Primavera de 1953 en Madrid.
No sabía quién era ese hombre que centraba todas las miradas. Ahora que lo veía de frente, comprobó que poseía un gran atractivo. Parecía muy delgado, con unos ojos llenos de vida y una sonrisa tremendamente magnética. Le examinaba a poca distancia cuando él paró de hablar al sentirse observado. Todos se giraron para saber el motivo de su silencio y descubrieron a Ava. El corrillo se abrió para que ella se fuera acercando poco a poco hacia aquel hombre. No tenía ni idea de quién se trataba pero sabía que acabarían juntos… Se dijo a sí misma que no se iría de España sin estar a solas con él. Le tendió su mano y el torero se la llevó a la boca para besarla suavemente. Clavó sus ojos marrones en los suyos verdes. Fueron segundos. Los suficientes para descubrirse y comprender que la atracción que sentían era mutua.
Opinión:
Esta semana retrocedemos en el tiempo y con un pequeño salto nos situamos en la España de la década de los cincuenta.
Sobra decir lo que nos vamos a encontrar y que actúa de argumento de fondo y escenario por el que tendrán que moverse los personajes de esta historia.
Una nación que hasta hace muy poco aparecía dividida y ahora, ahogada en la desigualdad y bajo promesas de prosperidad, intenta olvidar; tirar hacia adelante para como mínimo sobrevivir, mientras de fondo suenan ligeros y engañosos compases de Bienvenido Mister Marshall.
Y es que esos rasgos nuestros tan especiales, tan propios; la particular idiosincrasia de esta vieja nación que es España, lo que algunos se empeñan en denominar typical spanish; tapas, paellas, palmas y taconeo, plazas de toros, mucho vino y no menos fiesta, estaba muy bien considerado y hacia aquí apuntaban sus miradas las estrellas más famosas del momento.
Algo irónico, precisamente cuando los de aquí miraban, con más miedo que disimulo, hacia afuera.
No es el género literario que habitúo a leer.
Aunque me gustan las biografías noveladas, no me atraen mucho las novelas con historias románticas.
Aun así, cuando la editorial me ofreció esta lectura no pude negarme. El personaje principal sabía que sería Ava Gardner y la curiosidad me devoraba.
Desde hace mucho tiempo, su película Mogambo se encuentra entre una de mis clásicas preferidas y no es por quitar mérito al resto del elenco protagonista, Clark Gable o Grace Kelly, pero es que la Gardner, incluso representando un papel secundario como en el caso de esta película, lograba eclipsar a todos...
Además, en un arrebato de sinceridad debo decir, que la que luego sería princesa de Mónaco nunca ha sido una actriz de mi agrado.
Y es que Ava tenía esa peculiaridad, allá donde aparecía con su sencillez, acaparaba todas las miradas.
Pero retomemos la reseña y situémonos en el año 1953, tras el rodaje en África de la mencionada película.
Conoceremos a una Ava que vivía la vida Como si no hubiera un mañana. Quizás algo ligera, alocada y malhablada para la mentalidad de la sociedad española de la época. Pero ya se sabe... incluso la mayor de las extravagancias si venía de parte de una estrella, estaba bien vista.
La historia la componen datos históricos, periodísticos y testimonios personales de personajes de la época.
He descubierto datos que no conocía y secretos que sinceramente, no me esperaba...
Si a esto le sumamos una parte de ficción, aunque sea mínima, obtenemos un relato ameno, un retrato social bastante fiel y eficiente de lo que se vivía por aquí.
Y es que las costuras entre ficción o biografía en esta obra son sutiles, por lo tanto crean una narración muy real. Pero esto último quiero aclararlo.
Estas obras, por lo general, suelen clasificarse como biografías noveladas.
Aunque he dicho que la novela está bien documentada, en este tipo de libros siempre existe parte de ficción, por lo que creo que lo más acertado es clasificar la obra como ficción biográfica.
No podemos ser totalmente literales con lo que leemos y creernos todo al pie de la letra, puesto que los autores se permiten pequeñas licencias.
Algunas situaciones descritas puede que no sean totalmente exactas, que sean aproximadas; que cumplan la función de nexo entre escenas, entre hechos relevantes.
También está el tema de los diálogos...
Algunos serán relleno para crear un orden lógico en los acontecimientos narrados y no digo que no sean ciertos, lo que sugiero es que aunque esos sucesos hayan sido relatados por testigos presenciales, nadie es capaz de reproducir una conversación tan al detalle. El testigo más fiable, siempre puede cometer errores al relatar, salpicando su testimonio de recuerdos confusos, suposiciones u/y opiniones en lugar de hechos. Y es que hay algo que no debemos olvidar; el tiempo distorsiona los recuerdos e incluso la interpretación de un mismo hecho por varias personas, puede variar.
Cuando leemos este tipo de libros desconocemos donde termina la realidad y comienza la ficción; donde empieza la persona y donde el mito, porque como dice la mismísima Ava, ni ella misma se reconoce dentro del monstruo que ha creado Hollywood. La han cambiado totalmente, no queda de ella ni los andares...
Hay que reconocer el mérito que tiene Nieves Herrero, y es que sabe capturar al lector y meterle en la trama.
La lectura resulta sencilla, prescindiendo de florituras y las constantes anécdotas contribuyen a que la lectura sea muy ágil y amena.
Sobre los personajes podrían escribirse páginas y páginas.
No son personajes de ficción, por lo tanto a los lectores solo nos queda observar sus acciones e intentar juzgarlas de la forma más objetiva posible; intentar ser consecuentes con la mentalidad de la época y la situación que se vivía en el país.
Está claro que en algunas ocasiones el lector se sorprenderá, no estará de acuerdo con la forma de actuar, e incluso podría llegar a escandalizarse en algún momento. No os aseguro que la imagen que tenéis sobre estos personajes no salga perjudicada, o quién sabe, quizás ocurra todo lo contrario y salga reforzada.
Lo que no se puede negar es que Ava Gardner tuvo una vida apasionada y apasionante y me centro principalmente en ella en esta reseña porque destaca sobre la figura de Luis Miguel Dominguín, aunque en la obra, lógicamente, compartan protagonismo.
Además, como dijo Elena Poniatowska:
Escribo sobre mujeres porque son las grandes olvidadas
Otro detalle a destacar, es que tanto el mundo profesional como personal de ambos personajes, dos mundos totalmente dispares, quedan muy bien retratados en este libro.
El lector se hace una idea muy clara de como era el mundo del cine, como era la vida de la actriz tanto dentro como fuera del rodaje. Vemos su lucha interior, esa lucha que la impedía ser feliz al cien por cien.
Y lo mismo ocurre con el entorno de Luis Miguel Dominguín. No es un personaje que me haya llamado nunca la atención, quizás porque no me gustan los toros, pero reconozco que tras leer este libro la imagen que tenía de él ha cambiado totalmente.
Lana Turner, Frank Sinatra, Ernest Hemingway, Picasso, Jean Cocteau, Orson Welles, son otras de las estrellas que también aparecerán en algunas páginas de esta novela, pero eso sí, sin lograr brillar como lo hace el verdadero protagonista, lo que da vida y sobre lo que gira esta historia, el romance que existió entre Ava Gardner y el torero Luis Miguel Dominguín.
Nieves Herrero recrea su historia de amor al tiempo que relata de fondo los constantes encuentros y desencuentros con su todavía marido, Fran Sinatra.
Como he mencionado, la sociedad intentaba olvidar y Ava Gardner con su presencia contribuía a ello, algo que se demuestra en su primera aparición en esta novela, tenía la capacidad de eclipsar todas las miradas, hacía olvidar y parecía que detenía el tiempo a su alrededor.