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Opinión:
La época victoriana, supuso un cambio de estilo en lo que a literatura se refiere.
Atrás quedaban figuras de la talla de Shelley o Byron, y aunque el Romanticismo seguía vivo, la literatura buscaba otras fuentes de inspiración inclinándose hacia el realismo, haciendo un retrato más cercano de la vida social de la época. En ese periodo de esplendor y de renovación surgieron grandes autoras, entre las que se encuentra esta de la que ya os he hablado en otras ocasiones.
Elizabeth Gaskell se preocupó por los problemas sociales de la época, por la diferencia de clases y los profundos cambios que llegaban, y lo reflejó en todas sus obras. Las mujeres cobraban importancia y pasaban a asumir el papel central de muchas de las novelas de este periodo, como habréis podido comprobar.
Cranford es una de sus obras más populares y en ella se recogen una pequeña colección de historias. Gaskell, animada por Charles Dickens, publicó en 1851, en la revista Household Words que él dirigía, un par de narraciones aisladas.
Debido a la gran acogida que recibieron por parte del público, se animó a continuar escribiendo narraciones de similar estilo, y fueron apareciendo a lo largo de 1852 y 53.
Finalmente en 1853 se recopilaron todas ellas en un único volumen, pero esta edición se basa en la última revisión del recopilatorio que hizo la autora y que se publicó en 1864.
Sobra decir que no nos encontramos ante un compendio de relatos aislados, sino de un conjunto de sucesos que agrupados conforman una narración lineal, al irse encadenando unos con otros. Lo que sí hace Gaskell es ofrecernos esas historias como si fuesen capítulos, cada uno de ellos es un cuadro costumbristas, un retrato de escenas de la sociedad rural inglesa.
La gran diferencia que he encontrado entre Cranford y otras novelas de la época es que aquí la autora da el protagonismo a unos personajes que se alejan de los clásicos arquetipos de la narrativa victoriana.
No vamos a tener a jóvenes casaderas ni la historia girará sobre una trama romántica, porque nuestras protagonistas son ancianas solteronas, y por lo tanto, su mirada o sus inquietudes se centrarán en otros temas muy distintos, como los recuerdos, las apariencias o las manías ahorradoras, todo ello adornado con grandes dosis de humor que dotan a las escenas de una gran comicidad.
Cranford es un pequeño pueblecito donde la mayoría de las mujeres de buena familia son solteronas y viudas sin hijos; esto no es que lo diga yo, es que nos lo dice la autora, y precisamente esas solteronas van a ser las grandes figuras de la novela.
Al comienzo parece que ese protagonismo se dividirá entre varias de ellas, pero según avanza la narración vemos como la señorita Matty se hace con el control del papel central.
A través de la narradora, de la cual desconocemos su identidad hasta que casi llegamos al final, vamos a asistir tanto a los pequeños como grandes acontecimientos que llenan las vidas de esta comunidad tan peculiar.
No quiero contaros mucho más sobre esta deliciosa novela, salvo que está narrada en un estilo muy íntimo. Los personajes, todos sin excepción, con sus manías y virtudes, consiguen hacerse un hueco en nuestro corazón lector.
Os aseguro que es una obra interesante y a tener muy en cuenta.