martes, 5 de marzo de 2019

El misterio de Chalk Hill de Susanne Goga

Sinopsis:

La primera vez que Charlotte se encuentra frente a la hermosa mansión de Chalk Hill, en las verdes colinas de Surrey, se queda sin aliento: la imponente villa, coronada por una torre y rodeada de árboles centenarios, es el lugar más fascinante que ha visto nunca. Allí confía en comenzar una nueva vida tras haber tenido que abandonar Berlín por un escándalo que ha comprometido su reputación como institutriz.
Ha sido llamada para cuidar a la pequeña Emily, pero pronto Charlotte se da cuenta de que una extraña atmósfera se cierne sobre la casa: el silencio es casi irreal, el padre de Emily se muestra frío y reservado y la niña sufre terribles pesadillas desde la trágica desaparición de su madre. Preocupada por el bien de Emily, trata de averiguar más acerca de la muerte de Lady Ellen, pero nadie en Chalk Hill parece preparado para romper el silencio. Solo con la ayuda del periodista Thomas Ashdown, Charlotte podrá enfrentarse a la oscura verdad que esconden sus antiguos muros.

Opinión:

Hay que reconocer, aunque pueda sonar superfluo a simple vista, que la elección de la imagen de la portada, el título y la sinopsis, muchas veces actúan como efecto magnético en los lectores; son un estímulo positivo que nos invita a llevarnos una obra a casa.
Y digo superfluo, porque todos sabemos que lo verdaderamente importante se encuentra en el interior, no se puede ver a simple vista, e incluso así, nos dejamos llevar, yo soy la primera, por esos detallitos que pueden convertirse en armas cargadas por el diablo.
Con esto, lo que quiero decir, es que con esos cebos visuales, podemos acertar o fallar en la elección de la lectura.
Por suerte para mí, esta vez acerté y hoy os hablo de una historia, bastante entretenida y con la que tenemos el suspense asegurado desde el comienzo.

Charlotte, una joven institutriz, deja atrás su amada Alemania para aceptar un trabajo en Inglaterra. ¿Pero qué la obliga a cruzar el Canal de la Mancha y alejarse de su hogar?
Esa premisa, tan solo va a ser el primer misterio que nos envolverá. Una vez que esté instalada en Chalk Hill, descubriremos que la antigua mansión esconde un secreto mayor tras sus muros.

Lo primero que vamos a ver es que la historia nos llega a través de dos hilos argumentales; el de Charlotte en 1890 y el de Thomas Ashdown que comienza a finales de 1888 y que irá progresando de forma lineal hasta converger con el de Charlotte.

Creo que lo más importante en esta novela, lo que habría que destacar, son los generadores de intriga porque actúan como pilares fundamentes para que se apoye el argumento.
Esos generadores consiguen una ambientación muy lograda, cuidada al detalle, porque realmente la historia no es nada novedosa.
Tiene claras reminiscencias de la novela gótica, siguiendo la linea de "Otra vuelta de tuerca" de Henry James, o "Jane Eyre" de Charlotte Brontë, también me recuerda a la trama de "El  secreto de Gaudlin Hall", aunque esta última es de publicación reciente, supongo que si habéis leído el argumento os traerá a la cabeza más historias similares; todo se reduce básicamente a esto: Institutriz, casa aislada, niños de por medio, padres o tutores distantes, comportamientos extraños y un misterio.
Pero hablemos un poco más de esos elementos que sirven para intensificar el suspense en esta historia y que a mí me han gustado...

La atmósfera sofocante...
En primer lugar tenemos el escenario, Chalk Hill, la antigua mansión y el ambiente que allí se respira, que es complementado por los personajes y por su comportamiento hermético, haciendo que la protagonista se sienta ajena al lugar, como una intrusa, dejándola en una situación difícil, en soledad.
  • El bosque, escenario de antiguas y oscuras leyendas, al que se accede desde el pesado portón de hierro del jardín, y que parece separar un mundo de otro; los fenómenos atmosféricos, la lluvia, la humedad que parecen cobrar especial intensidad durante la noche, consiguen crear incomodidad y al mismo tiempo aislamiento. 
Esos elementos, como he dicho, se realzan cuando llega la oscuridad, momento en que somos más vulnerables y en el que surgen nuestros miedos más profundos, en cambio de día, todo parece cobrar una apariencia distinta, más tranquila, y esos detalles la autora sabe aprovecharlos y jugar con ellos con acierto.

Lo que se dice y lo que no...
  • Las elipsis, las verdades a medias, también sirven para acrecentar el aislamiento y la tensión.
  • Los retazos del pasado, lo que vamos descubriendo casi de casualidad, también actúa como estímulo, ya que se cierne sobre todos los habitantes de Chalk Hill y condiciona sus movimientos.
  • La sombra de un secreto, que toma forma con esos silencios de los que os hablaba, con las palabras reprimidas que se escapan y agazapan tras la débil imagen de bienestar y seguridad, influencian a todos los personajes y hacen hincapié sobre la débil personalidad de la pequeña Emily. 
  • La presencia constante, omnipresente de la Señora Clayworth, Lady Ellen, que parece esconderse tras cada uno de los antiguos muros de la mansión, creando tensión por cada uno de los detalles que rodearon su muerte. 
Emily...
La autora juega con nosotros, con la duda, poniendo a la joven pupila de Charlotte en situaciones comprometidas; como es una niña la vemos vulnerable y Susanne Goga, aprovecha esa debilidad que suscita en nosotros para perturbarnos.
Lo cierto es que este joven personaje da para mucho...
Vemos que es demasiado lista y perfecta para sus ocho años. Podemos pensar que es un error de la escritora, que no sabe plasmar la imagen infantil, pero no es así, está hecho a propósito para incomodarnos con esa apariencia adulta que se esconde en un cuerpo de niña. Esa conducta nos pone en alerta casi inconscientemente, porque realmente vemos en esa actitud extraña una amenaza.

Los saltos de una trama a otra interrumpen bruscamente la acción, en el momento más crítico.

Todos los elementos que he citado hasta ahora sirven para controlar el ritmo de la narración, impidiendo que la atención se desvíe.

Pero habrá más detalles que convertirán esta historia en entretenida, como es el juego metaliterario.
Vamos a encontrarnos con menciones frecuentes a la obra de Jane Austen e incluso a la de Arthur Conan Doyle, aunque también veremos más referencias a autores y obras de la época.

Otra cosa que me ha gustado es incluir referencias al espiritismo.
Esos datos, además de generar el ambiente adecuado dan veracidad al relato.
El rechazo a la razón que vemos como característica principal del Romanticismo, llevó a finales del siglo XIX y principios del XX, a sus seguidores, a rodearse de una atmósfera mágica.
En ese periodo surge con fuerza la teoría espiritista. Las almas románticas veían en esa práctica una puerta, una forma de volver a comunicarse con sus seres queridos, aunque hay que decir que este movimiento no cobró realmente fuerza hasta después de la Gran Guerra, momento en que los familiares de las víctimas lo utilizaron como medio de contacto al no haberse podido despedir de sus seres queridos. Aquí vamos a encontrarnos con los pioneros de ese movimiento y también del contrario, del movimiento escéptico.

Os he comentado al inicio de la reseña que la historia se construye alrededor de dos hilos argumentales que terminarán cruzándose.
En ese momento, la trama cambia, abandona los tintes góticos para tomar un tono de novela enigma, se convierte en una especie de novela policíaca, donde Tom Ashdown deberá investigar los hechos y averiguar cuánto hay de verdad en ellos.

Para ir terminando os diré que Susanne Goga nos plantea un enigma, pero todo se reduce a contemplar la realidad bajo otro prisma, y eso conduce al lector a hallar la verdad.
La resolución del misterio se ve venir desde más o menos la mitad de la historia, por mucho que intente ocultarnos la verdad, haciéndonos mirar hacia otro lado como si fuese un truco de magia.
Aun así, debo decir que la trama está muy bien urdida y logra despistarnos en algún momentillo.

Así que ya sabéis, El misterio de Chalk Hill equivale a historia decimonónica, Inglaterra y misterios y algunos detallitos más que he dejado desperdigados por ahí.
Es cierto que hay muchos libros de temática similar, pero yo no me canso de leerlos, sirven de pausa, para descansar entre otras lecturas y encima nos entretienen. Es una lectura tranquila, a la que no hay que pedir mucho, pero tras la cual se esconde algún que otro sobresalto.


martes, 26 de febrero de 2019

Los crímenes de Alicia de Guillermo Martínez

Los crímenes de Alicia (Crímenes de Oxford 02)
Sinopsis:

Oxford, 1994. La Hermandad Lewis Carroll decide publicar los diarios privados del autor de Alicia en el país de las maravillas. Kristen Hill, una joven becaria, viaja para reunir los cuadernos originales y descubre la clave de una página que fue misteriosamente arrancada. Pero Kristen no logra llegar con su descubrimiento a la reunión de la Hermandad. Una serie de crímenes se desencadena con el propósito aparente de impedir, una y otra vez, que el secreto de esa página salga a la luz.
¿Quién quiere matar al mensajero? ¿Cuál es el verdadero patrón que se esconde tras esta sucesión de crímenes? ¿Quién y por qué está utilizando el libro de Alicia para matar?
Para desentrañar lo que ocurre, el célebre profesor de Lógica Arthur Seldom, también miembro de la Hermandad Lewis Carroll, y un joven estudiante de Matemáticas unen fuerzas para llegar al fondo de la intriga, y serán peligrosamente arrastrados por unos crímenes impredecibles, en una investigación que combina la intriga con lo libresco.
Con una prosa tersa y precisa, Guillermo Martínez, autor de Los crímenes de Oxford, ha escrito una novela fascinante que en la tradición de Borges y Umberto Eco lleva el relato policial al terreno literario.

Opinión:  Los crímenes de Alicia (Crímenes de Oxford 02)

Para esta segunda aventura con la que ha obtenido el premio Nadal 2019, Guillermo Martínez vuelve a tirar del escenario ya conocido, la pequeña ciudad universitaria de Oxford y de algunos personajes.
Sucede, más o menos, un año después de los sucesos que se contaban en Los crímenes de Oxford.

Esta novela comienza con una frase que viene a resumir la obra anterior "El crimen perfecto no es el que queda sin resolver, sino el que se resuelve con un culpable equivocado", y sobre esa premisa que resulta magnética para los amantes de la novela policíaca o negra se construirá el argumento.

Si en la anterior reseña os mencionaba que el perfil de los personajes estaba poco elaborado, que no nos dejaba entrever lo que había detrás de ellos, aquí vamos viendo como esa imagen que teníamos  se va perfilando con datos del pasado.

La trama también hay que señalar que resulta más elaborada y lo cierto es que el final nos dejará con la boca abierta.
El autor ha optado para esta ocasión, partir de un hecho real para elaborar el argumento, el resto es ficción, pero a los lectores nos costará averiguar cuando de cierto hay escondido detrás de cada escena.

La estructura vuelve a ser la misma que ya habéis visto en "Los crímenes de Oxford" de Introducción, nudo y desenlace; lo que ocurre, que no lo mencioné en la anterior reseña, es que en ambas historias la introducción destaca por su brevedad. 
Este autor prefiere dejarse de preámbulos largos y nos mete casi de golpe en la historia, desde los primeros capítulos. Ese detalle me gusta, porque evita el estar dando vueltas sin sentido.

Otro detalle a tener en cuenta y que es de lo más característico de las novelas del género, es hacer recaer la sospecha sobre todos los personajes, tal y como lo hacía la gran Agatha Christie, pues bien, aquí sucede igual pero con un ligero matiz.
La sombra de la sospecha recae sobre todos los personajes porque no conseguimos ver a ninguno de ellos como posible culpable, nadie es lo suficientemente convincente para que nos parezca el criminal.
Ahí precisamente, en ese detalle, reside la maestría de este autor que logra despistarnos.
Parece que nos guía por una historia donde hay dos investigaciones, y lo cierto es que están tan estrechamente relacionadas, que son solamente una.

Una de esas investigaciones girará alrededor de la vida de Lewis Carroll, del origen de su obra Alicia en el País de las Maravillas y de su obsesión enfermiza por la fotografía y por retratar a niñas pequeñas; en la otra habrá que descubrir quién está detrás de los ataques que parecen estar sufriendo los miembros de la Hermandad Lewis Carroll.
Creo que es una historia recomendable que recuerda a las mejores novelas de investigación de comienzos del s. XX.

Los personajes vuelven a enfrentarse a un asesino en serie complejo, que intenta impedir que cierta información sobre Carroll se haga pública.
El profesor Seldom y G, deberán valerse de su astucia para resolver esta nueva serie de asesinatos que parece romper con la monotonía de esa pequeña ciudad y que les plantea un nuevo reto, porque esta vez los asesinatos no siguen ninguna lógica. y Seldom, miembro de la hermandad, puede terminar siendo una de las víctimas.
Una historia recomendable que os hará contemplar el libro de la infancia Alicia en el País de las Maravillas con otros ojos.


Los crímenes de Oxford de Guillermo Martínez

Los crímenes de Oxford (Crímenes de Oxford 01)
Sinopsis:

Un estudiante de matemáticas realiza un viaje a Oxford con fines académicos. Además de conocer a algunos de sus maestros en esta ciencia, las emociones se alborotan cuando se produce un asesinato en la casa donde se aloja.
Se desata así un misterio para el que las matemáticas son, más que una disciplina teórica, la clave para su investigación y desarrollo.
La serie de Oxford es un artefacto literario que combina una altísima calidad literaria con una trama capaz de atrapar a miles de lectores.

Opinión:  Los crímenes de Oxford (Crímenes de Oxford 01)

Supongo que últimamente estaréis oyendo hablar mucho de Guillermo Martínez, ganador del premio Nadal 2019 por su novela Los crímenes de Alicia, pero estoy segura de que si rebuscáis en la memoria, también os sonará otro título suyo y que da el pistoletazo de salida a lo que ha pasado de ser un libro independiente a una saga.
Esa primera obra que fue publicada en 2003 llevó por título Crímenes imperceptibles, y también obtuvo un premio, el Planeta Argentina 2003.
En 2008, el cineasta Álex de la Iglesia hizo la adaptación cinematográfica con el título de Los crímenes de Oxford, y a partir de ese momento las posteriores ediciones adoptaron ese título.

Guillermo Martínez, como ya he mencionado al comienzo, no pensó en un principio hacer una serie de novelas ambientadas en esa ciudad universitaria, Oxford, es más... dejó el final cerrado de esta historia, con el objetivo de no hacer una segunda entrega, pero ya se sabe que hay veces que los personajes se rebelan y terminan reapareciendo, de ahí, que no solo vaya a haber una segunda parte, sino que según alguna entrevista que he leído recientemente por ahí, está en proceso la tercera.
Debo deciros también que en este ciclo de novelas de Oxford, los libros son de lectura independiente.

Los crímenes de Oxford y Los crímenes de Alicia, tienen varios elementos en común, siendo el principal que comparten algunos de los personajes: El profesor de Lógica Arthur Seldom, el inspector Petersen y el joven estudiante argentino del cual no conoceremos su nombre, por mucho que en algunos blogs y webs, insistan en llamarle Martin.
Creo que aquí llega el momento de hacer la aclaración.
En la película de Álex de la Iglesia, el personaje sí adoptaba ese nombre, en cambio, tanto en esta obra de la que os hablo como en la siguiente, Los crímenes de Alicia, se indica que el nombre contiene una doble ele y que resulta impronunciable para los británicos.

"Escuché que pronunciaba mi nombre, con un esfuerzo conmovedor, tropezando en la doble ele".

A esto añado que en Los crímenes de Alicia, aparece en varias ocasiones la referencia a la letra inicial del nombre: G, lo que me lleva a pensar que podría ser Guillermo, y más si le vemos como un Alter ego del autor, con el que comparte no solo ser argentino y matemático, sino también haber completado sus estudios en Oxford.
Pero bueno... dejando de lado las conjeturas, lo que sí se me escapa es si en alguna edición, en alguna adaptación literaria posterior a la película, el joven adopta ese nombre.

Pues bien, dicho esto, G, será nuestro narrador protagonista a lo largo de la historia, y por lo tanto eso condicionará el relato, ya que solo puede contar los hechos de los cuales es testigo o lo que le van contando.
La omisión de su nombre crea un pequeño halo de misterio a su alrededor, ¿por qué nos lo oculta Guillermo Martínez?, pues quizás para recalcar con ello que el estudiante, tan solo es un elemento narrativo, el transmisor de la historia, evitando así que pueda restar protagonismo a otros personajes o a los hechos.
Os mencioné más atrás que la saga iba a tener más elementos en común, pues bien, esos detalles se aprecian a simple vista con solo mirar los títulos; toda la saga se construirá alrededor de crímenes en serie.

Esta novela tiene rasgos de novela policíaca y al mismo tiempo de novela negra, porque lo cierto es que hay veces que es difícil delimitar dos géneros que con frecuencia se dan la mano.

Los personajes masculinos toman el mando en esta historia y los femeninos aparecen simplemente como atrezzo, espero que esto no se tome como una crítica, tan solo es una apreciación.
También debo decir en este apartado, que todos sin excepción, están poco definidos.
Conocemos muy pocos datos sobre su vida pasada, y eso puede darnos la idea de que están construidos de forma superficial; yo soy de la opinión de que todo personaje tiene que tener un pasado y los escritores deben presentárnoslo, aunque tan solo sea de forma escueta, para que no parezca que han surgido así... sin más, como por ciencia infusa.
Visto esto desde otro punto, lo de no perfilar en profundidad, también puede tener otra lectura, y es la de no desviar nuestra atención de los sucesos, de la forma de ejecutar los crímenes.

Otro detalle que no puedo olvidar mencionar es el uso de algunos giros o expresiones que emplea el autor, y que pueden chocarnos a los españoles, por no estar acostumbrados a oírlos, algo que creo que nos saca de la rutina y que enriquece culturalmente el texto.

Para ir terminando os diré que el final elegido no es el que más me hubiese gustado leer.
Me parece cogido un poco por los pelos, porque creo que se apoya en demasiadas casualidades...
Pero incluso con los peros que os he citado, considero que es una novela bastante interesante.



viernes, 22 de febrero de 2019

La caja de botones de Gwendy de Stephen King y Richard Chizmar

Sinopsis:

Existen tres vías para llegar a Castle View desde la ciudad de Castle Rock: por la carretera 117, por Pleasant Road y por las Escaleras de los Suicidios.
Cada día del verano de 1974, Gwendy Peterson, de doce años de edad, toma el camino de las escaleras, que ascienden en zigzag por la ladera rocosa.
Pero un día, al llegar a lo alto, mientras recupera el aliento con la cara roja y las manos apoyadas sobre las rodillas, un desconocido la llama.
Allí, en un banco a la sombra, se sienta un hombre con una chaqueta negra y un pequeño sombrero.
Llegará un día en el que Gwendy sufra pesadillas con ese sombrero...

Opinión:

Hace tan solo unas semanas vi comentado este relato breve en el blog de Sifuésemoslibros, y lo que contaba sobre él me gustó.
Debo decir, que esa página se ha convertido en uno de mis blogs de cabecera, visitándolo con asiduidad; las reseñas suelen ser breves, pero consiguen extraer la esencia principal de los libros. Sus recomendaciones, muchas para mí desconocidas, se convierten en aciertos, y por lo tanto, no tardé en hacerme con esta y colocar su lectura entre las prioritarias. Os recomiendo visitar su blog.

Esta historia surge de la cooperación de Stephen King y de Richard Chizmar. Según dicen, King tenía una historia sin acabar y sin ideas de cómo hacerlo. Hablando con Chizmar, éste ideó un desenlace muy al gusto del gran mago del terror y ¡voilà!, de ahí nació "La caja de botones de Gwendy".

Desde el comienzo la historia atrapa, eso no es una novedad.
Se lee sin hacer un alto; queremos saber lo que le deparará el futuro a Gwendy, y una vez más el gran maestro se hace con nosotros, nos engaña, nos tienta con una historia con tintes amenazantes y nos llena la cabeza de preguntas. Nos hace cuestionarnos cuánto de lo que le sucede a Gwendy es resultado del libre albedrío y cuánto de ello, fruto de la misteriosa caja de botones.

Pero bueno, como esta es una historia breve, tampoco voy a entrar en muchos detalles y me voy a centrar solo en lo que más me ha llamado la atención.
Esta historia que solo tiene 186 páginas, incluye algunas ilustraciones en el interior de Keith Minnion.
Lo más curioso fue descubrir que King, para este relato, prescindía totalmente de sus habituales introducciones, supongo que debido a la corta extensión de la obra. En esas introducciones suele presentarnos la ciudad, a los personajes principales y después nos enfrenta directamente con el problema.

Aquí, como digo lo suprime, y nos encontramos ya en la primera página, subiendo junto a Gwendy las escaleras de los suicidios, unas escaleras que supondrán un cambio brusco en su vida.
En tan solo tres o cuatro páginas, hemos visto algo que no es habitual en la pluma de King, pero en cambio hay otros detalles que sí son muy comunes en su obra y que seguro que no os costará reconocer.
Uno de ellos es dar el protagonismo absoluto a un niño, y el otro, darnos de frente con un personaje arquetípico de King, uno que aparece con demasiada frecuencia en sus obras, sobre el que recae la acción de tentar, como el Mefistófeles de Goethe..

La historia es dinámica, avanza a buen ritmo y tiene la esencia de King, esa tan característica y que impregnaba sus primeras obras. Tiene sus buenas dosis de intriga que mantiene hasta el final, pero por ponerle algún inconveniente, le falta el toque de terror.
El final elegido, para mi gusto, delata demasiado que no ha surgido de la mano de King, con esto no digo que no sea acertado ni que no me haya gustado, porque no es así. Ese final, da un toque especial, distinto a lo que King nos tiene acostumbrados.

Muchos de vosotros, me habéis comentado en más de una ocasión, que no os gusta el género de terror, pero que en cambio sí os gustaría leer algo de Stephen King; para vosotros, esta historia es la ideal. Tiene su esencia, su toque especial, y carece de ese golpe de terror que nos apasiona a los amantes de este autor en su vertiente más oscura.


martes, 19 de febrero de 2019

Los restos del día de Kazuo Ishiguro

Sinopsis:

Inglaterra, julio de 1956. Stevens, el narrador, durante treinta años ha sido mayordomo de Darlington Hall. Lord Darlington murió hace tres años, y la propiedad pertenece ahora a un norteamericano. El mayordomo, por primera vez en su vida, hará un viaje. Su nuevo patrón regresará por unas semanas a su país, y le ha ofrecido al mayordomo su coche que fuera de Lord Darlington para que disfrute de unas vacaciones.
Y Stevens, en el antiguo, lento y señorial auto de sus patrones, cruzará durante días Inglaterra rumbo a Weymouth, donde vive la señora Benn, antigua ama de llaves de Darlington Hall. Y jornada a jornada, Ishiguro desplegará ante el lector una novela perfecta de luces y claroscuros, de máscaras que apenas se deslizan para desvelar una realidad mucho más amarga que los amables paisajes que el mayordomo deja atrás. Porque Stevens averigua que Lord Darlington fue un miembro de la clase dirigente inglesa que se dejó seducir por el fascismo y conspiró activamente para conseguir una alianza entre Inglaterra y Alemania. Y descubre, y también el lector, que hay algo peor incluso que haber servido a un hombre indigno...

Opinión:

Los restos del día o Lo que queda del día, la novela de la cual hoy os hablo, es una obra escrita en 1989 al más puro estilo british, con una mezcla de elegancia y sobriedad a partes iguales que logra sorprender al lector, sobre todo, cuando caemos en la cuenta de que el autor es japonés.
Es cierto que Kazuo Ishiguro, premio Nobel de literatura 2017, se trasladó con su familia a Londres con tan solo seis años, y ha tenido tiempo más que suficiente para amoldarse al estilo de allí, por no hablar de las costumbres tan distintas a las de su país de origen.
Lo raro, como digo, lo que logra sorprender, es la capacidad de acercarnos a la Inglaterra de mitad del siglo pasado, en el periodo posterior a la II Guerra Mundial, pero a esa sociedad oculta a la que solo se tenía acceso por la puerta de atrás de las mansiones y que nos muestra el comportamiento de los criados al detalle, haciendo uso de un lenguaje preciso o correcto, no sé cómo definirlo, pero sobre todo, elegante.
Kazuo Ishiguro, deja la narración de esta historia en manos de Stevens, un mayordomo que arrastra más de treinta años de servicio, educado dentro de ese clásico carácter inglés tan rígido, incapaz de mostrar un solo sentimiento, pero que pese a eso logrará ofrecernos un relato conmovedor.

Stevens haciendo uso de una narración muy personal, ira mostrándonos cuanto sucede a su alrededor, sin olvidar describir al detalle el comportamiento de sus señores. Lo hará sin omitir opiniones, sin valorar si lo que ve está bien o mal, y ahí reside el gran mérito de este narrador, que será capaz de contarnos una preciosa historia sin emitir ni un solo juicio.

Stevens es un personaje fascinante, íntegro, totalmente dedicado a su trabajo, capaz de asumir como propios los errores de otros, anteponiendo su profesión a su vida y a su corazón.
Este mayordomo tan carismático iniciará un viaje por Inglaterra, mientras su actual jefe, Mister John Farraday, viaja a su país natal, Estados Unidos.
El destino de Stevens es llegar a visitar a miss Kenton, antigua ama de llaves de la mansión Darlington Hall.
El viaje que inicia no solo será una excursión en la que descubrir magníficos paisajes, sino que también será el medio para guiarle hacia ese viaje interior, ahondando en la nostalgia.

Os he mencionado que la meta del viaje es visitar a miss Kenton, pues bien, ese personaje omnipresente en todos los capítulos, de la cual nos va a ir hablando Stevens, y que vamos a ir conociendo en profundidad, va a actuar a modo de Macguffin, porque solo contará con una breve aparición, en persona, al final de esta historia.
Miss Kenton, va a ser el motivo por el que Stevens inicia ese viaje; es una excusa argumental para que el mayordomo nos vaya contando los sucesos del pasado, pero ella no es importante, es prescindible, y como comprobaremos, tampoco resultará de vital importancia cuando el relato finalice. 


Os recomiendo esta novela, que no es muy extensa, pero no solo por la historia que nos cuenta Stevens o por su modo de hacerlo, tan delicado y profundizando en su interior, porque eso a algunos lectores les puede parecer aburrido, quizás por la apariencia sencilla de la trama. Tampoco por los hechos históricos que sirven de telón de fondo, sino más bien por la prosa de este autor que es especialmente sensible y resulta espectacular. 

Cuando acabamos de leer esta narración, nos sentimos huérfanos, nos vemos sentados junto a Stevens contemplando las luces del puerto. 
Hemos sido sus compañeros de viaje, y ese muro, esa barrera que él tenía levantada a su alrededor y que le hacía parecer frío, sin sentimientos, hemos sido testigos de como paso a paso, kilómetro a kilómetro ha ido desmoronándose, mostrándonos la realidad de esa personalidad sensible que se escondía detrás.
Para mí ha sido toda una experiencia... y si os estáis preguntando sobre lo extraño del título, os adelanto, que tan solo llegando al final de esta preciosa historia lograréis desentrañar el misterio.