lunes, 21 de noviembre de 2016

El castillo de Luis Zueco

El castillo (Trilogía medieval 01)
Sinopsis:

Una novela sobre la construcción del grandioso e imponente castillo de Loarre. El sueño de unos hombres y mujeres que desafiaron su destino hace mil años.
Entre la Tierra Llana y el Pirineo aragonés se encuentra el monumento militar románico más importante de Europa: el castillo-abadía de Loarre, una fortaleza impresionante, construida cuando esa zona era una peligrosa tierra de frontera. ¿Cómo se edificó? ¿Quién logró tal hazaña?
Todo comenzó cuando un aguerrido monarca, el rey Sancho III el Mayor, decidió levantar una fortificación en una recóndita sierra, poco poblada y desde la que se podía avistar al enemigo musulmán a diez kilómetros de distancia. Y con la promesa de un futuro mejor, atrajo a un grupo de hombres y mujeres para quienes la supervivencia era una heroicidad cotidiana.
Entre ellos, un maestro de obras lombardo; Juan el carpintero y su hijo Fortún; Ava la arquera; Javierre, un muchacho cuya ambición creció a la par que el castillo; y un sacerdote fiel al viejo rito hispánico, acompañado de la inteligente y misteriosa Eneca.
Y con sus escasos medios y conocimientos, lograron superar las limitaciones que les imponían la ignorancia y el poder hasta culminar la fortaleza religiosa y militar desde la que se gestó uno de los más importantes reinos medievales, clave de la Reconquista.
Esta es su epopeya.

Opinión:  El castillo (Trilogía medieval 01)

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una novela de corte histórico, aunque sería más exacto decir, que hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto con una novela en general.
Tanto es así, que se ha convertido en la mejor novela leída de este año, (2016).
Estamos acostumbrados a leer sobre la Edad Media en España, pero parece que resumiendo, lo único que sacamos en claro, es que va del siglo V al siglo XV, y que sus rasgos principales eran el Teocentrismo y el Jerarquismo.
Teocentrismo, porque Dios era el centro de todo y Jerarquismo, porque la sociedad era rígidamente estamental.
No olvidemos que en España, normalmente asociamos Edad Media con reconquista, y poco más...

Luis Zueco nos ofrece una obra de ficción histórica, con una progresión lineal, donde los hechos reales sirven de ambientación para recrear un periodo oscuro, el siglo XI.
El autor no se entretiene en extensas descripciones, de esas que encontramos con frecuencia en novelas similares, donde ves pasar páginas y páginas, con tediosas definiciones sobre arte y arquitectura.
En ésta encontramos todo lo contrario. Aunque es cierto que existen esas descripciones, que considero indispensables, son hechas de forma amena, sin saturar.
La lectura es ágil y el ritmo dinámico, ya que Zueco, no duda en incorporar bastantes vueltas de tuerca, totalmente inesperadas para el lector.

La historia da comienzo en 1027, como he dicho, en pleno S. XI.
Un periodo bastante convulso, con incesantes cambios, pero necesarios para el desarrollo del mundo tal y como lo conocemos.
Esos acontecimientos son descritos de forma soberbia y didáctica a lo largo de la trama.
Ya sabéis que la novela gira alrededor de la construcción de un castillo, ese es el elemento principal, y habrá quien piense que es un dato insignificante, pero no es así.
El éxodo de la población hacia esos castillos, implicaría que más tarde, se estableciese un comercio fijo, asentándose alrededor de ellos las primeras ciudades, donde surgiría una nueva clase social, la burguesía. Pero no adelantemos acontecimientos, porque el castillo aún está sin construir...

Cuando leemos una novela sobre la Edad Media, vemos que los escritores se centran en mostrarnos la gran diferencia entre clases, entre los que poseían el poder y los más desfavorecidos. Y eso está muy bien, es real... pero aquí encontramos mucho más.
Lo más destacable, es que el autor hace hincapié en algunos temas que en otras novelas no aparecen ni mencionados. Y aquí es donde entramos en juego los lectores...
Zueco incita a rellenar esos datos o a complementarlos, y vuelvo a insistir, esta lectura se convierte en una novela instructiva.
Se nos ofrece una visión panóramica desde el castillo de Loarre, desde donde contemplamos la formación de los distintos reinos de España, y con ellos, las constantes luchas internas entre los reinos cristianos, acompañadas por supuesto, de la lucha contra los musulmanes.

Otro tema que me ha gustado que salga mencionado, es la lucha eclesiástica.
Ya he citado que una de las características de la Edad media era el Teocentrismo. Eso lo encontramos en cualquier historia, pero aquí observamos con mayor detalle la gran influencia de la Iglesia de Roma y como poco a poco, no solo va creciendo, sino afianzando su poder.
Vemos la lucha entre dos ramas de cristianismo, la que defendía el rito tradicional, el hispánico, frente a la nueva corriente, el rito Romano, que se intentaba imponer desde Roma.
Otro detalle importante es como Zueco trata a los personajes femeninos, dándoles protagonismo. En ellas encontramos la lucha entre la tradición y la modernidad, pero no solo eso, vemos un retrato fiel de como eran tratadas las mujeres.

El sacerdote frunció el ceño.
-Pasad, mi templo es humilde, pero digno.
-La verdad es que no es lo que esperaba encontrarme aquí, nada lo es en estas tierras. Acabo de hablar con una mujer que todavía no ha sido desposada. Temo que termine pervirtiendo a los hombres - (...)

Y ahora vayamos a los personajes...
El castillo de Loarre, era el encargado de defender la frontera entre nuestra fe y la de la media luna.
Sancho Garcés III de Pamplona, conocido como Sancho 'el Mayor', es el protagonista inicial, el responsable de que den comienzo las obras del majestuoso castillo de Loarre.
Pero Sancho 'el Mayor', no las vería culminadas.
Tras su muerte, el reino se divide. A Ramiro I, hijo natural de Sancho, le corresponden las tierras de Aragón, pero dependientes del Rey de Navarra, su hermano García. Ramiro continúa con la construcción, pero la mala suerte parece que persigue a la fortificación, y Ramiro tampoco la verá definitivamente terminada.
Al morir Ramiro hereda los territorios su hijo Sancho Ramírez, que consolidaría el reino, al ser coronado en Roma por el Papa.
Estos son los personajes Regios que nos acompañaran a lo largo de la historia, pero no son los importantes, porque esta novela es un homenaje a todos los hombres y mujeres, anónimos, que arriesgaron sus vidas para construir esas grandes moles de piedra.
Estos personajes son lógicamente ficticios, pero no por ello son menos importantes.
Fortún, es el que destaca por encima de todos, por la gran carga que soporta. Es el encargado de llevar sobre sus hombro el peso de toda la narración y por supuesto, también de la construcción.

Ava y Eneca, son los dos personajes femeninos que rodean a Fortún y entre los tres forman el triángulo amoroso de esta historia, dando el toque romántico pero también humano.

Y por último, el personaje principal, al que no he dejado de citar desde el comienzo.

Un personaje encargado de unir todas las tramas con la Historia. Un conjunto tan armónico, que no se distingue dónde comienza la obra realizada por la mano humana y dónde termina la realizada por la naturaleza.
La pieza más importante de esta obra, esa fortaleza que incluso hoy en día, desafiando al tiempo y a la erosión, nos contempla desde el horizonte, desde lo alto de un cerro.
Vestigio de un tiempo pasado que nos habla entre susurros de Reconquista, pero también de protección.
Un castillo que quedó detenido en el tiempo, considerado como el castillo Románico mejor conservado de Europa y que espera, en silencio, que sea declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.



lunes, 14 de noviembre de 2016

La rebelión de Penélope de Dolores García Díaz

Sinopsis:

Penélope es hallada inconsciente junto al cadáver de su mejor amiga en un paraje de la costa de Castellón. Santiago Ramírez, inspector de policía tratará de desenmascarar al asesino mientras lidia con la enfermiza y adictiva relación que le une a su esposa.
La investigación policial irá reconstruyendo la historia de la protagonista, a través de las personas que constituyen su universo familiar, un marido asfixiante que la anulaba, una hija egoísta que la ignoraba y un pasado reciente en el que cobra especial importancia la estrecha amistad de Penélope con un elegante galerista de arte.
Penélope se rebeló contra quienes no supieron amarla; las consecuencias de esa onda expansiva son difíciles de imaginar.

Opinión:

Si a finales de octubre os hablaba de La muerte abrió la leyenda, uno de los cuatro ganadores del premio "Letras del Mediterráneo", hoy os acerco a otra de las ganadoras de ese certamen, La rebelión de Penélope, de Dolores García.

Una trama original, cargada de vueltas de tuerca que nos llevará a desconfiar de todos los personajes, pero... también cargada de otros detalles que ya comentaré y que no me han llegado a convencer del todo.
Las casualidades... para mi gusto, se dan demasiado en este argumento, pero en esta ocasión no voy a hablaros de ellas, basta con haberlas mencionado una única vez. De lo que sí voy a hablaros es de otros puntos, más interesantes, que habría que mencionar.

El narrador...

En esta historia lo primero que llama la atención es la estructura.
El encargado de hacer la mayor parte del relato es un narrador omnisciente que emplea la tercera persona de singular; ahora bien, hay un detalle que convierte a esta novela en distinta o inusual.
En algunos momentos de la narración nos encontraremos con determinados personajes sumergidos en pleno monólogo.
Este soliloquio encubre un diálogo, realmente va dirigido a alguien presente en la conversación, pero que no interviene en ella.
Este recurso juega un papel muy importante en la novela.
Además de ser una herramienta introspectiva que nos acerca al personaje mostrándonos sus reflexiones y sentimientos más profundos, también le da el control en esos momentos. En esas escenas, es el dueño total del discurso y vemos su esencia, se muestra ante nosotros realmente como es, además de aportar a la trama un mayor dramatismo.

El ritmo de la narración es bastante bueno.
Dolores García va añadiendo pequeños detalles que mantienen el suspense, pero hay que decir que el asesinato que aparece en la sinopsis ocurre cuando llevamos leído dos tercios de la novela.
¿Esto es malo? Para mi gusto, no.
El asesinato pasa a ser un tema secundario. El resto de acontecimientos que suceden alrededor de la protagonista, Penélope, son lo bastante interesantes para que la obra avance hacia el clímax, acumulando tensión que termina estallando con un excelente giro argumental.

Pero vayamos al personaje principal... Esta frase que he encontrado, es perfecta para definirla.

“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. Es por eso que el presente se nos escapa.”
Gustave Flaubert.

Penélope, los personajes y los estereotipos.

Penélope, en todas sus relaciones personales, desempeña una función accesoria, y eso es lo que nos hace empatizar con ella desde los primeros compases de esta historia.
Los que la rodean la ven como un objeto, siempre subordinada a los objetivos y deseos de esos que una vez manejaron su vida, pero que en la trama aparecen desempeñando un papel meramente ambiental y/o secundario.
Penélope es una mujer que lucha por ser ella misma y, en cambio, cuando emprende una relación se convierte en otra persona, ninguneada, sumisa y pasiva.
Sus cualidades, sus habilidades intelectuales y personales, no solo no son valoradas, sino que también ignoradas. Únicamente es madre, esposa o amante; debe desempeñar esas funciones y lo que haga al margen de ellas es considerado como una extravagancia.

Hay un par de personajes más que son importantes en esta novela.
Uno de ellos es Santiago Ramírez, un inspector de policía, y el otro, Arturo, el dueño de una galería de arte.
Los tres forman un triángulo que acapara nuestras miradas. La autora echa la red y caemos bajo ella, mientras teje una historia desconcertante para cada uno de ellos.
En un principio pensamos que no tienen nada en común, que sus tramas son divergentes, pero según avanza el argumento, comprobamos como todos ellos están estrechamente relacionados.

En global, la caracterización que ha elegido la autora para los personajes es demasiado estereotipada.
Tenemos a Penélope, una mujer bella y sensible; a Santiago, el héroe, el policía bueno; Arturo, el anciano sabio y artista atormentado; Roxana, la exuberante cubana; y algunos más...

Los personajes secundarios.

La historia ocurre en la actualidad, pero algunos de los personajes que rodean a Penélope parecen sacados de la época de los ochenta o anterior a ésta...
Retrógrados y armados con un pensamiento arcaico, ven en una mujer divorciada, prácticamente la reencarnación de Lilith, (Léase la primera mujer de Adán).
Las mujeres mayores la miran con pavor, las más jóvenes con temor, y los hombres, la gran mayoría, dotados de un comportamiento machista, revolotean a su alrededor como moscas a un panal de miel.
Los lectores observamos mudos y asombrados esa actitud hacia Penélope.
A mi parecer, ese comportamiento es un punto que resulta demasiado forzado e incluso surrealista, quizás buscando dotar a la trama o a la vida de la protagonista de mayor dramatismo.
Es cierto que esa forma de pensar y/o actuar, incluso hoy en día, podemos encontrarla, pero por suerte cada vez es menos habitual y se reduce a pequeños grupúsculos.

Esta historia tiene elementos clásicos de la novela negra. Hay una división clara entre buenos y malos; los personajes arrastran historias dolorosas e incluso podemos encontrar alrededor de algunos de ellos el ambiente decadente tan característico del género negro. Nos encontramos ante una historia que habla sobre la explotación sexual de mujeres, sobre extorsión, pero que también trata otros temas como son la soledad o el deseo de superación.
También observamos un conflicto dramático constante sobre el que se construye la trama y que hace que la historia avance, la lucha de Penélope consigo misma y al mismo tiempo con la sociedad que la rodea. Todo ese cúmulo de situaciones podrían llevarnos a enmarcarla perfectamente dentro de otro género.

Para finalizar deciros que me ha gustado el guiño metaliterario que hace la autora en un par de ocasiones, jugando con el nombre de la protagonista y la Odisea de Homero.


martes, 8 de noviembre de 2016

Walläda la Omeya de Magdalena Lasala


Sinopsis:

Córdoba, siglo XI.
El esplendor de al-Ándalus toca a su fin. Mientras los gobernantes libran entre ellos despiadadas y, a la postre, estériles luchas por el poder, el hambre y el dolor cabalgan por las calles de la capital del califato.
Sólo un lugar de la ciudad cobija aún el antiguo espíritu de los Omeya: el salón literario de la princesa Walläda, una mujer fascinante que recita versos que compone ella misma, se muestra ante los hombres con el rostro descubierto, pese a la ley coránica, y luce orgullosamente sobre el hombro un tatuaje que reza: «Doy poder a mi amante si descansa sobre mi mejilla, y mis besos otorgo a quien los merece.»
La fama de la joven pronto traspasará las fronteras de Córdoba. Su historia de amor con el también poeta Zaydûn nacerá destinada a habitar en la leyenda. Los ardientes poemas de Walläda, recorridos por el mismo anhelo de plenitud que encaminó sus pasos, constituyen todavía una de las cumbres de la lírica árabe de todos los tiempos.
Tras los éxitos de La Estirpe de la Mariposa, Abderramán III. El gran califa de al-Ándalus y Almanzor. El gran guerrero de al-Ándalus, Magdalena Lasala nos deslumbra ahora con el retrato de una mujer que si, por una parte, fue conocida como la «última princesa», el último fulgor de un mundo condenado ya al ocaso, por la otra abrió una senda por la que aún seguimos transitando. La que reflejó en uno de sus versos: «Camino, orgullosa, mi propio destino.»

Opinión:

Cuando cogemos un libro sobre literatura, vemos que entre sus páginas aparecen montones de referencias a autores masculinos, pero la tarea se complica si lo que queremos es encontrar algún dato anterior al Siglo XIX, que haga mención a mujeres y sobre todo, si lo que buscamos es autoras españolas.
Es cierto que, en los libros de literatura más modernos, podemos encontrar alguna referencia sobre la obra de alguna, como Santa Teresa de Jesús, pero es tan minúscula, que resulta casi anecdótica. Debemos especializar nuestros estudios para descubrir que hay escritoras femeninas más allá de los libros de textos de nuestra juventud...

No es cuestión de entrar en debates, reivindicaciones feministas ni mostrarme crítica con las editoriales de libros de texto, que han optado por no incorporar a esas mujeres a su catálogo; lo que quiero es recordar que aunque no aparezcan, eso no significa que no existiesen o que su obra fuese inferior a la de un hombre y por lo tanto, no merecedora de mención.

Walläda, la última princesa Omeya, es solo una entre muchas de las grandes escritoras o poetisas, que no aparecen mencionadas en los libros de texto y cuya obra, merece ser rescatada del olvido.
Si echamos una mirada al pasado encontramos a Safo de Lesbos, Egeria, Hildegarda de Bingen, Christine de Pizan, Leonor lópez de Córdoba o María de Zayas, por citar algunas. Mujeres, con una obra literaria interesante, algunas de las citadas como puede verse, son españolas, que como digo, han sido omitidas en los libros pero cuya obra es imposible borrar de la Historia.

La pluma de Magdalena Lasala nos ofrece una historia donde realidad y ficción se funden en un cálido abrazo. De esa forma nos sumergimos en la vida y obra de esta mujer tan extraordinaria como poco conocida y en cambio considerada como la más célebre de las poetisas de al-Ándalus.
La narración de Magdalena destaca por varios motivos.
Su prosa es pausada, aporta infinidad de datos de forma amena y los complementa con delicadas descripciones que consiguen crear una atmósfera de lo más sugerente y que hará que veamos el reino de al-Ándalus con otros ojos.
Se atreve a mezclar varios géneros: biografía, novela romántica, novela histórica e incluso la autora se arriesga añadiendo una pequeña muestra lírica; poemas, que refuerzan la apasionada historia de amor que vivió con el también poeta, Ibn Zaidün.
Esos ardientes poemas, fueron los responsables de crear la leyenda y aún hoy en día, son considerados como cumbres de la lírica árabe de todos los tiempos.

La autora da voz a Walläda, y nada más comenzar la historia entendemos como con su sola presencia, era capaz de obnubilar a cuantos la rodeaban.
Situada bajo uno de los arcos de su terraza, cuando las primeras luces de un nuevo día empiezan a despuntar, la última princesa Omeya, nos transporta con una narración retrospectiva a tiempos pasados, para ella más felices.
Ese relato evocador, nos hace retroceder hasta su infancia y desde ahí, avanza de forma lineal.

Desde muy corta edad se rodeó de poetas, músicos y artistas llegados de medio mundo, y más adelante, en su juventud, era frecuente contar con su asistencia en tertulias entre filósofos y artistas.
Más allá de la protección que concedían los muros del palacio de su padre, "La Munya del Romano", las intrigas y las continuas luchas de poder para hacerse con el trono califal, auguraban el lento desmoronamiento de éste.
La princesa, demostró desde muy joven una gran valentía y su fama logró traspasar las fronteras de Córdoba. Con solo 17 años, creó un salón literario en pleno centro de la ciudad califal, prescindió de llevar velo y determinó que las mujeres de su casa caminasen sin cubrirse, rompiendo los rígidos convencionalismos y pasando por alto la ley Islámica, que obligaba a la reclusión de la mujer. Seguía el modelo de las poetisas y cortesanas de la antigua Grecia y recitaba a Safo de Lesbos (otra excelente poetisa del S. VII a. C) con una pasión que hacía vibrar el alma de todos los presentes.

Walläda, emanaba un poder sobrenatural, las gentes sencillas la ensalzaban, poetas e intelectuales de la época la admiraban y los políticos la respetaban. 
Fue una mujer adelantada a su tiempo, convencida de que la Córdoba que había conocido de niña había tocado a su fin. Veía necesario cambiar el modo de pensamiento para contribuir a la creación de una sociedad renovada y con ello, un nuevo al-Ándalus.

En esta historia donde Walläda es la protagonista indiscutible, destacan tres personajes masculinos secundarios, los responsables indirectos de convertir a esta mujer en un mito.
Uno es el joven califa Al-Mostazhir, del que fue amante y que llenó de luz la ciudad de Córdoba, rodeó la corte de poetas, músicos y filósofos, en un muy breve gobierno.
El otro a tener en cuenta, es, Muhammad Al-Mustakfi, el padre de Walläda, un personaje muy dinámico que el tiempo termina convirtiendo en mezquino. Este personaje surge como antagonista de Al Mostazhir. Decretó el encarcelamiento de poetas, obligó al exilio a los artistas, ordenó el cierre de escuelas y bibliotecas imponiendo un régimen de extrema represión ciudadana. Fue el gobierno de un hombre que perdió totalmente el juicio, un títere manejado a distancia que instauró un régimen de terror.
El tercer personaje, es el poeta Ibn Zaydün, otro personaje que evoluciona a pasos agigantados y consiguió robar el corazón de la princesa. Un personaje del que he terminado saturada al final de la novela, por su conducta posesiva, algo que creo que era una pista de como era en realidad el personaje, un narcisista cargado de inseguridades que intenta, exigiendo, que Walläda corte sus alas, renunciando a su libertad.

Creo que es una novela muy recomendable por varios motivos.
No solo nos sirve para conocer en profundidad la vida de la que fue la última princesa Omeya y admirar su obra, sino que al mismo tiempo nos sirve para conocer una muestra de como era la situación económica, política, religiosa, social y por supuesto, cultural, en los últimos días del califato.
Lo que menos me ha gustado...
Las constantes repeticiones sobre la gran belleza de este personaje, sin duda un pequeño detalle, pero que puede terminar saturando al lector.