Emma narra la historia de una joven impulsiva y consentida cuyo principal objetivo es encontrar el marido perfecto, y no sólo para ella sino también para su amiga Harriet, una chica de orígenes humildes.
A tal fin, Emma Woodhouse se empeña en manipular a todos los que la rodean, pero, naturalmente, no para de equivocarse y de provocar enredos y situaciones embarazosas. Sòlo Mr. Knightley, diecisiete años mayor que ella y hombre de temple y aplomo probados, se atreve a reprocharle su comportamiento de niña mimada e insensata...
Novela exquisita y genial retrato de la Inglaterra rural de principios del siglo XIX, Emma es una de las obras cumbre de Jane Austen y su protagonista ocupa un sitial de honor en la galería de heroínas inolvidables de la literatura universal.
Opinión:
Todo el mundo me había hablado maravillas de este libro y voy yo y me encuentro con un personaje impertinente y consentido; alguien que me sacaba de mis casillas y me ponía de mal humor.
Por suerte di con una frase de Jane Austen que me tranquilizó:
Voy a crear una heroína que, excepto a mí, no gustará mucho.
Es de agradecer esa aclaración, y más al principio, porque lo cierto es que con tantos lectores hablando bien de Emma empezaba a preocuparme.
Ahora, tras finalizar la lectura, tengo que aclarar algo para futuros lectores, su comportamiento da un giro radical llegando a la mitad, y el resto del elenco protagonista, como ya veréis más abajo, consigue que la contemplemos con otros ojos.
Esta novela fue publicada por primera vez en 1815 y al igual que el resto de la obra de Austen escondía un mensaje instructivo, señalando los beneficios de un buen comportamiento al tiempo que con su típica ironía retrataba la Inglaterra rural de principios del XIX.
Emma Woodhouse es una niña mimada que evoluciona en su forma de pensar o de comportarse a lo largo de la trama llegando a convertirse en un gran personaje.
Pero volvamos al comienzo...
Emma me desconcertó. Decían de ella que era una heroína de la literatura universal y yo me encontraba todo lo contrario. Alguien impertinente y cuyas acciones no me hacían ninguna gracia, alejándose del tipo de mujer creado por Austen, independientes y serias. Y es que aquí, todo hay que decirlo, Emma me ha dado la impresión de ser muy independiente de pensamiento, pero a la hora de la verdad siempre tiene presente el bienestar de su padre o lo que pensará el señor Knightley, y eso, bajo mi punto de vista, la coarta en su libertad.
Austen crea un elenco de personajes muy distinto al que nos tiene acostumbrados. Siempre hemos visto gran variedad de personalidades con un amplio arco de transformación, ya sea ascendente, descendente, o simplemente que se quedaban como estaban.
Aquí la única que va a evolucionar es la protagonista porque el resto, todos con un comportamiento al que sacaremos alguna pega, van a permanecer estables, y puede que precisamente eso sea lo que hace apreciar más el cambio en Emma, convirtiendo a la niña mimada en un gran personaje.
Vamos a conocer al señor Woodhouse, alguien demasiado tolerante con el comportamiento de la joven y que siempre tiene recomendaciones que hacer a los demás; a la señorita Bates, una solterona dotada de una verborrea ilimitada e incansable; la señora Elton, siempre intentado ser el centro de atención...
Austen consigue que todo este elenco haga que terminemos viendo a Emma con otros ojos. Tan solo el Señor Knightley será capaz de llevarle la contraria y reprocharle su mal comportamiento.
Lo que más me ha gustado, y que no puedo olvidar mencionar, es como maneja la autora las situaciones embarazosas que se van creando alrededor de la protagonista y que terminan convirtiendo la historia en una especie de comedia.
Austen, ya me habéis leído en otras ocasiones, consiguió crear un nuevo estilo de novela muy personal dando el protagonismo total a figuras femeninas, que en mayor o menor medida siempre dejarán un poso en el lector.
Puede que mi comentario resulte acertado para unos lectores mientras que para otros no lo será, pero no deja de ser una opinión personal más. Y es que, al igual que hay gran diversidad de personajes a lo largo de la obra de Austen, con sus luces y sombras, también tiene que haber diversidad de opiniones a la hora de juzgarlos.