En esta excepcional nouvelle de aires jamesianos, Wharton despliega toda su capacidad irónica para realizar, del modo más elegante y sutil, una denuncia de dos universos que se repelen en igual medida en que se atraen: el de la decadente y farisea alta sociedad francesa frente al espontáneo pero a la vez fatuo mundo americano.
John Durham, un elegante caballero neoyorquino, regresa a París con la intención de casarse con su amiga de la infancia, Fanny Frisbee, recién separada del lujurioso marqués de Malrive. A pesar del amor que ambos se profesan, madame de Malrive decide renunciar al prometedor matrimonio, pues teme que la puritana familia de su marido se oponga a su divorcio y que un posible escándalo perjudique el buen nombre de su hijo. Durham decide recurrir a la cuñada de su enamorada, madame de Treymes, que hasta ahora se había mostrado favorable a la unión. Pero las escalas de valores de la enigmática dama parisina y del inocente americano son tan diferentes que, a pesar de las buenas intenciones de ambos, desencadenarán un trágico e inesperado final.
Opinión:
De nuevo me dejo al mismo tiempo conmover y sorprender por la destreza narrativa de esta autora y añado a este apartado virtual una de sus novelas cortas. de tan solo 128 páginas, Madame de Treymes.
Esta obra fue escrita en 1907 y en ella no solo encontramos una lección de moral, sino que también hallamos una historia en la que se ironiza sobre la rancia aristocracia francesa y el escándalo que conlleva el adulterio.
Edith nació en Estados Unidos en una familia de clase acomodada y a los 23 años se casó con Edward Robbins Wharton, un hombre doce años mayor que ella. El matrimonio, debido a las continuas y públicas infidelidades de él, terminó en divorcio, y eso, a pesar de afectar a la escritora, física y psíquicamente, fue el caldo de cultivo de una floreciente y prolífica carrera literaria.
Madame de Treymes es un trasunto novelado de la infeliz relación que mantuvo con su marido. Un reflejo fiel de los acontecimientos que acompañaron su divorcio y una visión crítica de la sociedad en la que vivió, ya que en 1907, momento en que escribe esta historia, se estableció definitivamente en Francia.
La precisión y delicadeza de sus descripciones, sumada a la ironía y perspicacia a la hora de elaborar críticas sociales, han convertido su obra en ineludible, siendo el perfil psicológico de sus personajes otro de los elementos a tener en cuenta por la gran profundidad y complejidad que otorga a cada uno de ellos.
A través de esos personajes enfrenta y al mismo tiempo desnuda dos sociedades completamente distintas. La emergente y frívola alta sociedad americana, y la francesa, rancia, sobria y decadente. En la sinopsis señalan que son dos universos que se repelen en igual medida en que se atraen, pero yo no creo que sea exactamente que se atraen, sino que entre ellos nace una especie de simbiosis, una admiración y una dependencia subrepticia que les obliga a caminar al mismo paso.
Al comienzo de esta breve novela podemos pensar que el argumento gira totalmente alrededor de Madame de Malrive y del elegante John Durham, pero una vez conocido el contexto de la historia veremos que la verdadera protagonista, tal y como nos indican en el título, es la fascinante y compleja Madame de Treymes, mujer misteriosa a la par que inteligente.
La doblez de este personaje femenino crea un gran contraste con la fatal inocencia de Madame de Malrive y John Durham, y ese conflicto nos ofrece una inquietante visión de la decadente e hipócrita alta sociedad francesa y del doble juego y los efectos que se esconden detrás de cualquiera de sus actuaciones.
A pesar de esa doblez tan particular de Madame de Treymes, no debemos verla como alguien retorcido, porque no lo es.
Es tan solo un personaje como otros tantos que se esconden en la Literatura Universal, fruto o víctima de una sociedad en la que el género y la jerarquía marcan el compás y donde la mujer ha desarrollado un papel marginado, siendo eso precisamente en lo que Wharton hace un mayor hincapié, en el aislamiento social.
El doble juego va a ser una constante en la trama, un elemento que genera, no voy a decir intriga, pero sí expectación, y esa duplicidad nos empuja hacia un final en el que Wharton fuerza la situación de forma estratégica.
Para ir terminando quiero mencionar dos cosillas que tienen relación entre ellas y con la editorial.
La primera es que os habréis dado cuenta de que no he hablado del resto de personajes...
El principal motivo es que son meros peones de la trama y de Madame de Treymes. Ya he mencionado que ella es el gran personaje, pero incluso así, creo que el lector tendría derecho a descubrirlos por sí mismo, y lo cierto es que no se nos da esa oportunidad.
El motivo: que el argumento aparece totalmente detallado y descrito en algo que denominan sinopsis y que en cambio esconde un resumen preciso y pormenorizado.
No deja nada en manos de la imaginación del lector, e incluso me atrevo a ir más allá... Al final de esa "sinopsis asesina" se sugiere que la obra incluye un giro inesperado, un trágico e inesperado final. Solo por facilitar ese dato, solo por el mero hecho de revelarlo, ya arruina el giro.
Señores editores, los lectores no necesitamos que nos tutelen las lecturas. Tenemos derecho al libre albedrío, queremos sorprendernos con los giros y emocionarnos con los finales, para eso pagamos. Queremos descubrir las historias y disfrutarlas, porque una cosa es que se oriente, que se expongan los puntos generales de una novela, y otro que me cuenten de forma detallada el contenido.
Y hasta aquí la reseña de esta semana. Espero que deis una oportunidad a esta novela breve porque la culpa de lo citado no es achacable a la autora o a su calidad.
Leí esta novela hace unos medes y me dejó tan fascinada como a ti. Para mi suerte, no suelo leer las sinopsis y si lo hago, lo hago en diagonal porque sé que a veces los editores cuentan demasiado. Los diálogos entre madame Treymes y John Durham son alucinantes. Hay que manejar la técnica del diálogo y las personalidades de los personajes para que salgan tan redondos. Una novela, sin duda, muy buena. De lo mejor que le he leído a Wharton.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Susurros, me encanta Wharton y hace tiempo que no leo nada de ella, tengo en casa Los reflejos de la luna y algún día caerá, evidentemente. Esta me la apunto porque, por ahora, no me ha decepcionado ninguna de sus novelas.
ResponderEliminarUn besazo
Hola Susurros, tomo nota para cuando tenga un claro. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues lo tengo pendiente en la estantería y me dejas con ganas de pillarlo prontito. Yo he aprendido ya a no leer la sinopsis, que muchas veces te cuentan demasiado. Las leo cuando ya he terminado el libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola! Edith Wharton es una de mis autoras de cabecera y esta novela corta es otra joyita más firmada por ella. Muy recomendable. Y lo de las sinopsis es una vergüenza. Parecen que no saben vender el libro si no te destripan la trama (o eso o te venden algo que luego no encuentras en el libro por ninguna parte, que es la otra variante).
ResponderEliminar¡Besote!
Hola, estoy totalmente de acuerdo contigo, odio cuando la sinopsis te destripa el propio libro. Es inaudito.
ResponderEliminarLa sinopsis son, a veces, destroza-lecturas. Mira, con la autora he tenido mis más y mis menos. La edad de la inocencia he empezado a leerla no sé cuántas veces, y no la he terminado nunca. No sé por qué, siempre abandono. Pero esta, al ser tan breve, y con esa protagonista, me parece un buen título para nuestra reconciliación. Lo mismo lo apunto. Besos
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