave de la literatura universal cuya lectura sigue siendo imprescindible.
La colección Austral conmemora con esta edición especial el centenario de la muerte de Lev N. Tolstói, uno de los mayores genios de las letras rusas que supo plasmar como ningún otro la grandeza del alma humana y sus constantes paradojas.
Opinión:
Hoy vengo a hablaros de un clásico de sobra conocido y que llevaba tiempo reposando en mi biblioteca.
Dicen las malas lenguas que con la publicación de Madame Bovary en 1856, se produjo una gran revolución literaria, ya que la obra traía consigo un cambio en la representación de las mujeres en la literatura, papel que hasta el momento cumplían al pie de la letra, mostrándose fieles y sumisas.
A esta obra la siguieron otras de temática muy similar, como esta de la que hoy os hablo, Ana Karenina, publicada en 1878, o La Regenta en 1885.
Las tres novelas tenían en común, no solo que estaban protagonizadas por mujeres infelices, que se veían empujadas al adulterio por la insatisfacción, sino también por soñadoras, acosadas por una sociedad que no las llegaba ni intentaba comprender.
Por eso ahora, con la oportunidad que nos brinda la distancia, debemos mirar más allá de los personajes, de la crítica social que acompañó la publicación de estas obras, y ver que no solo son mujeres que comenten una falta; son mujeres que reivindican su libertad, el derecho a elegir, y esas carencia de libertad es precisamente lo que las empuja a caer en brazos de un Don Juan, en una especie de acto de rebeldía.
Llegados a este punto, supongo que todos conoceréis el argumento de la novela que ocupa hoy estas lineas, porque básicamente como acabo de mencionar, muchas de las grandes novelas escritas en el siglo XIX, giran alrededor del mismo tema, la mujer infiel.
Pero Ana Karenina va mucho más allá...
A través de ella, Tolstói nos habla de un amor pasional, de lo bueno y lo malo de esa relación; de la dependencia; del amor idealizado; de los anhelos; y también del sufrimiento por lo que se debe dejar atrás...
De esta forma, el autor, haciendo uso del realismo literario se enfrenta a las ideas surgidas en la etapa anterior, en el romanticismo; poniendo en evidencia todos esos ideales en que eran instruidas las mujeres cuando se enfrentaban al matrimonio.
Nos brinda a través de esta historia, una visión realista del drama social, del conflicto que existía entre como se sentían y como debían comportarse.
Alrededor de Ana Karenina va a pintar un gran cuadro costumbrista.
Tolstói no solo se limitó a ser un gran observador, sino que meditando sobre todo lo que le rodeaba y valiéndose de su experiencia, retrató de forma crítica a esa sociedad que conocía muy bien.
Nos describe el poder, las extravagancias y la prepotencia de la clase más alta, esa sociedad dominada por la envidia, la hipocresía, y la superficialidad.
Pero en esa descripción a la que nos invita a asomarnos, y de la que se vale gracias al gran elenco de personajes que acompañan a Karenina, no solo va a aparecer la alta burguesía y/o la aristocracia, también, en menor medida, hay un espacio para reflejar otros estratos sociales más bajos, aunque, si bien es cierto que, siempre aparecerán retratados desde la mirada de los que poseen el control.
La novela se divide en ocho partes con capítulos muy cortos, detalle que me ha sorprendido junto a la prosa ligera que tampoco esperaba encontrar, ya que pensaba erróneamente, que la pluma de este escritor ruso, sería más recargada y llena de grandes y plúmbeas descripciones, que es lo que nos venden de los escritores rusos.
Lo que menos me ha gustado es que a la hora de crear a los protagonistas, recurre demasiado a los arquetipos.
Ana va a representar a la mujer adúltera.
Todas las mujeres que se mueven a su alrededor, la admiran al tiempo que la envidian.
¡Pero cuidado! una cosa es como se ve su imagen en público y otra muy distinta, como la vemos los lectores, que apreciamos hasta el cambio más sutil en su actuación, gracias a la maestría narrativa del autor. La novela se divide en ocho partes con capítulos muy cortos, detalle que me ha sorprendido junto a la prosa ligera que tampoco esperaba encontrar, ya que pensaba erróneamente, que la pluma de este escritor ruso, sería más recargada y llena de grandes y plúmbeas descripciones, que es lo que nos venden de los escritores rusos.
Lo que menos me ha gustado es que a la hora de crear a los protagonistas, recurre demasiado a los arquetipos.
Ana va a representar a la mujer adúltera.
Todas las mujeres que se mueven a su alrededor, la admiran al tiempo que la envidian.
Ana al comienzo se nos presenta como un dechado de virtudes...
Alegre, llena de ganas de vivir, generosa y amante de los suyos; pero en privado y según avanza la historia vemos que su apariencia muta y reaparece ante nosotros como alguien distinto.
Es voluble, egoísta y caprichosa, y la obsesión hace mella en ella, llevándola a un deterioro visible.
Ese aspecto que se agrava, como digo, llegando al final, es solo un reflejo de lo que siente en su interior; de la incapacidad a hacerse con el control de la situación, y eso lógicamente afecta a la relación que mantiene con el resto del plantel protagonista.
De esa forma vamos a conocer al personaje atormentado.
Una vorágine de pensamientos obsesivos la empujan a saltar en cuestión de segundos del amor al odio, de la esperanza a la desesperación, y eso la lleva a un camino sin retorno.
Por otro lado tenemos al marido, Alexis Alejandrovich, al que conoceremos como Karenin.
Un hombre mayor, muy ocupado en sus labores, que al principio parece que la infravalora y menosprecia con su actitud. Después, cuando Ana se arroja en brazos de su amante, parece reconocer el valor que tenía la esposa y opta por consentir el desliz, siempre y cuando éste se mantenga al margen de la opinión pública.
Y por último, dentro de este triángulo amoroso, tenemos al tercero en discordia: Vronski.
Se le describe como alguien de aspecto fabuloso, con una juventud y una pasión que todos admiran, pero que a mí me ha parecido, más simple que el asa de un cubo.
El amor entre Ana y Vronsky es estorbado, no solo por Karenin y por la fuerza del vínculo conyugal, sino también por el impacto social que acarrea el adulterio.
Las infidelidades se castigaban de modo distinto por la ley, dependiendo de si eran cometidas por el marido o por la mujer, y a esto también hay que sumarle la doble vara de medir con que juzgaba la sociedad rusa.
Esa sociedad que yo considero en conjunto como otro personaje más, espera atenta el momento de saltar sobre Ana, para dejar caer sobre ella el peso de su desprecio.
Pero esta historia no gira solo alrededor de Ana Karenina, ella solo es la mitad del relato, por eso, antes de empezar a enumerar al resto del plantel protagonista, hay algo que debo señalar y que creo que es importante para no liarnos.
Esta obra destaca por la existencia de un buen número de personajes que están interrelacionados entre sí, cada uno de ellos representante de una faceta distinta de la sociedad.
De ese modo, y simplificando: Anna Karenina es hermana de Oblonsky, y éste está casado con Dolly. A su vez Dolly es hermana de Kitty que será la esposa de Levin.
Y ahora sí, ha llegado el momento de hablar del otro protagonista, cuya vida corre paralela a la de Ana, y al cual Tolstói dedica la otra mitad de su novela.
Mientras que Ana nos muestra las consecuencias de ir en contra del pensamiento común de la sociedad, Levin va a ser el encargado de mostrarnos el pensamiento religioso y la situación política y social.
Levin es nuestro guía por la vida rural. Yo creo, que en él se proyecta el Alter Ego del autor ruso del que hoy os hablo, pero es tan solo una apreciación mía.
Representa la antítesis de la sociedad rusa aristocrática y a través de él, Tolstói nos habla, como ya os he avanzado más arriba, sobre religión, y es que sus últimos años estuvieron marcados por varias crisis espirituales que le llevaron a convertirse en un hombre profundamente religioso.
También vamos a ver a través de este terrateniente filósofo, otra faceta del modo de vida del autor, que se tradujo en dejar los lujos de los que disfrutaba y mezclarse con los campesinos adoptando su forma de vida.
Pero vayamos a los secundarios...
Os he dicho hace un momento, que la infidelidad se juzgaba con un doble rasero, y la muestra la tenemos en el hermano de la Karenina, Oblonsky.
Él, encabeza el elenco de secundarios.
Nos muestra el adulterio desde el punto de vista masculino; al ser varón, no sufre del escarnio público.
Dolly, su esposa, representa a la mujer sumisa, que debe aprender a convivir con la situación, mirando hacia otro lado.
Y por último llegamos a Kitty, el personaje más joven, que va a desempeñar el papel de las mujeres que sufren al dejarse influenciar, al permitir que otros decidan por ella su futuro.
El papel de las mujeres en la sociedad, que hemos visto reflejado en infinidad de novelas de la época, aquí lo vemos descrito con una multitud de matices, ya que cada una de ellas representa un arquetipo. Lo que sí comparten, es que todas, en mayor o menor grado, tienen una vida triste y desgraciada.
Para terminar con los personajes, voy a hablaros de su arco dramático, porque me ha ocurrido algo curioso.
Me imaginaba que los principales tendrían un arco de transformación muy acusado.
Sabía que Tolstói nos ofrecería, desde el comienzo, un reparto dotado con unos valores y una serie de características muy concretas; lo que no podía imaginar es que su evolución fuese tan brutal.
Con esto no digo que su arco de transformación sea positivo, porque no debemos olvidar que en esta novela hay una clara crítica hacia la sociedad en la que él vivió y cuyos representantes son los protagonistas.
Ese cambio del que os hablo, afecta a todo el elenco a nivel moral e ideológico y se aprecia desde los primeros capítulos; pierden valores de los que presumían y terminan siendo totalmente distintos a como los conocimos al comienzo; lógicamente en Ana, esa metamorfosis descendente se aprecia más, al sostener sobre sus hombros el peso de toda la obra. Y es que Ana cambia tanto en su comportamiento, que si la comparamos al inicio y al final de la novela, parece ser dos personas totalmente distintas.
Por otro lado también debo señalar, que no he llegado a empatizar por completo con ninguno de los personajes, aunque eso no signifique que sean malos.
Están descritos a la perfección, cumplen su función, adaptándose a la crítica social, porque hay que reconocer la gran maestría de este escritor que consiguió crear una novela describiendo con precisión milimétrica a la sociedad rusa.
Para terminar os diré que en conjunto es una obra que ha superado mis expectativas.
Tolstói construye una historia de amor pasional, donde las convenciones sociales son las encargadas de poner el punto final, pero también debo decir que cuando terminamos observamos que en la recta final falta y sobra algo.
Le falta empatía, que los personajes conversen sobre Ana en ese tramo, para que su recuerdo no caiga en el olvido; y al mismo tiempo le sobra el discurso mental y filosófico de Levin, que cubre casi por completo la narración y que se hace interminable.
Etiquetas:
Lev N. Tolstói,
Narrativa Clásica,
Realismo
martes, 28 de mayo de 2019
La catedrática de María López Villarquide
Sinopsis:
Esta es la apasionante e ignorada historia de Luisa de Medrano, la primera mujer que fue catedrática, nada menos que en el siglo XVI y en la Universidad de Salamanca, el centro del saber más prestigioso del mundo hispano.
Todo en la vida de Luisa fue extraordinario: hija de aristócratas, enseguida llamó la atención de la reina Isabel la Católica, quien la reclamó a su lado para que se educara en la corte con sus hijas Juana y Catalina y quien, a la vista de sus dotes, favoreció que fuera la primera mujer admitida en Salamanca.
En estos tiempos en los que tanto se habla de empoderamiento femenino, el ejemplo de la tenaz Luisa Medrano merece el reconocimiento que se le ha negado durante cinco siglos.
Opinión:
Hace algunos años conocí la historia de Luisa de Medrano y de otra contemporánea suya, Beatriz Galindo, más conocida como "La latina", y me parecieron dos mujeres dignas de ser recordadas; por ese motivo, en cuanto supe que la vida de la primera iba a ser novelada, no dudé a la hora de hacerme con un ejemplar.
Lo cierto es que los capítulos breves, sumados a la prosa sencilla, hacen que sus 336 páginas pasen volando ante nuestros ojos, pero también cabe señalar que hay algunos sucesos descritos en la trama, que si bien pudieron haber ocurrido porque sus protagonistas coinciden en tiempo y escenario, no existe documento alguno que los corrobore.
Debemos pensar por tanto, que para estos detalles mencionados, que ampliaré más al final de esta reseña, e incluso para rellenar algunos vacíos históricos, la autora hace uso de la licencia del escritor.
Podemos intuir como sería esta mujer: fuerte e independiente, segura de si misma, pero vuelvo a insistir, lo imaginamos sin saberlo a ciencia cierta, quizás ese sea el motivo de que la autora, María López Villarquide, haya decidido privar de voz propia a Luisa, a la hora de relatar su vida, y esta nos llegue a través de otros personajes que sí coincidieron con ella.
Por ese motivo os recuerdo que esta obra no es una biografía, es una historia donde parte de la trama es ficticia, pero donde el periodo histórico y la mayoría de los personajes son reales.
Otro detalle que no quiero olvidar mencionar es lo bien plasmado que aparece el papel destinado a las mujeres en el siglo XVI; consideradas débiles, influenciables y por lo tanto sin voz, lo que las llevaba a ser dependientes eternas de la custodia masculina.
Por supuesto, como en todas las épocas, hubo algunas que osaron romper los estereotipos impuestos, como esta valiente de la que hoy os hablo, aunque también es justo señalar que contó con más privilegios que otras al proceder de una familia aristócrata y que contaba con el beneplácito de la reina Isabel.
La novela se divide en ocho bloques, y cada una de esas partes contará con un narrador diferente.
No quiero profundizar demasiado en el contenido de esas partes porque le quitaría gracia a la historia, pero sí os diré que los primeros compases de esta historia van a estar marcados por relatar los avances académicos de Luisa.
Lo más significativo o lo que más me ha llamado la atención, en el conjunto de esta obra, son precisamente esos cronistas de los que os hablo al comienzo de este párrafo.
No van a desempeñar una simple función narrativa ya que ejercen también como personajes incidentales, apareciendo fugazmente dentro de la trama pero con un objetivo concreto; al ser testigos, nos acercan de forma veraz a la vida de esta mujer, pero también sirven de enlace ya que otros muchos personajes entrarán en escena de la mano de estos excepcionales testigos.
La primera narración nos llega de manos de Pedro de la Rhúa. preceptor de nobles.
Este narrador incidental llega al castillo de San Gregorio por orden de la reina Isabel la Católica, para hacerse cargo de la instrucción de los hijos de Magdalena Bravo. Esta última, tras el fallecimiento de su marido, Don Diego Medrano, debe acudir a la corte para sumarse al servicio de la reina como dueña.
El relato de Pedro de la Rhúa comenzará en 1487 y, durante los cinco años que desempeñe las funciones de tutor, dará fe de las notables aptitudes académicas de esa joven que conocemos porque con el tiempo se convertirá en la primera mujer catedrática, cubriendo plaza en la Universidad de Salamanca en sustitución de Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática castellana.
Pero no avancemos acontecimientos, a través de las memorias de su preceptor, veremos como desde muy pequeña tiene una capacidad intelectual que rebasa con creces a la de cualquier niño de su edad, y una sed inquebrantable de conocimiento.
En 1492 llega el relevo narrativo, recayendo éste en las excepcionales manos de Doña Juana de Castilla, la que más tarde sería conocida como "Juana la loca".
En este periodo, en el cual nuestra protagonista pasa parte de su tiempo en la corte, también tendremos oportunidad de conocer a otros insignes personajes, como el Almirante Colón, Fernando de Rojas, Beatriz Galindo o el impresor Fadrique de Basilea.
El tercer narrador también va a ser una mujer: Isabel, la mejor amiga de Luisa y que es hija de Fadrique de Basilea, el impresor de confianza de la reina y en quien recae la grandiosa labor de imprimir la "Gramática castellana de Antonio de Nebrija".
El relato de la siguiente etapa surge de la pluma de uno de los grandes escritores españoles, Don Fernando de Rojas, autor de "La celestina", y cuya vida se cruzará en varias ocasiones con la de la protagonista.
La siguiente crónica nos llega de la anciana aya que acompañará a Luisa a Salamanca, quizás el relato más flojo de todo el libro y al que se le podía haber sacado más sustancia.
En la sexta parte hace acto de aparición uno de sus hermanos, Luis de Medrano, que también llegaría a ser catedrático y rector de la Universidad de Salamanca.
Este periodo será el más intenso y polémico, y por él veremos pasear tanto al cardenal Cisneros como a Luis Vives.
Para ir terminando os menciono los dos últimos narradores:
La séptima voz corresponde a uno de sus alumnos, y el narrador final recae en el personaje de su madre, Doña Magdalena Bravo, con cuya narración conoceremos los últimos días de la protagonista, en 1527.
Como ya os había advertido, todo mi comentario se ha centrado en el modo, en la forma de acercarnos a la vida de esta mujer singular, porque es el detalle que más resaltaba.
Los narradores hacen uso de su mirada crítica, influyen en la manera en que nos es presentada la historia, y sobre ellos recae el peso de la novela, aportando una narración bastante lineal, sin olvidar lo ya mencionado: hay algunos vacíos que se rellenan con la pluma e imaginación de la autora.
Ese es quizás el único fallo que he encontrado, el intentar ir un poco más allá... intentar profundizar o poner luz en algunos detalles desconocidos de la vida de esta pensadora española, que pueden llevar a ficcionar en exceso.
Lo que quiero decir con esto, es que si ya de por sí se conoce poco sobre la vida pública de Luisa de Medrano, tan solo existen tres o cuatro documentos de la época en los que aparezca citada, más difícil aún es encontrar menciones sobre su vida privada.
No hay que olvidar que esta mujer es una de las grandes olvidadas; su obra poética y filosófica se ha perdido, ya que su legado fue retirado por orden del rey, del emperador Carlos V, cuando prohibió que las mujeres asistieran a clase o las impartiesen.
Esta novela de la que hoy os he hablado tiene un poco de todo: novela histórica, romance, grandes personajes históricos que entran y salen de la trama, eso sí, convertidos en secundarios, pero sobre todo es la historia de una gran mujer, alguien que consiguió en su tiempo romper el techo de cristal y por ello la cortaron las alas.
Esta es la apasionante e ignorada historia de Luisa de Medrano, la primera mujer que fue catedrática, nada menos que en el siglo XVI y en la Universidad de Salamanca, el centro del saber más prestigioso del mundo hispano.
Todo en la vida de Luisa fue extraordinario: hija de aristócratas, enseguida llamó la atención de la reina Isabel la Católica, quien la reclamó a su lado para que se educara en la corte con sus hijas Juana y Catalina y quien, a la vista de sus dotes, favoreció que fuera la primera mujer admitida en Salamanca.
En estos tiempos en los que tanto se habla de empoderamiento femenino, el ejemplo de la tenaz Luisa Medrano merece el reconocimiento que se le ha negado durante cinco siglos.
Opinión:
Hace algunos años conocí la historia de Luisa de Medrano y de otra contemporánea suya, Beatriz Galindo, más conocida como "La latina", y me parecieron dos mujeres dignas de ser recordadas; por ese motivo, en cuanto supe que la vida de la primera iba a ser novelada, no dudé a la hora de hacerme con un ejemplar.
Lo cierto es que los capítulos breves, sumados a la prosa sencilla, hacen que sus 336 páginas pasen volando ante nuestros ojos, pero también cabe señalar que hay algunos sucesos descritos en la trama, que si bien pudieron haber ocurrido porque sus protagonistas coinciden en tiempo y escenario, no existe documento alguno que los corrobore.
Debemos pensar por tanto, que para estos detalles mencionados, que ampliaré más al final de esta reseña, e incluso para rellenar algunos vacíos históricos, la autora hace uso de la licencia del escritor.
Podemos intuir como sería esta mujer: fuerte e independiente, segura de si misma, pero vuelvo a insistir, lo imaginamos sin saberlo a ciencia cierta, quizás ese sea el motivo de que la autora, María López Villarquide, haya decidido privar de voz propia a Luisa, a la hora de relatar su vida, y esta nos llegue a través de otros personajes que sí coincidieron con ella.
Por ese motivo os recuerdo que esta obra no es una biografía, es una historia donde parte de la trama es ficticia, pero donde el periodo histórico y la mayoría de los personajes son reales.
Otro detalle que no quiero olvidar mencionar es lo bien plasmado que aparece el papel destinado a las mujeres en el siglo XVI; consideradas débiles, influenciables y por lo tanto sin voz, lo que las llevaba a ser dependientes eternas de la custodia masculina.
Por supuesto, como en todas las épocas, hubo algunas que osaron romper los estereotipos impuestos, como esta valiente de la que hoy os hablo, aunque también es justo señalar que contó con más privilegios que otras al proceder de una familia aristócrata y que contaba con el beneplácito de la reina Isabel.
La novela se divide en ocho bloques, y cada una de esas partes contará con un narrador diferente.
No quiero profundizar demasiado en el contenido de esas partes porque le quitaría gracia a la historia, pero sí os diré que los primeros compases de esta historia van a estar marcados por relatar los avances académicos de Luisa.
Lo más significativo o lo que más me ha llamado la atención, en el conjunto de esta obra, son precisamente esos cronistas de los que os hablo al comienzo de este párrafo.
No van a desempeñar una simple función narrativa ya que ejercen también como personajes incidentales, apareciendo fugazmente dentro de la trama pero con un objetivo concreto; al ser testigos, nos acercan de forma veraz a la vida de esta mujer, pero también sirven de enlace ya que otros muchos personajes entrarán en escena de la mano de estos excepcionales testigos.
Este narrador incidental llega al castillo de San Gregorio por orden de la reina Isabel la Católica, para hacerse cargo de la instrucción de los hijos de Magdalena Bravo. Esta última, tras el fallecimiento de su marido, Don Diego Medrano, debe acudir a la corte para sumarse al servicio de la reina como dueña.
El relato de Pedro de la Rhúa comenzará en 1487 y, durante los cinco años que desempeñe las funciones de tutor, dará fe de las notables aptitudes académicas de esa joven que conocemos porque con el tiempo se convertirá en la primera mujer catedrática, cubriendo plaza en la Universidad de Salamanca en sustitución de Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática castellana.
Pero no avancemos acontecimientos, a través de las memorias de su preceptor, veremos como desde muy pequeña tiene una capacidad intelectual que rebasa con creces a la de cualquier niño de su edad, y una sed inquebrantable de conocimiento.
En 1492 llega el relevo narrativo, recayendo éste en las excepcionales manos de Doña Juana de Castilla, la que más tarde sería conocida como "Juana la loca".
En este periodo, en el cual nuestra protagonista pasa parte de su tiempo en la corte, también tendremos oportunidad de conocer a otros insignes personajes, como el Almirante Colón, Fernando de Rojas, Beatriz Galindo o el impresor Fadrique de Basilea.
El tercer narrador también va a ser una mujer: Isabel, la mejor amiga de Luisa y que es hija de Fadrique de Basilea, el impresor de confianza de la reina y en quien recae la grandiosa labor de imprimir la "Gramática castellana de Antonio de Nebrija".
El relato de la siguiente etapa surge de la pluma de uno de los grandes escritores españoles, Don Fernando de Rojas, autor de "La celestina", y cuya vida se cruzará en varias ocasiones con la de la protagonista.
La siguiente crónica nos llega de la anciana aya que acompañará a Luisa a Salamanca, quizás el relato más flojo de todo el libro y al que se le podía haber sacado más sustancia.
En la sexta parte hace acto de aparición uno de sus hermanos, Luis de Medrano, que también llegaría a ser catedrático y rector de la Universidad de Salamanca.
Este periodo será el más intenso y polémico, y por él veremos pasear tanto al cardenal Cisneros como a Luis Vives.
Para ir terminando os menciono los dos últimos narradores:
La séptima voz corresponde a uno de sus alumnos, y el narrador final recae en el personaje de su madre, Doña Magdalena Bravo, con cuya narración conoceremos los últimos días de la protagonista, en 1527.
Como ya os había advertido, todo mi comentario se ha centrado en el modo, en la forma de acercarnos a la vida de esta mujer singular, porque es el detalle que más resaltaba.
Los narradores hacen uso de su mirada crítica, influyen en la manera en que nos es presentada la historia, y sobre ellos recae el peso de la novela, aportando una narración bastante lineal, sin olvidar lo ya mencionado: hay algunos vacíos que se rellenan con la pluma e imaginación de la autora.
Ese es quizás el único fallo que he encontrado, el intentar ir un poco más allá... intentar profundizar o poner luz en algunos detalles desconocidos de la vida de esta pensadora española, que pueden llevar a ficcionar en exceso.
Lo que quiero decir con esto, es que si ya de por sí se conoce poco sobre la vida pública de Luisa de Medrano, tan solo existen tres o cuatro documentos de la época en los que aparezca citada, más difícil aún es encontrar menciones sobre su vida privada.
No hay que olvidar que esta mujer es una de las grandes olvidadas; su obra poética y filosófica se ha perdido, ya que su legado fue retirado por orden del rey, del emperador Carlos V, cuando prohibió que las mujeres asistieran a clase o las impartiesen.
Esta novela de la que hoy os he hablado tiene un poco de todo: novela histórica, romance, grandes personajes históricos que entran y salen de la trama, eso sí, convertidos en secundarios, pero sobre todo es la historia de una gran mujer, alguien que consiguió en su tiempo romper el techo de cristal y por ello la cortaron las alas.
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María López Villarquide,
Novela Histórica
martes, 21 de mayo de 2019
Nadie es perfecto de Joaquín Berges
Sinopsis:
En Kenwood Manor, una gran mansión en medio de la campiña inglesa, los Whirlpool dan una gran fiesta con invitados de diferentes procedencias.
Entre ellos, un investigador privado, al que encargan un difícil e inesperado cometido: desentrañar quién es el heredero de la familia.
En sus pesquisas pronto sabrá que no lo tiene fácil, pues descubre algunas aficiones secretas de los aristócratas ingleses, y que por la casa pululan más personajes excéntricos de los que esperaba: desde el abuelo enloquecido que se declara inocente de un supuesto crimen, hasta chicas y pretendientes cazadotes, así como un impertérrito mayordomo, Harrods, que no le quita ojo, digno heredero del mítico Jeeves de P.G. Wodehouse.
Opinión:
Hoy os traigo al blog una comedia, publicada en 2015, cuyas páginas están plagadas de infinidad de situaciones absurdas. Como esta obra está compuesta casi al cien por cien por diálogos, esto la convierte en perfecta para ser representada como obra de teatro.
La podríamos clasificar dentro del Vodevil, por la cantidad de enredos, conversaciones picantes y juegos de palabras que vamos a encontrar, o dentro del Burlesque, ya que algunas escenas empujarán a los protagonistas al mayor de los ridículos, sumiéndoles en trances socialmente inaceptables.
En algunos de esos momentos que he mencionado, resulta casi imposible reprimir la carcajada, pero también debo advertiros de que no es una historia que me haya convencido del todo, por el retrato demasiado ácido que hace de determinadas estampas y que algunos lectores podrían considerar fuera de tono.
El autor, Joaquín Berges, consigue desarrollar un argumento muy similar al que nos encontramos en algunas comedias americanas de la época dorada de Hollywood, donde las escenas se suceden resultando cada vez más disparatadas e incluso surrealistas. Parece que nos encontramos sumidos en un profundo sueño febril del que nos cuesta escapar.
En el primer párrafo de esta reseña os advertía de algunas escenas en concreto que podrían resultarnos incómodas, en cambio otras hay que reconocer que aparecen cargadas de diálogos chispeantes.
Muchos de los personajes con los que vamos a encontrarnos parecen extraídos del teatro del absurdo, ya que no solo cuestionan la sociedad, sino que también a la hora de comunicarse con el resto del elenco protagonista, disfrutan creando obstáculos, llevando una conversación, en apariencia sencilla y coherente, hasta el mayor de los sinsentidos.
Pero hay algo en el conjunto que no termina de encajar...
Bajo mi punto de vista, el autor no consigue una obra armónica; pasa de un humor fino y elegante, a narrar situaciones burdas y que podría considerarse que rozan el mal gusto.
Esto en concreto, crea un desequilibrio que rompía mi ritmo de lectura y es lo que ha hecho, en parte, que no me llegase a convencer.
Me ha gustado mucho la parodia que se hace de las novelas enigma; el doble juego que existe en algunos de los diálogos, donde podemos apreciar el ingenio del autor, pero por el contrario, el comportamiento de los personajes resulta demasiado exagerado, y eso les llevaba a moverse por las escenas forzando al límite sus actos.
Puede que penséis que en esto último es donde radica la gracia de las comedias de enredo, pero a mí esa sobreactuación, ese histrionismo con el que se ha caracterizado a los personajes terminaba por desesperarme.
En Kenwood Manor, una gran mansión en medio de la campiña inglesa, los Whirlpool dan una gran fiesta con invitados de diferentes procedencias.
Entre ellos, un investigador privado, al que encargan un difícil e inesperado cometido: desentrañar quién es el heredero de la familia.
En sus pesquisas pronto sabrá que no lo tiene fácil, pues descubre algunas aficiones secretas de los aristócratas ingleses, y que por la casa pululan más personajes excéntricos de los que esperaba: desde el abuelo enloquecido que se declara inocente de un supuesto crimen, hasta chicas y pretendientes cazadotes, así como un impertérrito mayordomo, Harrods, que no le quita ojo, digno heredero del mítico Jeeves de P.G. Wodehouse.
Opinión:
Hoy os traigo al blog una comedia, publicada en 2015, cuyas páginas están plagadas de infinidad de situaciones absurdas. Como esta obra está compuesta casi al cien por cien por diálogos, esto la convierte en perfecta para ser representada como obra de teatro.
La podríamos clasificar dentro del Vodevil, por la cantidad de enredos, conversaciones picantes y juegos de palabras que vamos a encontrar, o dentro del Burlesque, ya que algunas escenas empujarán a los protagonistas al mayor de los ridículos, sumiéndoles en trances socialmente inaceptables.
En algunos de esos momentos que he mencionado, resulta casi imposible reprimir la carcajada, pero también debo advertiros de que no es una historia que me haya convencido del todo, por el retrato demasiado ácido que hace de determinadas estampas y que algunos lectores podrían considerar fuera de tono.
El autor, Joaquín Berges, consigue desarrollar un argumento muy similar al que nos encontramos en algunas comedias americanas de la época dorada de Hollywood, donde las escenas se suceden resultando cada vez más disparatadas e incluso surrealistas. Parece que nos encontramos sumidos en un profundo sueño febril del que nos cuesta escapar.
En el primer párrafo de esta reseña os advertía de algunas escenas en concreto que podrían resultarnos incómodas, en cambio otras hay que reconocer que aparecen cargadas de diálogos chispeantes.
Muchos de los personajes con los que vamos a encontrarnos parecen extraídos del teatro del absurdo, ya que no solo cuestionan la sociedad, sino que también a la hora de comunicarse con el resto del elenco protagonista, disfrutan creando obstáculos, llevando una conversación, en apariencia sencilla y coherente, hasta el mayor de los sinsentidos.
Pero hay algo en el conjunto que no termina de encajar...
Bajo mi punto de vista, el autor no consigue una obra armónica; pasa de un humor fino y elegante, a narrar situaciones burdas y que podría considerarse que rozan el mal gusto.
Esto en concreto, crea un desequilibrio que rompía mi ritmo de lectura y es lo que ha hecho, en parte, que no me llegase a convencer.
Me ha gustado mucho la parodia que se hace de las novelas enigma; el doble juego que existe en algunos de los diálogos, donde podemos apreciar el ingenio del autor, pero por el contrario, el comportamiento de los personajes resulta demasiado exagerado, y eso les llevaba a moverse por las escenas forzando al límite sus actos.
Puede que penséis que en esto último es donde radica la gracia de las comedias de enredo, pero a mí esa sobreactuación, ese histrionismo con el que se ha caracterizado a los personajes terminaba por desesperarme.
Etiquetas:
Comedia,
Joaquín Berges,
Novela Policíaca
martes, 14 de mayo de 2019
Dr. Jekyll y Mr. Seek de Anthony O'Neill
Sinopsis:
Siete años después de la muerte de Edward Hyde, un elegante caballero aparece por las calles de Londres reclamando que es el Dr. Henry Jekyll. Tan solo el Sr. Utterson, abogado y confidente del Dr. Jekyll sabe que es un impostor, porque Jekyll era Hyde.
Pero mientras este misterioso hombre se va relacionando con la alta sociedad londinense, y va reclamando sus bienes, los cuerpos de sus posibles enemigos van desapareciendo, Utterson comienza a temer por su vida y a cuestionarse su propia cordura.
Una secuela brillante y deliciosa de una de las obras maestras de la literatura que cumple a la perfección como complemento a la historia original que lidiaba con aspectos sobre la dualidad del ser humano, mientras que es esta secuela el autor ahonda en el audaz robo de la identidad.
¿Puede ser que este hombre que parece y actúa tan parecido al Dr. Henry Jekyll sea un realidad un impostor?
Opinión:
Hace unas semanas os hablaba de El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson, un gran clásico del género gótico que ahora vuelve a resurgir con fuerza gracias a Anthony O'Neill, un reconocido autor de ficción histórica y de la novela de detectives.
Hay un dicho popular que dice que las segundas partes nunca fueron buenas; pero creo que esa afirmación no puede darse como cierta al cien por cien, ya que muchos autores sí logran superar una primera obra e incluso como en este caso, conseguir al menos, imitar con acierto la pluma de un autor.
A pesar de esto que acabo de decir, no quiero que se me malinterprete, ya que no creo que O'Neill haya intentado copiar o beneficiarse del éxito de un autor consagrado como Stevenson, que a día de hoy sigue sorprendiendo por su amplio y diverso legado que abarca desde crónicas de viaje a novelas de aventuras e históricas, sin olvidar por supuesto los cuentos y relatos, los ensayos y la poesía.
Anthony O'Neill parte de la desaparición del doctor Jekyll para construir una secuela homenaje muy entretenida, donde la sintaxis y los modismos parecen notablemente similares a los empleados por el gran Stevenson en su relato, de ahí que realmente esta nueva historia escrita más de cien años después, parezca una continuación.
La única diferencia, que he encontrado entre ambas narraciones, es que Stevenson utilizaba a Utterson como cronista; el abogado era el narrador, el medio empleado para hacernos llegar la historia aunque quedase relegado a un segundo plano, y en cambio ahora O'Neill le hace evolucionar, le otorga un mayor y merecido protagonismo, convirtiéndole en personaje activo.
Otro detalle que también me ha gustado es que O'Neill consigue reutilizar o renovar la idea de Stevenson. dándole un giro distinto al final tal y como lo conocemos, reconvirtiendo la novela gótica en una especie de novela policíaca o de misterio.
Lo mejor de todo es que. aunque no hayáis leído la obra original, podéis sumergiros en esta nueva aventura, partiendo de la premisa que ya he citado anteriormente, la muerte o desaparición de Jekyll.
Si en "El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde" hablábamos de un personaje que se debatía entre el bien y el mal, aquí vamos a ver esa misma lucha, sin entrar en el juego de la dualidad, pero jugando la carta de la obsesión.
Os tengo acostumbrados a reseñas bastante más largas pero creo que de esta nueva aventura, de apenas 200 páginas, no se puede decir más sin caer en el spoiler. Es un libro entretenido que nos ofrece una posible continuación, un relato cargado de misterio que nos hará dudar de lo que leemos y sobre todo, de lo que Utterson cree que ve y sabe.
Siete años después de la muerte de Edward Hyde, un elegante caballero aparece por las calles de Londres reclamando que es el Dr. Henry Jekyll. Tan solo el Sr. Utterson, abogado y confidente del Dr. Jekyll sabe que es un impostor, porque Jekyll era Hyde.
Pero mientras este misterioso hombre se va relacionando con la alta sociedad londinense, y va reclamando sus bienes, los cuerpos de sus posibles enemigos van desapareciendo, Utterson comienza a temer por su vida y a cuestionarse su propia cordura.
Una secuela brillante y deliciosa de una de las obras maestras de la literatura que cumple a la perfección como complemento a la historia original que lidiaba con aspectos sobre la dualidad del ser humano, mientras que es esta secuela el autor ahonda en el audaz robo de la identidad.
¿Puede ser que este hombre que parece y actúa tan parecido al Dr. Henry Jekyll sea un realidad un impostor?
Opinión:
Hace unas semanas os hablaba de El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson, un gran clásico del género gótico que ahora vuelve a resurgir con fuerza gracias a Anthony O'Neill, un reconocido autor de ficción histórica y de la novela de detectives.
Hay un dicho popular que dice que las segundas partes nunca fueron buenas; pero creo que esa afirmación no puede darse como cierta al cien por cien, ya que muchos autores sí logran superar una primera obra e incluso como en este caso, conseguir al menos, imitar con acierto la pluma de un autor.
A pesar de esto que acabo de decir, no quiero que se me malinterprete, ya que no creo que O'Neill haya intentado copiar o beneficiarse del éxito de un autor consagrado como Stevenson, que a día de hoy sigue sorprendiendo por su amplio y diverso legado que abarca desde crónicas de viaje a novelas de aventuras e históricas, sin olvidar por supuesto los cuentos y relatos, los ensayos y la poesía.
Anthony O'Neill parte de la desaparición del doctor Jekyll para construir una secuela homenaje muy entretenida, donde la sintaxis y los modismos parecen notablemente similares a los empleados por el gran Stevenson en su relato, de ahí que realmente esta nueva historia escrita más de cien años después, parezca una continuación.
La única diferencia, que he encontrado entre ambas narraciones, es que Stevenson utilizaba a Utterson como cronista; el abogado era el narrador, el medio empleado para hacernos llegar la historia aunque quedase relegado a un segundo plano, y en cambio ahora O'Neill le hace evolucionar, le otorga un mayor y merecido protagonismo, convirtiéndole en personaje activo.
Otro detalle que también me ha gustado es que O'Neill consigue reutilizar o renovar la idea de Stevenson. dándole un giro distinto al final tal y como lo conocemos, reconvirtiendo la novela gótica en una especie de novela policíaca o de misterio.
Lo mejor de todo es que. aunque no hayáis leído la obra original, podéis sumergiros en esta nueva aventura, partiendo de la premisa que ya he citado anteriormente, la muerte o desaparición de Jekyll.
Si en "El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde" hablábamos de un personaje que se debatía entre el bien y el mal, aquí vamos a ver esa misma lucha, sin entrar en el juego de la dualidad, pero jugando la carta de la obsesión.
Os tengo acostumbrados a reseñas bastante más largas pero creo que de esta nueva aventura, de apenas 200 páginas, no se puede decir más sin caer en el spoiler. Es un libro entretenido que nos ofrece una posible continuación, un relato cargado de misterio que nos hará dudar de lo que leemos y sobre todo, de lo que Utterson cree que ve y sabe.
Etiquetas:
Anthony O'Neill,
Novela Gótica,
Novela Policíaca
miércoles, 8 de mayo de 2019
Mar de fondo de Patricia Highsmith
Sinopsis:
Vic Van Allen es un hombre encantador. Moderadamente rico, culto, liberal, buen padre y esposo comprensivo. Sus vecinos le quieren y le respetan. A quien no quieren tanto y respetan muy poco es a Melinda, la esposa de Vic. Es guapa, divertida y casi tan encantadora como su marido, pero tiene un amante tras otro, y no se muestra nada discreta al respecto. Claro está que Vic lo sabe, la comprende y hasta parece divertirse con la situación, pero sus amigos opinan que debería ser menos comprensivo y más autoritario.
Un buen día Vic le gasta una broma a Joel, el actual amante de Melinda. Le cuenta que ha cometido un crimen perfecto: ha matado a un hombre porque se entendía con su esposa, y nadie le descubrirá jamás. Joel le cree, se asusta y desaparece de la escena. Pero la inquieta Melinda, tras un fugaz período como esposa modelo, vuelve a las andadas con un nuevo amigo, Charley. Algo ha cambiado en la actitud de Vic, sin embargo, y Charley acaba ahogado en una piscina. Melinda clama que ha sido un asesinato y que el asesino es su marido. Pero ¿quién creería a una mujer tan alocada, si todos saben que lo de Joel no fue más que una broma, y Vic es un padre tan bueno, un vecino tan encantador, un marido tan comprensivo?
Opinión:
Patricia Highsmith, además de por su gran capacidad para crear argumentos con una nota de angustia, me gusta por su forma de narrar y por el corte de novela negra que da a la mayoría de sus obras, donde es fácil encontrar como denominador común: un asesinato, un matrimonio con problemas, manipulación y alguna que otra femme fatale, entre otros detalles; elementos que ya de por sí resultan interesantes para construir un argumento, pero que en conjunto consiguen captar nuestro interés desde los primeros compases.
Esta historia escrita en 1983, cuenta con muy pocos personajes; podríamos decir que básicamente gira sobre los dos protagonistas: el matrimonio compuesto por Vic y Melinda, y el resto de los que aparecen lo hacen únicamente para complementar la trama, lo que les convierte en incidentales o ambientales.
La trama va a estar marcada sobre todo por la transformación que van a sufrir ambos, y lo curioso es que los dos se alejan de ser personajes con los que simpaticemos.
La historia se basa en los típicos clichés, pero está muy bien manejada.
Al comienzo vamos a ver a la femme fatale y al marido anodino y enamorado, una pareja al estilo de Madame Bovary o de Ana Karenina, eso sí, con bastante menos glamour.
Vic cuenta con un arco ascendente brutal.
Vamos a ser testigos de todos los cambios que experimenta; según avanza la historia una nueva personalidad se va abriendo paso, dejando atrás o anulando al personaje simplón y conformista que conocemos en las primeras páginas y que conseguirá sacarnos de quicio.
Pero esa nueva personalidad que empieza a surgir, en un intento de adueñarse de la trama, va a conseguir todo lo contrario; sus actos van a desembocar en una situación totalmente descontrolada.
El estereotipo de la femme fatale se convirtió en un cliché fijo en la literatura policíaca y negra, más o menos a partir de los años 40.
Ese tipo de mujer siempre estaba representado por alguien sin escrúpulos que se valía de esos encantos para obtener lo que quería y que empujaba al protagonista masculino hacia el abismo; lógicamente al ser el hombre el personaje principal de la trama, el papel de esta quedaba desplazado a un segundo plano, deparándole un fin dramático o la sumisión.
Estas villanas, de brillante aspecto, ocupaban el papel de antagonistas; eran rebeldes, manipuladoras y por supuesto muy peligrosas, sin olvidar que despreciaban, por lo general, al resto del género femenino.
Esas "Evas" eran las responsables de todo lo malo que ocurría en la historia.
Melinda, como habéis podido suponer por esta introducción, va a desempeñar ese papel.
Es un personaje muy vulgar, que no cuenta con la empatía del lector en ningún momento. Si más arriba os hablaba del arco ascendente de Vic, con ella ocurre totalmente lo contrario; su arco dramático es descendente, si ya al principio nos cae mal, según va avanzando la historia se va transformando en alguien insoportable y odioso.
Lógicamente ambos protagonistas evolucionan de una forma brutal, pero ella va a peor, lo interesante de Melinda es que es el elemento provocador, la que genera la hostilidad, sin ella no habría historia, y eso la convierte también en un buen personaje, aunque vaya perdiendo protagonismo, volviéndose más pasivo según llegamos al final.
El detonante de esta historia es sin duda la Infidelidad, y sobre ella gira el argumento.
Sabemos desde el comienzo que el comportamiento de Melinda empujará las actuaciones o toma de decisiones de Vic, y advertimos también el fin dramático que marcará la historia, pero no solo eso, sino que cada movimiento de ella hace que se incremente la intensidad de la trama,
Hasta el momento, todas las obras que he leído de esta autora muestran unos protagonistas que aunque están rodeados de gente parecen aislados, algo solitarios, y quizás ese es el motivo de su aparente indefensión.
Son personajes que evolucionan hasta conseguir llenarse de arrojo y coraje.
Otro detalle que me gusta de las obras de Patricia Highsmith y que he olvidado mencionar al comienzo es que las sorpresas no se concentran en un solo momento, se van diseminando a lo largo de la narración, sin abusar; y el lector ve venir los hechos, anticipándose al protagonista, aunque eso sí, no es capaz de conocer el giro final que depara a todas sus obras.
Vic Van Allen es un hombre encantador. Moderadamente rico, culto, liberal, buen padre y esposo comprensivo. Sus vecinos le quieren y le respetan. A quien no quieren tanto y respetan muy poco es a Melinda, la esposa de Vic. Es guapa, divertida y casi tan encantadora como su marido, pero tiene un amante tras otro, y no se muestra nada discreta al respecto. Claro está que Vic lo sabe, la comprende y hasta parece divertirse con la situación, pero sus amigos opinan que debería ser menos comprensivo y más autoritario.
Un buen día Vic le gasta una broma a Joel, el actual amante de Melinda. Le cuenta que ha cometido un crimen perfecto: ha matado a un hombre porque se entendía con su esposa, y nadie le descubrirá jamás. Joel le cree, se asusta y desaparece de la escena. Pero la inquieta Melinda, tras un fugaz período como esposa modelo, vuelve a las andadas con un nuevo amigo, Charley. Algo ha cambiado en la actitud de Vic, sin embargo, y Charley acaba ahogado en una piscina. Melinda clama que ha sido un asesinato y que el asesino es su marido. Pero ¿quién creería a una mujer tan alocada, si todos saben que lo de Joel no fue más que una broma, y Vic es un padre tan bueno, un vecino tan encantador, un marido tan comprensivo?
Opinión:
Patricia Highsmith, además de por su gran capacidad para crear argumentos con una nota de angustia, me gusta por su forma de narrar y por el corte de novela negra que da a la mayoría de sus obras, donde es fácil encontrar como denominador común: un asesinato, un matrimonio con problemas, manipulación y alguna que otra femme fatale, entre otros detalles; elementos que ya de por sí resultan interesantes para construir un argumento, pero que en conjunto consiguen captar nuestro interés desde los primeros compases.
Esta historia escrita en 1983, cuenta con muy pocos personajes; podríamos decir que básicamente gira sobre los dos protagonistas: el matrimonio compuesto por Vic y Melinda, y el resto de los que aparecen lo hacen únicamente para complementar la trama, lo que les convierte en incidentales o ambientales.
La trama va a estar marcada sobre todo por la transformación que van a sufrir ambos, y lo curioso es que los dos se alejan de ser personajes con los que simpaticemos.
La historia se basa en los típicos clichés, pero está muy bien manejada.
Al comienzo vamos a ver a la femme fatale y al marido anodino y enamorado, una pareja al estilo de Madame Bovary o de Ana Karenina, eso sí, con bastante menos glamour.
Vic cuenta con un arco ascendente brutal.
Vamos a ser testigos de todos los cambios que experimenta; según avanza la historia una nueva personalidad se va abriendo paso, dejando atrás o anulando al personaje simplón y conformista que conocemos en las primeras páginas y que conseguirá sacarnos de quicio.
Pero esa nueva personalidad que empieza a surgir, en un intento de adueñarse de la trama, va a conseguir todo lo contrario; sus actos van a desembocar en una situación totalmente descontrolada.
El estereotipo de la femme fatale se convirtió en un cliché fijo en la literatura policíaca y negra, más o menos a partir de los años 40.
Ese tipo de mujer siempre estaba representado por alguien sin escrúpulos que se valía de esos encantos para obtener lo que quería y que empujaba al protagonista masculino hacia el abismo; lógicamente al ser el hombre el personaje principal de la trama, el papel de esta quedaba desplazado a un segundo plano, deparándole un fin dramático o la sumisión.
Estas villanas, de brillante aspecto, ocupaban el papel de antagonistas; eran rebeldes, manipuladoras y por supuesto muy peligrosas, sin olvidar que despreciaban, por lo general, al resto del género femenino.
Esas "Evas" eran las responsables de todo lo malo que ocurría en la historia.
Melinda, como habéis podido suponer por esta introducción, va a desempeñar ese papel.
Es un personaje muy vulgar, que no cuenta con la empatía del lector en ningún momento. Si más arriba os hablaba del arco ascendente de Vic, con ella ocurre totalmente lo contrario; su arco dramático es descendente, si ya al principio nos cae mal, según va avanzando la historia se va transformando en alguien insoportable y odioso.
Lógicamente ambos protagonistas evolucionan de una forma brutal, pero ella va a peor, lo interesante de Melinda es que es el elemento provocador, la que genera la hostilidad, sin ella no habría historia, y eso la convierte también en un buen personaje, aunque vaya perdiendo protagonismo, volviéndose más pasivo según llegamos al final.
El detonante de esta historia es sin duda la Infidelidad, y sobre ella gira el argumento.
Sabemos desde el comienzo que el comportamiento de Melinda empujará las actuaciones o toma de decisiones de Vic, y advertimos también el fin dramático que marcará la historia, pero no solo eso, sino que cada movimiento de ella hace que se incremente la intensidad de la trama,
Hasta el momento, todas las obras que he leído de esta autora muestran unos protagonistas que aunque están rodeados de gente parecen aislados, algo solitarios, y quizás ese es el motivo de su aparente indefensión.
Son personajes que evolucionan hasta conseguir llenarse de arrojo y coraje.
Otro detalle que me gusta de las obras de Patricia Highsmith y que he olvidado mencionar al comienzo es que las sorpresas no se concentran en un solo momento, se van diseminando a lo largo de la narración, sin abusar; y el lector ve venir los hechos, anticipándose al protagonista, aunque eso sí, no es capaz de conocer el giro final que depara a todas sus obras.
miércoles, 1 de mayo de 2019
El nombre de la rosa de Umberto Eco
Sinopsis:
Valiéndose de características propias de la novela gótica, la crónica medieval, la novela policíaca, el relato ideológico en clave y la alegoría narrativa, El nombre de la rosa narra las actividades detectivescas de Guillermo de Baskerville para esclarecer los crímenes cometidos en una abadía benedictina...
Y a esta apasionante trama debe sumarse la admirable reconstrucción que no se detiene en lo exterior, sino que ahonda en las formas de pensar y sentir del siglo XVI.
Opinión:
Hoy os voy a hablar de una gran novela escrita por Umberto Eco y publicada en 1980.
Este libro tiene características de la novela histórica, de la gótica y también de la policíaca; una novela híbrida que para mi gusto roza la perfección y que debido al gran éxito y popularidad que obtuvo, fue llevada al cine por el cineasta francés Jean Jacques Annaud en 1986, con Sean Connery en el papel principal y con Christian Slater haciendo de su joven discípulo.
La historia que se narra en esta novela es de sobra conocida.
Los pasos de fray Guillermo de Baskerville, un antiguo inquisidor, y de su discípulo Adso de Melk, nos llevan hasta una abadía benedictina.
Corre el invierno de 1327 y Guillermo debe prepararse para una reunión que tendrá lugar tras esos muros, entre la legación del papa Juan XXII y los líderes de la orden franciscana.
Lo que en un principio va a ser una reunión donde se debatirá sobre la pobreza apostólica, termina complicándose, ya que el éxito de la reunión se ve amenazado por una serie de muertes violentas que los monjes del lugar asociarán con la llegada del anticristo.
El centro del que parten todos los extraños sucesos parece ser la biblioteca.
Una torre oscura, cargada de trampas y laberintos, que no solo es un almacén de cultura, también es el lugar donde se esconde un antiquísimo manuscrito que traerá la muerte a todo aquel que se atreva a leerlo.
La abadía va a convertirse por tanto, en un personaje más; un testigo mudo que sufrirá como el resto de los que habitan en ella el azote del horror.
Ese recinto monacal tiene un protagonismo ambiguo, ya que existe una abadía de noche y otra de día. Lógicamente lo que ocurre entre sus muros es bastante más interesante cuando se recubre con un halo de nocturnidad.
El misterio como podéis ver inunda las páginas desde el comienzo...
Esta obra se divide en siete días, y estos a su vez según las horas litúrgicas. No os asustéis si desconocéis como es esa distribución, porque hay una explicación muy clara al respecto en la nota antes del prólogo.
Si os estáis preguntado dónde reside la genialidad de la que os hablaba al comienzo y que convierte a este libro en una joya literaria, os diré que Umberto Eco consigue que la linea que separa realidad de ficción sea completamente imperceptible para los lectores. Para esa labor utiliza a los personajes; hace que los ficticios se entremezclen con los que se han hecho un hueco en la Historia por méritos propios, y también por supuesto, para esa misión de emborronar deliberadamente esa linea, se vale del narrador, Adso de Melk.
En primer lugar nos cuenta que escribe esas memorias, envueltas en muchos y vagos misterios, cuando ya es anciano; en un momento en que los recuerdos y la imaginación se funden en una mente fatigada, y también nos dice que intentará reflejar lo más fielmente posible los sucesos que ocurrieron en esa abadía de la cual no quiere reflejar ni nombre ni ubicación.
Por lo tanto ya tenéis los primeros avisos: su narración puede contener lagunas, e incluso como acabamos de ver, se suprimirán algunos datos de forma intencionada.
En Adso de Melk vamos a tener a un cronista muy activo que, además de esas advertencias que nos lanza desde las primeras páginas, no dudará a la hora de interrumpir su relato para hacer puntualizaciones sobre algunos hechos.
Con esto los lectores tenemos que andar con cuidado, porque sabemos que es un testigo parcial, un protagonista que solo puede contar lo que vio, y no debemos olvidar que su opinión es subjetiva.
Adso tampoco nos promete una descripción satisfactoria de todo lo que sucedió, tan solo nos ofrece un registro de hechos asombrosos y terribles, construido sobre la marcha y almacenado en su memoria, por lo tanto retomo lo dicho en el primer párrafo de esta sección dedicada al narrador, su relato estará muchas veces distorsionado por el paso del tiempo.
Tampoco nos va a ofrecer descripciones sobre los personajes salvo, claro está, cuando él considere que un rasgo muy definido o expresión de un rostro aparecen como signos de un lenguaje mudo pero elocuente; otro detalle que viene a confirmar que su narración está condicionada, porque de quien sí nos va a dar una descripción más atenta, como ya veréis, es de fray Guillermo de Baskerville, gran protagonista de esta obra al que no solo Adso termina por admirar.
Por lo tanto y resumiendo, sabemos que aunque podemos confiar en la buena fe del narrador, algunos datos pueden estar algo confusos.
Y ahora que ya os he presentado al narrador voy a hablaros un poco por encima de los personajes que más me han impactado.
Pero hay otro par de personajes que también me impactaron junto con el protagonista...
Uno es el anciano Jorge de Burgos.
Un personaje con el que el fanatismo religioso se ve representado a la perfección.
Él es la memoria de la biblioteca y el alma del scriptorium, alguien capaz de dominar al resto infundiendo temor a través del verbo. Posee una capacidad asombrosa para infundir temor valiéndose de unos sermones cargados de dramatismo alegórico que, por supuesto, hacen temblar hasta a las mismas piedras.
El otro es un personaje digno de mención por tener una filosofía muy particular, me estoy refiriendo a Salvatore.
A este personaje podemos verlo en todo su esplendor a pesar del poco protagonismo con el que cuenta. Es un personaje simple, pero ni inculto ni necio, alguien que ha aprendido a sobrevivir en una tierra castigada durante siglos por la miseria y el abuso de los señores feudales, alguien que sueña con un mundo distinto.
Todos estos personajes que he citado me llevan a hablaros de otro tema muy interesante que no podemos obviar, la simbología, y es que esta se halla oculta en muchos de los diálogos.
No solo es lo que se dice... sino también el cómo, ya que muchas frases llevan ocultas un doble sentido y como ya os he dicho, hay grandes filósofos entre los personajes principales que recurren a la alegoría para transmitir o hacer entender sus ideas.
De lo que sí estoy segura es de que Umberto Eco nos ofrece un reflejo muy realista de la sociedad medieval. La descripción que hace sobre las luchas internas de la iglesia, que tuvieron lugar en ese periodo, se ajustan a los hechos.
Mientras que unas órdenes predicaban la renuncia a todos los bienes materiales, otras abogaban por todo lo contrario.
También se retrata fielmente el enfrentamiento que tuvo lugar entre el papa Juan XXII y Ludovico IV de Baviera, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, por aclarar quién debía gobernar por encima de quién.
Y por supuesto no puedo olvidar mencionar el papel destinado a las mujeres que también es descrito con acierto en el libro.
Solamente se nos reserva en él un papel minúsculo, sin derecho a una linea de texto, y la elegida para hacerlo cumple al pie de la letra con el arquetipo impuesto de "Eva".
Ella es la representación de la tentación, la llave que abre la puerta al pecado, la culpable de seducir con malas artes; un estigma que hemos arrastrado a lo largo de los siglos.
Para terminar os diré lo que menos me ha gustado...
El anciano Adso con su narración intenta mostrarnos la historia de forma lineal, pero en momentos por suerte muy puntuales, no puede evitar el irse por las ramas,al recordar con emoción los hechos que vivió en su juventud.
Esa explosión emotiva le lleva a recordar las enseñanzas de su mentor y los debates teológicos, que entre nosotros... aburren hasta a los muertos.
Aún así, esos momentos no pasan de ser anecdóticos y no le restan interés al conjunto de esta magnífica obra.
Valiéndose de características propias de la novela gótica, la crónica medieval, la novela policíaca, el relato ideológico en clave y la alegoría narrativa, El nombre de la rosa narra las actividades detectivescas de Guillermo de Baskerville para esclarecer los crímenes cometidos en una abadía benedictina...
Y a esta apasionante trama debe sumarse la admirable reconstrucción que no se detiene en lo exterior, sino que ahonda en las formas de pensar y sentir del siglo XVI.
Opinión:
Hoy os voy a hablar de una gran novela escrita por Umberto Eco y publicada en 1980.
Este libro tiene características de la novela histórica, de la gótica y también de la policíaca; una novela híbrida que para mi gusto roza la perfección y que debido al gran éxito y popularidad que obtuvo, fue llevada al cine por el cineasta francés Jean Jacques Annaud en 1986, con Sean Connery en el papel principal y con Christian Slater haciendo de su joven discípulo.
La historia que se narra en esta novela es de sobra conocida.
Los pasos de fray Guillermo de Baskerville, un antiguo inquisidor, y de su discípulo Adso de Melk, nos llevan hasta una abadía benedictina.
Corre el invierno de 1327 y Guillermo debe prepararse para una reunión que tendrá lugar tras esos muros, entre la legación del papa Juan XXII y los líderes de la orden franciscana.
Lo que en un principio va a ser una reunión donde se debatirá sobre la pobreza apostólica, termina complicándose, ya que el éxito de la reunión se ve amenazado por una serie de muertes violentas que los monjes del lugar asociarán con la llegada del anticristo.
El centro del que parten todos los extraños sucesos parece ser la biblioteca.
Una torre oscura, cargada de trampas y laberintos, que no solo es un almacén de cultura, también es el lugar donde se esconde un antiquísimo manuscrito que traerá la muerte a todo aquel que se atreva a leerlo.
La abadía va a convertirse por tanto, en un personaje más; un testigo mudo que sufrirá como el resto de los que habitan en ella el azote del horror.
Ese recinto monacal tiene un protagonismo ambiguo, ya que existe una abadía de noche y otra de día. Lógicamente lo que ocurre entre sus muros es bastante más interesante cuando se recubre con un halo de nocturnidad.
El misterio como podéis ver inunda las páginas desde el comienzo...
Esta obra se divide en siete días, y estos a su vez según las horas litúrgicas. No os asustéis si desconocéis como es esa distribución, porque hay una explicación muy clara al respecto en la nota antes del prólogo.
Si os estáis preguntado dónde reside la genialidad de la que os hablaba al comienzo y que convierte a este libro en una joya literaria, os diré que Umberto Eco consigue que la linea que separa realidad de ficción sea completamente imperceptible para los lectores. Para esa labor utiliza a los personajes; hace que los ficticios se entremezclen con los que se han hecho un hueco en la Historia por méritos propios, y también por supuesto, para esa misión de emborronar deliberadamente esa linea, se vale del narrador, Adso de Melk.
El narrador.
La crónica de Adso va a estar repleta de advertencias...En primer lugar nos cuenta que escribe esas memorias, envueltas en muchos y vagos misterios, cuando ya es anciano; en un momento en que los recuerdos y la imaginación se funden en una mente fatigada, y también nos dice que intentará reflejar lo más fielmente posible los sucesos que ocurrieron en esa abadía de la cual no quiere reflejar ni nombre ni ubicación.
Por lo tanto ya tenéis los primeros avisos: su narración puede contener lagunas, e incluso como acabamos de ver, se suprimirán algunos datos de forma intencionada.
En Adso de Melk vamos a tener a un cronista muy activo que, además de esas advertencias que nos lanza desde las primeras páginas, no dudará a la hora de interrumpir su relato para hacer puntualizaciones sobre algunos hechos.
Con esto los lectores tenemos que andar con cuidado, porque sabemos que es un testigo parcial, un protagonista que solo puede contar lo que vio, y no debemos olvidar que su opinión es subjetiva.
Adso tampoco nos promete una descripción satisfactoria de todo lo que sucedió, tan solo nos ofrece un registro de hechos asombrosos y terribles, construido sobre la marcha y almacenado en su memoria, por lo tanto retomo lo dicho en el primer párrafo de esta sección dedicada al narrador, su relato estará muchas veces distorsionado por el paso del tiempo.
Tampoco nos va a ofrecer descripciones sobre los personajes salvo, claro está, cuando él considere que un rasgo muy definido o expresión de un rostro aparecen como signos de un lenguaje mudo pero elocuente; otro detalle que viene a confirmar que su narración está condicionada, porque de quien sí nos va a dar una descripción más atenta, como ya veréis, es de fray Guillermo de Baskerville, gran protagonista de esta obra al que no solo Adso termina por admirar.
Por lo tanto y resumiendo, sabemos que aunque podemos confiar en la buena fe del narrador, algunos datos pueden estar algo confusos.
Y ahora que ya os he presentado al narrador voy a hablaros un poco por encima de los personajes que más me han impactado.
Los mejores personajes.
Guillermo de Baskerville es un gran filósofo, un personaje sagaz y muy inteligente, capaz de percibir con claridad lo que el resto somos incapaces de ver aunque lo tengamos justo delante de nosotros; también hay que señalar que Guillermo, en ocasiones, resulta un poco arrogante por esa gran capacidad que tiene, y esa arrogancia le puede inducir al error.Pero hay otro par de personajes que también me impactaron junto con el protagonista...
Uno es el anciano Jorge de Burgos.
Un personaje con el que el fanatismo religioso se ve representado a la perfección.
Él es la memoria de la biblioteca y el alma del scriptorium, alguien capaz de dominar al resto infundiendo temor a través del verbo. Posee una capacidad asombrosa para infundir temor valiéndose de unos sermones cargados de dramatismo alegórico que, por supuesto, hacen temblar hasta a las mismas piedras.
El otro es un personaje digno de mención por tener una filosofía muy particular, me estoy refiriendo a Salvatore.
A este personaje podemos verlo en todo su esplendor a pesar del poco protagonismo con el que cuenta. Es un personaje simple, pero ni inculto ni necio, alguien que ha aprendido a sobrevivir en una tierra castigada durante siglos por la miseria y el abuso de los señores feudales, alguien que sueña con un mundo distinto.
Todos estos personajes que he citado me llevan a hablaros de otro tema muy interesante que no podemos obviar, la simbología, y es que esta se halla oculta en muchos de los diálogos.
No solo es lo que se dice... sino también el cómo, ya que muchas frases llevan ocultas un doble sentido y como ya os he dicho, hay grandes filósofos entre los personajes principales que recurren a la alegoría para transmitir o hacer entender sus ideas.
Umberto Eco nos ofrece un reflejo realista de la sociedad del medievo.
Desconozco si la finalidad de Umberto Eco con esta novela era cubrir sus páginas con un ligero velo de crítica hacia determinados asuntos, como la visión que nos ofrece de la iglesia y que contemplamos con claridad a través de los juicios que emite Guillermo, o bien, si su propósito era que el lector reflexionase libremente sobre ello...De lo que sí estoy segura es de que Umberto Eco nos ofrece un reflejo muy realista de la sociedad medieval. La descripción que hace sobre las luchas internas de la iglesia, que tuvieron lugar en ese periodo, se ajustan a los hechos.
Mientras que unas órdenes predicaban la renuncia a todos los bienes materiales, otras abogaban por todo lo contrario.
También se retrata fielmente el enfrentamiento que tuvo lugar entre el papa Juan XXII y Ludovico IV de Baviera, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, por aclarar quién debía gobernar por encima de quién.
Y por supuesto no puedo olvidar mencionar el papel destinado a las mujeres que también es descrito con acierto en el libro.
Solamente se nos reserva en él un papel minúsculo, sin derecho a una linea de texto, y la elegida para hacerlo cumple al pie de la letra con el arquetipo impuesto de "Eva".
Ella es la representación de la tentación, la llave que abre la puerta al pecado, la culpable de seducir con malas artes; un estigma que hemos arrastrado a lo largo de los siglos.
Para terminar os diré lo que menos me ha gustado...
El anciano Adso con su narración intenta mostrarnos la historia de forma lineal, pero en momentos por suerte muy puntuales, no puede evitar el irse por las ramas,al recordar con emoción los hechos que vivió en su juventud.
Esa explosión emotiva le lleva a recordar las enseñanzas de su mentor y los debates teológicos, que entre nosotros... aburren hasta a los muertos.
Aún así, esos momentos no pasan de ser anecdóticos y no le restan interés al conjunto de esta magnífica obra.
Etiquetas:
Novela Gótica,
Novela Histórica,
Thriller,
Umberto Eco
martes, 23 de abril de 2019
El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde de R. L. Stevenson
Sinopsis:
Con El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886), obra maestra de la literatura de terror con que se abre esta selección de sus mejores narraciones de miedo, R.L. Stevenson volvió a ocuparse de un tema que le preocupó durante toda su corta vida: la dualidad de la naturaleza humana.
Todo empezó con un sueño: «Lo que soñé sobre el doctor Jekyll -confesó el autor al New York Herald- fue que un hombre se ve obligado a entrar en un armario e ingiere una droga que lo transforma en otro ser. Me desperté y comprendí inmediatamente que había encontrado el eslabón perdido que andaba buscando desde hacía mucho tiempo, y antes de irme a la cama tenía muy claro casi todos los detalles de la trama». Localizada en el corazón de un Londres victoriano, la novela viene a ser una sucesión de testimonios procedentes de varios testigos cuyo presunto fin es desvelar un misterio. Jekyll y Hyde son como una entidad disociada en dos. Hyde es la personalidad demoníaca, monstruosa de Jekyll, al que horrorizan las acciones de su doble maligno, y simboliza el mal que Jekyll se reprime a sí mismo, el cual, una vez liberado, no puede controlar.
Opinión:
El nacimiento de esta novela, tal y como nos cuentan en el prólogo, surgió a raíz de un sueño.
Stevenson, tras despertarse de él, ya tenía claro cuales iban a ser los pilares fundamentales sobre los que se construiría la trama de esta nueva novela.
No es la primera vez que leo que una historia surge de ese modo, debe ser que la mente de los autores, ávida de nutrirnos con nuevas ficciones, no descansa ni por la noche.
Ahora bien, no os vayáis a pensar que es así de sencillo, acostarse, soñar y ¡voilá!, ya tenemos una nueva obra maestra...
El resultado de ese sueño fue un primer manuscrito que terminó siendo quemado, ya que contenía demasiadas alusiones al sexo, algo inaceptable para la encorsetada mentalidad victoriana.
El siguiente texto, el que resultó ser el definitivo, volvió a estar reescrito en un tiempo record: tres días, pero tras ser enviado al editor, las condiciones que éste propuso no terminaron de convencer a Stevenson, ya que suponía publicarlo en una revista mensual.
Al final, no sin esfuerzo, consiguió que la obra fuese publicada como volumen independiente.
La fecha propuesta inicialmente para salir a la venta fue diciembre de 1885, pero debido a la gran avalancha de libros navideños se pospuso a enero de 1886.
El libro, tras recibir una crítica de The Times muy favorable, obtuvo un éxito inmediato.
En solo seis meses se vendieron más de 40.000 ejemplares y los mejores teatros, entre ellos los de Londres y Boston, empezaron a representarla en sus escenarios, destacando por encima de todas la extraordinaria interpretación y transformación que hacía en vivo el actor Richard Mansfield.
En El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, Stevenson hace gala de un excelente estilo, cargado de grandes descripciones que enriquecen el texto.
La historia se construye alrededor de Utterson, un personaje que actúa como narrador y que será el encargado de presentarnos a los escalofriantes protagonistas que dan título a la obra y que no tardan en hacerse con el control completo de la trama.
Lógicamente Utterson va a ser un narrador externo, el típico de la época victoriana que nos va a mostrar los hechos a modo de crónica, sin olvidar adjuntar una parte epistolar.
Respecto a la ambientación, Stevenson ubica la historia en el Londres victoriano y se beneficia de la climatología adversa. La mayor parte de la trama transcurre en oscuras calles, y eso sumado a las condiciones meteorológicas adversas, con la niebla de fondo que cubre por completo las calles, crea un marco sobrenatural que tiñe de nocturnidad y alevosía los actos perversos de los personajes.
Sin embargo, lo que más sorprende en este relato es la profundidad psicológica de los personajes.
Tanto el Romanticismo como el género gótico, al que pertenece este relato, coincidió con el auge del psicoanálisis, esto que puede llegar a parecer un detalle sin importancia dejó huella en muchas de las obras que se publicaron en ese periodo, dando lugar a personajes que arrastraban grandes traumas, dotados de grandes perfiles psicológicos que ahondaban en el subconsciente, en sus temores, como por ejemplo los personajes surgidos de la pluma de Mary Shelley en Frankenstein o el moderno Prometeo, o los de Oscar Wilde en "El retrato de Dorian Gray".
En esta obra, Stevenson consigue mostrar lo que se denominaba trastorno de la personalidad múltiple, donde dos o más personalidades conviven dentro de un mismo individuo. Una de esas personalidades, como bien sabréis, será la que intente hacerse con el control.
Hyde simboliza el mal, y Jekyll es consciente de que una vez liberado, según vaya ganando poder, no tendrá contención, por lo tanto uno tiene que anular inevitablemente al otro.
Y es que la historia de la Literatura está plagada de libros que relatan la lucha entre el bien y el mal, donde un personaje representa al alma bondadosa mientras que su antagonista refleja el mal más absoluto.
Ahora bien, en esta narración no va a suceder exactamente así, porque aunque Stevenson juega con la lucha entre el bien y el mal, también mete en juego la dualidad con la existencia de dos personalidades distintas dentro de un mismo ser.
Jekyll y Hyde son dos identidades opuestas, la cara y la cruz de una misma moneda; dos personajes unidos, indivisibles el uno al otro, la pregunta que le surge al lector es ¿hasta cuándo?...
En un principio podemos pensar que a Jekyll le horrorizan las acciones de su "yo" maligno, porque sabe que esos actos nacen en su interior; también podríamos pensar que el motivo de que le permita surgir de forma voluntaria con la increíble pócima, es un intento de librarse de ese mal que le atormenta... pero no nos dejemos engañar, Jekyll disfruta liberando a Hyde.
La sociedad victoriana era una sociedad muy rígida, cargada de normas, que un personaje honorable como el Dr. Jekyll jamás pensaría en romper.
Hyde supone por lo tanto la liberación, el medio de librarse de esas ataduras. Cuando toma la pócima, Jekyll transforma su aspecto y elimina sus inhibiciones. Dispone de un nuevo aspecto, tan vulgar y desagradable que nadie será capaz de asociar con él; no tiene conciencia ni ataduras.
Hyde es la personalidad que le permite dar rienda suelta a sus instintos más reprimidos, disfrutar de los placeres prohibidos.
Esta historia de Stevenson, al igual que ocurría con el Frankenstein de Mary Shelley, podemos contemplarla como la parábola de la arrogancia científica.
Jekyll, al igual que Víctor, juega a ser Dios. Para lograr sus anhelos elabora la pócima y da rienda suelta a Hyde.
Del final poco podemos decir que no se sepa, ya que es un clásico de sobra conocido, pero solo añadiré que Stevenson hace uso de la justicia divina.
Y poco más os puedo contar...
Esta frase con la que acabo la reseña, aparece en los primeros capitulos del libro.
Surge de los pensamientos de Utterson y es una especie de juego de palabras.
El equivalente fonético de Hyde, es decir Hide, significa esconder u ocultar; y el de Seek, buscar.
La interpretación más aproximada sería... "Si él es el que se esconde, yo seré el que le busque", y me sirve para hablaros de otra novela recientemente publicada y que lleva el título de Dr. Jekyll y Mr. Seek de Anthony O'Neill.
Una obra que perfectamente podría ser una secuela, digna heredera de esta que acabo de comentar y de la que en breve también subiré mi opinión.
Con El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde (1886), obra maestra de la literatura de terror con que se abre esta selección de sus mejores narraciones de miedo, R.L. Stevenson volvió a ocuparse de un tema que le preocupó durante toda su corta vida: la dualidad de la naturaleza humana.
Todo empezó con un sueño: «Lo que soñé sobre el doctor Jekyll -confesó el autor al New York Herald- fue que un hombre se ve obligado a entrar en un armario e ingiere una droga que lo transforma en otro ser. Me desperté y comprendí inmediatamente que había encontrado el eslabón perdido que andaba buscando desde hacía mucho tiempo, y antes de irme a la cama tenía muy claro casi todos los detalles de la trama». Localizada en el corazón de un Londres victoriano, la novela viene a ser una sucesión de testimonios procedentes de varios testigos cuyo presunto fin es desvelar un misterio. Jekyll y Hyde son como una entidad disociada en dos. Hyde es la personalidad demoníaca, monstruosa de Jekyll, al que horrorizan las acciones de su doble maligno, y simboliza el mal que Jekyll se reprime a sí mismo, el cual, una vez liberado, no puede controlar.
Opinión:
El nacimiento de esta novela, tal y como nos cuentan en el prólogo, surgió a raíz de un sueño.
Stevenson, tras despertarse de él, ya tenía claro cuales iban a ser los pilares fundamentales sobre los que se construiría la trama de esta nueva novela.
No es la primera vez que leo que una historia surge de ese modo, debe ser que la mente de los autores, ávida de nutrirnos con nuevas ficciones, no descansa ni por la noche.
Ahora bien, no os vayáis a pensar que es así de sencillo, acostarse, soñar y ¡voilá!, ya tenemos una nueva obra maestra...
El resultado de ese sueño fue un primer manuscrito que terminó siendo quemado, ya que contenía demasiadas alusiones al sexo, algo inaceptable para la encorsetada mentalidad victoriana.
El siguiente texto, el que resultó ser el definitivo, volvió a estar reescrito en un tiempo record: tres días, pero tras ser enviado al editor, las condiciones que éste propuso no terminaron de convencer a Stevenson, ya que suponía publicarlo en una revista mensual.
Al final, no sin esfuerzo, consiguió que la obra fuese publicada como volumen independiente.
La fecha propuesta inicialmente para salir a la venta fue diciembre de 1885, pero debido a la gran avalancha de libros navideños se pospuso a enero de 1886.
El libro, tras recibir una crítica de The Times muy favorable, obtuvo un éxito inmediato.
En solo seis meses se vendieron más de 40.000 ejemplares y los mejores teatros, entre ellos los de Londres y Boston, empezaron a representarla en sus escenarios, destacando por encima de todas la extraordinaria interpretación y transformación que hacía en vivo el actor Richard Mansfield.
En El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, Stevenson hace gala de un excelente estilo, cargado de grandes descripciones que enriquecen el texto.
La historia se construye alrededor de Utterson, un personaje que actúa como narrador y que será el encargado de presentarnos a los escalofriantes protagonistas que dan título a la obra y que no tardan en hacerse con el control completo de la trama.
Lógicamente Utterson va a ser un narrador externo, el típico de la época victoriana que nos va a mostrar los hechos a modo de crónica, sin olvidar adjuntar una parte epistolar.
Respecto a la ambientación, Stevenson ubica la historia en el Londres victoriano y se beneficia de la climatología adversa. La mayor parte de la trama transcurre en oscuras calles, y eso sumado a las condiciones meteorológicas adversas, con la niebla de fondo que cubre por completo las calles, crea un marco sobrenatural que tiñe de nocturnidad y alevosía los actos perversos de los personajes.
Sin embargo, lo que más sorprende en este relato es la profundidad psicológica de los personajes.
Tanto el Romanticismo como el género gótico, al que pertenece este relato, coincidió con el auge del psicoanálisis, esto que puede llegar a parecer un detalle sin importancia dejó huella en muchas de las obras que se publicaron en ese periodo, dando lugar a personajes que arrastraban grandes traumas, dotados de grandes perfiles psicológicos que ahondaban en el subconsciente, en sus temores, como por ejemplo los personajes surgidos de la pluma de Mary Shelley en Frankenstein o el moderno Prometeo, o los de Oscar Wilde en "El retrato de Dorian Gray".
En esta obra, Stevenson consigue mostrar lo que se denominaba trastorno de la personalidad múltiple, donde dos o más personalidades conviven dentro de un mismo individuo. Una de esas personalidades, como bien sabréis, será la que intente hacerse con el control.
Hyde simboliza el mal, y Jekyll es consciente de que una vez liberado, según vaya ganando poder, no tendrá contención, por lo tanto uno tiene que anular inevitablemente al otro.
Y es que la historia de la Literatura está plagada de libros que relatan la lucha entre el bien y el mal, donde un personaje representa al alma bondadosa mientras que su antagonista refleja el mal más absoluto.
Ahora bien, en esta narración no va a suceder exactamente así, porque aunque Stevenson juega con la lucha entre el bien y el mal, también mete en juego la dualidad con la existencia de dos personalidades distintas dentro de un mismo ser.
Jekyll y Hyde son dos identidades opuestas, la cara y la cruz de una misma moneda; dos personajes unidos, indivisibles el uno al otro, la pregunta que le surge al lector es ¿hasta cuándo?...
En un principio podemos pensar que a Jekyll le horrorizan las acciones de su "yo" maligno, porque sabe que esos actos nacen en su interior; también podríamos pensar que el motivo de que le permita surgir de forma voluntaria con la increíble pócima, es un intento de librarse de ese mal que le atormenta... pero no nos dejemos engañar, Jekyll disfruta liberando a Hyde.
La sociedad victoriana era una sociedad muy rígida, cargada de normas, que un personaje honorable como el Dr. Jekyll jamás pensaría en romper.
Hyde supone por lo tanto la liberación, el medio de librarse de esas ataduras. Cuando toma la pócima, Jekyll transforma su aspecto y elimina sus inhibiciones. Dispone de un nuevo aspecto, tan vulgar y desagradable que nadie será capaz de asociar con él; no tiene conciencia ni ataduras.
Hyde es la personalidad que le permite dar rienda suelta a sus instintos más reprimidos, disfrutar de los placeres prohibidos.
Esta historia de Stevenson, al igual que ocurría con el Frankenstein de Mary Shelley, podemos contemplarla como la parábola de la arrogancia científica.
Jekyll, al igual que Víctor, juega a ser Dios. Para lograr sus anhelos elabora la pócima y da rienda suelta a Hyde.
Del final poco podemos decir que no se sepa, ya que es un clásico de sobra conocido, pero solo añadiré que Stevenson hace uso de la justicia divina.
Y poco más os puedo contar...
"Si él es Mr. Hyde, yo seré Mr. Seek" .
Esta frase con la que acabo la reseña, aparece en los primeros capitulos del libro.
Surge de los pensamientos de Utterson y es una especie de juego de palabras.
El equivalente fonético de Hyde, es decir Hide, significa esconder u ocultar; y el de Seek, buscar.
La interpretación más aproximada sería... "Si él es el que se esconde, yo seré el que le busque", y me sirve para hablaros de otra novela recientemente publicada y que lleva el título de Dr. Jekyll y Mr. Seek de Anthony O'Neill.
Una obra que perfectamente podría ser una secuela, digna heredera de esta que acabo de comentar y de la que en breve también subiré mi opinión.
Etiquetas:
Narrativa Clásica,
Novela Gótica,
R. L. Stevenson
martes, 16 de abril de 2019
Vuelve de Samuel Benchetrit
Sinopsis:
Adicto a los cigarrillos y al alcohol, con alergia a las responsabilidades y en búsqueda constante de una inspiración que no llega… Así es el antihéroe encantador y tierno de Vuelve, al que sólo le queda agarrarse desesperadamente al único proyecto viable que tiene en el horizonte: la adaptación de uno de sus libros a serie de televisión. El problema es que el libro ya no está disponible y el productor en cuestión todavía tiene que leerlo.
El autor se lanza a una búsqueda desenfrenada por encontrar un ejemplar, que localiza en manos de una fan ya muy mayor que vive en una residencia de ancianos. Sin embargo, no cuenta con encontrarse con Suzanne, una bella enfermera con un tartamudeo adorable de la que se enamora inmediatamente. ¿Podría ser éste el final feliz de su historia? Antes tendrá que lidiar con una increíble serie de malentendidos con personajes que hubiera querido tener bien lejos y, sobre todo, deberá asumir la ausencia de su hijo, quien ha emprendido un largo viaje por el mundo y le lanza a su padre un enigma que queda en el centro de la historia y que tendrá que resolver necesariamente: «¿Qué le dice un padre esquimal a su hijo antes de que se lance a conocer el mundo?».
Una pequeña joya sobre un escritor en plena crisis creativa y la enternecedora historia sobre la relación con su hijo
Opinión:
Hoy vengo a hablaros de otra de esas novelas que una vez en mis manos se ha convertido en decepción; otra de esas historias en las que te sumerges con ilusión y terminas preguntándote dónde está esa genialidad de la que hablan por todos lados.
Vuelve, según nos indican en la sinopsis, es la historia de un escritor convertido en antihéroe al que perseguirán los malentendidos; con solo esos detalles da la sensación de que vamos a tener la carcajada asegurada, pero no es así, porque lo más interesante, lo más intenso que ocurre en la novela, está reflejado en la sinopsis.
Ha resultado ser una comedia demasiado ligera, una historia más del montón con un protagonista sencillo, quizás ahí reside la gracia, pero a mí me gustan las tramas más elaboradas y con más sustancia.
La resumiría como una obra a la que le cuesta coger ritmo, con un amago de volverse algo más interesante a la mitad, pero que al final le falta chispa.
Creo que el fallo está en que el autor toca muchos temas de forma superficial pero no llega a profundizar en ninguno de ellos, como esas personas que empiezan cientos de pasatiempos y no terminan ninguno, dejándolo todo por medio, aunque ya sabéis que todo es relativo, y puede que yo no entienda el sentido del humor francés...
La novela es muy cortita y está dividida en 40 capítulos muy breves.
El protagonista es un escritor venido a menos, ha pasado tiempo desde la publicación de su último libro, "Hormigón armado", y parece que le han abandonado las musas; en resumidas cuentas, es un hombre normal y corriente sumido en una crisis personal, económica y profesional.
Cuando un productor se interesa por esa antigua obra suya para llevarla a la tv, eso propiciará que su vida de un giro radical.
De esa forma empieza para él la ventura de hacerse con un ejemplar de su novela, porque parece que todas las copias han desaparecido y el único lugar para conseguir una es en "Amazon".
Esa búsqueda, que se terminará convirtiendo en una misión imposible, nos llevará a lo que podríamos denominar como viaje iniciático, con situaciones adversas que le harán que cambie su forma de contemplar la vida.
La premisa de la que parte la historia, esa búsqueda del ejemplar perdido, me recordaba muchísimo a lo que se denomina como "el arma de Chejov"; este autor decía que "Si pones un arma en el primer capítulo es para que en algún momento sea disparada, no para que esté de adorno", es decir, todo lo que no resulte importante para la trama debe ser eliminado, porque de lo contrario parecerá mera paja, y eso es precisamente lo que ocurre aquí.
El famoso ejemplar solo hace avanzar el argumento al comienzo, parece un macguffin, una excusa argumental que luego no tiene ninguna importancia, porque todos terminan olvidándose de él y desaparece de escena de forma abrupta, como si Samuel Benchetrit se olvidase del motivo por el qué empezó el libro
A mí ese detalle me genera confusión, porque no sé si se olvida de él porque no sabe cómo continuar o simplemente porque le corre prisa acabar.
Como veis ha sido una historia que no me ha llegado a convencer, quizás porque esperaba bastante más de ella; es sencilla, pero también cargada de demasiados clichés y le falta ingenio.
Sobre el enigma que le lanza su hijo, es más de lo mismo:
«¿Qué le dice un padre esquimal a su hijo antes de que se lance a conocer el mundo?», como bien señalan en la sinopsis, esa pregunta se queda en el centro de la historia, por su sencillez, no creo que ningún lector haya tardado más de dos minutos en averiguar cuál es su solución...
Adicto a los cigarrillos y al alcohol, con alergia a las responsabilidades y en búsqueda constante de una inspiración que no llega… Así es el antihéroe encantador y tierno de Vuelve, al que sólo le queda agarrarse desesperadamente al único proyecto viable que tiene en el horizonte: la adaptación de uno de sus libros a serie de televisión. El problema es que el libro ya no está disponible y el productor en cuestión todavía tiene que leerlo.
El autor se lanza a una búsqueda desenfrenada por encontrar un ejemplar, que localiza en manos de una fan ya muy mayor que vive en una residencia de ancianos. Sin embargo, no cuenta con encontrarse con Suzanne, una bella enfermera con un tartamudeo adorable de la que se enamora inmediatamente. ¿Podría ser éste el final feliz de su historia? Antes tendrá que lidiar con una increíble serie de malentendidos con personajes que hubiera querido tener bien lejos y, sobre todo, deberá asumir la ausencia de su hijo, quien ha emprendido un largo viaje por el mundo y le lanza a su padre un enigma que queda en el centro de la historia y que tendrá que resolver necesariamente: «¿Qué le dice un padre esquimal a su hijo antes de que se lance a conocer el mundo?».
Una pequeña joya sobre un escritor en plena crisis creativa y la enternecedora historia sobre la relación con su hijo
Opinión:
Hoy vengo a hablaros de otra de esas novelas que una vez en mis manos se ha convertido en decepción; otra de esas historias en las que te sumerges con ilusión y terminas preguntándote dónde está esa genialidad de la que hablan por todos lados.
Vuelve, según nos indican en la sinopsis, es la historia de un escritor convertido en antihéroe al que perseguirán los malentendidos; con solo esos detalles da la sensación de que vamos a tener la carcajada asegurada, pero no es así, porque lo más interesante, lo más intenso que ocurre en la novela, está reflejado en la sinopsis.
Ha resultado ser una comedia demasiado ligera, una historia más del montón con un protagonista sencillo, quizás ahí reside la gracia, pero a mí me gustan las tramas más elaboradas y con más sustancia.
La resumiría como una obra a la que le cuesta coger ritmo, con un amago de volverse algo más interesante a la mitad, pero que al final le falta chispa.
Creo que el fallo está en que el autor toca muchos temas de forma superficial pero no llega a profundizar en ninguno de ellos, como esas personas que empiezan cientos de pasatiempos y no terminan ninguno, dejándolo todo por medio, aunque ya sabéis que todo es relativo, y puede que yo no entienda el sentido del humor francés...
La novela es muy cortita y está dividida en 40 capítulos muy breves.
El protagonista es un escritor venido a menos, ha pasado tiempo desde la publicación de su último libro, "Hormigón armado", y parece que le han abandonado las musas; en resumidas cuentas, es un hombre normal y corriente sumido en una crisis personal, económica y profesional.
Cuando un productor se interesa por esa antigua obra suya para llevarla a la tv, eso propiciará que su vida de un giro radical.
De esa forma empieza para él la ventura de hacerse con un ejemplar de su novela, porque parece que todas las copias han desaparecido y el único lugar para conseguir una es en "Amazon".
Esa búsqueda, que se terminará convirtiendo en una misión imposible, nos llevará a lo que podríamos denominar como viaje iniciático, con situaciones adversas que le harán que cambie su forma de contemplar la vida.
La premisa de la que parte la historia, esa búsqueda del ejemplar perdido, me recordaba muchísimo a lo que se denomina como "el arma de Chejov"; este autor decía que "Si pones un arma en el primer capítulo es para que en algún momento sea disparada, no para que esté de adorno", es decir, todo lo que no resulte importante para la trama debe ser eliminado, porque de lo contrario parecerá mera paja, y eso es precisamente lo que ocurre aquí.
El famoso ejemplar solo hace avanzar el argumento al comienzo, parece un macguffin, una excusa argumental que luego no tiene ninguna importancia, porque todos terminan olvidándose de él y desaparece de escena de forma abrupta, como si Samuel Benchetrit se olvidase del motivo por el qué empezó el libro
A mí ese detalle me genera confusión, porque no sé si se olvida de él porque no sabe cómo continuar o simplemente porque le corre prisa acabar.
Como veis ha sido una historia que no me ha llegado a convencer, quizás porque esperaba bastante más de ella; es sencilla, pero también cargada de demasiados clichés y le falta ingenio.
Sobre el enigma que le lanza su hijo, es más de lo mismo:
«¿Qué le dice un padre esquimal a su hijo antes de que se lance a conocer el mundo?», como bien señalan en la sinopsis, esa pregunta se queda en el centro de la historia, por su sencillez, no creo que ningún lector haya tardado más de dos minutos en averiguar cuál es su solución...
martes, 9 de abril de 2019
Crimen perfecto de Frederick Knott
Sinopsis:
Tony Wendice quiere asesinar a su esposa Margot para conseguir su dinero.
Para ello, chantajea a un antiguo conocido para que entre en la casa en su ausencia y estrangule a Margot cuando ella reciba una llamada telefónica.
Sin embargo, el plan falla, y es ella la que termina matando a su asesino.
Margot pasa de ser víctima, a ser sospechosa de asesinato.
Esta obra teatral escrita por el dramaturgo inglés Frederick Knott, fue estrenada en la BBC en 1952 y posteriormente en los escenarios londinenses y neoyorquinos.
Alfred Hitchcock la llevó al cine en 1954 con guión del propio Knott.
Opinión:
Hoy os traigo al blog otra de esas obras llevadas al cine por Alfred Hitchcock que parten de un trabajo literario; en esta ocasión es una obra de teatro muy breve, de tan solo 120 páginas, escrita por el dramaturgo Frederick Knott y cuya historia ya había saboreado las mieles del éxito en sus representaciones teatrales.
Seguro que el título os suena, Crimen perfecto.
Esta obra que rodaría en 1954 Alfred Hitchcock, aquí en España llegó a los cines bajo el título que ya conocéis, mientras que en otros lugares lo hizo como "M de muerte" o "La llamada fatal".
Hace muy poco, leyendo otra novela que giraba sobre crímenes se decía en ella que, "El crimen perfecto no es el que queda sin resolver, sino el que se resuelve con un culpable equivocado".
Esa definición puede ser acertada, pero como en toda premisa esa afirmación da pie a una discusión.
Yo creo que el crimen perfecto es aquel con tal grado de planificación que no deja indicios o rastros para dar con el criminal.
Se mire como se mire, ambas definiciones pueden resultar igual de válidas, pero antes de meternos en si el crimen perfecto es posible, creo que deberíamos tener en cuenta otros detalles.
El primero, para que haya un crimen tiene que haber un motivo...
Los motivos más frecuentes son el miedo, los celos, el dinero, la venganza o el instinto de protección, yo pienso que también se podría incluir el odio, pero supongo que ese sentimiento ya entraría dentro de la venganza.
Otro detalle indispensable para un crimen, es la víctima y el asesino, y por supuesto igual de importante resulta el modus operandi; sobre todo este conjunto, Agatha Christie podría darnos una clase magistral para contar con más detalles que a mí se me escapan.
Haciendo un breve resumen tenemos el: Quién mata y a Quién, el Modo y el Porqué; ahora solo nos queda meter estos ingredientes en una bolsa, agitarlos y esperar a que todo salga según lo previsto.
¿Pero qué ocurre?
Pues que esto puesto sobre el papel queda muy bonito.
En un libro, si su autor quiere que el asesino se vaya de rositas, se irá, nada se lo impide...
El autor sabe más que el narrador y que los personajes, y además cuenta con las casualidades y sus propias licencias.
Las cosas funcionan porque hasta el detalle más pequeño ocurre tal y cómo el autor lo planea; los personajes no responden al libre albedrío, son peones y se mueven al puesto que se les indica, cosa que en la vida real no sucedería así, porque hay factores externos con los cuales no se puede contar. Con esto lo que quiero decir es que desconozco si en la vida real existiría el crimen perfecto, de lo que sí estoy segura es que en el papel sí que existe, siempre y cuando el autor así lo desee.
En esta historia vamos a encontrarnos todo lo citado hasta el momento, lo que ocurre es que se dan a la vez varias situaciones de las expuestas.
La organización del crimen es en un principio, perfecta, pero parece que el autor no las tiene todas consigo, y en un momento crítico decide cambiar de opinión y prescinde de matar a la mujer, que era el fin de esta historia, dando un giro radical a la trama.
¿Cómo lo hace? muy sencillo, sacándose un as de la manga y metiendo en la escena un elemento con el que hasta entonces no habíamos contado, ni el asesino ni nosotros los lectores.
Todo esto en lo que se refiere a la trama, un argumento que nos han explotado hasta la saciedad, explicándonos cada uno de los detalles, por lo que creo que no habré metido ningún spoiler.
La obra teatral se divide en tres actos y aunque se trata de una obra policíaca, lo cierto es que el detective tiene muy poco protagonismo, siendo las escenas en las que interviene muy breves, aunque eso sí, determinantes.
Respecto a los personajes tengo que decir que están muy poco definidos.
Al tratarse de una obra de teatro, el autor se vale de su presencia, del modo en que se mueven por el escenario y de su tono, de la forma de interpretar los diálogos, y eso es bastante para hacernos una idea completa de como son en realidad.
Y con esto doy casi por terminada la reseña, solo me queda hablaros sobre las películas...
Si alguno de vosotros ha tenido la suerte de ver la versión hecha por Hitchcock de esta obra, con Grace Kelly y Ray Milland como protagonistas, y también la que se hizo posteriormente en 1998 con Gwyneth Paltrow y Michael Douglas, veréis tras leer el libro que la que mejor se adapta a la obra teatral es la primera. La película de 1998 es un remake, una nueva versión de la película y pierde parte de la esencia que Hitchcock logró conservar ajustándose a la obra de Frederick Knott.
Por cierto... Hitchcock trató este mismo tema del Crimen perfecto cuando realizo Extraños en un tren, obra de Patricia Highsmith; aunque la película no está nada mal, hay que reconocer que la novela es mucho mejor, ya que Hitchcock se tomó demasiadas licencias, alterando en exceso la obra original.
Tony Wendice quiere asesinar a su esposa Margot para conseguir su dinero.
Para ello, chantajea a un antiguo conocido para que entre en la casa en su ausencia y estrangule a Margot cuando ella reciba una llamada telefónica.
Sin embargo, el plan falla, y es ella la que termina matando a su asesino.
Margot pasa de ser víctima, a ser sospechosa de asesinato.
Esta obra teatral escrita por el dramaturgo inglés Frederick Knott, fue estrenada en la BBC en 1952 y posteriormente en los escenarios londinenses y neoyorquinos.
Alfred Hitchcock la llevó al cine en 1954 con guión del propio Knott.
Opinión:
Hoy os traigo al blog otra de esas obras llevadas al cine por Alfred Hitchcock que parten de un trabajo literario; en esta ocasión es una obra de teatro muy breve, de tan solo 120 páginas, escrita por el dramaturgo Frederick Knott y cuya historia ya había saboreado las mieles del éxito en sus representaciones teatrales.
Seguro que el título os suena, Crimen perfecto.
Esta obra que rodaría en 1954 Alfred Hitchcock, aquí en España llegó a los cines bajo el título que ya conocéis, mientras que en otros lugares lo hizo como "M de muerte" o "La llamada fatal".
Hace muy poco, leyendo otra novela que giraba sobre crímenes se decía en ella que, "El crimen perfecto no es el que queda sin resolver, sino el que se resuelve con un culpable equivocado".
Esa definición puede ser acertada, pero como en toda premisa esa afirmación da pie a una discusión.
Yo creo que el crimen perfecto es aquel con tal grado de planificación que no deja indicios o rastros para dar con el criminal.
Se mire como se mire, ambas definiciones pueden resultar igual de válidas, pero antes de meternos en si el crimen perfecto es posible, creo que deberíamos tener en cuenta otros detalles.
El primero, para que haya un crimen tiene que haber un motivo...
Los motivos más frecuentes son el miedo, los celos, el dinero, la venganza o el instinto de protección, yo pienso que también se podría incluir el odio, pero supongo que ese sentimiento ya entraría dentro de la venganza.
Otro detalle indispensable para un crimen, es la víctima y el asesino, y por supuesto igual de importante resulta el modus operandi; sobre todo este conjunto, Agatha Christie podría darnos una clase magistral para contar con más detalles que a mí se me escapan.
Haciendo un breve resumen tenemos el: Quién mata y a Quién, el Modo y el Porqué; ahora solo nos queda meter estos ingredientes en una bolsa, agitarlos y esperar a que todo salga según lo previsto.
¿Pero qué ocurre?
Pues que esto puesto sobre el papel queda muy bonito.
En un libro, si su autor quiere que el asesino se vaya de rositas, se irá, nada se lo impide...
El autor sabe más que el narrador y que los personajes, y además cuenta con las casualidades y sus propias licencias.
Las cosas funcionan porque hasta el detalle más pequeño ocurre tal y cómo el autor lo planea; los personajes no responden al libre albedrío, son peones y se mueven al puesto que se les indica, cosa que en la vida real no sucedería así, porque hay factores externos con los cuales no se puede contar. Con esto lo que quiero decir es que desconozco si en la vida real existiría el crimen perfecto, de lo que sí estoy segura es que en el papel sí que existe, siempre y cuando el autor así lo desee.
En esta historia vamos a encontrarnos todo lo citado hasta el momento, lo que ocurre es que se dan a la vez varias situaciones de las expuestas.
La organización del crimen es en un principio, perfecta, pero parece que el autor no las tiene todas consigo, y en un momento crítico decide cambiar de opinión y prescinde de matar a la mujer, que era el fin de esta historia, dando un giro radical a la trama.
¿Cómo lo hace? muy sencillo, sacándose un as de la manga y metiendo en la escena un elemento con el que hasta entonces no habíamos contado, ni el asesino ni nosotros los lectores.
Todo esto en lo que se refiere a la trama, un argumento que nos han explotado hasta la saciedad, explicándonos cada uno de los detalles, por lo que creo que no habré metido ningún spoiler.
La obra teatral se divide en tres actos y aunque se trata de una obra policíaca, lo cierto es que el detective tiene muy poco protagonismo, siendo las escenas en las que interviene muy breves, aunque eso sí, determinantes.
Respecto a los personajes tengo que decir que están muy poco definidos.
Al tratarse de una obra de teatro, el autor se vale de su presencia, del modo en que se mueven por el escenario y de su tono, de la forma de interpretar los diálogos, y eso es bastante para hacernos una idea completa de como son en realidad.
Y con esto doy casi por terminada la reseña, solo me queda hablaros sobre las películas...
Si alguno de vosotros ha tenido la suerte de ver la versión hecha por Hitchcock de esta obra, con Grace Kelly y Ray Milland como protagonistas, y también la que se hizo posteriormente en 1998 con Gwyneth Paltrow y Michael Douglas, veréis tras leer el libro que la que mejor se adapta a la obra teatral es la primera. La película de 1998 es un remake, una nueva versión de la película y pierde parte de la esencia que Hitchcock logró conservar ajustándose a la obra de Frederick Knott.
Por cierto... Hitchcock trató este mismo tema del Crimen perfecto cuando realizo Extraños en un tren, obra de Patricia Highsmith; aunque la película no está nada mal, hay que reconocer que la novela es mucho mejor, ya que Hitchcock se tomó demasiadas licencias, alterando en exceso la obra original.
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Frederick Knott,
Novela Policíaca,
Teatro
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