Sinopsis:
Cuando el moribundo Tiberius confía en la familia de Calígula la sucesión del imperio con el fin de restaurar el orden, el destino de Roma cambia y aparece uno de los tiranos más infames de la historia, Calígula.
Pero ¿era Calígula realmente un monstruo?
Olvídate de todo lo que crees saber y deja que sea Livilla, la hermana pequeña y confidente del emperador, quien te cuente qué es lo que realmente pasó: cómo su querido hermano se convirtió en el hombre más poderoso de la tierra y cómo, con mentiras, asesinatos y traiciones, Roma cambió para siempre… El primer volumen de una nueva serie sobre los emperadores malditos de Roma, aquellos que fueron borrados de la historia.
Una novela magistral que muestra a Calígula como nunca te lo habían contado.
Opinión:
Todos hemos oído hablar en más de una ocasión de Calígula, un emperador que dejó su huella en la historia por la maldad e irracionalidad con la que sembró su corto gobierno.
Por eso me ha resultado interesante esta novela, porque según se nos indica en la sinopsis, Calígula marcó un antes y un después en el Imperio Romano y se supone que esta obra rellena los vacíos que podemos tener sobre ese personaje.
Simon Turney nos ofrece una nueva visión sobre la figura de Cayo, a través de la narración de la que se convertiría en su mayor confidente, su hermana Julia Livila.
Este autor hace gala de una excelente prosa, la narración es muy amena y dinámica, hace que las páginas vuelen literalmente en nuestras manos.
Siembra el relato de tensión, gracias a las anécdotas y curiosidades que se relatan, eso sí, sin dejar de lado los datos históricos, donde podremos apreciar las largas horas empleadas en documentarse.
Damnatio Memoriae o Abolitio Nominis
Este libro es el primero de una serie sobre los emperadores malditos de roma, aquellos que serían borrados de la historia mediante una práctica que consistía en condenar el recuerdo del que consideraban enemigo del Estado.
Esa práctica, adoptada de los griegos y que hoy conocemos como
Damnatio Memoriae, en época del Imperio era conocida por otro nombre,
Abolitio Nominis, y consistía en borrar el nombre e imágenes de cualquier inscripción pública que la tuviese, incluida la moneda.
De esa forma se negaba al emperador su ascenso al cielo, en otras palabras... se le negaba la divinidad, al tiempo que se le borraba de la historia.
Lo cierto es que solo tres emperadores sufrieron el
Damnatio Memoriae de modo oficial, es decir, por aclamación popular y aprobación del Senado.
Esos tres emperadores fueron
Domiciano,
Publio Septimio Geta y
Maximiliano; Calígula, nuestro protagonista, la sufrió de una forma más leve, ya que aunque obtuvo la aprobación oficial por aclamación popular unánime, no la obtuvo del Senado.
Pero hagamos memoria...
Nos encontramos en la primera fase de la
época imperial, cuando el poder político de Roma recaía en las manos de una única persona, el emperador. Esa etapa denominada como Alto imperio se había iniciado con el gobierno del primer emperador, Augusto y ve continuidad en sus herederos, que le irán sucediendo en el poder. De esta forma vamos a entrar en contacto, en mayor o menor grado, con
Tiberio,
Calígula,
Claudio y
Nerón, aunque estos dos últimos, lo harán solo siendo mencionados al final.
Calígula, será quien tome el relevo de Tiberio, y se convierte no solo en el protagonista de esta novela, sino también en el hombre más poderoso de la tierra, eso sí, sosteniendo su Imperio sobre mentiras y asesinatos, y es que según el relato que nos hace llegar Livila, Calígula se caracterizará por ser un hombre de genio vivo y emociones intensas.
Narradora. Rompiendo los esquemas de una sociedad patriarcal.
El narrador como ya he mencionado en los primeros párrafos es Julia Livila, hija de Germánico y hermana de Calígula.
Ella va a ser quien nos guíe a lo largo de ese mandato de terror que tomó el relevo a otro no mucho mejor, el de Tiberio.
Livila nos relatará desde su papel de narrador testigo, los hechos en primera persona y de forma lineal, e intentará ofrecernos una imagen nueva, más humana y poco conocida de su hermano Cayo.
Aun así, hay que mencionar los pros y contras de esta cronista...
Livila nos va a ofrecer en todo momento su punto de vista, que sumado al grado de parentesco, a la proximidad de los dos personajes, hace que dudemos en algunos momentos de la fiabilidad del relato.
El lado bueno de este narrador, es que siempre será más neutral la versión de Livila que la del propio Calígula, si él fuese el encargado de guiarnos por su propia historia, ya que seguramente omitiría, de forma consciente, su comportamiento errático.
Lo otro que me ha gustado de esta elección, en la que coinciden el autor y Calígula, es dar más derechos a Livila.
Turney la dota de voz propia a la hora de narrar, nos muestra que es una mujer culta y prudente, digna de desempeñar ese papel, aunque ella no logre alcanzar el papel de protagonista absoluta ya que Calígula será el personaje omnipresente a lo largo de la obra.
Y en lo que respecta a Calígula, no solo decidió convertir a su hermana en consejera y confidente, rompiendo los esquemas de una sociedad patriarcal, sino que también concedió más libertad y derechos a las mujeres de la familia imperial. De esta forma ellas fueron las primeras en poder asistir a las reuniones del Senado e incluso sentarse junto a él, en el palco imperial. Algo que hasta el momento, ninguna mujer habría pensado.
Elenco protagonista.
Al principio puede parecernos una lectura un poco compleja, pero más que por el número de personajes es por la relación o parentesco existente entre ellos; ese ligero inconveniente se solventa de forma rápida ya que el autor adjunta un árbol genealógico en las primeras páginas.
Siguiendo con los personajes... sabemos que el protagonista indiscutible es Calígula y en segundo término Livila; el resto son incidentales, no van a contar con una presencia permanente en el relato. Irán entrando y saliendo de escena, aunque eso sí, algunos haciendo bastante ruido.
Toda historia bien contada suscita una controversia.
Creo que este apartado es bastante importante y no podía olvidarme de mencionarlo.
Esta versión que nos ofrece Simon Turney, difiere, a la hora de narrar algunos hechos, con la que nos han ofrecido hasta el momento otros historiadores.
Rompiendo una lanza en su favor hay que decir, que esas otras versiones, muchas veces proceden de crónicas o textos que se hicieron en la antigüedad, por individuos con ideas contrarias a Calígula, e incluso por personajes que vivieron siglos después, y que lógicamente no pudieron estar presentes en el momento de los hechos.
El boca a boca e incluso las malas lenguas, que ya existían en la época clásica, actuaban de la misma forma que las actuales
fake news.
Como en toda historia, siempre existen dos versiones, la de los vencedores y la de los vencidos, lo que ocurre es que la mayoría de las veces, por no decir todas, la voz de estos últimos siempre queda eclipsada o silenciada.
El autor de este libro nos ofrece una de esas versiones, la que él considera que se ajusta más a la realidad; lo cierto es que el estudio de la historia antigua, solo puede realizarse sobre los restos arqueológicos y epigráficos, y claro está, en los documentos que se conserven de los testigos de la época, aunque como he citado hace un momento, esos testigos puedan estar condicionados o bien encantados de manipular la verdad.
Esto que acabo de citar, la imposibilidad de conocer los hechos de forma fehaciente, es quizás el único
pero que podemos ponerle a la novela.
Terminando...
A mí esta novela me ha servido, como nos avisan en la sinopsis, para observar la figura de Calígula desde otra perspectiva.
Nadie va a negar a estas alturas que este emperador fue un monstruo, pero los acontecimientos que le persiguieron desde su infancia nos hacen verlo de una forma más amable.
Quizás, si su vida no hubiese estado marcada por hechos tan funestos, solo habría sigo alguien de mal carácter, desconfiado, mordaz y de comportamiento impredecible.
Creo que la muerte que le persiguió desde niño, le marcó y le empujó a convertirse en ese monstruo, quizás en eso consista el instinto de supervivencia.
El problema de Calígula fue que hizo un mal uso del poder, no encontró el límite en sus actos, y en el momento en que ese instinto de supervivencia daba el primer aviso, Calígula cortaba el asunto de raíz, quitando de en medio al sujeto molesto.
En resumidas cuentas, cada vez que le hervía la sangre, derramaba la de otros.
Y así, poco a poco hemos llegado al final de este comentario...
Todos conocemos el fin de Calígula:
Adoptó a su hermana como consejera, pero en su última etapa de gobierno prescindió de su racionalidad y se dejó confundir... eso me lleva a parafrasear a
Mary Beard, una gran especialista en estudios clásicos, que en su día dijo:
“Si los romanos hubiesen tenido más en consideración a las mujeres, aún conservarían su imperio”.
Se puede decir más alto, pero no más claro.