lunes, 7 de marzo de 2016

La mujer del Siglo de Margarita Melgar.

Sinopsis:

¿Pueden dos amantes de mundos distintos mantener sus promesas si la realidad se empeña en separarlos?
Consuelo, una huérfana con un secreto a sus espaldas, cambia de identidad para escapar al destino que otros han decidido para ella. Su nueva vida la llevará de un humilde taller de costura en un palomar a los lujosos almacenes El Siglo, de los catálogos de moda a los panfletos sindicales, del arte a la supervivencia, de la vieja aristocracia en declive al triunfal dinero nuevo, de su origen misterioso a un futuro imposible, de la resignación al amor.Pero, ¿pueden seguir juntos dos amantes si...?
La respuesta está en un viejo cuadro, en la enigmática relación de un pintor maldito con su musa gitana. Y en las calles de la convulsa Barcelona de 1919: la rosa de fuego de los anarquistas, la patria canalla de la bohemia, la ciudad luminosa del lujo y los negocios.

Opinión:

El arte de escribir a cuatro manos...

Lo primero que sorprende al coger esta novela es descubrir que Margarita Melgar es tan solo un seudónimo.
Tras ese nombre se esconden dos guionistas de Madrid y Barcelona respectivamente; Ana Sanz Magallón y Montse Ganges.
Esto de escribir un libro al alimón, es algo que últimamente vemos con frecuencia y también hay que decir, que no siempre dando buenos resultados. 
Por ese motivo aprovecho para reconocer el mérito de esta unión, porque esto de escribir a cuatro manos es todo un arte y para nada sencillo.
Cuando dos escritores colaboran en la creación de una historia, lógicamente cada uno de ellos aporta sus ideas. Lo más complicado es tejer una trama sin fisuras. Cada pieza debe encajar a la perfección y el argumento no debe hacer aguas por ningún lado, por lo tanto, es aquí donde aparece el mayor problema, las dos cabezas deben funcionar como una sola.
Se han dado casos donde la confianza o una falta de revisión detallada al final, han provocado pequeños lapsus o incongruencias en los datos que se aportaban, pero ya os aviso que aquí no ocurre nada de eso.
La trama resulta perfecta, creíble, entretenida, pero sobre todo, coherente; tenemos entre manos una historia de ficción que no lo parece.

Y es que llegados a este punto hay que decir que narrar ficción de forma que se fusione con la realidad, es algo muy difícil de conseguir.
Nos encontramos ante una novela con tintes realistas, costumbrista; donde la trama de ficción toma el mando y se funde con los hechos históricos que se narran.
Con los personajes ocurre igual, ficticios y reales pasean del brazo por la Barcelona de 1919, donde los movimientos pro derechos de los trabajadores empiezan a hacerse notar.
Artistas como Antonio Gaudí o Isidre Nonell, se adaptan perfectamente a la narración como personajes secundarios e interactúan con la verdadera protagonista, Consuelo. La historia avanza al tiempo que los personajes son los encargados de borrar o difuminar a su paso, esa delgada linea que separa ficción de realidad.

El entorno, los escenarios elegidos, los personajes; consiguen recrear la atmósfera perfecta y termina envolviendo al lector, transportándole desde las escalinatas de mármol de los almacenes El siglo, a las barracas del Somorrostro o a un paseo por Las Ramblas.

Sabemos desde el comienzo que el encargado de contarnos la historia es un narrador omnisciente, pero también observamos en él ciertas limitaciones.
No es un narrador omnisciente total, no lo sabe todo o al menos no nos lo cuenta.
Se mueve con soltura entre varios personajes, eso sí, centrándose en contar únicamente los acontecimientos que estarán relacionados de algún modo con el personaje principal, Consuelo, que es sobre el único que verdaderamente tiene un acceso total.

En esta obra los papeles principales recaen sobre mujeres, y es que aunque no lo haya mencionado aún, ese es otro de los temas reivindicativos que aparecen en esta novela, la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos.
Así que de esta forma, como tema de fondo y usando el empoderamiento femenino que empezaba a despuntar en los años 20, nos encontramos con el personaje de Clara, la dueña de los almacenes El siglo, que lucha por demostrar su valía en un mundo dirigido exclusivamente por hombres.
También veremos otra lucha, la de Consuelo, que se rebela esta vez contra la exclusión social, por ser mujer, huérfana y gitana.
Todos los personajes de esta novela, me refiero a los femeninos, tienen algo en común: carisma, una fuerza que les empuja a superarse, una capacidad extraordinaria de afrontar las adversidades y superarlas. Aunque no me hayan parecido redondos, sí me han convencido.

Dicho esto voy a mencionar lo único que no me ha gustado... La sinopsis.
Y es que el resumen elegido, no hace justicia a la obra.
Parece que nos encontramos ante una novela romántica, con lo cual los seguidores incondicionales del género rosa estarán encantados, pero ¿Qué ocurre con los que no somos entusiastas de ese género? Pues que puede frenarnos un poco a la hora de elegir esta obra como lectura.
La historia de amor está presente en muchas páginas de esta novela, es cierto, pero es simplemente un adorno, para mí, un ingrediente secundario, y también habría que decir que no es únicamente una historia de amor, hay muchas más, dos, tres... tantas como personajes tiene la obra, al igual que se distinguen distintos tipos de amor.

Hay otros temas que buscan llamar nuestra atención y que lo consiguen, algunos ya los he mencionado anteriormente, la lucha por superar el día a día, la búsqueda del reconocimiento... hay intriga constante por saber lo que esconde ese cuadro que persigue a la protagonista de esta novela, pero sobre todo, es la historia de unos almacenes, de la gente que trabajaba en ellos y de una ciudad, Barcelona. Y eso, creo que es lo que se debería haber destacado en el resumen.

Dicho esto, y ahora que llegamos al final, quiero comenzar por el principio, porque son de esos comienzos que auguran que encontraremos buenos momentos en el desarrollo del libro.
A riesgo de parecer reiterativa, porque lo he dicho en algunas ocasiones, el elegir un buen comienzo para un libro puede ser fundamental, y éste en especial me ha gustado.

Cuando le dijeron que iba a ser de carroza de seis caballos y panteón, casi maldijo al muerto. Había rezado para que fuese uno de nicho o, si no merecía tanta suerte, al menos que fuese de tumba sencilla. Pero no. Precisamente ese día tenía que tocarle un funeral de primera. Y hacía tiempo que Consuelo había aprendido que aquello de que la muerte nos iguala a todos era solo otra de las mentiras que la gente repite. La verdad era que los ricos tardan mucho más en despedirse, y con razón.



jueves, 25 de febrero de 2016

Cartas a Siracusa de Lucía Feliu

Sinopsis:

Cuando Ángela Blanco, bióloga del CSIC, acepta participar en la investigación de tres corposantos a petición del Vaticano, no puede imaginar a qué tendrá que enfrentarse. Ya en la Ciudad Eterna, conocerá a sus otros compañeros: Francesco, un entrañable sacerdote, arqueólogo de profesión, y Olivier, biólogo francés, divertido y espontáneo. Sin embargo, pronto chocará con la arrolladora personalidad de su nuevo jefe, el doctor Teo Valdés, un profesional de prestigio al que admiraba desde sus años de facultad.
Ángela, de vida solitaria y volcada en su trabajo, descubrirá en Valdés a un hombre que le provoca sentimientos encontrados. Pero el reto profesional que les exige la investigación en Roma tampoco la dejará indiferente. Ella y sus compañeros deben confirmar la identidad de tres mártires de los primeros siglos del cristianismo. El trabajo, en un principio asequible al equipo de científicos, comienza a complicarse inesperadamente. El hallazgo de una carta escrita por un cristiano del siglo II a su hijo, en Siracusa, les llevará a embarcarse en una investigación paralela a la encargada por quienes les contrataron. La desconfianza hacia sus patrocinadores aumenta a medida que van desentrañando datos del autor de la carta. Pero lo que desconocen es que ese incansable empeño por descubrir la verdad les arrastrará hacia un peligroso callejón sin salida.
"Cartas a Siracusa" seduce desde la primera página. A la novela de intriga, en la que se concitan la aventura y el suspense, se une una historia de amor vivida intensamente por sus protagonistas. Lucía Feliu ha sabido aunar la aventura con la documentación confiriendo a la novela el interés preciso para llevar al lector hasta el desenlace sin apenas sentirlo.

Opinión:

La novela comienza con la doctora Ángela Blanco, en un hospital en Madrid.
Tras sufrir un extraño accidente en El Cairo, la embajada española tramita su traslado a España.
Poco a poco, iremos conociendo detalles del accidente y de la investigación que estaba llevando a cabo como bióloga para el CSIC.
Tras salir del hospital, la protagonista empieza a revisar el cuaderno de apuntes de su jefe, Teo Valdés, que le acompañaba en el viaje y que permanece detenido en El Cairo, tras el accidente.

El cuaderno es importante no solo para la historia, también para la estructura de la novela.
Será el medio utilizado para enlazar con los recuerdos de Ángela. Un enlace que nos llevará de la época actual hasta los acontecimientos del pasado.
¿Y como afecta ese diario a la estructura? Sencillo. En él se incorpora algo de lo que ya hemos hablado en otras ocasiones, un recurso con el que disfruto enormemente, las anacronías.
En este caso, una narración preactiva, un racconto extenso que altera el orden cronológico de los sucesos del relato.
El diario, los recuerdos, nos hacen retroceder en el tiempo hasta un punto en concreto, donde el equipo al que pertenece la doctora Blanco comienza la investigación, y desde ahí progresa con una  narración lenta, lineal, hasta llegar al punto de partida de esta historia.

Una Narración Lenta  muchas veces pensamos que será sinónimo de pesadez, creemos que ese texto nos aportará demasiados datos e influirá en el ritmo narrativo; en este caso no sucede así.
Es cierto que la narración es pausada, que se aportan muchos datos, y se nota con ellos que la historia está excelentemente documentada, pero en ningún momento llega a resultar tediosa. Esa información que se facilita es totalmente necesaria para que la trama no deje cabos sueltos.
Aquí querría añadir otra cosa, muchos de los datos explicativos que se dan en el libro, son técnicos, giran alrededor de la investigación, del desarrollo de los procesos y de los análisis que los protagonistas llevan a cabo. Esos datos en vez de servir a la novela de relleno, aparecen explicados de forma clara y lo más importante, amena, ayudando a que el lector participe en los avances de la investigación.

El ritmo se mantiene constante a lo largo de la novela, no hay esos altibajos tan frecuentes, esas partes donde la atención del lector se escabulle, y eso es algo de agradecer a la autora. Capta nuestro interés y lo mantiene a lo largo de la narración, pero no solo por lo interesante que pueda parecernos la trama, aquí toman especial importancia los personajes, su caracterización.

Los personajes, en general resultan bastante dinámicos.
Son los que aportan movimiento a la narración a través no solo de sus diálogos, también con su forma de actuar. Tienen personalidad, lo que es importante para que sintonicemos con ellos, pero que adquiere mayor importancia cuando actúan en grupo.

Siempre hay algunos con los que nos sentimos más cómodos, en este caso mis preferidos no han sido los protagonistas, y aclaro esto.
Francesco, el sacerdote y Olivier, el biólogo francés, son los que me han aportado sensaciones más agradables. Tienen un comportamiento, cercano, amable, resultan sociales.
En cambio...
Ángela y Teo para mi gusto, a pesar de que son los protagonistas, tienen un comportamiento más distante, no socializan igual que los anteriores personajes, viven exclusivamente en su mundo.
Quizás porque al ocupar un puesto más destacado en la investigación, marcan más las distancias, o quizás por las historias que arrastran cada uno de ellos; el caso es que resultan demasiado rectos, demasiado serios para mi gusto y también llegados a este punto, ¿Por qué no decirlo? Ángela tras esa fachada, esconde a una gran cotilla, que en ocasiones hace comentarios totalmente desafortunados.
Primero lanza la pregunta ingenua y después pide perdón por la intromisión, eso sí... un poco ofendida.
Pero bueno, en defensa de estos dos personajes también tengo que decir, que evolucionan y mejoran a lo largo de la narración.
Esas características tan marcadas, terminan difuminándose o fundiéndose con el medio hasta casi desaparecer por completo.
Esto es otro detalle en favor de la autora... a pesar de que podamos pensar que Teo y Ángela no nos convencen del todo, la historia que gira a su alrededor si lo hace. Resulta ser lo bastante interesante y cautivadora para que el lector, o más concretamente en este caso, para que yo, haya olvidado ese pequeño inconveniente.

La historia fluye alrededor de este cuarteto de personajes y cada uno aportará su granito de arena a la investigación y con ello, la intriga a la novela.

La Intriga la tenemos asegurada en este thriller pseudo-histórico, pero en sus trece capítulos más el epílogo también encontraremos aventuras, acción y algún que otro romance que contribuirá a que la lectura nos resulte más entretenida.


miércoles, 17 de febrero de 2016

Matar a un ruiseñor de Harper Lee

Sinopsis:

«Disparad a todos los arrendajos azules que queráis, si podéis acertarles, pero recordad que es un pecado matar a un ruiseñor».

Este es el consejo que da a sus hijos un abogado que está defendiendo al verdadero ruiseñor del clásico de Harper Lee: un hombre de color acusado de violar a una joven blanca. Desde la mirada de Jem y Scout Finch, Harper Lee explora con humor y una honestidad insobornable la actitud irracional que en cuestiones de raza y clase social tenían los adultos del Sur profundo en los años treinta. La conciencia de una ciudad impregnada de prejuicios, violencia e hipocresía se enfrenta con la fortaleza y el heroísmo silencioso de un hombre que lucha por la justicia.
Matar a un ruiseñor, galardonado con múltiples reconocimientos desde su publicación original en 1960, se presenta ahora en una nueva traducción. Esta novela ganadora del Premio Pulitzer ha sido traducida a más de cuarenta idiomas, ha vendido más de cuarenta millones de ejemplares en todo el mundo y ha dado lugar a una popular película.

Opinión:

Para comenzar esta reseña, lo primero que quiero hacer es dirigirme a todos los que no hayáis tenido la oportunidad de leer esta obra.
Os estáis perdiendo no solo un clásico de la literatura moderna, también la posibilidad de disfrutar leyendo una pequeña joya literaria que invita a la reflexión, no solo por lo que cuenta, sino por como lo hace su autora, además de ser testigos del excelente uso que hacía de su pluma y que se limitó únicamente a plasmar en esta novela.
En 2015 publicaron bajo el título de Ve y pon un centinela, lo que comercializaron como una secuela, unos dicen que en realidad es el primer borrador de Matar a un ruiseñor. ¿Lo leeré? Quién sabe, he oído que el personaje de Atticus da un giro radical y esos cambios tan drásticos no son de mi agrado.

Esta historia, de la que hoy os hablo, nos llega a través de una narración retrospectiva, en primera persona. La encargada de hacerla es Jean Louise Finch, a partir de ahora Scout, una niña de tan solo seis años que nos narrará los sucesos que sacudieron al condado de Maycomb. 

Estructura...
La estructura física, externa, divide la historia en dos partes, treinta y un capítulos en total.
A grandes rasgos, la primera se centra en los personajes y la segunda en el juicio, pero a pesar de como digo, estar dividida en dos secciones bien diferenciadas, a mí me gustaría concretar un poco más.

La primera parte comienza presentándonos a los personajes principales, Scout; Atticus, su padre; Jem, su hermano; Calpurnia, una mujer negra que más que criada es ya familia y a Dill, su mejor amigo.
A partir de ese momento, ese círculo de influencia se amplía, y conoceremos a todos los vecinos de la calle donde viven y las historias que arrastran cada uno de ellos.
Un nuevo circulo alrededor de la protagonista aparece y nos llevará a conocer a los compañeros de la escuela, de esa forma también a las principales familias de Maycomb y las clases sociales a las que pertenecen cada una.
Entre personaje y personaje aparece una leyenda que nos intrigará, la de Boo Radley, un vecino que tras un suceso se encerró en su casa y no volvió a salir.
Para los adultos del lugar es un hecho sin ningún interés, pero la negativa de darles información a los tres niños no hace más que incentivar su imaginación. Comienzan a elaborar fantásticas teorías alrededor de ese extraño habitante, y de ese modo la historia avanza hasta llevarnos al verano donde se sitúa la segunda parte de esta narración.

Toda la primera parte, lo que consideraría introducción, es una narración costumbrista.

La segunda parte nos narra casi íntegramente el juicio a Tom Robinson y las consecuencias que acarreará su defensa.
Atticus Finch es el encargado de defender a un joven negro acusado de violación por una mujer blanca.
Aquí comienza la parte más importante, la que acarreará consecuencias, pero antes de hablar de eso deberíamos conocer más sobre el contexto histórico.

Del contexto histórico a la crítica social.
Los acontecimientos que se citan nos pueden parecer hoy en día muy lejanos y, en cambio, no hace tanto que ocurrieron, menos todavía para los protagonistas de esta historia
Si mirásemos esta novela desde el punto de vista actual, sin preocuparnos por conocer lo que ocurría en el momento que se narra, perderíamos la esencia de la obra y ¿por qué no? la mitad de los detalles importantes.
Además de conocer el momento que vivían los personajes, también es importante conocer un poco de la historia que arrastran. Por lo tanto, hay algunos acontecimientos que deberíamos tener en cuenta.

En este estado Sureño, al igual que en otros, había quedado muy arraigado en sus gentes un sentimiento de humillación por perder la guerra contra los yanquis. La decimotercera enmienda, que el estado de Alabama ratificó en 1865, tras finalizar la guerra, abolió oficialmente la esclavitud y la servidumbre involuntaria, al mismo tiempo que generaba un odio racial que perduraría más de un siglo.

Aunque no es un elemento omnipresente en la obra sí se detecta de forma puntual un odio hacia los estados del norte y es que ese hecho para ellos era algo muy reciente.

El tío de Atticus que aparece en una ocasión en la trama, fue soldado del bando confederado.
El condado de Maycomb, se puede ver más concretamente el detalle en la calle donde vive Scout, es una calle donde todos sus habitantes son ancianos, hay pocos niños.
Lo que quiero decir es que la pérdida de la guerra conllevó también a la pérdida de derechos y eso era un recuerdo recurrente entre los habitantes de mayor edad de Alabama.

Por otra parte, el sentimiento de humillación se convertía en resentimiento hacia los estados del norte y éste a su vez era volcado hacia la gente de color, siendo eso un elemento constante en este libro. Ese odio, del que ya hablaré más abajo, se veía agravado más aún por las penurias económicas que sufrían los EEUU.
En la narración vemos reflejadas las repercusiones del crac del 29. Todo el país está inmerso en la Gran depresión, la economía está por los suelos y continuarían así hasta bien entrada la década de los cuarenta.

Conocido todo esto, nos encontramos con que Harper Lee hizo una amplia crítica social.
En 1935 había claramente dos tipos de leyes, una que se aplicaba a los blancos y otra para negros. No vamos a entrar a estas alturas a ver la diferencia ni a juzgar cada una de ellas, pero sí hablaremos del caso que se trata en esta historia.

Si la palabra de un blanco se enfrentaba a la de un negro, siempre tendría validez la del blanco, por muy bajo que fuese el estamento social al que perteneciese.
En un juicio, sin pruebas, con una presentación de los hechos desmontada por la defensa como la que se narra en esta obra, un hombre blanco habría sido absuelto. Como mucho, con pruebas circunstanciales habría pasado un tiempo en la cárcel. Por el contrario, si el acusado era un hombre negro, estaba destinado a ser condenado sin titubeos a la pena Capital.

La sala de un tribunal es el lugar donde un hombre debería ser tratado con justicia e imparcialidad, fuese del color que fuese su piel.
La gran mayoría de los habitantes del condado de Maycomb ya habían realizado su juicio particular en las calles condenando a Tom Robinson. Habían llevado sus resentimientos hasta la sala del juicio y el jurado había olvidado el principal requisito al que estaban sometidos, la imparcialidad.
La sociedad al completo había olvidado momentáneamente que los Ewell, los denunciantes, eran gente sin principios, maleantes, vagos y poco o más bien, nada de fiar.
Aun así, decidieron aceptar su palabra porque eran blancos.

El odio racial era algo asumido pero no reconocido.
Todos decían respetar a la gente de color, como buenos cristianos les daban trabajo para que pudieran mantener a sus proles, pero eso no les daba la suficiente categoría como para compartir colegios, iglesias o supermercados...
Atentos al siguiente fragmento:

-¿Cómo puede hacer eso?
-¿Quién y qué? -preguntó miss Gates con paciencia.
-Quiero decir, ¿cómo puede Hitler poner a un montón de gente en un corral, así de este modo? Parece que el Gobierno debería impedirlo -dijo el propietario de la mano.
-Hitler es el Gobierno -explicó miss Gates. Y aprovechando una oportunidad para hacer dinámica la educación, fue a la pizarra y escribió DEMOCRACIA -dijo-. ¿Sabe alguno una definición?
-Nosotros -dijo alguien.
Yo levanté la mano, recordando un antiguo latiguillo electoral que me había explicado Atticus. -Derechos iguales para todos; privilegios especiales para ninguno -cité.
-Muy bien, Jean Louise, muy bien -miss Gates sonrió. 
Delante de DEMOCRACIA escribió entonces NOSOTROS SOMOS UNA-.
Ahora, chicos, decidlo todos a coro: nosotros somos una democracia. 
Ésta es la diferencia entre América y Alemania. Nosotros somos una democracia y Alemania es una dictadura. Dictadura -repitió-. Aquí, en nuestro país, no creemos que se deba perseguir a nadie. La persecución es propia de personas que tienen prejuicios. 

Como se suele decir, veían la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el suyo.

Otro detalle que se trata en esta historia es la perdida de la inocencia y la veremos reflejada en la evolución de dos de los personajes principales, Scout y Jem. Estos dos personajes nos llevan a ver otra crítica, quizás subrepticia pero sobre todo irónica, a la enseñanza, al sistema educativo. También al papel, al rol de la mujeres sureñas, esas Grandes Damas del Sur.

Personajes...
  • Scout nos sorprende muchas veces por la claridad, inocencia y sinceridad con la que narra algunos acontecimientos de su vida. Atticus se ha encargado de enseñarles, tanto a ella como a su hermano, que lo principal en la vida es ser honrados. Por lo tanto, nos narrará los sucesos desde una perspectiva única, la visión de unos niños cuando aún no ha habido nada en sus vidas que interfiera en el proceso de razonamiento. Ven la vida sin maldad y para ellos no hay distintas clases sociales ni diferencias por el color de piel.
"No, Jem, yo creo que solo hay una clase de personas. Personas." 
Esto pensaba yo también -dijo por fin-cuando tenía tu edad. Si solo hay una clase de personas, ¿por qué no pueden tolerarse unas a otras? Si todos son semejantes, ¿cómo salen de su camino para despreciarse unos a otros? Scout, creo que empiezo a comprender una cosa. Creo que empiezo a comprender por qué Boo Radley ha estado encerrado en su casa todo este tiempo... 
Ha sido porque quiere estar dentro.
  • Atticus Finch es un abogado que destaca por su integridad, sentido de la justicia y dedicación, tanto dentro de la sala de un juzgado como fuera. Este dato resulta curioso ya que contrasta con la imagen que Truman Capote nos ofrecía en su contemporánea, A sangre fría, donde en todo el proceso destacaba la mala praxis por parte de la justicia.
  • El juez, el dueño del periódico local, el sheriff, son otros personajes a tener en cuenta. A pesar de las opiniones que puedan tener hacia la gente de color, sobradamente distinguen el bien del mal, lo correcto de lo que no lo es.
  • El clan Ewell.
Bob Ewell, el antagonista de Atticus, básicamente es un ser sin principios. Vago innato, no ve la necesidad de conseguir un trabajo para mantener a su familia, siete hijos. La beneficencia se encarga de ello, le proporciona un cheque mensual para su mantenimiento, que él gasta en alcohol. Los críos viven prácticamente abandonados en un basurero, ya que él no considera importante ni necesario que vayan a la escuela.
Es un personaje mezquino, su actuación va desde la valentía que proporciona momentáneamente el alcohol hasta la cobardía más absoluta.

Mayella Ewell, la hija de Bob, la presunta víctima de violación...
Para describir a este personaje me limito a citar un fragmento de la novela.

"Cuando Atticus le preguntó si tenía amigos, pareció que ella no entendía lo que quería decir; luego pensó que se burlaba.
Era un ser tan triste como lo que Jem llamaba un niño mestizo: los blancos no querían contacto con ella porque vivía entre cerdos; los negros no querían contacto con ella porque era blanca."

Curiosidades...
Esta obra está considerada como autobiográfica.
Narra unos sucesos que ocurrieron cerca de su ciudad cuando Harper Lee tenía diez años.
Curiosamente el padre de Harper Lee era abogado y Truman Capote, por entonces un niño, pasaba los veranos en la casa de al lado.
Según Harper Lee el personaje de Dill está basado en Truman Capote.

El título original fue Atticus, pero como podéis ver decidió cambiarlo antes de su publicación. La verdad es que la obra aunque es un claro homenaje hacia este personaje en concreto, quizás basado en su padre, el personaje más importante termina siendo Scout pero sobre todo los acontecimientos alrededor del juicio.