La Ópera de París se convierte en teatro de horrores en la más célebre obra del periodista y escritor de novelas detectivescas Gaston Leroux. En un ambiente de novela gótica, su escenario esconde tras sus tramoyas la morada del Fantasma: pasadizos secretos que serpentean alrededor de un lago subterráneo.
Esta fascinante historia recrea el mito de la Bella y la Bestia: una joven y delicada artista es el objeto de amor un tenebroso ser que oculta su identidad tras una máscara. Para conseguir a su amada Christine, una bailarina convertida en diva, este ser atormentado por su deformidad y fealdad revive su pasado de inventor de trampas y mazmorras.
Publicada por primera vez por entregas en 1909, El fantasma de la Ópera es uno de los argumentos preferidos del teatro y el cine por el misterio de la trama, la progresión del horror, el extremado y melodramático amor del protagonista y las imaginativas posibilidades del espacio creado por Leroux. Su fama se revalida en el éxito mundial del musical de Andrew Lloyd Weber que sigue en las tablas desde 1986.
Opinión:
Hoy voy a hablaros de todo un clásico de la literatura, una historia de sobra conocida por todos.
El fantasma de la Ópera es una novela gótica que apareció publicada por capítulos en el periódico "Le Gaulois" desde septiembre de 1909 hasta enero de 1910.
Le Gaulois, que posteriormente sería absorbido por "Le Figaro", tenía una edición dominical que contó con grandes plumas de la época, como Émile Zola y Guy de Maupassant.
La obra está inspirada en hechos reales y se mueve a caballo entre el drama, la tragedia, la novela romántica, el misterio y el terror, aunque este último aparezca de forma muy sutil.
Pero lo que ha ocurrido con esta novela es algo curioso...
Ha ido adquiriendo renombre con el paso del tiempo, pero de forma indirecta, ya que ni es uno de los clásicos de la literatura francesa más leído, ni tampoco el más elegido para hacerlo dentro del género de clásicos de terror gótico.
Esa fama le ha llegado por otro lado, debido a que ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones y a que su representación musical llenó durante tres décadas los teatros de Londres y de Nueva York.
Ya os he mencionado que El fantasma de la Ópera no es las novelas góticas más conocidas o más demandadas.
Drácula de Bram Stoker o Frankenstein de Mary Shelley, ocupan los primeros puestos en popularidad mientras que esta, que no es de calidad inferior, ha pasado a convertirse en uno de las grandes olvidados del género.
Estas tres historias comparten varios elementos en común: un protagonista que da título a la obra; la criatura de aspecto repulsivo, de gran crueldad y pasado misterioso que demuestra su escasa humanidad, pero que en cambio en otros momentos logra conmover a los lectores por el drama que arrastra.
Todos ellos son personajes cargados de matices, con un odio acérrimo hacia la sociedad o hacia la humanidad que reniega de ellos y les da la espalda, son seres atormentados, pero fascinantes, que huyen de la soledad y solo buscan el amor.
Pero sus historias también comparten otro detalle, su final.
Los lectores mantenemos la esperanza de que ese fin inevitable no llegue, esa monstruosidad que vemos en ellos nos hace sentirnos culpables, ya que no son más que el fruto de una sociedad corrupta que los crea y los condena desde el comienzo. Por lo tanto vemos en todas ellas, una clásica crítica social y moral.
Otros de los temas que aparecerán de forma recurrente y que se asocian con frecuencia a la literatura romántica, donde se incluye el género gótico, serán: el amor, la pasión, las emociones desbocadas, el odio y los celos, sin dejar de lado a la dama en peligro, los paisajes sombríos y la climatología que parecen afectar a la atmósfera emocional de los personajes, con ese estado de ánimo abatido que portan todos.
Y ahora permitidme que os hable del escenario sobre el que nos moveremos.
La Ópera de París, también conocida como Ópera Garnier o Palacio Garnier por su constructor, va a ser casi exclusivamente el escenario por el que nos vamos a mover; uno de los edificios más emblemáticos del s. XIX, que resalta por su construcción ecléctica, donde se mezclan elementos de diferentes estilos y épocas, pero sobre todo que parece estar recubierto de un halo misterioso, no es de extrañar que Leroux lo eligiese para desarrollar su obra más famosa, ya que desprende elegancia al tiempo que misterio.
Otro de los escenarios que visitaremos será su lago subterráneo. Este lago no es fruto de la imaginación del escritor, es un lago artificial creado bajo el magnífico edificio, el estanque subterráneo es hoy en día usado como depósito.
Detalles que me han gustado...
TÉCNICA
Esta historia comienza de forma sencilla, y según va avanzando se va volviendo más compleja a la vez que intensifica la trama.
Reconozco que en un principio me costó un poquito meterme en su lectura, por la cantidad de notas al pie que contenía mi edición, todas relativas al mundo de la ópera. Pero incluso así, hay que reconocer que es una historia brillante, donde su autor no solo da rienda suelta a su imaginación, sino que también emplea una técnica que mucho tiene que ver con el S. XIX donde está ambientada.
Uno de los narradores que vamos a encontrar es el típico de las obras de ese periodo, pero con un ligero matiz.
Lo que nos va a ofrecer es una especie de crónica periodista o de investigación, sobre los sucesos que ocurrieron en la Ópera de París, pero interrumpiéndola de forma constante, dirigiéndose a los lectores, decidiendo que datos aportar y en que momento hacerlo, algo que por otra parte era típico de la época.
Nos va a explicar lo que ocurre, pero aunque intente mostrar objetividad en su relato no puede evitar intervenir, puntualizando algunos detalles, lo que nos lleva a una narración que no es neutral por mucho que lo intente, empleando sus páginas para verter su crítica de la sociedad.
El otro tipo de narrador que encontraremos es uno en primera persona, un testigo que nos transmite la historia, irá incorporando a su relato fragmentos de cartas, diarios o declaraciones del resto de personajes que encontremos.
Con la incorporación de estos nuevos narradores puntuales, lo que va a hacer Leroux es variar la estructura, y nos vamos a encontrar con varias historias dentro de la trama general.
Cada personaje irá añadiendo detalles, dando forma y complementando el argumento, no solo aportarán datos sobre ellos, sino también sobre los acontecimientos que suceden o han sucedido a lo largo del tiempo alrededor del fantasma y de ese gran escenario por el que deambula con sigilo.
Y ahora que he citado de forma indirecta a los personajes, me obliga a hablar de ellos, peo voy a hacerlo sin profundizar en ninguno.
El motivo es que, aunque hay grandes personajes en este libro, todas sus historias nos llegan de forma indirecta, no llegan a brillar y es debido fundamentalmente a dos motivos.
Esa forma de narrar de Gastón Leroux, con esa investigación periodística, parece que los convierte incluido Erik, el fantasma, en secundarios. Los relega a un segundo término y parecen ambientales bajo la pluma de ese periodista, quizás alter ego de Leroux.
El otro detalle es el edificio majestuoso por el que transcurre el argumento; la Ópera actúa como protagonista y testigo silencioso, parece que quedan atrapados en la historia y en el interior de ese escenario que les eclipsa.
MÁS SIMILITUDES y GUIÑOS
Cualquiera que haya leído la obra o visto cualquiera de sus representaciones en teatro, musicales o bien versiones cinematográficas, no le costará reconocer en el argumento de esta historia, además de los ya citados en el primer apartado, elementos que nos recuerdan a otras obras, por ejemplo a un cuento tradicional francés, el de La bella y la bestia.
Ese cuento francés, del que también existen muchas variantes, cuenta con detalles que vamos a ver también aquí: el valor de las promesas; un personaje femenino que debe volver al lugar que supone su cautiverio, junto a un personaje de horrible aspecto para cumplir la promesa hecha.
Otra de las obras que encontraremos, esta vez citada claramente, u homenajeada, es "La máscara de la muerte roja", obra de Poe, ya que será el disfraz que adopte el fantasma en el baile de la ópera.
CURIOSIDADES
Existen al menos doce versiones cinematográficas sobre esta obra, y la realizada en 1925 está considerada como una joya del cine mudo, entre otros motivos porque debió resultar excesivamente complicado recrear esta historia sin voz, ya que se construye con grandes dosis musicales . La genialidad la consiguió su actor principal, Lon Chaney que consiguió una actuación terrorífica y soberbia.