viernes, 29 de septiembre de 2023

Sonata a Kreutzer de Lev N. Tolstói

Sinopsis:

Pózdnyshev, el protagonista de este intenso relato, explica a un compañero de viaje las razones que lo impulsaron a matar a su mujer. A través de la narración de este personaje, Tolstói arremete contra la hipocresía de los valores burgueses, un velo de ilusión que apenas oculta las oscuras pulsiones y la violencia subyacentes en las relaciones humanas. El crimen de Pózdnyshev halla su expresión simbólica en los contundentes acordes iniciales de la Sonata a Kreutzer de Beethoven; interpretados en un salón burgués «entre damas escotadas», desatan un torbellino de fuerzas capaces de transformar el alma del oyente. La música actúa como el cuchillo del asesino: ambos rasgan el velo de las apariencias, abriendo una grieta por la que irrumpen potencias imposibles de controlar.

Opinión:

Sonata a Kreutzer es una obra de Tolstói, de tan solo 168 páginas, que dista bastante en argumento y tono del resto de sus novelas, y que toma el título de una composición de Beethoven para violín y piano. Esta novela fue publicada en 1889 creando gran controversia por lo que al poco tiempo fue censurada por las autoridades rusas.

Lo primero que nos va a llamar la atención es la alternancia de narradores. 
En un principio el relato nos llega desde un personaje, un observador anónimo que será el encargado de introducirnos en la historia, siendo a partir del tercer capítulo cuando llegará el relevo narrativo. 
En ese momento conoceremos al protagonista, Pódnyshev, y él será quien tome el mando y nos relate motu proprio su historia. Esa historia no se ceñirá al asesinato de su mujer, dato que ya conocemos por la sinopsis, sino que comenzará contando, sin omitir detalles y desde el principio, cómo y por qué se casó, y qué clase de hombre fue antes de hacerlo.

Son de sobra conocidas las crisis morales y espirituales que persiguieron al autor a lo largo de su vida y de nuevo aparecen reflejadas en este texto en el que su título cobrará vital importancia, convirtiéndose en el desencadenante de este tormentoso relato.

Tolstói repite una premisa que ya hemos visto en otras de sus historias: situaciones que giran siempre alrededor del matrimonio sin amor y que empujan a los personajes al adulterio, al divorcio o como ya habéis leído al asesinato. 
En este caso, con ese discurso que introduce y con el que da voz a los personajes hará hincapié en lo lejos que se encuentra la burguesía rusa, hipócrita y farisea, de las ideas europeas sobre el matrimonio, reflexionando al mismo tiempo sobre el amor, el matrimonio, la pasión y la sexualidad, eso sí, con un tono brusco y misógino al que no nos tiene acostumbrados.

Os he hablado al comienzo de que la sonata a Kreutzer será el desencadenante de esta novela y es que 
Pódnyshev verá como se desmorona su matrimonio al ver tocar a su mujer junto a un violinista precisamente esa sonata. La obsesión del personaje y los celos le llevarán a la idea del engaño y de ahí al asesinato.
La obra tiene características del naturalismo, de un realismo descarnado en el que refleja momentos de la vida del autor, más en concreto la infidelidad por parte de su esposa, Sofía Andréyevna Tolstáya. Sofía tras leer el libro se sintió ofendida y contestó también a través de otra novela que lleva el título de ¿De quién es la culpa?

Puedo decir, llegados a este punto, que es una obra interesante para conocer la trayectoria literaria de este autor, pero que la obsesión del personaje que se hace extensible a la del autor me ha llegado a cansar. 
Sin duda, lo que podemos denominar como punto fuerte de este texto es el monólogo de Pódnyshev y la profundidad e intriga que va generando con su relato, a pesar de que desde el comienzo sabemos hacia dónde nos guían esos hechos.



martes, 19 de septiembre de 2023

Madame de Treymes de Edith Wharton

Sinopsis:

En esta excepcional nouvelle de aires jamesianos, Wharton despliega toda su capacidad irónica para realizar, del modo más elegante y sutil, una denuncia de dos universos que se repelen en igual medida en que se atraen: el de la decadente y farisea alta sociedad francesa frente al espontáneo pero a la vez fatuo mundo americano. John Durham, un elegante caballero neoyorquino, regresa a París con la intención de casarse con su amiga de la infancia, Fanny Frisbee, recién separada del lujurioso marqués de Malrive. A pesar del amor que ambos se profesan, madame de Malrive decide renunciar al prometedor matrimonio, pues teme que la puritana familia de su marido se oponga a su divorcio y que un posible escándalo perjudique el buen nombre de su hijo. Durham decide recurrir a la cuñada de su enamorada, madame de Treymes, que hasta ahora se había mostrado favorable a la unión. Pero las escalas de valores de la enigmática dama parisina y del inocente americano son tan diferentes que, a pesar de las buenas intenciones de ambos, desencadenarán un trágico e inesperado final.

Opinión:

De nuevo me dejo al mismo tiempo conmover y sorprender por la destreza narrativa de esta autora y añado a este apartado virtual una de sus novelas cortas. de tan solo 128 páginas,  Madame de Treymes
Esta obra fue escrita en 1907 y en ella no solo encontramos una lección de moral, sino que también hallamos una historia en la que se ironiza sobre la rancia aristocracia francesa y el escándalo que conlleva el adulterio.

Edith nació en Estados Unidos en una familia de clase acomodada y a los 23 años se casó con Edward Robbins Wharton, un hombre doce años mayor que ella. El matrimonio, debido a las continuas y públicas infidelidades de él, terminó en divorcio, y eso, a pesar de afectar a la escritora, física y psíquicamente, fue el caldo de cultivo de una floreciente y prolífica carrera literaria. 
Madame de Treymes es un trasunto novelado de la infeliz relación que mantuvo con su marido. Un reflejo fiel de los acontecimientos que acompañaron su divorcio y una visión crítica de la sociedad en la que vivió, ya que en 1907, momento en que escribe esta historia, se estableció definitivamente en Francia.

La precisión y delicadeza de sus descripciones, sumada a la ironía y perspicacia a la hora de elaborar críticas sociales, han convertido su obra en ineludible, siendo el perfil psicológico de sus personajes otro de los elementos a tener en cuenta por la gran profundidad y complejidad que otorga a cada uno de ellos.

A través de esos personajes enfrenta y al mismo tiempo desnuda dos sociedades completamente distintas. La emergente y frívola alta sociedad americana, y la francesa, rancia, sobria y decadente. En la sinopsis señalan que son dos universos que se repelen en igual medida en que se atraen, pero yo no creo que sea exactamente que se atraen, sino que entre ellos nace una especie de simbiosis, una admiración y una dependencia subrepticia que les obliga a caminar al mismo paso.

Al comienzo de esta breve novela podemos pensar que el argumento gira totalmente alrededor de Madame de Malrive y del elegante John Durham, pero una vez conocido el contexto de la historia veremos que la verdadera protagonista, tal y como nos indican en el título, es la fascinante y compleja Madame de Treymes, mujer misteriosa a la par que inteligente. 
La doblez de este personaje femenino crea un gran contraste con la fatal inocencia de Madame de Malrive y John Durham, y ese conflicto nos ofrece una inquietante visión de la decadente e hipócrita alta sociedad francesa y del doble juego y los efectos que se esconden detrás de cualquiera de sus actuaciones. 
A pesar de esa doblez tan particular de Madame de Treymes, no debemos verla como alguien retorcido, porque no lo es. 
Es tan solo un personaje como otros tantos que se esconden en la Literatura Universal, fruto o víctima de una sociedad en la que el género y la jerarquía marcan el compás y donde la mujer ha desarrollado un papel marginado, siendo eso precisamente en lo que Wharton hace un mayor hincapié, en el aislamiento social.
El doble juego va a ser una constante en la trama, un elemento que genera, no voy a decir intriga, pero sí expectación, y esa duplicidad nos empuja hacia un final en el que Wharton fuerza la situación de forma estratégica.

Para ir terminando quiero mencionar dos cosillas que tienen relación entre ellas y con la editorial.

La primera es que os habréis dado cuenta de que no he hablado del resto de personajes...
El principal motivo es que son meros peones de la trama y de Madame de Treymes. Ya he mencionado que ella es el gran personaje, pero incluso así, creo que el lector tendría derecho a descubrirlos por sí mismo, y lo cierto es que no se nos da esa oportunidad. 
El motivo: que el argumento aparece totalmente detallado y descrito en algo que denominan sinopsis y que en cambio esconde un resumen preciso y pormenorizado.
 
No deja nada en manos de la imaginación del lector, e incluso me atrevo a ir más allá... Al final de esa "sinopsis asesina" se sugiere que la obra incluye un giro inesperado, un trágico e inesperado final. Solo por facilitar ese dato, solo por el mero hecho de revelarlo, ya arruina el giro.
Señores editores, los lectores no necesitamos que nos tutelen las lecturas. Tenemos derecho al libre albedrío, queremos sorprendernos con los giros y emocionarnos con los finales, para eso pagamos. Queremos descubrir las historias y disfrutarlas, porque una cosa es que se oriente, que se expongan los puntos generales de una novela, y otro que me cuenten de forma detallada el contenido.

Y hasta aquí la reseña de esta semana. Espero que deis una oportunidad a esta novela breve porque la culpa de lo citado no es achacable a la autora o a su calidad.

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Todos en mi familia han matado a alguien de Benjamin Stevenson

Sinopsis:

Una reunión familiar es siempre un asunto de vida o muerte.
La mejor novela negra del año por The Sunday Times.
A Ernie Cunningham nunca le han gustado las reuniones familiares. Aunque algo tiene que ver el hecho de que hace tres años viera a su hermano, Michael, matar a alguien y lo denunciara a la policía, un ultraje que la familia nunca le ha perdonado. Ahora han decidido reunirse para una ocasión especial: pasarán un fin de semana en un hotel en la montaña para celebrar el reencuentro con Michael. Pero los Cunningham no son una familia que se pase el fin de semana bajo la manta contemplando el paisaje. El día en que llegue Michael encontrarán el cadáver de un hombre en las inmediaciones del hotel. Cuando la policía sea incapaz de resolver el crimen, quedará en manos de Ernie deducir si el culpable es uno de sus familiares... antes de que sea demasiado tarde.
«Todos los miembros de mi familia han matado a alguien. Algunos, los más eficientes y productivos, hemos matado a más de uno.»

Opinión:

Todos en mi familia han matado a alguien es una novela negra con toques de humor del autor australiano Benjamin Stevenson; una historia que surgió durante la pandemia, pero que ha terminado convirtiéndose en un éxito editorial de los más vendidos en Australia, Estados Unidos e Italia. 
Como curiosidad os diré que HBO está preparando una adaptación y el propio autor ha anunciado que habrá un segundo libro que dará continuidad a las aventuras de esta familia. 
Yo no soy muy dada a leer sagas, pero os aseguro que esta la tengo más que apuntada.

Esta obra es un homenaje a la edad de oro de la novela policíaca, a Agatha Christie y los autores que formaron parte del Detection Club, por lo tanto, con lo primero que nos vamos a encontrar es con una trama escrita al más puro estilo de los Whodunit, donde todas las pistas estarán a la vista y en la que los lectores participaremos siendo uno más en la investigación. A esto hay que sumarle que también tiene su dosis de novela negra adornada, como ya he mencionado, con un tono irónico.

La trama gira alrededor de una curiosa reunión familiar en la que Ernie Cunninghan adoptará un papel multifuncional. Además de ser el protagonista, Ernie también asumirá el papel de investigador y narrador.
En ese papel de narrador va a entablar un constante diálogo con nosotros; nos avisará e informará de datos importantes para el desarrollo de la investigación e incluso no dudará a la hora de colarnos algún que otro spoiler, eso sí, sin alterar la tensión narrativa o nuestro interés por la trama. 
Indudablemente, Ernie va a ser lo que se conoce como "narrador sospechoso o poco fiable" y no porque debamos dudar de su honestidad, sino porque en algún momento, para no omitir algún hecho, se verá obligado a relatar acontecimientos que ha imaginado, valiéndose del relato de terceras personas.
En defensa de la honestidad del narrador debo recordar que él se ceñirá a las normas del decálogo que Ronald Knox escribió en su día para el Detection Club. Esas reglas, para los que las desconozcáis, eran de obligado cumplimiento para los integrantes de ese selecto club y alejaban el juego sucio del género. Actualmente, el juego limpio es lo que está desterrado de la ficción policíaca. Se opta por el camino fácil, hacer trampas o colarnos algún agujero de guion, por lo que esas normas son ignoradas casi por completo. 

El libro tiene 445 páginas y, según el autor, en ellas hay 360 pistas que están a la vista de todos. Este dato no os lo puedo confirmar al cien por cien porque lo cierto es que aunque algunas se ven claramente, no me he puesto a contarlas una a una. 
Lo que sí os puedo asegurar es que vamos a contar con otros elementos fundamentales del género de detectives más clásico, es decir, un grupo limitado de sospechosos, todos con coartada, pero a la vez con motivos, medios y oportunidades para cometer el crimen; escenarios aislados y misterios de cuarto cerrado.

Y llegados a este punto pensaréis... Entonces, ¿Qué hay de novedoso en esta historia?

Pues quizás esos spoilers que nos hace el narrador riéndose un poco de los clichés del whodunit , una técnica que a mí me ha parecido de lo más curiosa. 
En ellos nos avisa de datos a tener en cuenta e incluso no duda a la hora de anunciar el capítulo en que aparecerá el próximo muerto. 
Eso que en un principio podría parecernos un error, no lo es. Es un modo como otro cualquiera de desviar nuestra atención, avivando nuestro interés por otros detalles, al tiempo que nos mantiene alerta y entabla con nosotros una especie de juego competitivo en la que el reto es averiguar quién es el asesino antes de que se revele su identidad en los compases finales del libro.

Lógicamente, como en toda buena novela policíaca, y más si intenta emular a las de la Golden age, tenemos que tener en cuenta que habrá otros datos que permanecerán ocultos. 
Las elipsis en este tipo de obras es un detalle a tener en cuenta porque lo que oculta cada integrante de la familia Cunninghan, tiene tanto peso como lo que va desvelando el protagonista. 
En este punto he de decir que mi instinto sabueso no me ha fallado y he averiguado quién era el asesino, eso sí, otros detalles no los he visto venir.

En resumen... 
Una historia bien contada, entretenida, y con un tono irónico muy acertado. 

miércoles, 30 de agosto de 2023

Una temporada en el purgatorio de Dominick Dunne

Sinopsis:

Los Bradley, una rica y poderosa familia norteamericana de origen irlandés, saben cómo silenciar cualquier escándalo que pueda salpicar su reputación. Su implacable patriarca, Gerald Bradley, está empeñado en que su hijo predilecto, Constant, llegue un día a ser presidente de los Estados Unidos.
Una noche de verano, después de un baile en el club de campo, una joven es asesinada y Constant se convierte en el principal sospechoso del crimen. Veintidós años más tarde, el famoso escritor Harrison Burns, antiguo compañero de colegio de Constant y viejo amigo de la familia, está decidido a confesar lo que sabe. ¿Saldrá la verdad finalmente a la luz?
Una temporada en el purgatorio es una novela trepidante sobre la capacidad de influencia de las clases privilegiadas, cuyo control sobre los distintos resortes del poder les permite moldear la verdad a su antojo. Su publicación en 1993 consagró a Dominick Dunne como el gran cronista de los secretos más oscuros de la alta sociedad norteamericana.

Opinión:

Hace unos años leí Una mujer inoportuna de Dominick Dunne y caí rendida ante un estilo literario ligero, algo sórdido, pero con una gran carga de crítica ácida hacia la sociedad estadounidense. 
Este autor seguía los pasos de escritores como Truman Capote o Tom Wolfe, retratando la sociedad contemporánea mediante técnicas adoptadas del periodismo donde se priorizaban las emociones al tiempo que se contaban historias reales, pero que aparentaban ser ficticias. ¡Vamos!, lo que vino a denominarse como Nuevo Periodismo o novela testimonio.

Sus argumentos tenían un toque amarillista; en ellos se mezclaba la crónica social, los crímenes y la denuncia, y parecían extraídos de la revista Vanity Fair, en la que fue comentarista de sociedad. Este trabajo le llevó a codearse, durante la década de los cincuenta y sesenta del siglo pasado, con las grandes estrellas del momento, y a ser cronista de algunos juicios célebres como el de O. J. Simpson.
La oferta de trabajo en Vanity Fair le llegó al ser invitado a exponer sus reflexiones sobre el asesinato de su hija, la actriz Dominique Dunne, que recordaréis por su papel de adolescente en la película Poltergeist.
Posteriormente escribió una columna en la mencionada revista en la que se mezclaban chismes y exclusivas sobre la alta sociedad. 
Como él mismo decía:
"Escribes sobre lo que conoces, y yo he sido afortunado de tener un asiento de primera fila en las vidas de los ricos y poderosos".
Por otro lado, y continuando con su estilo literario, tampoco hay que olvidar mencionar lo que yo considero más importante, que fue un experto en el roman à clef, es decir, en la novela en clave, una denominación que se da a las historias en las que aparecen descritos hechos, situaciones y personajes reales encubiertos, pero que son fáciles de identificar. 
En Una temporada en el purgatorio, Dominick Dunne relata un caso, el asesinato de Marta Moxley en que estuvo involucrado un primo de los Kennedy, un crimen que acaparó las portadas de los principales periódicos en 1975 y cuyo caso fue reabierto en 1998, gracias a la publicación de este libro en 1993. 

La novela se divide en tres partes, dos de ellas narradas por uno de los personajes, Harrison Burns, y la otra narrada por un narrador externo.

La primera parte comienza en pleno juicio, en 1991, en el tercer día de deliberación, pero tras darnos ese dato que puede parecer intrascendente, la historia retrocede hasta 1972, momento en que Harrison entra en contacto con la familia Bradley y es testigo del asesinato que dará el pistoletazo de salida a la trama.
A partir de ahí vamos a tener una historia compuesta por un montón de subtramas en las que iremos conociendo a los integrantes de la familia Bradley; una familia irlandesa, católica, que nunca fue aceptada ni recibida en los círculos sociales de su ciudad, ya que consideraban que su dinero no tenía un origen, por decirlo de algún modo, elegante, y cuyo dinero, en el momento del suceso, sigue creciendo de forma ni muy clara ni limpia.

Constant Bradley es el hijo predilecto; un joven espectacular, de aspecto atlético, de casi metro noventa y con modales, ingenio y mucho estilo, pero también con un lado oscuro que comparte con todos los integrantes masculinos de la familia. Un lado oscuro que tapan refugiándose en su dinero y dejando que otros limpien el desorden que han causado, porque si hay algo que saben hacer bien los Bradley es lavar los trapos sucios y continuar con su apacible vida, prácticamente sin cambios.

Harrison Burns es un compañero de colegio de Constant. Va a ser nuestro narrador en dos partes de la historia, pero a pesar de eso, no llega a destacar como personaje. Es el protagonista, sí, pero su función recae más en la de relatar los hechos como testigo. El va a mostrarnos como es en realidad la familia Bradley, porque es el único elemento externo que podrá acceder sin límite, al mundo cerrado construido alrededor de los Bradley.

En la segunda parte Harrison abandona su papel de cronista y es sustituido por un narrador externo. En ese momento la trama da un salto hacia adelante, hasta 1989.
Aquí veremos los cambios que han experimentado las vidas de los personajes. 
Los Bradley son la familia de moda y foco de los flash, acaparando las portadas de las principales revistas, mientras que Harrison, un poco en segundo plano, se ha convertido en un escritor consagrado.
Han pasado los años y el contacto entre ellos está roto, pero los remordimientos de Harrison pesan como una losa, lo que nos llevará hasta la tercera parte, momento en que recuperamos al personaje como narrador y que mostrará los jugosos detalles del juicio.

Una temporada en el purgatorio es una obra que retrata el desmesurado poder e influencia de las clases privilegiadas. Lo mejor de todo es la forma en que Dominick Dunne recrea el ambiente alrededor de esa familia, ese microcosmos configurado como un universo cerrado y exclusivo que gira alrededor del patriarca, Gerald Bradley.
El elenco de personajes también será uno de los platos fuertes. Hay una multitud de ellos, no solo nuestra mirada recaerá sobre los Bradley, porque para que ese microcosmos construido a su alrededor se mantenga, debe conserve unido valiéndose de otro grupo de personajes, los secundarios, que también tienen su granito para aportar a la intriga.


jueves, 10 de agosto de 2023

Los miserables de Víctor Hugo

Sinopsis:

Los miserables se publicó en 1862, cuando Víctor Hugo se hallaba exiliado en Bélgica tras la restauración napoleónica del Imperio. Y podría considerarse que es el exilio, la obligada falta de pertenencia, uno de los motores de la gran novela del romanticismo francés: el exilio social y psicológico gobierna la vida de Jean Valjean, un «noble bruto», un buen hombre que lucha por los que, como él, son injustamente perseguidos. Situada entre las guerras napoleónicas y la revolución burguesa de 1848, Los miserables es, ante todo, una novela épica sobre el triunfo de quienes conservan intacta su conciencia en un mundo gobernado por la pobreza. Esta edición, en un manejable volumen único, está encabezada por un estudio de Alain Verjat, catedrático de filología romántica en la Universidad de Barcelona y destacado experto en Víctor Hugo. Presentamos la novela en la traducción clásica de Nemesio Fernández-Cuesta, plenamente coetánea a la obra y modernizada para la ocasión.

Opinión:

Los miserables

Cuando oímos este título lo primero que nos viene a la cabeza es que está catalogado dentro del género del Romanticismo. Eso es cierto, pero para ser más precisos habría que añadir que Víctor Hugo no se limitó a plasmar únicamente los elementos propios de ese género, sino que, como en otras obras del siglo XIX, también incorporó detalles de otro tipo de novela, la criminal, muy habitual en la época y en la que se mezclaban elementos tomados del gótico y del policíaco. En esas obras abundaba el suspense, las persecuciones, los bajos fondos y la miseria, y el vicio se convertía en el mayor antagonista de la inocencia, la bondad y la virtud. 

Sin embargo, cuando se publica Los miserables en 1862, el boom de ese género está dando los últimos coletazos y los nuevos aires soplan marcando un nuevo rumbo, el Realismo
A pesar de eso, Víctor Hugo, que llevaba escribiendo este manuscrito más de veinte años, se mantiene en sus trece e incluye detalles típicos del Romanticismo como son la importancia del destino, la valoración de lo nacional, lo individual y lo popular, además de plasmar su peculiar visión de la humanidad y del progreso. Hay que señalar en este punto que el autor escribe también sobre lo que ve; él ha vivido en primera persona muchas de las situaciones que narra, ha conocido a individuos que terminarán siendo sus arquetipos, y la miseria y la desgracia del pueblo le horrorizan, al igual que el excesivo rigor de la ley para con los más débiles, así que también podríamos decir que esta historia tiene mucho de Realismo. 

Los comienzos

En 1845 comienza a escribir una primera versión bajo el título de Jean Tréjean. Ya lleva 12 años pensando en el guion de una gran novela social, pero su escritura no hace más que sufrir interrupciones. 
En 1847 entrega la primera parte a la que ahora titula como Las miserias, una historia con un gran héroe, con un malvado que no se rinde, y en la que plasma de forma crítica, sin arredrarse ante sus complicados entresijos, los problemas sociales de la época. 
Pero llega 1848 y su actividad política le lleva al exilio, lo que le obliga a postergar doce años más la redacción definitiva que llevará al fin el título que ya conocemos.
El término miserable nos muestra ya las transformaciones que experimenta la ideología del autor, ya que en ese momento esa palabra tenía un valor despectivo y era la que empleaba la burguesía para designar a los míseros, las clases más bajas y hambrientas en las que proliferaba, inevitablemente, la delincuencia.

Víctor Hugo, quizás debido al tiempo que le lleva escribir esta historia, consigue que esté considerada de las más perfectas de la Literatura Universal, lo que ocurre es que, para mi gusto, haciendo uso de un narrador demasiado intrusivo, toma partido y da su opinión de forma demasiado extensa y explícita. Su punto de vista abarca demasiado espacio y hay momentos en los que tantos datos, tantas explicaciones, terminaban sacándome de la lectura.  
Hace una descripción minuciosa de la vida cotidiana y de los ambientes de París; intenta reflejar la realidad lo más fielmente posible, sí, pero hay ocasiones en las que se pierde entre tanto detalle.

A pesar de eso crea un elenco de grandes personajes, todos excepcionales; construye una trama magnífica a su alrededor, pero en comparación con el espacio dedicado a ambientar y a describir, esa trama aparece al final insignificante. Da la impresión de que sus opiniones políticas, sociales y religiosas, tienen más presencia e importancia que la historia real que crea para los protagonistas y termina engulléndolos.

Eso, insisto, sus digresiones, es lo negativo que he encontrado.

Los personajes.

Los miserables se divide en cinco partes y cada una de ellas va a estar enfocada sobre un personaje. 
Lo más sencillo sería pensar que el argumento va a girar siempre alrededor de Jean Valjean, y que el resto serán secundarios, pero ese pensamiento no haría justicia al libro. 
Es cierto que Valjean es el hilo conductor, pero solo es un miserable más entre la infinidad de míseros que pululan por París, aquí cada personaje y la historia que arrastran cuentan para el resultado final. 

Thénardier, Eponine, Cosette, Fantine, Marius, Gavroche... y una infinidad de nombres más, creo que forman el elenco más completo, complejo y perfecto que he encontrado hasta el momento a lo largo de mi extensa trayectoria lectora.
Víctor Hugo crea una plantilla de personajes que abarca y representa a toda la sociedad, sin olvidar a nadie, y tienen tanto peso como los protagonistas, por eso no creo que sea correcto denominarlos secundarios. No  son simples extras de decorado, todos participan como ramas fundamentales de la trama. 
En este punto quiero hacer una mención especial hacia el obispo Bienvenue, porque aquí se entiende la importancia de contar con un buen "secundario".
El obispo solo aparece de forma breve en la primera parte, pero es determinante para la evolución de Valjean. Con un acto de bondad inspira al protagonista y hace que su vida de un giro radical, convirtiéndose en un buen hombre. Y es que como ya nos mostró el autor en Notre-Dame, la bondad y la misericordia pueden cambiar la vida de las personas. 
Resumiendo, el obispo Bienvenue tiene una escasa intervención en el argumento, pero su presencia y sus acciones tienen un impacto determinante sobre la trama y al final eso repercute sobre todos los personajes de la obra que terminan cruzándose con Valjean. 

Valjean, lógicamente, es el héroe; alguien que aprende del dicho "que tu error de hoy sea tu maestro de mañana", y Javert es el gran antagonista; alguien incorruptible, inflexible, que queda atrapado en su propia versión, quizás no la más correcta, pero sí amparada por la llamada justicia ciega que no mira a las personas sino los hechos. 

Y es que en esta novela en la que se da tanta importancia a la confrontación entre el bien y el mal, los personajes de buen corazón van a brillar y a destacar más precisamente por los malvados. 
Todos van a estar respaldados por un detallado perfil psicológico, Víctor Hugo va a indagar hasta en lo más profundo de su alma, de ahí que hable de un elenco perfecto y que la terminen encasillando también como novela psicológica.
De Javert, del gran antagonista, también tengo que decir que es uno de los personajes malvados y a la vez más interesante que he visto. En los momentos en que está ausente, el lector desea que aparezca. Es alguien tan intenso que genera simpatía y aversión al mismo tiempo.

Y por supuesto también quiero hablar de Cosette...
No es el personaje que más me ha gustado, pero es, al igual que Javert, alguien de presencia constante. Aunque no esté en escena hace que la trama avance. Valjean vive por y para ella, y todas las decisiones que tome serán para protegerla. Es una joven de alma noble, iba a decir que muy pánfila, pero queda mejor calificarla de ingenua, y además se rumorea que su arquetipo se creó inspirado en Léopoldine, la hija de Víctor Hugo que tristemente falleció por esas fechas.

Para ir terminando...
La novela ha estado rodeada del éxito desde su publicación; un éxito que incluso hoy en día se repite y se incentiva gracias a las adaptaciones al teatro, a los musicales, al cine y a la televisión.

Y he dejado para lo último lo más negativo, algo que reconozco que me ha fastidiado enormemente la lectura, y que por supuesto no se puede achacar al escritor, de ahí que lo cite al terminar.

En la versión que ofrece la editorial Penguin Clásicos dicen que la edición presenta una traducción clásica, plenamente coetánea y modernizada para la ocasión. Y es cierto en lo de "clásica", porque es la primera traducción que se hizo al español en 1862, mismo año de la publicación del original. Lo único que han hecho es corregir la puntuación y la ortografía, adaptándola a la actual.

Pero el desastre viene con la traducción de los nombres.
De base no entiendo que se traduzca ningún nombre... Si te llamas Juan en español, será Juan, estés donde estés. Me da igual que sea en España o en las islas Wakatobi.
Por lo tanto el traducir o intentar españolizar algunos nombres carece totalmente de sentido.

Jean Valjean siempre será Jean, no Juan Valjean, y lo mismo sucede con Eponine, Fantine, Marius o Monsieur Madeleine, solo por citar algunos nombres, porque la triste realidad es que el intento de españolizar los nombres debió ser algo aleatorio y dependiendo del día del traductor, un señor que falleció en 1893, ¡Vamos, que hasta las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, aún eran nuestras!, así que esa frase de coetánea y modernizada para la ocasión igual está orientado a los componentes de la Generación del 98.

Esto que acabo de mencionar puede parecer una tontería, pero es algo que termina machacando una lectura. Y si la editorial incorpora una nota aclaratoria sobre la traducción y en ella se detalla que han hecho cambios, ¡pues leñe, una vez puestos a corregir se corrige todo!, porque el resultado final de eso que llaman traducción es un total despropósito.