Sinopsis:
Basil Hallward había terminado el retrato. El joven Dorian, al verlo, no pudo más que desear, desde su frívola inocencia, que fuera su imagen la que envejeciera y se corrompiera con el paso de los años mientras él permanecía intacto. Y así fue: a partir de entonces, Dorian Gray conservó no solo la lozanía y la hermosura propias de la juventud, sino el aspecto puro de los inocentes. Pero ¿a qué precio?
El retrato de Dorian Gray es un logro insoslayable de la literatura universal, vertido aquí magníficamente por el escritor y traductor Alejandro Palomas. Asimismo, el presente volumen adiciona un espléndido estudio introductorio, firmado por el reputado investigador y autor Robert Mighall.
Opinión:
Hoy vuelvo a hablaros de un gran clásico, un libro que llama la atención por varios motivos.
𝟏. Es la única novela de Oscar Wilde, ya que este autor se centró principalmente en escribir obras de teatro, algunos cuentos y ensayos.
𝟐. Comparte con otra obra suya, esta vez con el relato breve de
"El crimen de Lord Arthur Saville", una crítica hacia la clase social aristocrática.
𝟑. Algo que sí vamos a apreciar a simple vista, y que contrasta con las narraciones de la época, que mayoritariamente eran de gran tamaño.
En mi edición de bolsillo de Penguin Clásicos, tiene tan solo 319 páginas, de las cuales hay que quitar las correspondientes a la introducción, cronología y apéndice final.
El resultado es una novela bastante breve que va a sobresalir una vez abierta, por la cantidad de temas que en ella se tratan, y al mismo tiempo, por la historia que arrastra.
𝟒. Por último y como detalle curioso, nos encontramos con una historia de difícil catalogación.
Esta escrita en 1890, hay quienes la clasifican como novela filosófica, dentro de la rama del
Decadentismo, ya que arremete contra la moral y las costumbres burguesas, al tiempo que muestra una forma de vida hedonista, volcada en el placer y en excesos de distinta índole: en la vestimenta, en la adquisición de objetos, en el uso de drogas y alcohol; en la falta de fe religiosa; en la constante melancolía y sentimiento de pesadumbre, o de aburrimiento de los personajes o
énnui, como ellos lo denominan.
Pero no os asustéis, porque la gran mayoría de los lectores, que no tenemos la necesidad de ser tan precisos, la catalogamos dentro de un género más corriente, más de andar por casa, y con unos elementos fáciles de identificar... los propios del género gótico.
- De esa forma vamos a encontrarnos con una buena tanda de protagonistas, siempre atractivos e inteligentes, y dominados por fuertes pasiones.
- También tendremos el noble malvado, encarnado por Lord Henry Wotton, y la bellísima e inocente doncella, Sibyl.
- Por supuesto, el elemento fantástico o sobrenatural no puede faltar, y nos llega de manos de ese retrato pintado por Basil, que irá mostrándonos la corrupción del alma de Dorian.
- Y como el género gótico también tiene características que se asocian directamente con el Romanticismo, también vamos a encontrarnos con amores enfermizos, con soledad, melancolía, la muerte y por supuesto el suicidio, uno de los grandes ideales del romanticismo, única forma de obtener la felicidad eterna.
Con todos estos detalles y haciendo uso de una afilada prosa e ingenio, Oscar Wilde nos va a ofrecercun retrato minucioso de la clase elitista inglesa.
Critica a esa sociedad cargada de cinismo en la que le ha tocado vivir, al tiempo que refleja en el texto otros temas, como el riesgo de un exceso de vanidad, de las obsesiones, así como la dependencia y dar mayor valor del que tiene, a la belleza y juventud.
Todo ese compendio conseguirá que el protagonista de esta narración, Dorian Gray, se sumerja en un mundo de decadencia, para el cual no hay salida.
Pero hablemos un poco más de este autor...
“No existen libros morales ni inmorales, sino solo libros bien o mal escritos”
Oscar Wilde
Oscar Wilde fue aclamado a lo largo de su carrera como el dramaturgo más exitoso, al tiempo que también lo tildaron de ser un delincuente social, cosa que lógicamente escandalizó a la rígida moralidad victoriana, que creyó ver precisamente en el protagonista de esta obra, Dorian Gray, un reflejo de la vida del autor.
Wilde fue tachado de ser un vividor con innumerables pasiones, todas al margen de la ley; lo que le llevó a ser juzgado en tres ocasiones por actos de grave indecencia. En dos de esos juicios, sorprendentemente, se presentó como prueba, una versión algo más explicita de esta obra de la que hoy os voy a hablar,
Al final fue declarado culpable y condenado a trabajos forzados durante dos años. Terminó arruinado, alejado de su país, y menospreciado por la misma sociedad que lo había encumbrado.
Pero este autor, al margen de lo que la sociedad victoriana opinó sobre él, al margen de sus actos, fue un gran artista que disfrutó provocando a sus contemporáneos. Supongo que si hubiese vivido en otra época, o alejado de esa encorsetada sociedad inglesa, que adoptaba un papel extremadamente moralista; cargada a su vez de contradicciones, siempre esforzada en cultivar una fachada de dignidad y recato, sus actos no habrían sido juzgados ni en las cortes ni a pie de calle.
El gran problema de Wilde, es que sus actos se volvían públicos, mientras que precisamente esos que le juzgaban y criticaban, pecaban de lo mismo, pero en privado.
Yo comparo a Wilde con
Hester Prim, la protagonista de la letra escarlata; ya que ambos fueron juzgados públicamente, por una sociedad falsa, intolerante y puritana; una sociedad de doble moral, que condenaba de indecente, siempre de cara a la galería, lo que luego muchos practicaban en la intimidad.
La diferencia entre
Hester y Wilde, es que este último, no fue tan valiente ante la hipócrita sociedad que lo estigmatizaba, la misma que vemos reflejada en esta novela desde las primeras páginas, en el personaje de lord Henry Wotton.
El retrato de Dorian Gray.
Todos, más o menos, hemos oído hablar en alguna ocasión de "El retrato de Dorian Gray", y por lo tanto, conocemos a grandes rasgos el argumento de esta novela, que nos llegará de manos de un narrador omnisciente.
Dorian Gray es retratado por el pintor
Basil Hallward, en la casa del artista. Allí, Dorian coincide con el aristócrata
Henry Wotton, y desde las primeras líneas el joven sucumbe ante la gran elocuencia y fuerza expresiva que derrocha el noble.
Éste, inspirándose en la gran belleza y juventud de Dorian Gray, inicia un extraño panegírico, advirtiéndole de una espantosa realidad... su brevedad.
Wotton, lógicamente logrará impactarle con sus palabras, sabe que toda influencia es inmoral, y en cambio, no duda en ejercerla sobre el joven e influenciable Dorian. Le invita a disfrutar del día a día, rebasando los límites sin importar las consecuencias. Según las palabra del lord, el único modo de librarnos de la tentación es ceder a ella, el pecado es una especie de acto de purificación... y Gray lo toma al pie de la letra.
El joven al contemplar el lienzo, comprende que ese momento plasmado apenas unos instantes antes, ya es cosa del pasado.
La juventud que aparece en él, imperecedera, detenida en el tiempo, le demuestra segundo a segundo, que la vida corre en un paso constante para él.
Cada segundo, cada minuto que pasa, su belleza y juventud van quedando atrás. Llegado a ese punto y en un ataque de vanidad, soberbia, o ridícula envidia hacia el retrato, expresa el deseo absurdo de conservarse joven, de que su belleza perdure intacta.
“¡Cuánto daría porque fuera al revés y fuera el cuadro el que envejeciera! Por eso... por eso... ¡lo daría todo! ¡Sí, no hay nada en el mundo que no estuviera dispuesto a dar! ¡Daría mi alma por ello!”
Dorian Gray
Pero hay que tener cuidado con todo aquello que se desea, y más si es expresado en voz alta.
Su deseo se va a ver cumplido, y el lienzo, a partir de ese momento, contará el secreto de su vida; una vida cargada de pecados y pasiones desatadas, que irán destruyéndole día a día.
Y así... se sumerge en el oscuro abismo.
“Las mujeres son un sexo meramente decorativo. Nunca tienen nada que decir, aunque bien es cierto que lo dicen deliciosamente” .
Lord Henry Wotton
Las mujeres tal y como nos indica el noble, en uno de sus arranques filosóficos, tienen escaso protagonismo en esta obra.
Cumplen con un papel ambiental, nada relevante para el desarrollo del argumento.
El único personaje femenino, capaz de salir brevemente de ese rincón al que se ven empujadas las mujeres, es
Sibyl Vane, alguien vital para la trama, ya que será quien nos marque el principio del ocaso de Gray.
Los personajes masculinos, por el contrario, sobresalen por su gran complejidad.
Aparecen descritos minuciosamente, resaltando algunos detalles de su personalidad, así consigue que el lector termine adorando a unos, mientras que a otros los aborrece por el conjunto de defectos que poseen y que Wilde, nos muestra en grado superlativo, como es en el caso del personajes del que os voy a hablar a continuación.
“La vida te lo reserva todo, Dorian. Con tu extraordinario atractivo, no hay nada que no puedas conseguir” .
Lord Henry Wotton
Lord Henry Wotton, cumple con un gran papel.
Oscar Wilde se explaya a la hora de hacer la crítica hacia esa clase alta, que no duda en denostar a todos aquellos a los que considera que no están a su altura, y la forma de hacerlo, será volcándose en retratar minuciosamente a este individuo.
Wilde crea un personaje mucho más completo y complejo que Dorian Gray.
Nos lo retrata como al
Mefistófeles de
Goethe, alguien capaz de influir en cuantos le rodean. Alrededor de cualquier gesto, bello o de bondad, el teje sus teorías venenosas, convirtiéndolo en un acto sucio o turbio.
Es un personaje tóxico y manipulador; parafraseando a Wilde,
es un corrupto sin encanto que halla feos sentidos en las cosas hermosas. El será el responsable de empujar al protagonista, a disfrutar de la juventud empujándole a una vida en completa decadencia.
Dorian Gray, lógicamente es el protagonista, alrededor de el se construye la trama, y en esa comparativa con la obra de
Goethe, encarnaría el papel del
Doctor Fausto.
El comportamiento de Gray, influenciado negativamente por Wotton, da un giro radical, volviéndose corrupto e insensible y ejerciendo a su vez, una indefinible atracción sobre todos los que le rodean.
Todos aquellos que entran en contacto con el joven, salvo el Lord, son arrastrados a un negro abismo.
Por último voy a hablaros de otro personaje.
Basil Hallward, él será el encargado de intentar que el joven vuelva al buen camino. Es la cara amable de esta historia, y lamentablemente, aunque un personaje profundo y con principios, con escaso protagonismo.
Es justo decir, llegando al final, que frente a la soberbia prosa de Wilde, contrastan los altibajos en el ritmo narrativo, causados por la abundancia de pensamientos filosóficos con los que riega el argumento. Para mí, algunas páginas, tampoco son muchas, se me han hecho pesadas de digerir.
Otro detalle que hay que mencionar es en relación a la corrupción de Dorian. No se puede culpabilizar solo a Henry Wotton.
Es culpable de influenciarle negativamente, sí, pero Dorian también tiene parte de culpa. Su inseguridad y una personalidad poco desarrollada le hacen elegir mal y seguir las huellas de Wotton en vez de las de Basil, más sincero, coherente y honrado.
Dorian prefiere obsesionarse con un ideal de belleza y juventud que se aleja de la realidad.
Aún así, reitero. Es una gran obra...