Cuando un poema desconocido de Emily Dickinson apareció en una subasta de Sotheby’s en 1997, un escalofrío recorrió el mundo del coleccionismo literario. Cuatro meses después, sin embargo, el poema fue devuelto por tratarse de una falsificación.
La poeta: Emily Dickinson. Una mujer solitaria, que garabateaba versos en todo lo que tuviese a mano, para revisarlos, cada noche, frente a su escritorio. No vio ninguno publicado en vida, pero escribió más de mil setecientos mientras ayudaba a caminar a su madre por el jardín y cocía pasteles de jengibre.
El asesino: Mark Hofmann. Un manipulador nato, un maestro de la psicología humana. Comerciante de documentos raros, creó una serie de sensacionales falsificaciones con las que pretendía socavar los principios de la Iglesia mormona, y también decidió «especializarse» en la obra de la poeta norteamericana. Un hombre que de ser uno de los más grandes falsificadores del siglo XX pasó a convertirse en un despiadado asesino.
Simon Worrall explora el filo que separa arte y artificio, genialidad y locura, en esta trepidante crónica sobre una de las falsificaciones literarias más famosas de toda la historia.
Simon Worrall explora el filo que separa arte y artificio, genialidad y locura, en esta trepidante crónica sobre una de las falsificaciones literarias más famosas de toda la historia.
Opinión:
Hoy os hablo de La poeta y el asesino de Simon Worrall, una novela muy recomendada por libreros y en las redes, pero con la que yo no he llegado a conectar salvo al principio.
La editorial nos la presenta como una trepidante crónica sobre una de las falsificaciones literarias más famosas de toda la historia, y aquí comienzan mis peros...
Esa falsificación hace referencia a un poema de Emily Dickinson, pero este hecho es tan solo una premisa con la que se inicia esta obra que va a terminar girando por completo sobre el verdadero protagonista, Mark Hofmann, un falsificador y asesino.
Emily Dickinson solo hace una aparición fugaz para después terminar desapareciendo junto con su poema y la crónica trepidante de la que nos hablan, y dar paso a una reconstrucción sobre la vida de ese sujeto criminal.
La poeta
Quizás el poema de Emily Dickinson fue la falsificación más famosa de Mark Hofmann y la que llevó a Simon Worral a conocer la larga lista de trabajos que se le atribuyen, pero repito, solo es el hecho que da pie para comenzar una historia sobre este falsificador.
Esta obra se cataloga dentro de lo que se denomina True Crime y que no es más que una historia real que se va reconstruyendo sobre un crimen.
El libro está compuesto por 17 capítulos y un epílogo.
Solo los cuatro primeros hacen referencia al descubrimiento de un poema original e inédito de Emily Dickinson. En ellos nos van a contar cómo fue descubierto, quién fue el comprador y a través de qué casa de subastas se llevó a cabo la adquisición.
Esta para mí ha sido la parte más interesante de toda esa reconstrucción, porque la casa de subastas se vio inmersa en una trama propia de las mejores novelas de espías.
Hofmann consiguió engañar a la prestigiosa casa de subastas Sotheby's que vendió el falso poema a una biblioteca de Amherst, pueblo natal de Dickinson.
Dicen que las constantes modificaciones que experimentó la letra de esta autora a lo largo de su vida, el que el manuscrito estuviese escrito a lápiz, sumado a la pericia de Hofmann, a la negligencia de quienes no se percataron del engaño y a los intereses económicos, hicieron que está falsificación se convirtiese en una de las más famosas de la historia.
Los máximos responsables de Sotheby's participaron en el engaño, bien por acción o por omisión, porque fueron advertidos de la dudosa procedencia del poema e incluso así continuaron con la subasta, llegando a inventar que había sido certificado por varios expertos.
Lógicamente, a día de hoy, la prestigiosa casa de subastas mantiene que ellos son la víctima involuntaria de Hofmann.
Esta como digo es la parte que más me ha gustado, no se hace nada pesada, algo que lamentablemente no va a suceder con el resto del libro...
El asesino
Este libro está respaldado por una ardua investigación que nos sumerge en la vida y crímenes de Mark Hofmann, un maestro del engaño que se regocijaba con el caos que provocaban sus mentiras. En pocas palabras, un individuo sin escrúpulos, apresado en su propia red de mentiras y que terminó asesinando para cubrir sus engaños.
Este personaje odiaba a los mormones, religión a la que estaba vinculado por generaciones, y empezó a falsificar documentos sobre sus orígenes como medio para descargar su ira y su frustración, y de ese modo, destruirla.
Simon Worrall hace un excelente trabajo de documentación, eso nadie lo pone en duda, pero no es necesario incluir todos los datos encontrados.
Para mí, ese es el fallo... que peca de exceso.
Worrall nos ofrece un relato sobre cómo fue la creación de la religión mormona y un perfecto y exhaustivo estudio del arte de la falsificación, incluyendo páginas y páginas en las que se habla sobre el simple acto de escribir, sobre la postura que adoptamos, el modo en que cogemos un lápiz o bolígrafo, sin olvidar incluir aspectos de agilidad, velocidad o presión. Toda esta información es muy interesante, no digo que no, pero en su justa medida.
Dicen que esta novela se lee como un thriller, pero es que parece más un ensayo o una tesis que la reconstrucción de un crimen.
Tantos datos hacen que se pierda la emoción en lo que se cuenta, a pesar de que las explicaciones resulten excelentes. Es como si el autor quisiese demostrar que es un experto en el tema y que ha trabajado mucho.
Creo que con lo dicho queda demostrado que el libro me ha defraudado, pero como se suele decir, siempre hay un roto para un descosido o para gustos los colores. Habrá lectores, que sé que los hay, que hablarán maravillas de esto que califican como thriller apasionante o trepidante crónica.
Frente a las máximas valoraciones que he visto por ahí, yo os ofrezco mi opinión de que algo falla, y vuelvo a insistir en que es el aporte excesivo de información.