Leyenda soriana.
Alonso y Beatriz, hijos de los Condes de Borges y Alcudiel, se dirigen junto a sus padres a una cacería al denominado Monte de las ánimas, y Alonso comienza a contar a su prima la procedencia de esa denominación.
Ese monte pertenecía a los Templarios desde que los árabes fueron expulsados de la ciudad. Esto enfadó mucho a los nobles de Castilla, lo que derivó en una sangrienta batalla en el lugar.
Los cuerpos de templarios y guerreros fueron enterrados en la capilla. Al llegar la noche de difuntos, las almas de los enterrados allí se levantan y se escuchan susurros y alaridos.
Opinión:
Como ya os dije hace unos meses, cuando reseñé Rimas y Leyendas, alguna de sus narraciones de misterio y terror aparecería reseñada con más detalle.
Como ya os dije hace unos meses, cuando reseñé Rimas y Leyendas, alguna de sus narraciones de misterio y terror aparecería reseñada con más detalle.
Ahora, aprovechando la cercanía de la festividad de Halloween y de la noche de difuntos, y que desde el blog de Anabel Samani nos propone para sus #Lecturasjuntoalfuego de octubre El monte de las animas, me he sumado a esa lectura conjunta y así aprovecho para releerla por millonésima vez.
La versión que he leído se corresponde a la que facilita la biblioteca virtual Miguel de cervantes, porque como ya os mencioné en mi versión de Rimas y Leyendas, la editorial Austral había decidido suprimirla, a pesar de estar considerada como una de las mejores, si no la mejor, de este autor.
Bécquer con sus famosas leyendas recupera historias populares, ya olvidadas, de la tradición española y esta en concreto pertenece a la tradición oral soriana.
El monte de las ánimas es una narración construida sobre la clásica estructura Ab ovo, introducción nudo y desenlace, a la que se añadirá un preámbulo y un epílogo.
Bécquer se presenta en el preámbulo. Es la noche de difuntos, víspera de la fiesta cristiana de Todos los Santos, y el tañido monótono de las campanas le desvela, trayéndole a la memoria una leyenda soriana que procede a escribir.
Ese prólogo que no es más que una forma de dar comienzo a la historia sirve también para hacer hincapié en la importancia de la transmisión oral y de los elementos costumbristas.
Al mismo tiempo, se vale de esa breve exposición para infundir miedo, preparándonos para el relato, consiguiendo con ello recrear el ambiente propicio.
“Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo, cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche”.
En la introducción conoceremos como Alonso, el día de Todos los santos, cuenta a su prima Beatriz la leyenda local.
En el nudo veremos como la caprichosa Beatriz se ríe ante el temor de Alonso, desafiándole a volver y recuperar la cinta perdida.
En el desenlace se resolverá el conflicto, y por último tendremos un breve epílogo donde nos relatan el castigo eterno que sufre Beatriz por su maldad, este detalle me resulta interesante porque muchas veces se incluía en las narraciones un desenlace con moralina. Este castigo eterno al que se hace referencia es algo parecido a lo que vemos en el cuadro La historia de Nastagio degli Onesti que puede verse en el museo del Prado, donde una mujer es perseguida y asesinada en un ciclo sin fin.
Quizás los veintiocho relatos o narraciones breves que su corta vida le permitió escribir y que se publicaron bajo el título de "Leyendas", se construyen sobre demasiados tópicos románticos.
El misterio, lo sobrenatural, la soledad, la muerte que ronda a los protagonistas, la admiración por los temas medievales, el simbolismo o las inclemencias del tiempo, son características ligadas a este autor, pero que al mismo tiempo nos hacen disfrutar del exquisito uso y de la riqueza del lenguaje, elementos que lo convirtieron en uno de los mejores representantes del Romanticismo español de la última etapa, el denominado posromanticismo español.
El misterio como cliché que he mencionado más arriba, con el mayor de los respetos, pasa a convertirse en la característica principal del relato, pero no solo por la intriga que aportan los escenarios tenebrosos en que se desarrolla, sino también por el terror que se esconde tras la idea original del argumento.
Esa sensación de miedo es incentivada al contrastar diversos elementos, quizás el que más se aprecia es el silencio frente a los ruidos que se escuchan de fondo. Ese silencio acompaña a los dos protagonistas en el salón y solo se rompe por las voces de fondo de las viejas que cuentan historias de ánimas aparecidas.
El silencio también está presente en la alcoba de Beatriz, interrumpido por el tañido de las campanas. Un silencio que termina convirtiéndose en terror, acrecentado por la oscuridad y que convierte en terrorífico desde un simple susurro al más leve de los crujidos. Un silencio que nos advierte de la presencia de algo que no se ve pero que se intuye cerca y que nos hace contener el aliento.
Por poner algún ejemplo más...
Encontramos la valentía y arrojo del joven frente al pavor de enfrentarse a las ánimas que podrían helar de horror la sangre del más valiente, o ya para terminar con este apartado, la noche eterna acompañada de insomnio y terrores frente a la hermosa luz clara y blanca de los primeros rayos del amanecer.
Las inclemencias del tiempo van a estar continuamente presentes. Las contemplamos desde la entradilla de Bécquer y nos acompañan a lo largo de varias escenas, indicando como el viento helador de la noche gime entre los vidrios de las ventanas.
El ambiente de nocturnidad, con su falta de luz, la oscuridad, veis que es otro elemento que ayuda a infundir miedo, ese momento en que los miedos atávicos, transmitidos de generación en generación, se hacen más fuertes y en el que los humanos nos sentimos más vulnerables, algo que me lleva siempre a recordar una frase de Lovecraft en la que decía que la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.
Lo onírico es otro detalle que me ha gustado mucho y que cada vez que releo esta leyenda me provoca un escalofrío, algo que está muy unido a la tradición religiosa cristiana.
La gran dosis de sueño y ensueño en que se mueve la protagonista y que me lleva a hablar de ellos, son conceptos que se funden y que dificultan hallar el limite entre uno y otro, llevándonos a cuestionarnos qué parte será real y cuánto de lo narrado no lo es.
De esa forma, Bécquer consigue crear un paso entre dos mundos, entre el terrenal y el del más allá, algo parecido a lo que ocurre en los países anglosajones en la noche de Halloween cuando los niños disfrazados de seres monstruosos llaman a las puertas bajo el grito de "truco o trato".
Entiéndase la puerta como el umbral que da acceso facilitando el tránsito entre los dos mundos solo en fechas concretas, y que aquí en España, como vemos reflejado en el texto, nosotros denominamos como Noche de difuntos y que se prolonga durante el día de Todos los Santos.
“Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos”.
Podéis encontrar más información sobre el autor y sus obras en la reseña de Rimas y Leyendas.