jueves, 28 de abril de 2016

Volver a Canfranc de Rosario Raro

Sinopsis:

Un andén, unas montañas, unos héroes y, al final, la libertad La historia olvidada de una estación mítica que cambió el curso de una guerra
Marzo de 1943. Agazapados dentro de una habitación secreta, varias personas contienen la respiración mientras aguardan a que el sonido de las botas reforzadas con metal de los soldados alemanes se aleje. En la estación internacional de Canfranc, en el Pirineo, la esvástica ondea sobre la playa de vías. En medio de la oscuridad, Laurent Juste, jefe de la aduana, Jana Belerma, camarera del hotel, y el bandolero Esteve Durandarte arriesgan sus vidas para devolverles la libertad.Volver a Canfranc es su historia. Jana y Esteve, armados tan solo con la valentía que da el amor, lucharon porque miles de ciudadanos judíos consiguieran atravesar esta estación mítica. Además de ellos, otras personas guiadas por la generosidad decidieron enfrentar el terror y ayudarlos. Para miles de perseguidos por el régimen nazi la esperanza se llamó Canfranc.

Opinión:

En muchas ciudades de Europa central, entre la ceniza tras los bombardeos, los escombros, los techos de los refugios y el miedo, resonaban ocho letras como un salmo entonado en varios acentos, a veces pronunciadas de forma irreconocible, pero que se referían a un único destino. 
La esperanza entonces se llamaba Canfranc.

En este libro se mezcla ficción con hechos reales constatados, donde se narra un episodio olvidado de nuestra historia y se confirma la tan entredicha no beligerancia de España en la II Guerra Mundial.

Pero como en toda historia novelada, hay algo que tenemos que tener en cuenta. La autora se ha permitido algunas licencias históricas en momentos puntuales, como indica al final de la novela.
Considero que son datos poco importantes, como el cambio del nombre verdadero del jefe de aduana de la estación, Albert Le Lay por el de Laurent Juste, o de alguna nacionalidad, pero es que poco importan esos detalles frente a los hechos horribles que se recogen en esta historia.
Otros datos se han inventado con el fin de dar más romanticismo a algunos momentos o incluso más heroicidad si cabe a otros, y por supuesto, algunos personajes también son ficticios, pero sirven para homenajear a esos héroes anónimos de ambos lados de la frontera, que guiados únicamente por la generosidad, ayudaron a salvar tantas vidas.

En 1942, el ejército alemán había tomado la estación internacional de Canfranc en Huesca, como si se tratase de un territorio más de la Francia ocupada.
El argumento de la novela, traza un recorrido breve, de apenas dos años, comienza a principios de 1943 y finaliza en septiembre de 1944.

Llegado a este punto, quiero hacer un par de aclaraciones, porque esta obra no es solo un reconocimiento póstumo, un relato más ambientado en la II Guerra Mundial ni sobre la persecución a la que se vieron sometidos los judíos.
Tampoco su argumento está compuesto únicamente por una trama lineal. Para que tenga consistencia la historia, es necesaria apoyarla con otras que van surgiendo y que corren paralelas, sin alejarse del tema central.
A través de esas pequeñas tramas, de sus personajes, iremos conociendo datos indispensables para el desarrollo del argumento.

La obra está dividida en cinco partes más el pequeño prólogo del comienzo y el epílogo final.

Contamos con una protagonista, Jana, que aunque el peso de toda la obra recae sobre ella, no deja de ser un personaje de ficción. Eso sí, representa a todos esos valientes que pocas veces se recuerdan, pero que ayudaron a cientos a alcanzar la libertad.
También conoceremos a Laurent Juste, el jefe de la aduana internacional de la estación; a la joven Valentina; al bandolero Esteve Durandarte; a Didier el maquinista o a Montlum, un músico metido a panadero; por citar algunos.

Pero como he dicho además de estos personajes y sus tramas, imprescindibles para conocer los acontecimientos que tuvieron lugar allí, hay otros temas que acaparan toda nuestra atención porque tienen presencia constante en el libro:
  • Los tejemanejes que realizaban supuestos países neutrales como Suiza y Portugal. A España no lo incluyo, en lo de neutral, prefiero dejarlo en no beligerante, porque la neutralidad era algo ambigua y clara la simpatía que existía entre nuestro país y Alemania. Al final, es cierto que terminó declarándose neutral, pero no lo fue hasta que se vio un claro vencedor en la contienda.
    Los trenes salían de Suiza cargados de oro y cruzaban nuestro territorio, al tiempo que de nuestras ciudades salían con el Wolframio también llamado Tungsteno, necesario para las fabricas de armamento alemanas.
  • Contamos también con un capítulo bajo el título de El espanto, dedicado a la limpieza y pureza de la sangre aria. Esa criba que realizaban los nazis con su propia gente eliminando a todo aquel al que consideraban inferior.  Desde alcohólicos, discapacitados psíquicos, inválidos, sordos, ciegos, homosexuales, hasta gitanos, gentes de distintas creencias religiosas o políticas.
  • Se recoge también la huida no solo de personas anónimas, también de un grupo de intelectuales entre los que se encontraba Max Ernst, pintor, escultor, poeta; el hermano del escritor Thomas Mann y su familia; el poeta y novelista Franz Werfel; la compositora Alma Mahler o el marido de la bailarina Joséphine Baker.
  •  También de forma muy sesgada encontramos un homenaje a los libros, esos grandes olvidados que eran quemados en Alemania. Aquí se les trata con respeto, como evasión, y no únicamente porque sus tapas llevasen ocultos mensajes encriptados de la resistencia.
    Jana y Durandarte son también un homenaje a nuestro Quijote, pero para saber que relación tienen con esta obra tendréis que llegar al final de la novela.
Considero que es una obra bastante completa que me ha sorprendido gratamente.
La mezcla de géneros la equilibra y la hace destacar sobre otras de argumento similar. Mezcla de forma acertada los datos históricos con la novela de espionaje, añadiéndole intriga y tensión en algunos momentos, por supuesto dejando también su espacio a las escenas románticas y otras conmovedoras que nos harán bajar la guardia.


Por poner alguna pega, debo mencionar que el edificio en sí, esa preciosa construcción que parece más una catedral que una estación de tren, pasa a ocupar un lugar demasiado secundario en la obra. La fonda La Serena, que ocupa en esta historia el mismo lugar que el Café de Rick de Casablanca, donde se pasa información o desinformación, tiene casi más relevancia.
Al igual sucede con la cantidad de trabajadores que debía haber diariamente en la estación o en el Hotel Internacional. Salvo Jana y otra camarera de habitación, el resto son omitidos casi al completo. Ni siquiera recuerdo haber leído una aparición donde haga acto de presencia el director del hotel.

Para ir terminando...
Volver a Canfranc, además de ser lógicamente la frase que da título a la obra, es una oración que esconde mucho más, una esperanza, la de todos aquellos que por ideas, creencias o simplemente por ser diferentes, se vieron obligados a huir.
Canfranc fue una puerta hacia la libertad.
Unos hablan de que fueron cientos de vidas las que se salvaron, otros hablan de miles, pero lo cierto es que para los personajes reales que lo hicieron posible, tan solo con salvar una vida habría sido suficiente, aun a riesgo de exponer la suya y tener una muerte mucho más cruel que la que esperaba a los que eran capturados huyendo del régimen del terror.

Solo nos ha sido dada una vida, pero con esta podemos salvar muchas otras. Recuérdalo


viernes, 22 de abril de 2016

Hombre sobre una escultura de Álvaro del Olmo

Sinopsis:

Ésta es la vida de un grupo de amigos (un fotógrafo, una actriz y el crupier de un casino) que acompañarán a Hércules Degard, protagonista y narrador, en su extraño intento de transformar la sociedad a través del arte.
Los sueños y la vigilia de Hércules se entremezclan así con una sutil operación de desfalco que se verá amenazada por la pronta aparición de una antigua musa del protagonista, que encierra más de un misterio.
Álvaro del Olmo nos ofrece con su primera novela, una apuesta brillante; una creación curiosa, inquieta y provocadora. Una magnífica obra, sin un lugar ni tiempo definidos, que nos sorprende con un estilo arriesgado y original que será difícil de olvidar.

Opinión:

"Se admiten apuestas absurdísimas siempre que estén claramente justificadas".

Siempre he pensado que hay algunos escritores calificados como "difíciles de leer". De esos que nos obligan a sumergirnos en una lectura detenida y atenta, donde solo los valientes y los perseverantes son capaces de salir airosos.
Reconozco que nos encontramos ante una apuesta audaz que me ha supuesto todo un reto.
A lo largo de toda esta aventura, Álvaro del Olmo ha logrado mantenerme en suspense, no porque esta novela sea de intriga, sino porque resulta del todo desconcertante. No sabes por donde va a salir el autor, no puedes prever que giros dará la trama y menos aún, hacia donde encarrilarán los pasos los personajes.
Resulta totalmente imprevisible, casi un sinsentido, que despierta la curiosidad del lector estimulándolo. Nos hace pensar según leemos y también, tras haber finalizado la obra.

En algunos momentos me ha resultado interesante, intrigado e incluso sorprendido. Los ambientes aunque difusos como en un sueño, están muy logrados... pero en general, no me ha entusiasmado. Me ha exigido demasiado esfuerzo que al final no se ha visto recompensado. Creo que una novela es para disfrutar, entretener y la alta concentración hace que se pierda el objetivo primordial.
No he logrado encontrar ese pequeño detalle, esa chispa que convierte en especiales y casi propias, a algunas lecturas.

Los personajes nos muestran como son sus vidas, todo narrado en primera persona a través de la mirada de Hércules Degard, el protagonista. Más adelante descubriréis que este personaje es alguien demasiado especial.
¿Y qué ocurre? Pues que cuando en un entorno hay alguien especial, ese ambiente se contagia también de sus excentricidades afectando a los que le rodean, y eso precisamente, es lo que le ocurre a esta historia, es especial.
Lamentablemente, tampoco he logrado conectar con Hércules. El exceso de irrealidad que le persigue, que se convierte en una constante algo exagerada, le ha alejado de mí. En un principio creí reconocer una sombra e incluso un reflejo de Murakami, pero poco a poco, esa sensación se fue disipando, hasta desaparecer por completo.

Reconozco, que me ha costado esta lectura, he tenido que concentrarme y en más de una ocasión repetir lo ya leído. Pero ocurre algo extraño... y es que según avanzamos, nos adaptamos, y la dificultad parece ir desapareciendo ante nuestros ojos.
También debo decir al respecto, que te queda una sensación muy reconfortante cuando logras terminar uno de estos libros, complejo, con una prosa elegante y un léxico exigente, que no está destinado a todos los lectores; o más aún, si al final, logras comprender la finalidad de lo escrito, llegar al punto donde el autor quería que llegásemos.

El protagonista, Hércules Degard se debate entre la realidad, lo onírico y el delirio.
El surrealismo que le envuelve, da la mano a un sistema particular de ver la vida, en un intento de cambiarla y en una búsqueda constante de la trascendencia.

El monólogo interior que nos lleva a conocer sus pensamientos más trascendentales; la obsesión por Oko, ese otro personaje secundario que bien podría haber sido extraído de alguno de los libros de Murakami; junto con su curiosidad o el vano intento por comprender el arte; componen una de las piezas fundamentales sobre las que se construye esta obra.
La otra pieza que complementa al monólogo, son los diálogos de los personajes, y esos diálogos, son el otro elemento predominante y clave para el desarrollo del argumento.
Una historia abstracta, que mezcla realidad con ficción sin previo aviso, que se aleja con diferencia de cualquier obra que haya leído anteriormente.


La novela cuenta con un número muy limitado de personajes. La reacción disparatada de cada uno de ellos en determinados momentos, llega a rozar el absurdo o puede que la genialidad.
La dificultad de ubicar la trama en un tiempo concreto, ese surrealismo presente en toda la obra, me recuerda a los vídeos en los que aparece ese genio de la pintura, que era Dalí. Y es que esta obra, en algunos momentos, realmente tiene tintes Dalinianos.
Puede que me equivoque con el análisis. Que esta narración y mi imaginación se hayan confabulado creando, y plasmando después, una versión distorsionada de lo leído, pero es que esta obra tiene muchas lecturas.
Es como si estuviésemos ante un lienzo en blanco, aun sin pintar, y según leemos vamos dibujando. Está claro que nuestra obra final no tendrá nada que ver con la del compañero de al lado.
Cada lector obtendrá una visión distinta y prestará atención a detalles concretos, que para otros nos pasarán totalmente desapercibidos.
Lo mismo ocurrirá, si la leemos varias veces, en cada una de ella hallaremos algo distinto, que obviamos la primera vez.
Porque según el día, según nuestra concentración, receptividad, el grado de imaginación o creatividad del lector, parece que el libro cambia ante nuestros ojos.
Puede parecer complicado, tanto la lectura como la explicación, pero es que este libro se adapta perfectamente a la definición de "Ambigüedad".
Ocurre exactamente igual con las obras de arte, cada individuo creará una interpretación distinta dependiendo de la obra que estén contemplando. Porque el Arte no es más que la visión del autor sobre algo en concreto.
Una novela totalmente impredecible para la cual hay que estar preparado.
Si lo que buscas es algo sencillo, esta obra no está destinada para ti.
Si lo que buscas es un reto...¡Adelante!

Imagen 1: La persistencia de la memoria (Salvador Dalí 1931)
Imagen 2: La tentación de San Antonio (Salvador Dalí 1946)