La historia de la obsesión de Humbert Humbert, un profesor cuarentón, por la doceañera Lolita, es una extraordinaria novela de amor en la que intervienen dos componentes explosivos: la atracción «perversa» por las nínfulas y el incesto. Un itinerario a través de la locura y la muerte, que desemboca en una estilizadísima violencia, narrado, a la vez con autoironía y lirismo desenfrenado, por el propio Humbert Humbert.
"Lolita" es también un retrato ácido y visionario de los Estados Unidos, de los horrores suburbanos y de la cultura del plástico y del motel. En resumen, una exhibición deslumbrante de talento y humor a cargo de un escritor que confesó que le hubiera encantado filmar los picnics de Lewis Carrol.
Opinión:
A estas alturas no creo que quede nadie que no haya oído hablar alguna vez de este gran clásico del siglo XX, Lolita; por eso voy a prescindir de hacer un resumen de la historia y voy a centrarme en los detalles que considero más importantes y que creo que son el motivo de una polémica que lleva levantando ampollas desde su primera publicación en 1955.
Esta obra tiene muchas interpretaciones porque es muy compleja y trata un tema muy delicado. Si leyésemos la obra veinte veces, en cada una de esas relecturas descubriríamos matices nuevos.
Los lectores debemos enfrentarnos a los libros con la mente abierta; cada uno de nosotros debe encontrar el mensaje y darle sentido, alejándonos de ideas preconcebidas y, por supuesto, de ideas impuestas, porque nadie debe decirnos como leer o interpretar algo.
Debemos sentirnos libres, críticos y acallar esas voces que puedan condicionarnos. Solo después de leer, analizar y meditar, conseguiremos crearnos nuestra propia opinión sobre una obra.
Sobre Humbert H. no nos quedan dudas, es un pederasta; como tutor debería haber sido alguien que protegiese a la menor y en cambio la persigue y la pervierte, obligándola a mantener relaciones con él. Sobra decir que el personaje de la niña irá cambiando, pero de eso ya hablaré más abajo.
Nabokov nos muestra los pensamientos del protagonista masculino, en ellos Lolita es una niña malvada, una nínfula que le provoca, pero realmente como nos cuenta el autor, lejos de la mirada perversa de Humbert no hay nínfula, no existe, esa imagen pícara de ella que intenta transmitirnos, solo es real en su mente.
Humbert nos ofrece su relato, su alegato, donde por supuesto no se excusa pero sí intenta justificar sus actos. Vemos a un personaje enfermo que se retrata a sí mismo como un romántico empedernido, caballeroso, un gran seductor que ve a Lolita como una tentación constante.
Pero esa narración no engaña a los lectores que vemos desde el comienzo su naturaleza oscura. Puede que engañe a los personajes, pero nosotros vemos como sus actos le van delatando.
Lo más curioso es ver como las críticas, a lo largo de los años, se han ensañado con el personaje de la niña, llegando a desvirtuar su imagen, hasta tal punto que se ha creado en torno a ella, un arquetipo atrevido que representa la perversión y la seducción de los adultos, basta leer la definición que nos da la RAE cuando buscamos el término Lolita: Adolescente seductora y provocativa.
Condenamos a la joven y no a la mente enferma de ese energúmeno que es el padrastro.
Si buscáis Humbert no aparecerá ninguna definición que haga referencia al comportamiento pedófilo.
Es cierto que Lolita es sensual y se va a beneficiar de ello. Su comportamiento se va a ir agravando, quizás hasta llegar a un punto en que nos muestra un perfil que nos incomoda o nos cuesta ver, pero el responsable directo, el causante es Humbert, no Lolita.
También debo decir que esta obra no es una historia de amor como se indica en la sinopsis... pero tampoco es un alegato en favor de la violación o del maltrato.
Es la historia de la obsesión enfermiza de un adulto hacia una menor, la historia de un maníaco que priva de su niñez a una cría de doce años; y los que aplaudimos la obra por su forma, por la técnica o el estilo de Nabokov, no significa que aprobemos determinados comportamientos que en ella se muestran, como algunos o algunas han llegado a insinuar por ahí...
Lolita es una joya literaria del siglo XX, una de las mejores obras que se han escrito, y por eso hoy en día se sigue hablando de ella.
Lo que me cuesta entender es que se demonice a Nabokov por lo que escribió.
No podemos condenar ni enjuiciar a un autor por lo que escribe, aunque sería más acertado decir que por la interpretación que nosotros hacemos de sus obras.
Los que me leéis con frecuencia sabéis que no soy de la opinión de censurar, retirar, poner en listas negras o destruir obras por su mensaje o contenido, creo que esas actitudes inquisitoriales son propias de un tiempo pasado.
No podemos condenar ni enjuiciar a un autor por lo que escribe, aunque sería más acertado decir que por la interpretación que nosotros hacemos de sus obras.
Los que me leéis con frecuencia sabéis que no soy de la opinión de censurar, retirar, poner en listas negras o destruir obras por su mensaje o contenido, creo que esas actitudes inquisitoriales son propias de un tiempo pasado.
Este escritor ruso se pasó más de media vida intentando explicar esta novela, y no creo que ningún autor o autora actual haya tenido la necesidad o la obligación de explicar tanto su trabajo.
Nabokov creó un personaje que no cabe duda de que es un pervertidor sexual, alguien obsesionado con una menor, alguien deplorable, manipulador... como queráis, pero el autor no entra a opinar, solo nos muestra a través de él ciertos comportamientos y nos recuerda que esos individuos están ahí, que existen.No digo que Nabokov vertiese una crítica oculta hacia ese comportamiento, pero tampoco digo que lo aprobase; él solo plantea el problema y lo deja ahí, porque al final no llegamos a saber claramente su punto de vista.
Creo que lo que genera tanta controversia es que dio voz a ese individuo y en cambio no nos dio la oportunidad de saber lo que pensaba Lolita, por lo tanto, esta parece en la novela en clara desventaja; el pederasta nos cuenta su versión o lo que quiere que sepamos de ella y al mismo tiempo nos ofrece una imagen de Lolita, la que él quiere.
Eso sí, y rompiendo otra lanza a favor del escritor os diré que Nabokov limita también a Humbert a la hora de expresarse porque solo le permite hablar en primera persona, y ya sabéis que el uso de ese tipo de narración nos indica que el cronista puede ser poco fiable porque siempre nos hará llegar su punto de vista, lo que él ve, lo que él siente, o lo que a él le interesa contar.
La novela se divide en dos partes y a lo largo de ellas Humbert se dirigirá a nosotros en incontables ocasiones, en un intento de buscar comprensión.
Como ya he citado su relato nos llega como un diario que intenta condicionarnos, apareciendo como víctima de la provocadora y malcriada Lolita.
Los lectores tenemos que ser conscientes en todo momento que su narración subjetiva es un alegato, estamos leyendo sus confesiones, una súplica al juez y no debemos olvidar tampoco que se le está juzgando por otro tema, ni por violación ni por incesto.
Para ir terminando, yo no sé si Nabokov intentó verter una crítica en su obra o advertirnos de que el mundo está lleno de Humberts ocultos, muy difíciles de desenmascarar... lo que sí veo es una crítica hacia una sociedad cínica y decadente que mira en muchas ocasiones hacia otro lado. Una sociedad que no ha evolucionado mucho y que olvida que el ignorar un problema, el fingir que no se ve... no lo hace desaparecer.
A los que dicen de poner a Nabokov y a su obra en una lista negra, me parece totalmente ridículo, porque entonces también tendríamos que deshacernos de la obra de Poussin donde refleja el rapto de las sabinas o la espectacular escultura de Giambologna, sin olvidar la violación de Lucrecia de Tiziano, o los cuadros de Balthus... por poner algún ejemplo.
Si destruyésemos todo lo que consideramos poco honorable o ético nos quedaríamos sin Historia. Las mujeres llevamos tiempo denunciando que se nos ha borrado intencionadamente de ella, por lo tanto veo incongruente que ahora tratemos de hacer lo mismo con determinadas obras y autores.
Creo que aún queda mucho por hacer, y mucho por reflexionar...