Sinopsis:
Opinión: El trueno en el reino (Trilogía de Thomas Cromwell 03)
Por fin os hablo de El trueno en el reino, la novela con la que se da por concluida la trilogía sobre Thomas Cromwell.
Inglaterra. Mayo de 1536. Ana Bolena ha muerto, decapitada en un abrir y cerrar de ojos, a manos de un verdugo francés. Mientras sus restos descansan bajo tierra, Thomas Cromwell desayuna con los vencedores y continúa su ascenso al poder y a la riqueza. Su maestro, Enrique VIII, se conforma con una felicidad a corto plazo en los brazos de su tercera reina, Jane Seymour.
Cromwell sabe que sólo puede confiar en sí mismo. No tiene una gran familia que lo respalde, ni un ejército privado. Y a pesar de la rebelión interna, de los traidores que se multiplican en el extranjero y de la amenaza de invasión que pone a prueba el reinado de Enrique VIII, Cromwell busca convertir Inglaterra en un nuevo país que se mire en el espejo del futuro. Pero ¿puede realmente una nación, o una persona, desprenderse de su pasado como si fuera piel muerta? «¿Qué haréis –le pregunta el embajador español a Cromwell– cuando el rey se vuelva contra vos como hace tarde o temprano contra todos los que están próximos a él?»
Opinión: El trueno en el reino (Trilogía de Thomas Cromwell 03)
Por fin os hablo de El trueno en el reino, la novela con la que se da por concluida la trilogía sobre Thomas Cromwell.
La primera entrega de esta saga llevaba el título de En la corte del lobo y fue publicada en 2009. La siguiente, Una reina en el estrado, vio la luz en 2012 y entre esta y El trueno en el reino pasaron ocho años, ya que fue publicada en 2020.
Ese es el primer fallo que he encontrado en esta novela, el tiempo entre la publicación de las dos últimas que hacen que el lector pierda interés en el argumento y más, cuando los hechos son de sobra conocidos.
Otro de los fallos es la extensión de esta última, 992 páginas de conspiraciones en torno a Cromwell y al reinado de Enrique VIII que se hacen demasiado pesadas por la estructura elegida y el exceso de paja.
De esa estructura ya os hablé en las anteriores novelas. Hilary Mantel elige a un narrador en tercera persona que enfoca la cámara sobre el personaje de Thomas Cromwell convirtiéndole en el protagonista absoluto de la historia y empleando una técnica demasiado redundante que termina empalagando al lector.
Para empezar emplea demasiado el pronombre personal Él,con lo cual nos encontrarnos con un texto cargado de infinidad de ellos y frases con la siguiente estructura: Él, Lord Cromwell. Ese uso exagerado es otro de los detalles que terminan cansando al lector.
Pero dejadme que os hable un poco del argumento, esto no es destriparos la novela, tan solo es Historia.
Al final de Una reina en el estrado dejamos a Ana Bolena en el tajo, bajo el filo toledano de la espada del verdugo francés contratado ex profeso para dar fin a su vida. Ana Bolena, la que fuese dama de compañía de Catalina de Aragón, va a ser sustituida en la cama del rey por otra de sus damas de compañía, la insulsa Jane Seymour con la que no tardará en contraer nuevas nupcias.
En ese momento comienza El trueno en el reino.
Jane va a ser la nueva esposa de Enrique VIII, la que terminará dándole un heredero, pero que nunca llegará a ser coronada. Jane fallece doce días después del nacimiento de Eduardo VI y de nuevo comienza la búsqueda de Cromwell para darle otra esposa al monarca y una nueva reina a Inglaterra.
Tras muchas conversaciones y deliberaciones la elegida será Anne de Cleves o Ana de Cléveris. Esta noble alemana va a convertirse en la cuarta esposa. Ana no va a ser del agrado del, léase con sorna, agraciado e imponente Enrique, con lo que el matrimonio no será consumado y, por lo tanto, tampoco será coronada reina. Pero no os preocupéis por Enrique porque otra dama de compañía pasará a ocupar el hueco dejado. Como dice el refrán: a rey muerto, rey puesto, en este caso reina.
Este último matrimonio con Anne de Cleves va a ser el detonante de la caída de Cromwell, ya que el rey le hace responsable de esa mala elección. Una elección que únicamente tenía como fin una alianza política que sirviese para reavivar la Reforma.
Lógicamente, la prepotencia de Cromwell en asuntos de Estado y las desavenencias con las familias poderosas también contribuyeron a que terminase dando con sus huesos en el cadalso.
Decían de él que era un gran orador y que entre sus cualidades estaba el excelente dominio de la retórica; te engañaba, ponía palabras en tu boca con unos modales suaves y terminabas diciendo cosas que no querías decir, pero olvidó el dicho español de a quien a hierro mata, a hierro muere.
Cromwell se creyó intocable al contar con el favor del voluble Enrique, pero en cambio subestimó el poder de las grandes familias de las que no tenía ningún respaldo, al fin y al cabo, por muchos títulos que ostentara no era más que el hijo de un herrero y ya no resultaba útil.
Al final, Cromwell siguió el camino que él mismo había trazado para otros y, tal y como nos relata Hilary Mantel, fue ejecutado en privado en la Torre de Londres.
Lo que la autora olvida mencionar es que según rumores, Enrique VIII eligió a un verdugo no muy ducho en el arte de rebanar cabezas que tuvo que realizar tres intentos con un hacha poco afilada, hasta que logró decapitarle.
Después de esa ejecución, la cabeza del que fuese miembro del Parlamento, Canciller de la Hacienda, Maestre de los rollos, Lord del Sello Privado y Lord gran chambelán, fue hervida y colocada en el Puente de Londres, con la mirada en dirección contraria a la ciudad.
Y aquí termina la novela y la saga. Es cierto que tratándose de la vida de Cromwell, la historia no puede ir más allá, pero parece que nos quedamos a medias.
Analizando a grosso modo...
La narración sufre demasiados altibajos en el ritmo; hay momentos en que el argumento se desarrolla de forma muy amena, pero en cambio en otros el narrador se pierde en escenas retrospectivas o en pensamientos del personaje que le llevan a perderse en elucubraciones, sin contar con que la autora omite algunos hechos, como el que os menciono en el párrafo anterior sobre la muerte del personaje, y en cambio en otros momentos da importancia a sucesos que la llevan a desarrollar escenas en exceso, de ahí la paja que mencionaba al comienzo.
Creo que puestos a contar debemos contarlo todo, sin omisiones, aunque al mismo tiempo el lector debe ser consciente de que nos encontramos ante una obra de historia ficcionada.
Leyendo todo esto estaréis pensando que el libro no me ha gustado y lo cierto es que todos estos detalles mencionados hacen que la lectura se haga cuesta arriba. La historia, las intrigas, son la parte amena, pero creo que la forma de narrar es lo que falla.
En resumidas cuentas...
Un final un poco gris para una saga que había empezado con buen pie.