El caso de la mano perdida (Sargento Carmelo Domínguez 01)
Sinopsis:
Allá por los años cincuenta del siglo pasado en el sur de España, en plena Sierra Morena, una mano seccionada es encontrada por una pareja de la Guardia Civil en el monte, cerca de la pequeña localidad de Santa Honorata. Se hará cargo de la investigación el peculiar jefe de puesto, el sargento Carmelo Domínguez, cuyos singulares métodos y extraordinaria suspicacia despiertan admiración, miedo y rechazo a partes iguales; Carmelo aborrece los problemas, y estos no han hecho más que empezar. Mientras todo el pueblo, incluyendo sus subordinados y los mandatarios locales, está centrado en la próxima visita del caudillo de España a este rincón de Sierra Morena, el sargento hechizado, como es conocido Carmelo en los alrededores, intentará solucionar un caso con raíces más antiguas y oscuras de lo que nadie, excepto quizás él, pudo prever.El caso de la mano perdida es, entre otras cosas, el retrato de un pequeño pueblo de fines de la posguerra. Asomándonos a esta ventana descubriremos la vida de sus habitantes, los oficios que desempeñaban, sus sueños y también sus pesadillas. Y todo esto contado desde los raros ojos de un sargento de la Guardia Civil y con el telón de fondo de las ambiciones y los rencores de sus agentes, la abnegación de sus mujeres y la disciplina castrense de la casa-cuartel en la que malvivían.
Opinión: El caso de la mano perdida (Sargento Carmelo Domínguez 01)
No soy muy dada a leer novelas ambientas en nuestra posguerra. Ese marco narrativo que abarca desde la Guerra Civil hasta la llegada de la democracia, no es que me agrade mucho. No lo viví, pero mi generación ha oído hablar de ello hasta la saciedad; opiniones de lo más diversas que poco a poco van consiguiendo que no solamente te crees una opinión propia, sino que además, terminemos cansándonos de oír siempre hablar del mismo rollo y de ver como unos a otros se faltan y reprochan siempre la misma historia.
Memoria histórica tienen ambos bandos y por lo que hay que luchar es porque esa irracionalidad, esa lucha absurda que no obedece a la razón, esos radicalismos que nos llevaron a una guerra, no nos hagan caer por tropezar una y otra vez en la misma piedra; hay que intentar por todos los medios que la Historia no se repita, porque de lo que sí estoy convencida, es que esa guerra que enfrentó a hermanos contra hermanos, donde no solo hubo vencedores y vencidos, trajo muchas desigualdades que hicieron que toda la sociedad retrocediese en el tiempo y permaneciésemos aislados del resto de Europa.
Las consecuencias fueron muchas y los primeros años tras finalizarse fueron más duros que la propia guerra, había mucho miedo, mucha hambre y una discriminación que persiguió a la población marcada por la derrota.
Aún así, reconozco que en los últimos meses, me han llegado novelas ambientadas en esa época, que retratan fielmente la sociedad, tratando esos temas con mucho respeto y que realmente me han parecido muy interesantes, han despertado en mí la curiosidad y frenado esa reticencia inicial que tenía sobre ese duro periodo de nuestra Historia.
Esta novela en concreto, de la que hoy voy a hablaros, me la recomendó un gran amigo de este blog y colaborador de la editorial Sinerrata, Javi de Ríos; recuerdo que sus palabras fueron, a mí este autor me apasiona, si te la envío y comienzas a leer, no vas a poder parar.
Ahora puedo confirmarlo, todo lo dicho es cierto; sucumbí por curiosidad, osé leer las primeras páginas y ya no pude parar hasta terminarlo. Tenía una enorme lista de libros pendientes, y el Sargento Carmelo de forma subrepticia, haciendo uso de malas artes, se hizo un hueco en ella nada más llegar.
El Sargento de la Guardia Civil, Carmelo Domínguez, es un personaje muy peculiar que engancha al lector por su forma de ser.
Es un tipo raro; dotado de un sexto sentido, de un fino olfato que le hace llevar las investigaciones de forma extraña y resolverlas de forma asombrosa; de mirada ambigua, ya que tiene un ojo de cada color y dependiendo al que mires te transmite una sensación u otra; campechano, con un irónico sentido del humor e incluso en algunos momentos podríamos decir que le embarga el sopor y la desidia.
Aún así, como os digo, es alguien con el que el lector empatiza nada más comenzar la lectura.
Fernando Roye, nos ofrece una novela rural de género negro, ambientada en la España de los años 50.
El lugar elegido para desarrollar la trama, es el pequeño pueblo ficticio de Santa Honorata ubicado en plena Sierra Morena. Ese pueblo, donde todos se conocen, se convierte en el escenario de un extraño hallazgo, una mano amputada.
El Sargento Carmelo se hace al frente de la investigación, con la susodicha mano siempre a cuestas, y mientras las primeras pesquisas comienzan a dar su fruto, otro acontecimiento relevante alterará la vida tanto de los habitantes del pueblo, como de los que viven en el pequeño cuartel de la Guardia Civil.
El Caudillo, gran amante de las cacerías, es invitado en una finca de la zona, por lo que el pequeño puesto de la Benemérita deberá ultimar también los detalles para que la seguridad de tan insigne e incomodo visitante, no se vea afectada.
El argumento es muy sencillo pero al mismo tiempo destaca por su originalidad.
Los personajes enganchan, desde los protagonistas hasta los secundarios que están muy bien descritos. En este punto no puedo olvidarme de citar un detalle, Carmelo, nuestro sargento cuenta un personaje rival, un antagonista que hará que la trama se complique y con ello favorezca el suspense.
La literatura, la novela policíaca también se hace un hueco en este libro y está representada por un joven Guardia Civil, el agente Viedma, un apasionado del género que va siempre cargado con una novela. Otro personaje muy curioso, que unido al Sargento Carmelo forman una pareja un tanto dispar, podría decir que a lo Sherlock Holmes y Watson, pero no se por qué motivo me viene a la cabeza otra pareja mas extravagante, el Gordo y el Flaco...
Para terminar solo me queda insistir en la perfecta ambientación que nos regala con ese estilo costumbrista que nos hará retroceder en el tiempo.
El único fallo o detalle que me llama poderosamente la atención, la pega jocosa de la novela, es entorno a la famosa mano que Carmelo custodia a lo largo de toda la obra...
Los días pasan... y esa mano, sin conservarse adecuadamente tiene que echar un tufo asombroso, y eso que yo no soy una experta en manos amputadas; lo cierto es que la mano, es un elemento que dará mucho de sí.
Espacio sobre libros y opiniones, difusión y fomento de la lectura. El lugar donde los libros son los protagonistas.
jueves, 26 de enero de 2017
jueves, 19 de enero de 2017
Los olvidados de Filipinas de Lorenzo Mediano
Sinopsis:
1898: El imperio español se ha desmoronado y las tropas derrotadas regresan a la Península. Pero en Filipinas quedan miles de soldados prisioneros en la jungla, olvidados por su gobierno. Entre ellos, cinco oficiales y un soldado anarquista que tratan de alcanzar por sí mismos la libertad.
Aventuras, emboscadas, piratas joloanos, caníbales cortadores de cabezas, brujas del antig-antig, cargas de la caballería de los Estados Unidos, persecuciones, tesoros robados... Son incontables las peripecias en que se verán envueltos los seis protagonistas; hombres de acción que también son hombres que aman: a una princesa tagala, a una joven andaluza, a una esposa desesperada...
Hechos verídicos y apasionantes, novelados por el nieto de uno de los personajes; y como telón de fondo, la oculta traición del gobierno, mantenida en secreto hasta nuestros días.
Opinión:
En los últimos meses os he hablado en varias ocasiones de este escritor, Lorenzo Mediano.
En esta ocasión os voy a comentar otra de sus novelas, publicada en 2001, pero cuyo argumento se aleja de las reseñadas con anterioridad.
Dejamos de lado el Pirineo Aragonés y retrocedemos en el tiempo, justo hasta 1898.
Esta obra se trata de un homenaje a su abuelo, Mariano Mediano, una historia que como el mismo nos indica al final de la obra, es fruto de un intenso trabajo de documentación no solo de él, sino también del resto de nietos, que poco a poco han ido recabando información, para cubrir los vacíos que existían entorno a su abuelo y ¿por qué no? también, alrededor de unos acontecimientos olvidados en el tiempo y de un pequeño grupo de héroes anónimos, en concreto seis, a los que con su investigación consiguen darles nombre y reconstruir una pequeña parte de su vida.
Lorenzo Mediano, tiene una prosa muy cuidada, pero lo que más destaca, es la forma de transportar al lector, la claridad con la que nos sumerge en los hechos. Esos hechos que narra, infames y duros, terminan convirtiéndose en una excepcional novela de aventuras.
Así que me permito el lujo de dejar de hablar de Mediano, y centro la total atención de esta reseña en los acontecimientos históricos, ahora os explicaré el motivo.
Es cierto que esta obra habla de mucho más, todos los personajes reales, nuestros protagonistas, arrastran una historia en la que seremos partícipes, sufriremos y reiremos con ellos, porque algunos tienen un sentido del humor, admirable que nos arrancará más de una carcajada.
Pero no quiero hablar de ellos, quiero que los conozcáis por vosotros mismos, leyendo esta obra, lo que considero que sería rendirles un gran homenaje, ese que no tuvieron a su regreso.
Quiero centrar la reseña en la Historia y en los acontecimientos que la componen, porque lo que esos hombres sufrieron, no debe pasar al olvido.
El 15 de febrero de ese 1898, el crucero de E.E.U.U "Maine", ardió en un confuso accidente, convirtiéndose en el pretexto perfecto para que Estados Unidos declarase la guerra a España.
Ese enfrentamiento, supuso para España la pérdida de la isla de Cuba y a continuación Puerto Rico, estas dos en el Caribe; y en el Pacífico, Filipinas y Guam.
1898 pasaba a convertirse en un año catastrófico para la Corona española; podríamos denominarlo como Annus horribilis.
El Imperio español tocaba a su fin, se desmoronaba a pasos agigantados y la célebre frase de que El sol nunca se ponía en nuestro Imperio, carecía ya de toda lógica.
Mientras la mayoría de nuestras tropas iban regresando a España, en Filipinas, quedaron miles de soldados prisioneros en la jungla, olvidados por su gobierno.
Hasta aquí, todo es Historia, lo hemos oído repetir cientos de veces, pero hay una parte de esa historia, que no es tan conocida...
España todavía era un Imperio y el pueblo, se sentía orgulloso de los míseros retazos de colonias sobre los que aún ondeaba la enseña hispana, lo que desconocían, era el atajo de burócratas que desde el gobierno decidían el rumbo de los que allí se jugaban la vida.
Las arcas públicas estaban vacías y las colonias suponían un gasto enorme.
Una guerra contra Estados Unidos, supondría un gran desembolso que embargaría más aún esas arcas del reino, por lo tanto, el gobierno español en pleno, trataba de deshacerse de sus colonias lo más pronto posible, sin demasiada sangre ni estruendo, por decirlo de alguna forma, deshacerse de ellas con discreción...
Estaréis conmigo en que resultar vencido no constituye ningún deshonor, ya que incluso en la derrota, se puede guardar la dignidad, pero... ¿cómo rendirse cuándo España estaba llena de patriotas que gritaban por las calles, pidiendo enfrentarse a E.E.U.U?
La mejor solución de ese gobierno, para evitar que les llamasen cobardes su propio pueblo, era aceptar la guerra pero ordenando a los altos mandos que se dejasen derrotar rápidamente y sin muchas bajas.
Los altos mandos militares, serían juzgados por la deshonrosa derrota; tan solo caerían un par de cabezas de turco, leales a la corona, un daño menor pero suficiente para acallar la voz de los ciudadanos españoles de a pie.
Con lo sencillo que habría sido decir... ¡Adiós señores nos vamos! Retornamos o traspasamos la soberanía, el gobierno de estas ciudades, plazas o colonias, a sus verdaderos propietarios... ¡Pero no! eso era algo impensable, y que el orgullo español impedía...
La guerra con Estados Unidos finaliza en diciembre tras la venta de Filipinas a los Estados Unidos.
A continuación se declara la guerra entre E.E.U.U y la colonia.
9.159 soldados españoles, que habían quedado dispersos entre las guarniciones del interior ahora se hallan cautivos de los insurrectos.
Como ya habréis adivinado, entre esos españoles se encontraba Mariano Mediano, el abuelo de Lorenzo, destinado junto con otro grupo de valientes para proteger la plaza de Tayabas. El enemigo al que se enfrentaban desaparecía tan pronto como entreveían el estandarte del batallón; la malaria, la disentería y el agotamiento por las largas caminatas eran otros de los enemigos que les acechaban en la selva, pero nada igualaba al dolor de saberse abandonados por su propio país.
En julio de 1899, concluye oficialmente la repatriación de soldados españoles, son los conocidos por "Los últimos de Filipinas", esos héroes que resistieron durante todo un año de asedio en "El Baler". Pero lamentablemente, quedan más españoles en la jungla... unos 6.000.
El 24 de enero de 1900, 975 prisioneros españoles liberados por los norteamericanos, embarcaron en el "Isla de Panay". Ellos eran los verdaderos "Últimos de Filipinas", entre ellos iban nuestros protagonistas.
A esos hombres no les esperaba ningún recibimiento triunfal.
Volvían como perdedores, abandonados y olvidados.
Y es que pocos discursos reciben a los vencidos... Los políticos, esos expertos buscadores del beneficio propio, no querían verse asociados a una guerra que había resultado improductiva y al final impopular.
18 integrantes de este último grupo, prefirieron quedarse en Filipinas a enfrentarse a una Patria que les había abandonado...
1898: El imperio español se ha desmoronado y las tropas derrotadas regresan a la Península. Pero en Filipinas quedan miles de soldados prisioneros en la jungla, olvidados por su gobierno. Entre ellos, cinco oficiales y un soldado anarquista que tratan de alcanzar por sí mismos la libertad.
Aventuras, emboscadas, piratas joloanos, caníbales cortadores de cabezas, brujas del antig-antig, cargas de la caballería de los Estados Unidos, persecuciones, tesoros robados... Son incontables las peripecias en que se verán envueltos los seis protagonistas; hombres de acción que también son hombres que aman: a una princesa tagala, a una joven andaluza, a una esposa desesperada...
Hechos verídicos y apasionantes, novelados por el nieto de uno de los personajes; y como telón de fondo, la oculta traición del gobierno, mantenida en secreto hasta nuestros días.
Opinión:
En los últimos meses os he hablado en varias ocasiones de este escritor, Lorenzo Mediano.
En esta ocasión os voy a comentar otra de sus novelas, publicada en 2001, pero cuyo argumento se aleja de las reseñadas con anterioridad.
Dejamos de lado el Pirineo Aragonés y retrocedemos en el tiempo, justo hasta 1898.
Esta obra se trata de un homenaje a su abuelo, Mariano Mediano, una historia que como el mismo nos indica al final de la obra, es fruto de un intenso trabajo de documentación no solo de él, sino también del resto de nietos, que poco a poco han ido recabando información, para cubrir los vacíos que existían entorno a su abuelo y ¿por qué no? también, alrededor de unos acontecimientos olvidados en el tiempo y de un pequeño grupo de héroes anónimos, en concreto seis, a los que con su investigación consiguen darles nombre y reconstruir una pequeña parte de su vida.
Lorenzo Mediano, tiene una prosa muy cuidada, pero lo que más destaca, es la forma de transportar al lector, la claridad con la que nos sumerge en los hechos. Esos hechos que narra, infames y duros, terminan convirtiéndose en una excepcional novela de aventuras.
Así que me permito el lujo de dejar de hablar de Mediano, y centro la total atención de esta reseña en los acontecimientos históricos, ahora os explicaré el motivo.
Es cierto que esta obra habla de mucho más, todos los personajes reales, nuestros protagonistas, arrastran una historia en la que seremos partícipes, sufriremos y reiremos con ellos, porque algunos tienen un sentido del humor, admirable que nos arrancará más de una carcajada.
Pero no quiero hablar de ellos, quiero que los conozcáis por vosotros mismos, leyendo esta obra, lo que considero que sería rendirles un gran homenaje, ese que no tuvieron a su regreso.
Quiero centrar la reseña en la Historia y en los acontecimientos que la componen, porque lo que esos hombres sufrieron, no debe pasar al olvido.
El 15 de febrero de ese 1898, el crucero de E.E.U.U "Maine", ardió en un confuso accidente, convirtiéndose en el pretexto perfecto para que Estados Unidos declarase la guerra a España.
Ese enfrentamiento, supuso para España la pérdida de la isla de Cuba y a continuación Puerto Rico, estas dos en el Caribe; y en el Pacífico, Filipinas y Guam.
1898 pasaba a convertirse en un año catastrófico para la Corona española; podríamos denominarlo como Annus horribilis.
El Imperio español tocaba a su fin, se desmoronaba a pasos agigantados y la célebre frase de que El sol nunca se ponía en nuestro Imperio, carecía ya de toda lógica.
Mientras la mayoría de nuestras tropas iban regresando a España, en Filipinas, quedaron miles de soldados prisioneros en la jungla, olvidados por su gobierno.
España todavía era un Imperio y el pueblo, se sentía orgulloso de los míseros retazos de colonias sobre los que aún ondeaba la enseña hispana, lo que desconocían, era el atajo de burócratas que desde el gobierno decidían el rumbo de los que allí se jugaban la vida.
Las arcas públicas estaban vacías y las colonias suponían un gasto enorme.
Una guerra contra Estados Unidos, supondría un gran desembolso que embargaría más aún esas arcas del reino, por lo tanto, el gobierno español en pleno, trataba de deshacerse de sus colonias lo más pronto posible, sin demasiada sangre ni estruendo, por decirlo de alguna forma, deshacerse de ellas con discreción...
Estaréis conmigo en que resultar vencido no constituye ningún deshonor, ya que incluso en la derrota, se puede guardar la dignidad, pero... ¿cómo rendirse cuándo España estaba llena de patriotas que gritaban por las calles, pidiendo enfrentarse a E.E.U.U?
La mejor solución de ese gobierno, para evitar que les llamasen cobardes su propio pueblo, era aceptar la guerra pero ordenando a los altos mandos que se dejasen derrotar rápidamente y sin muchas bajas.
Los altos mandos militares, serían juzgados por la deshonrosa derrota; tan solo caerían un par de cabezas de turco, leales a la corona, un daño menor pero suficiente para acallar la voz de los ciudadanos españoles de a pie.
Con lo sencillo que habría sido decir... ¡Adiós señores nos vamos! Retornamos o traspasamos la soberanía, el gobierno de estas ciudades, plazas o colonias, a sus verdaderos propietarios... ¡Pero no! eso era algo impensable, y que el orgullo español impedía...
La guerra con Estados Unidos finaliza en diciembre tras la venta de Filipinas a los Estados Unidos.
A continuación se declara la guerra entre E.E.U.U y la colonia.
9.159 soldados españoles, que habían quedado dispersos entre las guarniciones del interior ahora se hallan cautivos de los insurrectos.
Como ya habréis adivinado, entre esos españoles se encontraba Mariano Mediano, el abuelo de Lorenzo, destinado junto con otro grupo de valientes para proteger la plaza de Tayabas. El enemigo al que se enfrentaban desaparecía tan pronto como entreveían el estandarte del batallón; la malaria, la disentería y el agotamiento por las largas caminatas eran otros de los enemigos que les acechaban en la selva, pero nada igualaba al dolor de saberse abandonados por su propio país.
En julio de 1899, concluye oficialmente la repatriación de soldados españoles, son los conocidos por "Los últimos de Filipinas", esos héroes que resistieron durante todo un año de asedio en "El Baler". Pero lamentablemente, quedan más españoles en la jungla... unos 6.000.
El 24 de enero de 1900, 975 prisioneros españoles liberados por los norteamericanos, embarcaron en el "Isla de Panay". Ellos eran los verdaderos "Últimos de Filipinas", entre ellos iban nuestros protagonistas.
A esos hombres no les esperaba ningún recibimiento triunfal.
Volvían como perdedores, abandonados y olvidados.
Y es que pocos discursos reciben a los vencidos... Los políticos, esos expertos buscadores del beneficio propio, no querían verse asociados a una guerra que había resultado improductiva y al final impopular.
Etiquetas:
Lorenzo Mediano,
Novela Histórica
jueves, 12 de enero de 2017
Manuscrito de piedra de Luis García Jambrina
El manuscrito de piedra (Saga Fernando de Rojas 01)
Sinopsis:
A finales del siglo XV, el converso Fernando de Rojas, estudiante de Leyes en la Universidad de Salamanca, deberá investigar el asesinato de un catedrático de Teología. Así comienza una compleja trama en la que se entremezclan la situación de los judíos y conversos, los conflictos políticos y religiosos, las pasiones desatadas y heterodoxas, el emergente Humanismo, la Salamanca oculta y subterránea y la Historia y la leyenda de una ciudad fascinante en una época de agitación y cambio; es el paso de la Edad Media al Renacimiento.
El manuscrito de piedra es algo más que una novela histórica de intriga. Una novela apasionante narrada con gran viveza y agilidad y grandes dosis de inteligencia e ironía.
Sin duda, el motivo principal que me empujó a leer esta novela, fue saber que su protagonista era Fernando de Rojas, el gran dramaturgo español autor de la célebre Celestina.
Y pensaréis ¿Cual es el motivo por el que le puede atraer tanto un escritor del medievo al que al fin y al cabo solo se le conoce una obra?
Pues sencillo, porque de no haber existido Miguel de Cervantes o no haber escrito, El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, considerado como la mejor obra de la Literatura Universal, ahora estaríamos hablando de La Celestina, como la obra cumbre de la literatura española por varios motivos: por la perfección de la lengua empleada, por su gran realismo y por su estructura sobresaliente, tanto estética como dramática. Una gran obra con la que en la Literatura española se ponía fin a la Edad Media y donde se encontraban dos mundos, el mundo ideal o Renacentista que se abría paso, reflejado en el comportamiento de los jóvenes enamorados, y el mundo real, aún presente, que retrataban los criados y Celestina.
En la obra de Fernando de Rojas, observamos como se pierde la vocación moralista tan presente en las obras del medievo y el papel de las mujeres se convierte en principal. Aunque Celestina no es la protagonista, podemos ver como tanto ella como Melibea, abandonan el papel pasivo de las féminas en la Edad Media y adoptan un papel más activo, donde ellas toman sus propias decisiones asumiendo el riesgo y las repercusiones.
Como veis, no podía hablar de Fernando de Rojas, sin hacer una pequeña mención a uno de nuestros grandes clásicos... por lo que tras ello, paso a hablar de la novela real, El manuscrito de piedra de Luis García Jambrina.
Salamanca y su ambiente universitario, son los escenarios en los que se desarrolla la trama de esta novela.
Luis García Jambrina crea un argumento entretenido, donde nuestro joven estudiante se irá cruzando con personajes históricos a la vez que intenta resolver un complicado caso de asesinato.
Su condición de converso le implica de forma directa en la investigación e influye en esta historia tanto como en el argumento de La Celestina, que años después vería la luz, ya que según dicen los entendidos, esa falta de fe justificaría el pesimismo que encontramos en la que fuese su única obra.
Pero entremos en detalles.
Fernando deberá investigar el asesinato de Fray Tomás, un catedrático de Teología.
Debido a la gran fama que le persigue, ya que tiempo atrás ayudo al maestrescuela a encontrar a los autores de varios robos ocurridos en la Universidad de Salamanca, Rojas se ha granjeado la estima de algunos miembros del claustro.
De esta forma, se ve convertido en familiar supernumerario del Santo oficio, con atribuciones para investigar, lo que supone el reconocimiento definitivo de limpieza de sangre para él y su familia. De negarse a ello, corre el riesgo de poner en entredicho su nueva condición de cristiano, lo que supondría para su familia, tener de nuevo encima a la Santa Inquisición.
Según va avanzando en la investigación, Rojas va descubriendo algunas sombras en la vida del Teólogo. Un hombre que empleaba la Cátedra como púlpito para defender la que el consideraba como verdadera doctrina y clamar justicia contra herejes, brujas y conversos.
Como podéis comprobar, la incansable persecución que sufrieron los judíos conversos por parte del Santo Oficio, es uno de los temas recurrentes que más encontramos en esta narración y que el autor refleja de forma muy acertada.
Nosotros, como testigos y lectores, podemos llegar a encontrarle parte de lógica a esa persecución aberrante, aunque no compartamos la idea, ya que los familiares del Santo oficio no cobraban por su trabajo. Los principales bienes de la Santa Inquisición eran los propios herejes, ya que según decían las malas lenguas... Si no quemaban, no comían, por lo tanto, si decidían no quemar al menos podían comerciar con la vida y la libertad de los detenidos, y esa era la situación de muchos de esos pesquisidores que estaban dispuestos a dejarse corromper, siempre y cuando eso no los privase de un beneficio mayor.
Luis García Jambrina, en algunos momentos, acompaña a su protagonista, Fernando de Rojas con otro personaje en el cual recae toda la atención del lector.
Ese personaje, al que yo habría dado mayor protagonismo, es fray Antonio, un herbolario con un fino sentido del humor y cuyas reflexiones harían sonrojar al más intransigente de los Inquisidores.
A lo largo de la novela nos encontramos con numerosas situaciones que nos llevan a recordar inevitablemente pasajes de La Tragicomedia de Calisto y Melibea (La Celestina). Los autores, de todas las épocas, siempre han retratado la realidad, y quizás de esa forma, Luis García Jambrina, tomando esas situaciones de la obra de Rojas, intenta rellenar todos los vacíos que existen entorno a este dramaturgo que vivió a caballo entre los siglos XV y XVI.
También, en el tramo final de la novela, las menciones hacia La divina comedia son constantes, y nuestro joven estudiante de Leyes al igual que Dante, iniciará también su propio descenso a los infiernos.
La obra aunque no redonda, sí me ha dejado un muy buen sabor de boca.
La recreación es perfecta, el comportamiento de los personajes acorde, y esa mezcla de leyendas, de historia, de ficción e intriga, sumada a los constantes guiños hacía la obra de La Celestina, hacen que el lector se recree de forma amena en un escenario único, en una ciudad que veía como la Edad Media, con todas sus sombras, se alejaba dando sus últimos pasos. Una nueva luz surgía en el horizonte y llegaba de manos del Renacimiento.
Sinopsis:
A finales del siglo XV, el converso Fernando de Rojas, estudiante de Leyes en la Universidad de Salamanca, deberá investigar el asesinato de un catedrático de Teología. Así comienza una compleja trama en la que se entremezclan la situación de los judíos y conversos, los conflictos políticos y religiosos, las pasiones desatadas y heterodoxas, el emergente Humanismo, la Salamanca oculta y subterránea y la Historia y la leyenda de una ciudad fascinante en una época de agitación y cambio; es el paso de la Edad Media al Renacimiento.
El manuscrito de piedra es algo más que una novela histórica de intriga. Una novela apasionante narrada con gran viveza y agilidad y grandes dosis de inteligencia e ironía.
Opinión: El manuscrito de piedra (Saga Fernando de Rojas 01)
Sin duda, el motivo principal que me empujó a leer esta novela, fue saber que su protagonista era Fernando de Rojas, el gran dramaturgo español autor de la célebre Celestina.
Y pensaréis ¿Cual es el motivo por el que le puede atraer tanto un escritor del medievo al que al fin y al cabo solo se le conoce una obra?
Pues sencillo, porque de no haber existido Miguel de Cervantes o no haber escrito, El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, considerado como la mejor obra de la Literatura Universal, ahora estaríamos hablando de La Celestina, como la obra cumbre de la literatura española por varios motivos: por la perfección de la lengua empleada, por su gran realismo y por su estructura sobresaliente, tanto estética como dramática. Una gran obra con la que en la Literatura española se ponía fin a la Edad Media y donde se encontraban dos mundos, el mundo ideal o Renacentista que se abría paso, reflejado en el comportamiento de los jóvenes enamorados, y el mundo real, aún presente, que retrataban los criados y Celestina.
En la obra de Fernando de Rojas, observamos como se pierde la vocación moralista tan presente en las obras del medievo y el papel de las mujeres se convierte en principal. Aunque Celestina no es la protagonista, podemos ver como tanto ella como Melibea, abandonan el papel pasivo de las féminas en la Edad Media y adoptan un papel más activo, donde ellas toman sus propias decisiones asumiendo el riesgo y las repercusiones.
Como veis, no podía hablar de Fernando de Rojas, sin hacer una pequeña mención a uno de nuestros grandes clásicos... por lo que tras ello, paso a hablar de la novela real, El manuscrito de piedra de Luis García Jambrina.
Salamanca y su ambiente universitario, son los escenarios en los que se desarrolla la trama de esta novela.
Luis García Jambrina crea un argumento entretenido, donde nuestro joven estudiante se irá cruzando con personajes históricos a la vez que intenta resolver un complicado caso de asesinato.
Su condición de converso le implica de forma directa en la investigación e influye en esta historia tanto como en el argumento de La Celestina, que años después vería la luz, ya que según dicen los entendidos, esa falta de fe justificaría el pesimismo que encontramos en la que fuese su única obra.
Pero entremos en detalles.
Fernando deberá investigar el asesinato de Fray Tomás, un catedrático de Teología.
Debido a la gran fama que le persigue, ya que tiempo atrás ayudo al maestrescuela a encontrar a los autores de varios robos ocurridos en la Universidad de Salamanca, Rojas se ha granjeado la estima de algunos miembros del claustro.
De esta forma, se ve convertido en familiar supernumerario del Santo oficio, con atribuciones para investigar, lo que supone el reconocimiento definitivo de limpieza de sangre para él y su familia. De negarse a ello, corre el riesgo de poner en entredicho su nueva condición de cristiano, lo que supondría para su familia, tener de nuevo encima a la Santa Inquisición.
Según va avanzando en la investigación, Rojas va descubriendo algunas sombras en la vida del Teólogo. Un hombre que empleaba la Cátedra como púlpito para defender la que el consideraba como verdadera doctrina y clamar justicia contra herejes, brujas y conversos.
Como podéis comprobar, la incansable persecución que sufrieron los judíos conversos por parte del Santo Oficio, es uno de los temas recurrentes que más encontramos en esta narración y que el autor refleja de forma muy acertada.
Nosotros, como testigos y lectores, podemos llegar a encontrarle parte de lógica a esa persecución aberrante, aunque no compartamos la idea, ya que los familiares del Santo oficio no cobraban por su trabajo. Los principales bienes de la Santa Inquisición eran los propios herejes, ya que según decían las malas lenguas... Si no quemaban, no comían, por lo tanto, si decidían no quemar al menos podían comerciar con la vida y la libertad de los detenidos, y esa era la situación de muchos de esos pesquisidores que estaban dispuestos a dejarse corromper, siempre y cuando eso no los privase de un beneficio mayor.
Luis García Jambrina, en algunos momentos, acompaña a su protagonista, Fernando de Rojas con otro personaje en el cual recae toda la atención del lector.
Ese personaje, al que yo habría dado mayor protagonismo, es fray Antonio, un herbolario con un fino sentido del humor y cuyas reflexiones harían sonrojar al más intransigente de los Inquisidores.
"Yo no sé qué manía le ha dado ahora a la Iglesia de perseguirlo todo, como si lo poco bueno que hay en este mundo fuera obra de Satanás. Al final, van a hacer su figura tan atractiva que nos vamos a quedar sin feligreses" [...]
"Por lo que se ve, amigo Rojas, hay mucha gente por aquí empeñada en que sigamos viviendo en la oscuridad"[...]
A lo largo de la novela nos encontramos con numerosas situaciones que nos llevan a recordar inevitablemente pasajes de La Tragicomedia de Calisto y Melibea (La Celestina). Los autores, de todas las épocas, siempre han retratado la realidad, y quizás de esa forma, Luis García Jambrina, tomando esas situaciones de la obra de Rojas, intenta rellenar todos los vacíos que existen entorno a este dramaturgo que vivió a caballo entre los siglos XV y XVI.
También, en el tramo final de la novela, las menciones hacia La divina comedia son constantes, y nuestro joven estudiante de Leyes al igual que Dante, iniciará también su propio descenso a los infiernos.
La obra aunque no redonda, sí me ha dejado un muy buen sabor de boca.
La recreación es perfecta, el comportamiento de los personajes acorde, y esa mezcla de leyendas, de historia, de ficción e intriga, sumada a los constantes guiños hacía la obra de La Celestina, hacen que el lector se recree de forma amena en un escenario único, en una ciudad que veía como la Edad Media, con todas sus sombras, se alejaba dando sus últimos pasos. Una nueva luz surgía en el horizonte y llegaba de manos del Renacimiento.
Etiquetas:
Luis García Jambrina,
Novela Histórica
martes, 3 de enero de 2017
El dragón perdido de Víctor M. Mirete
El dragón perdido (Frédéric Poison 01)
Sinopsis:
¿Qué verdad no contada esconde un telegrama enviado desde un avión desaparecido que sobrevolaba África en julio de 1936?
Un trepidante viaje de investigación, una adictiva atmósfera de intriga, una continua sensación de aventura, y un final repleto de humanidad conforman una misteriosa trama en la que el carismático, sutil y experimentado investigador y espía del ejército aliado francés, Frédéric Poison, se verá inmiscuido.
El frío y asediado Leningrado, el oscuro aeropuerto de Croydon, la cálida ciudad levantina de San Javier, la enigmática Casablanca, el desértico suelo de Mali y la mística selva de Guinea Ecuatorial, así como un reparto coral de personajes y el brillante uso del flashback, convergen entre sí para dar luz al misterioso vuelo de un peculiar avión relacionado con una conspiración que tiene como telón de fondo los días previos al inicio de la guerra civil española; y en la que se verán envueltos dos militares murcianos y una telegrafista francesa.
Opinión: El dragón perdido (Frédéric Poison 01)
Antes de hablaros del argumento, voy a comentaros un poquito por encima como surgió la idea de esta historia.
Según nos cuenta el autor en las notas preliminares, nació, allá por 2011 y fue fruto de una de esas conversaciones intrascendentes que surgen a lo largo del día en el lugar de trabajo; en una de esas chácharas, que muchas veces son fruto de la casualidad, de esas que empiezas hablando de una cosa y terminas comentando sobre otra que no tiene nada que ver.
Se salta de un tema a otro, los asuntos se solapan y al final terminas generando una conversación que parece no tener fin, fondo ni contenido...
Pues bien, Carlos, el compañero de nuestro autor de hoy le preguntó...
¿Conoces la historia del "Dragón Rapide"? ¿El avión que transportó a Franco?
Y de esa forma, me imagino a Mirete, pletórico, ante las posibilidades que esa historia ofrecía; sus ojos empezarían a moverse rápidamente al tiempo que su cerebro recopilaba toda la información y la iba clasificando en dos montones, útil y no útil; su cabeza, poco a poco empezaría a viajar hacia otro punto, dispersándose de la realidad, comenzando a imaginar y creando escenarios, personajes y una trama donde historia real y ficción caminarían de la mano, dando forma al argumento.
Pero dejémonos de elucubrar y vayamos a lo que realmente sabemos...
La obra se divide en 30 capítulos, y cada uno de ellos tiene una estructura peculiar que me ha gustado bastante.
La historia principal, con la que da comienzo cada capítulo, avanza de forma lineal y en ella se da prioridad absoluta a la investigación del detective Frédéric Poison, protagonista de toda la saga.
En la parte final de cada capítulo se emplea la técnica del flashback, que consiste como ya sabéis en intercalar pequeñas secuencias que nos hacen retroceder en el tiempo.
De mano de esos flashback llegamos hasta dos historias:
En una de ellas, conocemos a Gregorio, un joven militar y a su mujer. Son los protagonistas de ese hilo argumental y en él, se nos relatan unos extraños acontecimientos sucedidos en el año 36, en los días previos al alzamiento nacional y que supuso el inicio de la Guerra Civil española.
La otra trama nos transporta a Rusia, al año 41, en plena II Guerra Mundial y el protagonista es Alonso, el hermano de Gregorio que forma parte de los españoles que lucharon con la División Azul.
Estos dos hilos argumentales se van solapando a lo largo de los capítulos. Son historias secundarias, sin importancia, pero que esconden un gran misterio y serán la base sobre la que Poison construirá su investigación.
Lógicamente, aunque no lo he dicho con anterioridad, todos estos hilos argumentales tienen un nexo común, un pequeño fragmento de telegrama que Gregorio envió a su hermano en Julio del 36.
Ese fragmento del telegrama, es un macguffin, esa técnica que utilizó tanto en sus películas el genio del suspense, Alfred Hitchcock.
Es un elemento de suspense que hace que la trama vaya avanzando, una excusa argumental constante a lo largo del argumento, que motiva a los personajes en su búsqueda y que realmente desde nuestro punto de vista como lectores, no es relevante, pero empleado con astucia como hace el autor, es un generador de intriga que sirve para conectar las tramas.
Hasta el momento os he hablado del argumento y de la investigación, en tonos muy generales.
Pero creo que hay que profundizar un poco más.
Junto al personaje principal, Fréderic Poison, aparece otro del que ya os hablé, Alonso. Juntos intentarán resolver un misterio que quedó aparcado años atrás. ¿Qué transportaba el avión donde viajaban Gregorio y su mujer? ¿Qué tiene que ver Gregorio con el Dragón Rapide y con esa trama creada alrededor del Caudillo?
Los distintos escenarios que van apareciendo a lo largo del argumento, son un incentivo para seguir leyendo, avanzamos dando saltos por el mapa, cruzando fronteras y acompañando a los personajes en una investigación que genera un montón de preguntas y para las que el lector, en un principio, no encuentra respuestas lógicas, ese es otro de los detalles que hace que la lectura avance con brío.
El resultado final, como podéis deducir, es una historia donde se entremezclan de forma acertada, el espionaje y los complots, con la Historia.
Un buen comienzo para una trilogía que tiene como protagonista a un detective inquieto y apasionado a partes iguales.
Etiquetas:
Intriga,
Novela Histórica,
Víctor M. Mirete
Suscribirse a:
Entradas (Atom)