Sinopsis:
Era una ciudad sorprendente que, como un ser prehistórico, parecía haber surgido bruscamente en el valle en una noche de invierno para escalar penosamente la falda de la montaña. Todo en ella era viejo y pétreo, desde las calles y las fuentes hasta los tejados de sus soberbias casas seculares, cubiertos de losas de piedra gris semejantes a escamas gigantescas. Resultaba difícil creer que bajo aquella formidable coraza subsistiera y se renovara la carne tierna de la vida. No resultaba fácil ser niño en esta ciudad. Y tampoco en esos tiempos, vísperas de la Segunda guerra mundial. La novela autobiográfica del reconocido autor albanés está contada desde la perspectiva de un niño cuya voz nos desvela un mundo fuera de la historia, en el que supersticiones y acontecimientos se encabalgan y entremezclan hasta darle a estas memorias de infancia un carácter de onírica reflexión.
Opinión:
"Afuera, la noche invernal había envuelto la ciudad en agua, en niebla y en viento. Con la cabeza tapada bajo el embozo, yo escuchaba el ruido sordo y monótono de las gotas de lluvia sobre el gran tejado de nuestra casa.
Imaginaba cómo las gotas innumerables rodaban en aquel instante sobre las aguas inclinadas del tejado, apresurándose a caer cuanto antes a tierra para evaporarse después y volver a encaramarse allá arriba, en el cielo blanco. No sabían que en los aleros del tejado les esperaba una trampa oculta, el canalón de hojalata. Justo cuando se disponían a brincar del tejado al suelo, se encontraban de pronto en el interior del estrecho canalón junto con miles y miles de sus compañeras que se preguntaban amedrentadas: «¿A dónde vamos?, ¿a dónde nos llevan?». Entonces, antes de que hubieran podido recuperarse de su alocada carrera por el tubo, caían bruscamente en una prisión honda y oscura bajo la tierra, en el enorme aljibe de nuestra casa. De este modo llegaba a su fin la vida libre y gozosa de las gotas de lluvia".
Un libro que comienza de una forma brillante y termina de igual manera.
Es la primera novela que leo de este autor y confieso que me ha sorprendido gratamente.
Con una narrativa muy pausada, nos sumerge en una bonita y sencilla historia, a la par que dura y conmovedora.
El autor cuenta con una excelente técnica estilística que traslada de forma magistral, plagando sus páginas de descripciones extremadamente cuidadas y detalladas.
Con una prosa cargada de figuras retóricas, con bellas metáforas, prosopopeyas que consiguen que te olvides de la seriedad de los hechos y te encuentres sumergido en la belleza de lo que expresa.
Debo decir que no es una lectura para divertirse o pasar el rato... Los que esperen eso que se abstengan de leerlo... Porque es un libro profundo de una gran calidad literaria.
Un libro para disfrutar con cada palabra, con cada frase, escogidas a la perfección.
Un libro para saborearlo lentamente, para degustar la sencillez de sus frases con una precision lingüistica soberbia. Pero sobre todo, una lectura que recordaremos con el paso del tiempo.
En él no encontraréis ni suspense, ni acción, ni bellos romances.
Tan solo una crónica contada desde los recuerdos y con mucho sentimiento.
Una mezcla de hechos reales, sucesos y leyendas contados a través de la mirada de un niño y en ocasiones distorsionados por su imaginación.
El niño no es ni más ni menos que el Autor, Ismail Kadaré. Y en esta historia, nos acerca a la ciudad donde vivió su infancia, marcada por la Segunda Guerra mundial, por las invasiones y bombardeos continuos a los que se vieron sometidos.
Un libro donde las situaciones más simples se transforman en una bella crónica autobiográfica, relatada desde un punto de vista inocente. Una historia que muestra como los niños ven el mundo de una forma diferente a los adultos,
Con lo que más me he disfrutado ha sido con las descripciones que hace de la ciudad y como esta toma un papel relevante, convirtiendose en un personaje más.
Como si la ciudad de forma increíble tomase vida propia.
Una ciudad que a lo largo de su historia ha sido sometida a continuas invasiones por parte de Turcos, Griegos, Italianos, Alemanes y que aún así sobrevive a todos y permanece imperturbable.