En el verano de 1959 Joyce Haney, una ama de casa con dos hijas pequeñas, desaparece sin dejar rastro. La primera en llegar a la casa y darse cuenta de su ausencia es su asistenta del hogar, Ruby Wight, quien, por ser afroamericana, es inmediatamente detenida como sospechosa, en lugar de como testigo.
El detective al cargo del caso, Mick Blanke, intentará atar cabos, pero ante la falta de pruebas deberá recurrir a la ayuda de Ruby para descubrir quién se esconde detrás de Jocey, de su marido, de sus vecinas y de todas las caras sonrientes que viven en esta localidad californiana en la que nada es lo que parece y en la que claramente nadie dice la verdad.
Opinión:
Hoy os hablo de La sorprendente desaparición de Joyce Haney, una obra que me ha gustado mucho no solo por el argumento, sino también por la atmósfera que recrea y que me hace recordar las novelas policíacas americanas de los años 50.
Nos encontramos en California a finales de la década de los 50.
Joyce, una mujer de clase acomodada, casada y con dos hijas pequeñas, desaparece prácticamente sin dejar huella. La primera en darse cuenta de ello es Ruby Wight, la criada de color, quien inmediatamente pasa a convertirse en la principal sospechosa. Mick Blanke será el encargado de llevar a cabo la investigación, viéndose obligado a recurrir a Ruby, la única que puede pasar desapercibida en esa sociedad hermética en la que los problemas se solucionan de puertas adentro y donde los secretos se mantienen bajo llave. Ruby tendrá que apañárselas para conseguir las pruebas que señalen al culpable.
Con lo primero que nos encontramos es con su estructura, una novela coral con tres hilos narrativos. Cada uno de ellos corresponde a uno de los protagonistas principales que serán Joyce, Ruby y Mick.
El protagonismo se divide entre los tres prácticamente a partes iguales, aunque como veréis a continuación existe alguna diferencia entre ellos.
Joyce no solo da título a la obra sino que, al ser el personaje sobre el que se teje la trama, la autora le da más protagonismo al permitirle narrar en primera persona.
Ese lugar destacado con el que cuenta hará que nuestra atención se centre sobre todos esos detalles que la rodean y que nos muestran las horas previas a su desaparición, pues en su relato, más personal, pueden hallarse las claves que resuelvan el caso.
Por otro lado, Ruby, la criada negra, (y hago hincapié en este dato porque es crucial para entender el marco en el que se desarrolla el argumento), junto a Mick, el detective asignado al caso, nos harán llegar los hechos en tercera persona, aunque eso sí, ambos cuentan con una intervención más activa, siendo los encargados de mostrarnos todos los sucesos posteriores a la desaparición de Joyce y de mostrarnos el desarrollo de la investigación.
La trama se construye sobre capítulos muy breves que aportan un buen ritmo a la lectura; cada uno de esos capítulos lleva por título el nombre de uno de los personajes mencionados y en ellos irán descubriéndose pruebas que nos guíen hasta dar con el malhechor.
Otro detalle que encuentro y que también dinamiza la lectura es la cantidad de diálogos que se incluyen, sin olvidar mencionar que en el último tercio de la novela el ritmo se agiliza al añadirse un giro que aporta tensión.
Por lo tanto, y ya para terminar...
Tenemos entre manos una novela muy clásica, un whodunit o como diríamos en castellano un ¿quién lo hizo?, con una desaparición como punto de partida, unos indicios que parecen señalar que se trata de un asesinato y pistas que nos llevarán a averiguar el quién lo hizo, el cómo y el porqué.
Una novela en la que encontramos una clara crítica hacia esa sociedad racista y machista, que nos habla sobre el papel de la mujer y el utópico sueño americano.