martes, 12 de julio de 2022

Yo, Tituba, la bruja negra de Salem de Maryse Condé

Sinopsis:

«Tituba y yo convivimos en la más estrecha intimidad durante un año. En el transcurso de nuestras conversaciones, me contó muchas cosas. Nunca se las había confesado a nadie.» 
Maryse Condé adopta la voz de Tituba, la esclava negra juzgada en los famosos procesos por brujería que tuvieron lugar, en medio de una fiebre de histeria colectiva, en la ciudad de Salem, a finales del siglo XVII. Hija de la esclava Abena, que fue violada por un marinero inglés a bordo de un barco negrero, Tituba fue iniciada en el arte de lo sobrenatural por Man Yaya, una de las curanderas más poderosas de la isla de Barbados. Incapaz de sustraerse a la influencia de los hombres indeseables y de baja moral, Tituba pasa a ser propiedad de un pastor obsesionado con Satán, y acabará recalando en la pequeña comunidad puritana de Salem, en Massachusetts, donde será juzgada y encarcelada, acusada de haber embrujado a las niñas del pueblo. Detenida, abandonada en prisión, Maryse Condé la rehabilita, la arranca del olvido al que había sido condenada y, finalmente, la devuelve a su país natal en la época de los negros cimarrones y de las primeras revueltas de esclavos.

Opinión:

Yo, Tituba, la bruja negra de Salem es una novela recomendada por la confederación española de gremios y asociaciones de libreros; una historia que pintaba muy bien al comienzo, pero que se va desinflando según lees por la incongruencia de algunos sucesos y datos. 
Sé que no hay que tomar al pie de la letra toda la información que se da en una obra de ficción, porque los autores tienen derecho a tomarse ciertas licencias, tantas como a la hora de catalogar, ya que esta han llegado a incluirla dentro del género de novela histórica. Pero qué sabré yo que solo soy una simple lectora...
Eso sí, y lo afirmo con rotundidad, a lo que también tenemos derecho, los lectores, es a ser exigentes y no tragar con todo, como si únicamente fuésemos una máquina de pagar, engullir y callar, y más cuando en esas novelas hay datos que caen por su propio peso.

Por ese motivo, y en la línea que habitúo, voy a intentar plasmar con la mayor brevedad posible los puntos positivos y negativos que, para mí, insisto, ha tenido esta lectura.

El tema central va a girar en torno a los juicios de Salem, un famoso episodio ocurrido en 1692, en época colonial, que narra las luchas internas de las familias de colonos y el fanatismo religioso que llevó a condenar, acusados de brujería, a 14 mujeres y 5 hombres, aunque al final fueron condenados a cárcel muchos más, entre doscientos y trescientos. 

La historia se divide en dos partes. 
En la primera se cuenta la vida de la protagonista desde su nacimiento hasta su llegada al pueblo de Salem, cuando las falsas historias sobre ella empiezan a propagarse como la peste. 
La segunda parte se centra en el proceso por brujería al que fue sometida y los acontecimientos posteriores al juicio.

Para contarnos la historia Maryse Condé toma la voz de Tituba, una de las acusadas en los juicios de Salem. Esta mujer no despertó ningún interés en la historia real, solo aparece citado su nombre en los registros, quizás por ser afroamericana y porque pidió perdón por los hechos que la imputaban. De esa forma, el personaje pasa de ser figurante en esa historia real a protagonista en la ficción.  

Me ha gustado el estilo de narrar de la autora y como recrea, aunque superficialmente, la vida de las gentes de Salem; una asfixiante comunidad obsesionada por la supuesta presencia del Diablo entre ellos, mientras se empeñan en ver el mal por todos lados; la obsesión por el pecado, la represión diaria bajo la que viven sometidos por la psicosis del pastor y una religión mal entendida que se aprovecha del miedo.
Tituba va a ser testigo de un ambiente envenenado y enrarecido por la mentira. 
Resumiendo... una sociedad enferma que poco a poco va a ir contaminándolo todo.

Y aquí empiezan a llegar los peros...
Los hechos de fondo que se narran, es decir, los juicios de Salem, son acontecimientos que han excitado en gran medida la curiosidad de estudiosos, escritores y cineastas. 
Los personajes que Maryse Condé incluye en esta novela son, en su gran mayoría, personajes reales, ya que los nombres están extraídos de los documentos que se conservan por lo que la historia tampoco va a resultar muy original.
Ha habido numerosas obras que ya contaron esos hechos y el proceso que los hizo famosos, por ejemplo, Arthur Miller con su famosísima obra teatral El Crisol, 1952, que luego ha sido llevada al cine.

Es cierto que Tituba es rescatada por la autora, pero no entiendo la necesidad de crear un personaje con esas características y convertirla en una especie de heroína, en este caso falsa, porque es, y repito, un personaje de ficción basado en alguien que sí existió, pero del que no se tienen datos. La autora la pinta rebelde y con una lengua muy afilada, y ese perfil es un comportamiento impensable en esos tiempos que corrían.
No es que yo exija un completo rigor histórico a una obra de ficción, ya lo he mencionado más arriba, pero es que hay situaciones, hechos y datos, que chirrían demasiado y tiran por tierra el trabajo bien hecho. No entiendo que se consulten los documentos originales para aportar información verídica y en cambio otros detalles queden en manos del surrealismo.

Según me iba adentrando en Salem, en las delaciones, las mentiras y las falsas posesiones, iba viendo que la historia hacía agua. Intentaba pasar por alto algunos puntos, pero estos empezaron a amontonarse y la lectura se convirtió en una montaña empinada. Me sentía como Sísifo sosteniendo un pedrusco enorme e intentando remontar esa lectura, un trabajo inútil e infructuoso.
Aplaudo a todos los que no han visto los errores históricos o que han preferido tragárselos, pero a mí, se me hacían bola. 
El retrato que dicen que hace sobre la esclavitud y que es fiel, tampoco es real, porque solo describe la situación de Tituba y de un grupo muy reducido de esclavos que van y vienen por donde quieren, disfrutando de demasiada libertad.

Para terminar voy a citar otro detalle porque la perspectiva feminista que intenta dar a la obra también termina escapándosele de las manos.
Ya he mencionado que se recupera la voz de una mujer de color oprimida, pero a través de ella también vamos a conocer la situación de otras mujeres, las de raza blanca, el sometimiento a sus maridos y la posición que ocupaban en la casa, pero tampoco resulta rigurosa con los hechos.

Estando Tituba encarcelada conoce a una mujer con la que comparte celda y que está enjuiciada por adulterio, es hija de un reverendo puritano y atiende al nombre de Hester. Este personaje secundario que, por nombre y hechos, podría ser la protagonista de la obra de Nathaniel Hawthorne, La letra escarlata, le habla de feminismo.
Es cierto que hubo mujeres que defendieron nuestros derechos desde la antigüedad. En 1792, Mary Wollstonecraft fue la primera mujer en hablar de igualdad en su obra "La vindicación de los derechos de la mujer", donde se establecían las bases del feminismo, pero aún quedaba un camino muy largo por andar y dar el sentido que da Hester al término feminista, el de igualdad, algo que no se utilizó hasta el s. XIX.

En esa imagen que intenta crear del personaje principal creo que es, bajo mi punto de vista, donde radica el fallo de esta historia.
De nuevo os he intentado presentar de forma objetiva lo que me ha parecido esta novela, pero siempre hay un alto grado de subjetividad en todas las reseñas.
Respeto a los lectores que hablan maravillas de este libro y ni aconsejo ni desaconsejo su lectura. 
Creo que he expuesto lo que a mí no me ha gustado y cada lector debe elegir sus lecturas en base a sus gustos. Lo que sí me sorprende es que nadie haya hablado de la falta de coherencia de algunos sucesos con la gran cantidad de reseñas, críticas y artículos que se han publicado.

6 comentarios:

  1. Hola Susurros, me encantan siempre tus reseñas, tanto las positivas, como las negativas. Parece que a algunos les da reparo hacer reseñas negativas en sus blogs, pero yo creo que son realmente necesarias para poder dar coherencia a esta plataforma. Es verdad que pueden ser pocas, porque siempre solemos elegir obras que sabemos que nos gustarán, pero si surge la ocasión hay que decirlo. A mí me da reparo, pero también lo hago. Y me gusta porque lo haces con coherencia y dando razones.
    La verdad es que no me llamaba nada la novela a pesar de haberla visto por ahí, pero ahora menos después de leer tu reseña.
    Un besazo guapísima.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Nitocris por tus palabras.
      Yo soy de la opinión de reseñar todo lo que leo, sea bueno o malo.
      Hay blogs que solo reseñan lo que les ha gustado y aunque respeto su opinión, porque como lectores y propietarios de un blog tienen que tener total libertad de hacer lo que quieran, no comparto esa opinión.
      Creo que los lectores y seguidores del blog tienen que tener toda la información de lo que leemos porque si no hablamos de las lecturas que no nos han gustado, creo, que estaríamos engañándoles al omitir esa información. Además de que no seríamos totalmente sinceros.
      Tampoco entiendo a los que tienen miedo de decir en alto que un libro tiene errores o no les ha gustado. Creo que el lector es libre de decir lo que quiera, siempre que sea sin ofender.

      Un besazo.

      Eliminar
  2. Las historiadoras entendemos muy bien lo que expones en esta reseña, Rosa. Es que no se puede escribir sin perspectiva histórica, entender que era otro siglo y que no se puede revisionar la Historia desde una perspectiva presentista. No he leído esta novela, pero sí que leí "El crisol" y me gustó muchísimo, creo que la obra teatral de Miller sí que arroja una visión muy vívida de lo que ocurrió en Salem a finales del siglo XVII. Recuerdo a la criada negra, pero siempre me pregunté por qué no se le da más protagonismo, sobre todo cuando las chicas la acusan de ser la "maestra" de cánticos en el bosque. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Mónica.
      Ahí está el problema, que intentan reescribir la Historia inventándose hechos o personajes.
      Lo que me comentas de la criada negra de El crisol... Tituba fue la única que asumió los cargos contra ella y pidió perdón, a pesar de que las acusaciones eran falsas. Ella dijo en el juicio que efectivamente se le aparecía el Demonio y que la incitaba a hacer el mal, aunque ella intentase negarse. Que no llegó a colaborar con él, pero que pedía perdón y acusó a algunas de las acusadas... también falsamente. Ese quizás fue el motivo de que solo cumpliese una pena de cárcel, mientras que los demás que lo negaron, como las niñas seguían acusándoles, tuvieron otro final más dramático. De todas formas era una mujer negra en un mundo de blancos, Realmente su testimonio no valía nada, eran considerados mercancía e incluso animales, lo que dijese no creo ni que interesase a los jueces. De ahí que haya pasado por la Historia de puntillas. De todas formas, esta autora, modifica los puntos que a ella le interesan, un sinsentido.

      Gracias por pasar a comentar. Besos

      Eliminar
  3. Lo tenía muy en mente, pero ya me habían comentado esa problemática que tiene que tú explicas muy bien. El "reinventar la historia" con ojos actuales no sale bien, un parche falso que el lector no es capaz de obviar, y menos si se tienen ideas del periodo histórico en el que se sitúa. En fin, no sé si le daré la oportunidad en algún momento...
    Una reseña muy completa, me ha gustado leerte.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola.
      Muchas gracias por pasarte a comentar y por tus amables palabras.

      Coincido totalmente con tu opinión.
      Esa forma de "reinventar la historia" es un lastre, pero también corremos el riesgo de convertir en realidad una mentira, porque hay mucha gente que carece de ese conocimiento histórico y que puede llegar a creerse lo que cuentan. Dicen que las mentiras se convierten en verdades a base de repetirlas mucho.

      Creo que un autor tiene derecho en las novelas de ficción a tomarse ciertas licencias, pero cuando la autora dice "Tituba y yo convivimos en la más estrecha intimidad durante un año", me parece a mí, que se está perdiendo un poquito el norte.
      Un abrazo.

      Eliminar