martes, 31 de julio de 2018

Arderás en la tormenta de John Verdon

Arderás en la tormenta (Dave Gurney 06)
Sinopsis: 

La tensión ha ido en aumento en White River. El inminente primer aniversario de la muerte de un motorista negro por el disparo de un policía local inquieta a una población económicamente deprimida y racialmente polarizada. Se han pronunciado discursos incendiarios. Han empezado manifestaciones airadas. Ha habido casos aislados de incendios y saqueos. En medio de toda esta agitación, un francotirador mata a un agente de policía y la situación se descontrola. El fiscal de distrito del condado acude a Dave Gurney, detective de homicidios retirado del Departamento de Policía de Nueva York, con una extraña propuesta: quiere que Gurney lleve a cabo una investigación independiente del homicidio y que le informe directamente a él. Pese a tener algunos recelos sobre la singular oferta, Gurney termina por aceptar el encargo. Sus dudas se intensifican todavía más cuando conoce al tremendamente ambicioso jefe de policía local, en cuyos métodos agresivos y posiblemente ilegales podría hallarse el origen de la inquietud de los ciudadanos.  La situación en White River se vuelve real...

Opinión: Arderás en la tormenta (Dave Gurney 06)

Cuestión de gustos.
Cuando las sagas empiezan a alargarse y a extenderse en el tiempo, lo más común es que sufran de algún que otro altibajo; lo malo es cuando esos altibajos terminan convirtiéndose en una constante de la saga.
A partir de la lectura del segundo libro, ya empezaron a hacerse más que evidentes los cambios en el ritmo narrativo. Las subidas y bajadas en la intensidad de la narración, causaban un desequilibrio en el conjunto que me sugería abandonar la lectura en algunos momentos, aunque luego consiguiese resistirme y finalizarla.

Con esta nueva entrega, vamos a enfrentarnos a 480 páginas, y fijaros que no digo que nos vamos a enfrentar a asesinos, a casos complicados, o a burócratas más preocupados por su imagen que por los problemas sociales... ¡no!, hablo de la extensión del libro que, a mí particularmente, se me ha hecho cuesta arriba.
Verdon con esta última entrega no ha conseguido captar mi atención, salvo al final; y cuando hablo de final me estoy refiriendo a los dos últimos capítulos.

Esta reseña puede parecer un poco dura, pero creo que ya ha llegado el momento de poner fin a la saga por parte del autor. Como se que esto no va a ocurrir, la otra opción es ponerla fin definitivamente en este blog.

Tenemos una novela, dividida en cuatro partes, con unos giros argumentales que no es que tarden en llegar... es que no llegan.
El motivo es que Verdon da vueltas y vueltas al argumento, poniéndolo del derecho, del revés, quizás buscando la sorpresa o la originalidad, pero tanto retorcer el argumento termina restando frescura a la historia, y volviéndola pesada.
Esas sorpresas o vueltas de tuerca que el autor intenta ir sembrando a lo largo de la trama, se vuelven previsibles, porque precisamente él demuestra demasiado interés en que nos fijemos en esos detalles en particular, destapando él mismo el pastel antes de tiempo.

Algunas opiniones oficiales, dicen de esta nueva aventura de Gurney que es su novela más brillante, emocionante y ágil; sinceramente... he encontrado más emoción en los capítulos de Bob Esponja, pero eso como todo, es cuestión de gustos.

Esto me lleva a reflexionar y a preguntarme, si los lectores nos estamos relajando demasiado, y si ese relax implica ser menos exigentes y/o más conformistas, o bien, si es que algunos lectores tienen miedo a decir lo que realmente piensan sobre un libro.
El otro día leí un artículo en el cual decían que, los lectores somos los únicos responsables de nuestras propias expectativas; es decir, si esperamos mucho de un libro o un autor, y luego éste nos defrauda, nosotros somos los únicos culpables por habernos sumergido en la lectura esperando más de lo que ofrecían...
Es una opinión totalmente respetable, pero también pienso que está hecha un poco a la ligera o sin profundizar, y que en este caso no comparto.

Es cierto que muchas veces, nos embarcamos en una lectura esperando más de lo que ofrece. Nos pierde el deseo, las ganas o nuestra imaginación, ¡vete tú a saber!, pero también en otros casos, y aquí llega mi discrepancia con el artículo, nos vemos influenciados por todo lo que rodea a la promoción de determinados libros; artículos o menciones en programas de radio, televisión o prensa escrita, siempre ensalzando; comentarios o reseñas demasiado entusiastas en la red; expositores editoriales colocados en lugares preferentes de las librerías; retazos de artículos en fajas, portadas y contraportadas... todo eso puede llevarnos a equívocos.
Yo a eso lo llamo marketing engañoso, y paso a argumentarlo con algunos ejemplos:

  • "Su sexta novela encamina la serie hacia la novela negra pura [...]"
  • "Fenómeno global"
  • "La mejor novela del autor"
  • "Trama poderosa, absorbente, impecable"
  • "Se ha superado"
  • "Novela impecable, absolutamente redonda y con un ritmo trepidante"

Todos estos ejemplos que he puesto, elevan las expectativas de un lector.
Son señuelos que nos invitan a entrar en contacto con la saga, si no la conocemos, o a hacernos con el libro que da continuidad a esa serie que en su día nos gustó. En algunos lectores, no digo que vaya a ser en todos, esas expectativas creadas por esas influencias externas, lamentablemente se pueden ver truncadas.

Leyendo esas frases, después no me pueden venir y acusar de que "yo" he tenido mal tino a la hora de elegir, porque precisamente me he dejado engañar o seducir por esa linea de comentarios, por lo tanto, no es que yo espere más de lo que ofrecen, sino que venden más de lo que realmente hay, es decir, venden humo.
De eso yo no soy responsable, al igual que tampoco lo soy de que se publiquen textos de dudosa calidad, ni de que en determinados sitios se emitan comentarios, poco reflexivos por miedo a decir que un autor o su obra no les ha gustado...

También hay que señalar que todos los comentarios por muy objetivos que intentemos que sean, tienen un alto grado de subjetividad, ¡todos sin excepción!, incluido éste; por lo tanto, no se puede dar más valor a la opinión propia y considerarla objetiva, y tirar por tierra o menoscabar la de otros, como se intenta en ese artículo, calificándola de errónea o subjetiva.

Por ese motivo yo voy a seguir argumentando el motivo de que no me haya gustado esta nueva aventura de Gurney, y solo vosotros podéis decidir si lo leéis o no.

He dicho que los giros argumentales se quedan en amagos...
El argumento parte de una buena idea, no carece de originalidad, pero se ve truncada en el desarrollo, no solo por esas vueltas que he mencionado.
Los que habéis leído sus libros anteriores, sabéis que lo curioso, además de los títulos que elige, es que los casos de Gurney al comienzo, parece que no vayan a tener una explicación lógica; en esta entrega, ese ingrediente no existe, al igual que tampoco hay tensión.
Ya os he dicho que lo interesante llega al final, por lo tanto también debo decir que encuentro demasiadas páginas para contextualizar la trama, demasiado desarrollo sin que veamos una lucecita que nos indique el final del túnel.
Incluso tendría que decir, que el detective Gurney, se aleja en algunos momentos del perfil al que nos tenía acostumbrado; eso sí, el elemento fijo y discordante de la serie, sigue estando en manos de Madeleine, que cada vez se hace más insoportable.

Por decir algo bueno, pues me quedo con la forma de relatar de Verdon, me gusta tanto como el personaje de Hardwick, a pesar de su 'reflujo gástrico'; pero eso no es suficiente como para restar importancia a todo lo negativo que os he mencionado.

Podéis leer el resto de reseñas pertenecientes a la saga, pinchando en la pestaña superior de "Sagas", o accediendo a través del autor.





martes, 24 de julio de 2018

Talión de Santiago Díaz

Sinopsis:

Marta Aguilera, una periodista comprometida con su oficio, recibe una noticia que cambiará su destino: un tumor amenaza su salud y apenas le quedan dos meses de vida. Sin nada que perder ni nadie a quien rendir cuentas, Marta siente que la realidad es un lugar amenazante y decide ocupar el tiempo que le queda impartiendo JUSTICIA.
En una carrera contrarreloj por su propia vida y contra la inquebrantable inspectora Daniela Gutiérrez, Marta Aguilera tratará de aplicar su particular ley del talión.
Un thriller impactante y distinto a todos los demás. Una novela que leerás como si tú mismo fueras el protagonista.

Opinión:

Lo primero que quiero deciros sobre este libro, es que aunque en la sinopsis nos indican que Talión es un thriller, ya que cumple con algunas características propias de ese género, como mantener y generar en el lector un estado de tensión hasta el final, yo creo que hay otros elementos de más peso que hacen que la obra se ajuste mejor a la categoría de novela negra, siendo el resultado algo así como una novela negra escrita a ritmo de thriller...
Así que para empezar os dejo algunos de esos elementos con los que nos vamos a encontrar a simple vista...

  • La gran parte de la obra transcurrirá en ambientes oscuros, sórdidos, en los bajos fondos.  
  • Vamos a ver reflejados en la narración muchos de los males de la sociedad. 
  • La separación entre personajes buenos y malos, aparece difusa.
  • El protagonista es un personaje derrotado que no duda en cruzar el límite entre el bien y el mal, para conseguir su propósito. 
  • El detective, policía o investigador, puede pensar en algún momento alejarse de la legalidad. 
  • Hay asesinatos cruentos.

En fin, que los amantes de la novela negra, ese pequeño colectivo "raro", muy fácil de localizar, porque siempre estamos rebuscando entre los estantes de las librerías, intentado descubrir un título que se ajuste a la denominación de novela criminal, estamos de enhorabuena.
Este libro tiene los ingredientes necesarios para hacernos disfrutar; una trama que engancha por su elaborado argumento, pero también por el estilo narrativo del autor y la completa estructura que arma toda la obra.

En el capítulo introductorio conocemos a Marta, y en apenas cinco páginas, vemos el cambio radical que ha experimentado desde que le anunciaron que le quedaban tan solo dos meses de vida.
En este capítulo que inaugura la lectura, Marta se prepara para dar la que será su primera y última entrevista.
Con esa técnica, la que se denomina narración In extremis, Santiago Díaz, nos sitúa casi al final de la historia, a tan solo un paso del desenlace, para luego hacernos retroceder y narrarnos todos los acontecimientos con detalles desde el principio.
Al hacer uso de esa técnica consigue sembrar intriga desde el comienzo, despierta nuestro interés al encontrarnos de golpe dentro de la trama, sin paños calientes, y conociendo solo una parte de los sucesos.

El resto de capítulos, cuatro, llevan como título el nombre de dos personajes, que corresponderán al verdugo y a la víctima de esa pequeña historia, así iremos conociendo a todo el elenco de secundarios sobre los que se teje la trama.

  1. Jonás y Lucía.
  2. Cornel y Nicoleta.
  3. Genaro y Enric.
  4. Amaya y Daniela.

La estructura de esta novela me ha resultado muy completa e interesante.
Cada uno de esos cuatro capítulos, ya os he dicho que nos presentan la historia de dos personajes; son tramas que transcurren paralelas con la trama principal, hasta que se cruzan en un punto, como si fuesen narraciones enmarcadas, historias dentro de historias que también en algún momento nos harán retroceder al pasado.
Pero lo interesante no termina aquí...

Nos encontramos también con dos tipos de narradores.
La trama principal, la que lleva como protagonista a Marta, aparece narrada en primera persona por ella misma. Ya sabéis que será una narración subjetiva, pero también más profunda e íntima.
Inevitablemente esa narración intentará despertar empatía en nosotros, porque nos va a contar los hechos desde su experiencia.

El resto de la obra aparece relatada en tercera persona, por un narrador omnisciente, alguien ajeno a la historia y capaz de penetrar en la mente de los personajes y de conocer hasta sus pensamientos más secretos.

Como personajes protagonistas, Santiago elige a dos mujeres fuertes y valientes, Marta y Daniela, pero que lógicamente deben apoyarse sobre un amplio elenco de personajes secundarios, sin ellos el relato no sería posible, carecería de profundidad. Esos personajes secundarios son los que aportan la credibilidad al relato, humanizándolo.

Los personajes de Marta y Daniela, son intensos; ambas son protagonistas, pero una de ellas brilla con una luz más intensa que la otra.
Marta es la asesina y la protagonista sin excepción, ya que el autor la dota de voz propia.
Ella es la dueña de su propio relato y de sus actos, y por lo tanto, la que marca el ritmo al argumento, la que nos guía por él, cosa que no ocurre con Daniela que siempre va un paso por detrás.
Marta es un personaje en plena evolución. Cada gesto, cada decisión que tome repercutirá no solo en ella y su futuro, sino también en el círculo de personajes que la rodean; en esta historia cada una de sus acciones tienen su consecuencia.

Ahora bien, aunque Marta es un gran personaje, hay algo en ella que no me llega a convencer, y me hace ver que los personajes secundarios, incluida Daniela, tienen más fuerza que ella, hacen efecto en el lector.
Con Marta no he llegado a empatizar al completo, hay un pequeño muro levantado entre nosotras. Marta dice que carece de empatía, y poco a poco va ganándola con el paso de las páginas; a mí, respecto a ella, me ocurre al revés, empaticé al comienzo, y poco a poco fui perdiendo la conexión que nos unía.
Todo lo contrario a lo que me ocurre con los secundarios, que sientes un pequeño pellizco en el corazón desde el momento en que entran en escena; supongo que el responsable es mi pepito grillo particular, ese que me indica cuando algo está bien y cuando no lo está.

Pero continuemos...
Santiago Díaz parte de una idea bastante buena, y la desarrolla de forma eficaz.
Elige varios temas candentes, muy actuales, para elaborar su argumento, porque no hay mejor trama para que una historia resulte creíble, que alimentarse de la realidad.
Construye unos personajes que hacen avanzar la narración, aumentando la intensidad de la trama con cada una de sus apariciones, hasta llegar a un punto en el que el lector sabe que no habrá vuelta atrás.
De esa forma los lectores, nos vemos arrastrados hasta el clímax narrativo que llegará en el desenlace.

Pero toda novela negra que se precie, necesita de un elemento fundamental, la incomodidad...
Hay un autor holandés, del que ya os he hablado en más de una ocasión, Herman Koch. Este escritor es un experto en ese tema, y cuando leía esta historia de Santiago me recordaba muchísimo a él.
Santiago Díaz, nos va a incomodar con los hechos, va a atraparnos en una encrucijada ética, porque realmente Marta es una pseudomala, no es ni la mitad de malvada que las gentes a las que ella va a eliminar, y en cambio sabemos que sus actos moralmente no son justificables.
Como veis el autor nos genera un conflicto y nos invita a reflexionar.
Santiago lo tiene fácil; como padre de la criatura le da alas, la deja maniobrar a su libre albedrío pero limitando su tiempo de acción; algo así como lo que hacía el Gran Galdós con las mujeres de sus obras, y que tanto le recriminaba Doña Emilia Pardo Bazán.

¡Ay Benitiño nos das alas y luego nos las cortas!,¡déjanos que volemos!

Pero Don Benito sabía que eso para la sociedad de la época era algo impensable.
Aquí ocurre igual, Santiago da alas a Marta y luego de una forma poco sutil, la invita a poner de nuevo los pies en el suelo, pero ya ha sembrado la duda en nosotros. y la semilla justiciera en los personajes...

Os invito a leer esta novela, doy por seguro que en algún momento de la lectura, los cimientos de vuestra moral se tambalearán como los de todos los personajes que aparecen en ella.



viernes, 20 de julio de 2018

Estimado señor M. de Herman Koch

Sinopsis:

El lector se verá atrapado en la red tendida por un narrador anónimo obsesionado con exponer en detalle los aspectos más íntimos de la vida de su vecino, el señor M., uno de los escritores más célebres del país. M. cimentó su fama hace ya muchos años con la publicación de la novela Ajuste de cuentas, inspirada en una trágica historia ocurrida por entonces. El relato se centra en Herman, un estudiante de instituto que logra seducir a la bella e inalcanzable Laura después de que ésta rechace a Jan Landzaat, el profesor con quien tuvo una breve aventura. Sin embargo, Landzaat no se resigna a perderla y un día acude a la casa de campo de los padres de Laura, donde la joven pareja se ha recluido para disfrutar de su amor a solas. Pero el destino le reserva a Landzaat un giro inesperado: las carreteras están nevadas, su coche se avería y... nunca más se vuelve a saber nada de él. Y si bien, según la versión de M., los claros sospechosos de la desaparición del profesor son Herman y Laura, también cabe la posibilidad de que M. haya tergiversado los hechos por interés comercial, condenando así a dos jóvenes inocentes a un futuro mancillado por la sombra de la sospecha y la difamación. Ahora, décadas después, quizá el narrador logre descubrir la clave para conocer la verdad.

Opinión:

Esta reseña fue realizada para colaborar en la IV Semana Negra en la Glorieta, evento dedicado al género negro y policíaco, este año también celebrada del 21 al 27 mayo de 2018.

La Semana Negra en la Glorieta se celebra, desde el año 2016, del 21 al 27 de noviembre. Aunque inicialmente se trataba de un festival virtual, en las últimas ediciones, además de la publicación de reseñas, artículos y relatos, se han llevado a cabo actividades presenciales en diversas ciudades de España y Latinoamérica. 

Coordinada por Rafael Guerrero, Osvaldo Reyes y Javier Alonso García-Pozuelo, a lo largo de estos años, han participado en ella más de un centenar de escritores y críticos literarios del género negro de Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, Estados Unidos, México y Panamá.

Si queréis leer todos los artículos, reseñas y relatos negros que se han publicado en ese evento, solo tenéis que pinchar en el enlace que os dejo a continuación. 


Estimado señor M. Una novela negra que se aleja del modelo tradicional.

Cuando pensamos en novela negra, todos sin excepción, recurrimos al mismo truco.
Dibujamos en nuestra cabeza una especie de esquema con unos elementos fijos: ambiente decadente, delitos y algún personaje que quiere destapar la verdad, y que en momentos puntuales no teme rozar la ilegalidad.

Pero la realidad, a lo que nos enfrentamos en el día a día los lectores es a la imposibilidad o a la dificultad de clasificar algunas obras dentro de un género en concreto.
Nos cuesta un horror averiguar si la colamos como novela negra, policíaca o como thriller, por citar algunos ejemplos; y la verdad es que no deberíamos perder el tiempo obsesionándonos con los géneros, ni intentar establecer unos límites fijos que los separen.
Dicen los expertos que una novela solo puede estar encuadrada dentro de una categoría. Que siempre predominan unos patrones por encima de otros; pero en ocasiones como esta, y es algo que estamos observando los lectores cada vez con más frecuencia, la línea que separa un género de otro es tan difusa, que cuesta sopesar que historia tiene más peso que las otras. Esas líneas aparecen como si las contemplásemos con una lente defectuosa, lo que provoca que las veamos deformadas y con un contorno poco claro.

Lo cierto es que la novela negra no tiene límites. Esas barreras las mueve el autor en su beneficio, y convierte a este género en algo vivo, que evoluciona y se enriquece con nuevas ideas.
Esas fronteras distorsionadas de las que os hablo y que a veces se entrecruzan con otras categorías, terminan dando lugar a novelas híbridas o creando modas y con ello llegan los tan temidos nuevos y extravagantes géneros o subgéneros, entre los que se encuentran el Domestic noir, el Grip Lit, y más que no quiero ni recordar...

Pero no os estoy hablando de nada raro, la evolución de los géneros ha existido desde mucho antes de que el hombre empezase a utilizar la escritura como entretenimiento, y no hace falta retroceder hasta el poema de Gilgamesh.
Allá por el s. IV a. C., Aristóteles los redujo a tres: épica, lírica y dramática, las obras se encuadraban dentro de unas normas fijas, pero a alguien no le cuadró mucho esa rigidez y decidió saltárselas.
Debemos partir de que la literatura es libertad, y de ahí que alguien muy inteligente se inventase eso de la famosa licencia del escritor.

Herman Koch.

Este autor holandés, en el que he pensado para hacer esta reseña, es un experto a la hora de incomodar al lector. Escarba en la sociedad sacando lo peor con su tono provocador, y por eso me llamó la atención esta historia, porque algunos de su protagonistas son los que encontraríamos en esas novelas negras.
Personajes de fuerte y compleja personalidad, cubiertos con un halo oscuro y con un comportamiento que busca en todo el momento el conflicto.
Si obviasemos estos elementos que os acabo de citar, podríamos pensar a simple vista que, Estimado señor M., no cuenta con los principales rasgos identitarios de una novela negra, pero sí se podría considerar una especie de híbrido, porque lo que Koch hace es crear una novela negra alejándose de ese modelo tradicional. Se vale de la mezcla de géneros y con ello nos sumerge en una atmósfera asfixiante. 
En una entrevista que le hicieron en 2016, dijo que la imposibilidad de etiquetar esta novela dentro de una categoría concreta, fue algo intencionado, algo que maquinó para desconcertarnos.

Lo que esconde Estimado señor M.

Una estructura inusual que llamará nuestra atención desde el comienzo.
No vamos a encontrar una única trama, sino que varios argumentos se combinarán entre sí, creando una especie de historias dentro de una historia principal.
De esta forma tan peculiar vamos a enfrentarnos a una lectura donde se combinarán los géneros literarios, dedicando el mismo espacio a cada uno de ellos y consiguiendo que nos interesemos por todos igual.
Acoso mediante el género epistolar; la narración de una chica de 17 años con historia romántica de fondo; el punto de vista cínico o cómico que emplea el señor M. para dibujar el mundo literario, y ese punto de tensión medio de novela negra que encontraremos en la historia de Herman y en la desaparición del profesor.
Aquí es donde nosotros entramos, asumiendo el papel de investigador, y con una difícil misión: juntar las piezas y rellenar los vacíos que dejan las elipsis narrativas.

Un tono provocador.
Koch tiene un don especial para comprender y describir la realidad, y por eso consigue crear una magnífica historia, absorbente y que sorprende al mismo tiempo, dándole ese toque tan característico que poseen todas sus obras. Disfruta creando situaciones incómodas a la par que comprometidas, para después mostrarnos que hay que mirar más allá de los estereotipos, empujándonos a una inevitable reflexión.

Un fuerte componente metaliterario.
No solo encontraremos opiniones sobre el mundo literario, sino que nos mostrará una visión muy amplia de todo lo que podemos encontrar en él. El bloqueo del escritor, la vanidad de algunos de ellos y la rivalidad existente entre muchos de los integrantes de ese mundillo.

Coincidencias que ocuparán un lugar importante en el argumento.
Partiremos de una premisa:
Un joven aguarda cuarenta años para vengarse, de un autor que le incrimina en su obra y que curiosamente va a terminar viviendo en su mismo edificio.

Soy una lectora que huye de las novelas con excesivas coincidencias, y parece que en esta obra he encontrado a alguien que comparte mi opinión. El narrador protagonista comenta en varias ocasiones, que hay que evitar al máximo la casualidad, en una novela, ya que esta se siente más cómoda en la realidad...

En esta historia vamos a darnos de bruces con bastantes casualidades, pero Koch demuestra que están de sobra justificadas. Debemos consentirlas, ya que realmente el narrador, es un protagonista del libro, y el nos está relatando su vida, su realidad. Por lo tanto, tenemos que aguantarnos y reconocer, que al igual que las coincidencias existen en la vida real, también podemos encontrarlas en las vidas de nuestros personajes.

Lejos de una narración lineal.
Cada una de las historias que componen esta novela, incluyen escenas retrospectivas que alteran la secuencia cronológica del relato. Nos hacen saltar al pasado, conectando distintos momentos, aportando situaciones que nos hacen ir componiendo un pequeño puzzle.

Clifhhangers.
A los saltos en el tiempo que he mencionado en el apartado anterior, hay que sumarle el uso de cliffhangers.
Koch emplea esta técnica que nos deja con la miel en los labios, nos obliga saltar de la historia de un personaje a la de otro, incrementando el suspense; creando una atmósfera que nos condiciona para conmocionarnos al final, y sobre todo que nos empujará a seguir leyendo hasta obtener la verdad.
Con cada una de las narraciones por separado, no seremos capaces de averiguar qué le sucedió al profesor Landzaat, solo lo conseguiremos al final, tras encajar todas las piezas, tras comprender el comportamiento de los personajes, analizando ese microcosmos particular al que pertenece cada uno.

Los lectores también tenemos nuestro lugar.
Nosotros somos un elemento indispensable en este libro, somos los que queremos averiguar lo qué ocurrió con Landzaat, ese profesor de historia, adultero y amante de seducir a estudiantes de instituto.

Como os he mencionado, vamos a tener elementos que podrían catalogar esta novela dentro de varios géneros.
En lo que respecta a mí, creo que no me quedan más detalles por mostrar, o al menos que yo haya encontrado. Os animo a profundizar en esta novela y a averiguar qué pasó con el profesor Landzaat.

Feliz lectura...