martes, 19 de junio de 2018

La letra escarlata de Nathaniel Hawthorne

Sinopsis:

La letra escarlata está considerada la mejor novela norteamericana del siglo XIX.
Ambientada en la Nueva Inglaterra de los puritanos del siglo XVII, La letra escarlata (1849) narra el terrible impacto que un simple acto de pasión desencadena en las vidas de tres miembros de la comunidad: Hester Prynne, una mujer de espíritu libre e independiente, objeto del escarnio público y condenada a llevar la «A» de «Adúltera»; el reverendo Dimmesdale, un alma atormentada por la culpa aunque digno de la estima general, y Chillingworth, un ser siniestro, cruel y vengativo, que maquina en la sombra.
La presente edición incluye una introducción de la catedrática Nina Baym, cuya labor investigadora se ha centrado en el estudio de la literatura americana del siglo XIX. En el año 2000 recibió la medalla Jay Hubble que otorga la Modern Language Association por sus valiosas aportaciones en esta materia.

Opinión:

La letra escarlata, escrita en 1850, está considerada como la obra cumbre de Nathaniel Hawthorne y clasificada dentro del Romanticismo norteamericano.

Como primera curiosidad os diré que fue uno de los primeros libros en ser producido de forma masiva en Estados Unidos, ya que, hasta el momento, la producción se limitaba a elaborar libros a mano y en ediciones muy limitadas, muchos de ellos se producían bajo demanda.
La primera edición de esta novela fue de 2500 volúmenes y se agotó en poco más de una semana, convirtiéndose en lo que hoy sería un superventas.

La segunda curiosidad llega de manos de su escritor, Nathaniel Hawthorne, nacido en 1804 en la población de Salem.
Su tatarabuelo fue juez en los famosos juicios de brujas de Salem y el único de todo ellos que no se arrepintió de sus actos.
Los principios de Nathaniel le llevaron a rechazar el puritanismo extremo del que habían hecho gala sus antepasados y por ese motivo modificó su apellido original, Hathorne, agregando una W para cambiarlo por Hawthorne.

La prosa de este escritor, desde los primeros párrafos del primer capítulo, demuestra ser soberbia; emplea una voz narrativa que brilla con luz propia.
Tiene un estilo tan peculiar y cuidado que ha logrado sorprenderme, por ese motivo voy a hablaros principalmente del primer capítulo porque es digno de alabar, y en él vais a ver una pequeña muestra condensada de toda la genialidad dispersa a lo largo de esta obra.

En ese primer capítulo consigue crear suspense y compasión, al mismo tiempo que nos transmite la tensión que se masca fuera de la prisión, de esa forma nos va preparando para los conflictos posteriores.
Muchos autores de esa época recurrían al uso de grandes descripciones para generar el ambiente propicio, en cambio él decide prescindir de ellas. Se vale del lema menos es más y recurre a la imaginación lectora. Cuando llega la hora de describir a las gentes que esperan fuera para ver el escarnio público, nos las muestra con una exactitud y calidad literaria que corta la respiración.

Todos tenemos una idea bastante clara de como era la sociedad puritana, de cómo vestían, y a Nathaniel le basta con sugerir que había una multitud vestida de colores sombríos.
El lector, con esa parquedad descriptiva, tiene suficiente para imaginarse a todas esas gentes ataviadas de ropas con una amplia gama de grises, pardos y negros, y con ellos el ambiente oscuro y triste que arrastraban y que marcará el desarrollo de esta historia.
Nos presenta de forma breve a esa sociedad de moralidad rígida que muestra la tonalidad más negra del puritanismo, pero dejándonos bien claro cómo son por dentro y por fuera.
Quiere demostrar desolación, no quiere reflejar un acto alegre, porque intenta crear un retrato fiel, reflejando la gran oscuridad que hay en los corazones de esos que esperan expectantes fuera de la prisión.

Encontraremos muchísimas figuras retóricas; símbolos, metáforas, alegorías... y con ellas conocemos a Hester, nuestra protagonista.
La vemos por primera vez como un solitario rosal silvestre, delicado, que crece en la puerta de la prisión rodeado de maleza.
La maleza ya habréis deducido quienes son...

La letra escarlata, otro símbolo omnipresente en esta historia, representa el adulterio y el pecado, aunque Hester lo convierte en todo lo contrario, en un adorno que luce en su pecho con orgullo.
Esa marca que debería señalarla como un ser pecador y estigmatizado al que todos rehúyen, termina convirtiéndose en una señal de rectitud, de caridad.
Hester evoluciona y se convierte en esa persona que ayuda siempre a los demás, un ser bondadoso y noble, frente a los corruptos de doble moral puritanos que obran de una forma y piensan de otra. Esa A la hace libre, es el único personaje liberado de toda la obra.

La prosa de la que hace gala este autor es muy fluida, y la narración consigue mantener el ritmo ágil hasta el final, ritmo que se apoya en unos capítulos bastante breves.

El narrador en tercera persona nos relata unos hechos que, como él mismo nos indica, sucedieron doscientos años antes.
Es un guía por el relato que intenta mantenerse al margen de la historia, limitándose solo a contar, eso sí, con infinidad de detalles como ya habéis podido comprobar.
Nuestro narrador sabe que nosotros los lectores somos espectadores pasivos, contemplamos unos sucesos de los cuales no formamos parte, aún así, esa riqueza de detalles y la perspectiva que da al relato, se convierte en una lograda estrategia discursiva y consigue que nos posicionemos tomando partido por Hester.

La novela avanzará de forma rápida y también los acontecimientos que en ella ocurren.
El autor no duda en utilizar pequeños saltos en el tiempo, siempre hacia adelante, que obligan al argumento a avanzar con rapidez, aunque sin olvidar mencionar algunas situaciones del pasado para contextualizar.

Ya conocéis algunos detalles de esta obra, pero este autor aún esconde más bajo sus mangas.
No solo destacó por su prosa, sino que también fue un valiente.
Criticó a una sociedad y sus actitudes, creando un personaje femenino de gran fortaleza y leal que ha pasado a considerarse como la primera y mayor heroína de la literatura americana.
Un personaje que no duda en enfrentarse a toda esa comunidad que trata de condenarla e ignorarla. Este autor no quiso que viésemos a una mujer adúltera. Él quería mostrar a una mujer valerosa e inteligente, alguien capaz de poner del revés los pensamientos y principios de esa facción radical del protestantismo calvinista; de esa sociedad puritana, falsa e intolerante.
Crea un argumento cuyos temas principales son el pecado, la culpa y la hipocresía, dejando espacio para criticar el maltrato psicológico, retratando a la perfección a esos jueces, que se alzan para juzgar a otros haciendo uso de un doble rasero, el juego de la doble moral...
De lo que no fue capaz este autor fue de librarse de los estereotipos del Romanticismo, como veréis a continuación.

Ya habéis conocido un poco por encima a Hester, nuestra heroína, el clásico personaje que hoy encuadraríamos dentro del estereotipo de las "malcasadas", junto con Madame Bovary, Ana Ozores (en la Regenta) o Anna Karenina...
Un personaje que prefiere sufrir el castigo en silencio a delatar a su amante, porque la forma en que entienden el amor estas heroínas románticas, es que si no se sufre, si no duele, no es amor...
Hester, ya lo habéis visto, es un gran personaje que además contrasta con los otros dos que formarán parte del también estereotipado, triángulo amoroso.
La lealtad de Hester se enfrenta a la cobardía que vemos en el joven pastor Dimmesdale, que deja que ella sufra en soledad el escarmiento público.
Recae en ella la decisión de si delatarle o no, es un hipócrita sin valor.

Os he mencionado que Hester evoluciona, encarna un papel activo y se atreve a desafiar lo establecido, en cambio el personaje del pastor Dimmesdale involuciona...
Es un personaje que va menguando a lo largo de la obra. En cada aparición, parece que se achica ante la mirada reprobadora del lector, presa de esos sentimientos que no tiene el valor de revelar y que le atormentan.
El secreto le anula, le corroe, y aunque él no es portador de un símbolo que le señale como pecador, lo lleva en su conciencia y sus remordimientos.
La pena y su falta de coraje pesan en su alma más que la letra escarlata, porque aunque su deshonra no es pública, va a cargar con ella no solo en lo terrenal.
Dimmesdale se ajusta al retrato prefijado del hombre en el romanticismo.
Un hombre gobernado por los sentimientos, melancólico y sensible, culto y reflexivo. Se siente aplastado por el peso de su propia alma, de su conciencia, y hasta su descripción física se ajusta a la del hombre romántico, delgado, pálido y siempre vestido de oscuro.

Y por otro lado tenemos al marido, Chillingworth, ese personaje mezquino y rencoroso que aparece en escena justo en el peor momento de Hester.
Chillingworth, el personaje con el que se casa Hester, es un anciano de buena posición. Siempre se han respetado pero no existe pasión.
Ella es enviada, por delante, para preparar el nuevo hogar en Nueva Inglaterra y ahí se pierden los pasos del marido, supuestamente desaparecido o muerto. Chillingworth reaparecerá en escena convertido en alguien siniestro y malvado...

Pero retomando el tema de los estereotipos románticos, en esta historia nos encontraremos con algunos más...
El clásico sentimiento de soledad, la necesidad de rebelarse, el simbolismo de las alegorías, todo lo mencionado como veis, son ideas recurrentes en la literatura de esa época.

Hoy os he hablado de una novela con un argumento sencillo a simple vista, pero muy intenso y que no dudo a la hora de recomendar...
Es uno de esos clásicos a los que lamentablemente el cine no ha hecho justicia.
La tensión es un elemento constante y Hawthorne lo consiguió sin necesidad de añadir ningún tipo de artificio.


martes, 12 de junio de 2018

El monasterio de Luis Zueco

El monasterio (Trilogía medieval 03)
Sinopsis:

Un thriller histórico de máximo suspense ambientado en un fascinante escenario medieval, entre los muros de uno de los monasterios medievales más impresionantes de España.
El silencio oculta la verdad.
Pero hasta las mejores mentiras terminan por descubrirse.
El monasterio de Santa María de Veruela aspiraba a ser una ciudad celeste, un fiel reflejo del reino de los cielos, pero lo cierto es que lo habitaban simples mortales. Sus muros fueron testigos de historias de ambición, traición y venganza. Y también de amor, sexo y... muerte.
En las mágicas y misteriosas tierras del Moncayo se asienta uno de los monasterios cistercienses más bellos del mundo. En el siglo XIV es escenario de una cruenta guerra entre las coronas de Castilla y Aragón, y hasta allí llega el joven Bizén con una misión que cumplir: recuperar los restos que yacen en una de sus tumbas, algo a lo que el abad se niega por misteriosas razones.
Pero cuando uno de los hermanos de la abadía aparece asesinado en misteriosas y violentas circunstancias, Bizén se verá implicado en una intriga de peligrosas ramificaciones. Y deberá concentrarse en hallar al culpable si no quiere que su propio secreto sea descubierto.

Opinión:

Opinión:  El monasterio (Trilogía medieval 03)

El monasterio, es el título de la obra con la que Luis Zueco ha decidido cerrar esta trilogía centrada en tierras aragonesas, y que comenzaba a publicarse allá por 2015.
A los amantes del género histórico, se nos ha hecho esta espera un poco larga, pero tras leer la última novela, reconozco que esa espera ha valido la pena.

Luis Zueco, con esta trilogía de ficción histórica, excelentemente documentada, todo hay que decirlo, nos ha acercado al medievo español, pero alejándose de la tan manida reconquista, y transportándonos al pasado, a través de tres espacios históricos, únicos, de nuestra geografía.

Con la primera obra nos situábamos en pleno siglo XI, en un castillo, concretamente en el de Loarre;  fortaleza militar románica, encargada de defender la frontera que separaba el mundo cristiano del musulmán, y nos dejaba con la boca abierta.
Con la segunda, volvía a sorprendernos. Entretejía una nueva historia cargada de intriga que nos llevaba hasta Albarracín; plaza de singular belleza que todos querían conquistar por su gran importancia estratégica, el momento elegido para situar esa nueva trama, era a finales del siglo XIII.
Pues bien, ahora para cerrar esta excelente trilogía, Luis Zueco nos lleva hasta otro edificio icónico, el Real Monasterio de Santa María de Veruela, primera fundación de la orden del Cister en Aragón, y situado a la vera del Moncayo; uno de los monasterios mejor conservados en la actualidad.



El momento de esplendor en las construcciones cistercienses, corresponde precisamente con la época que Zueco refleja en esta nueva aventura, el siglo XIV. Los monasterios eran grandes ciudades, enormes centros de poder y riqueza, que controlaban la actividad económica de su entorno.
El modelo monástico benedictino se ceñía a dos reglas: el recogimiento y la oración, y eso debía verse reflejado en sus construcciones, que buscaban ante todo, la simplicidad y la desnudez ornamental; sin embargo, a pesar de usar la piedra como material principal, no consiguieron el resultado que buscaban, ya que como hoy podemos comprobar, todas las construcciones que se conservan, están dotadas de una gran belleza.

Pero vayamos a la novela...

El primer capítulo, nos va a servir de modo de introducción.
En él se relatarán unos hechos que sirven para ponernos en situación, para conocer el contexto histórico y a uno de los personajes, precisamente el que nos guiará por este thriller histórico.
Nos encontramos en 1366, en plena guerra entre las Coronas de Castilla y Aragón, una guerra a la que también fueron arrastrados, tanto navarros como franceses e ingleses.
Alrededor del escenario elegido, del Monasterio de Veruela, se consigue crear una atmósfera cargada de suspense, que influye no solo en la vida de extramuros, sino también en los monjes que habitan dentro de él.
La ubicación fronteriza y aislada del monasterio, la lucha por defender las fronteras ente los reinos de Aragón y Castilla, y sobre todo las leyendas oscuras que surgen bajo la influencia del Moncayo, terminarán también interfiriendo en el día a día de sus habitantes, personajes de ficción entre los cuales también se mezclarán algunos reales, algo a lo que ya nos tiene acostumbrado este autor.

La aventura que se nos plantea en esta ocasión, trascurre durante siete días. Ese es el tiempo del que dispone nuestro joven protagonista, para desentrañar un complicado misterio.

Cuando Bizén llega a Veruela lo hace cumpliendo ordenes.
Debe recuperar unos restos que yacen en una de las tumbas del monasterio; como podremos comprobar, su labor desde ese momento va a complicarse.
En esa premisa ya encontramos el primer generador de intriga, los lectores queremos saber la identidad de quién se esconde enterrado en la cripta...

Pero para Bizén, no todo va a ser llegar y besar al santo, eso sería muy sencillo y convertiría la novela en un relato simplón...
Desde los primeros compases, vamos a ser testigos de como la misión se complica, y es que en la edad media, la vida no resultaba fácil.

Para obtener el permiso del Abad para exhumar los restos, debe primero averiguar quién asesino a uno de los monjes.
Ese nuevo encargo será lo más complicado, porque debe hacer hablar, precisamente, a aquellos que están más acostumbrados a guardar silencio.
Aunque San Benito, en su Regla no lo prohibía, decía que se debía evitar la conversación innecesaria, y los monjes de Veruela esto se lo van a tomar al pie de la letra, dificultando con ello que Bizén avance en su indagatoria. Esto podríamos considerarlo como pequeñas zancadillas para evitar que los restos de ese personaje que suponemos insigne, salgan del recinto... pero no seáis mal pensados, los monjes obran siempre de buena fe...

Luis Zueco consigue aunar en sus tres libros, historia e intriga, todo ello de forma entretenida y didáctica, sumándole unos personajes ficticios, sobresalientes; y ademas en este último volumen, nos ofrece un misterio, el clásico de cuarto cerrado, eso sí, un cuarto con unas dimensiones bastante considerables, porque el lugar donde se debe desentrañar el misterio, es el recito monacal, del cual nadie ha podido entrar ni salir sin ser visto, y donde lógicamente no podía faltar el muerto en extrañas circunstancias. Luis Zueco nos presenta así, a un joven, que se verá envuelto en una intriga de peligrosas ramificaciones, luchando contra la criminalidad tan solo con su inteligencia y perspicacia, un gran detective que dejaría al mismísimo Hercules Poirot en pañales...

No quiero extenderme mucho, pero si quisiésemos resumir esta trilogía empleando un solo término, habría que decir que es, completamente adictiva...
Pero sobre todo, lo que más deberíamos alabar, es que el ritmo a lo largo de la saga no decae. No sufre de altibajos, algo muy frecuente si hablamos de Sagas. Esa es la gran dificultad a la que creo que se ha enfrentado este autor, conseguir que los lectores continuemos enganchados a la Historia del medievo español, y a esas historias que entrelaza a su alrededor, siendo cada una de ella de lectura independiente.

Os animo a leer la trilogía al completo, es una de las mejores que he leído en mucho, mucho tiempo...
Podéis leer el resto de reseñas pertenecientes a la saga, pinchando en la pestaña superior de "Sagas", o accediendo a través del autor.


lunes, 4 de junio de 2018

Muertes pequeñas de Emma Flint

Sinopsis:

En Queens, en el mes julio de 1965, las calles arden a causa de una ola de calor. Ruth Malone, una joven madre del barrio, se levanta una mañana y descubre la puerta de la habitación de sus dos hijos pequeños abierta de par en par. Han desaparecido. 

No hay peor pesadilla para una madre, pero Ruth Malone no es como las otras. Siempre perfectamente maquillada, vestida de forma provocativa, la policía encuentra botellas vacías de alcohol por todo su apartamento… los detectives que siguen el caso hacen las suposiciones más obvias, ayudados por los cotillas y envidiosos del vecindario.
Pete Wonicke, un periodista inexperto al cargo de cubrir su primer caso importante, no puede evitar llegar a esas mismas conclusiones. Sin embargo, cuanto más tiempo pasa con Ruth, más se da cuenta de que los policías no siempre son los buenos y de que las obsesiones personales de ciertos detectives pueden estar influyendo en la investigación. Ruth Malone es fascinante, un reto y un misterio, pero ¿sería capaz de matar a sus propios hijos?
Basada en hechos reales, Muertes pequeñas nos cuenta una historia de amor, moralidad y obsesión, y analiza la capacidad que tiene todo ser humano para el bien y el mal.

Opinión:

Muertes pequeñas es una historia de ficción escrita por Emma Flint, pero inspirada en un caso real, uno muy mediático que acaparó las portadas de los principales periódicos en los años 60.
Alice Crimmins fue acusada de asesinar a sus dos hijos, aunque no se encontraron pruebas claras que la señalaran como artífice de los hechos.
Tan mediático fue el caso que hasta Mary Higgins Clark, en 1974, se atrevió a tejer una historia sobre él.

Nos encontramos en la madrugada del 14 de julio de 1965. El pequeño Frank de cinco años y su hermana de cuatro desaparecen de su habitación sin dejar huella.
A las 13.30 del mismo día de la desaparición el cuerpo de la pequeña Cindy es encontrado en un descampado, aproximadamente a 1 km de su casa... ha sido estrangulada.
Tan solo unos días después, el 25 de julio, aparece el cuerpo del niño en avanzado estado de descomposición.

Las pesquisas policiales, desde el comienzo, se centran en la madre, y no porque se tengan pruebas fehacientes contra ella, sino porque como decía Emma Flint en una entrevista, si no encajas en la sociedad te conviertes en sospechoso, y ese es precisamente el caso de Ruth,

Ruth es una mujer atractiva, separada y con una vida que se aleja de los cánones conservadores de la época, lo que la lleva a enfrentarse a una sociedad que la condena desde el comienzo.
Las graves pruebas que se acumulan en su contra son: estar pendiente siempre de su aspecto físico, beber en exceso y una vida sexual muy activa; pero lo que realmente la sociedad le reprocha es su extraño comportamiento.
Tras la desaparición de los niños, Ruth no se comporta como lo harían el resto de mujeres en su situación. Ella es distinta, su imagen se aleja de la de mujer afligida y se esmera en mostrar siempre esa fachada tan perfecta, adornada con una frialdad que no deja escapar ni una sola gota de dolor.

Ese comportamiento que no muestra aflicción ni angustia, no solo sorprenderá al lector, sino que también marcarán el ritmo en la trama y posteriormente el futuro de la protagonista.

Todo en Ruth me ha descolocado, es una mujer con la que no he conseguido empatizar en ningún momento; no por su estilo de vida, sino por la incongruencia de sus actos, la inexactitud a la hora de dar respuestas y por su incapacidad de mostrar dolor. Todo eso en conjunto, me llevaba a sospechar de ella, a pensar que había algo oculto bajo la superficie.

Nos encontramos ante una novela negra, al más puro estilo clásico de los años 60, y cargada de los estereotipos propios del género.
Lógicamente en una historia de este tipo no podía faltar la femme fatale, el policía corrupto y un periodista que quiere destapar la verdad a toda costa, enfrentándose a quien se le ponga por delante.
En esta historia cobra vital importancia la presión que ejerce el público, totalmente manipulado por la ambición de la prensa, con sus noticias tan llamativas y exageradas como poco contrastadas.

El encargado de relatarnos la historia, será un narrador omnisciente, bastante sobrio y amigo del sensacionalismo. 
Su mirada se asemeja a la de una cámara de cine, siguiendo de cerca a los dos personajes principales, Ruth y el periodista Peter Wonicke.
Este narrador nos irá relatando los hechos al tiempo que suceden. Sabe en todo momento como se sienten los protagonistas y no dudará a la hora de hacernos llegar sus sentimientos más íntimos. Pero la forma de enfocar la narración dependerá del personaje a seguir.
Cuando el narrador focaliza sobre Ruth utilizará los saltos en el tiempo para mostrarnos varias etapas de su vida.
El seguimiento sobre Wonicke, como ya he adelantado, será distinto, ya que él aparece en escena en el momento de la desaparición de los niños.
Su narración será lineal y nos relatará tanto los avances de su investigación como la versión que se vierte en los distintos medios sobre el caso.
Como veis esta obra da prioridad a la investigación periodística en lugar de seguir los avances policiales que son escasos o nulos.

Esta historia, es un rotundo alegato contra los prejuicios que van de la mano de obsesiones.
El sargento Devlin, encargado de llevar el caso, se empeña en demostrar que Ruth es la asesina, no baraja ninguna opción más... la odia por lo que representa.
Peter el periodista, vive obsesionado con ese primer artículo que le encumbre y le lance a las principales portadas, pero también por la atracción que despierta Ruth en él. De esa forma se sumergirá en una batalla imposible de ganar.
Quiere demostrar la verdad, que ella es inocente, pero menosprecia a un enemigo que vive dentro de la propia Ruth; su imagen, esa que la perseguirá a lo largo de toda la novela y que es la personificación del escándalo...

Es una novela que me ha gustado pero no me ha llenado.
Le ha faltado la capacidad de sorprender, el toque que la convirtiese en una historia singular, y esa falta ha hecho que me resultase monótona en algunos momentos.
Lo cierto es que esperaba algo más después de leer las excelentes críticas que la señalaban como una de las mejores novelas negras de 2017.

El estilo narrativo, el tono que emplea Emma Flint es impecable, recuerda al utilizado en las clásicas novelas negras de los años 60.
La ambientación está muy conseguida y el argumento bien tejido, pero he encontrado algunos cambios de ritmo que frenaban mi lectura.
Esa arritmia literaria se debe a la persecución, al seguimiento invasivo que se hace sobre Ruth que llega a ser en momentos demasiado introspectivo, mostrándonos hasta el más oculto de sus pensamientos.
Esa obsesión que se centra exclusivamente en tejer una historia sobre ese personaje femenino, o más bien, sobre la versión que nos muestran de ella, y que se vuelve machacona si la observamos en conjunto.

La autora da demasiadas vueltas sobre lo mismo, la representación de femme fatale que la convierte en culpable desde el comienzo, no nos da opción a pensar que pueda ser una víctima.
Esa imagen que se nos muestra tiene una finalidad, que el lector no olvide que se aleja del modelo de madre ideal, feliz y abnegada que se queda en casa y cuya máxima es cuidar de la familia.
Creo que esa idea, el lector la tiene demasiado clara desde el comienzo, desde las primeras descripciones de Ruth y sobra ser tan reiterativa.
Esa insistencia, intenta entorpecer nuestra propia investigación, nuestra objetividad, impidiendo que veamos a otros posibles culpables, mostrándonos una y otra vez la peor versión de Ruth. No hay espacio ni opción a la imaginación del lector, no hay misterio.
Con ese tipo de narración focal, que se basa en el acoso y derribo, nos vemos obligados a mirar con lupa cada una de sus acciones, reacciones y gestos, aunque no queramos. No existe nada, más allá del físico y el comportamiento a la deriva de la protagonista...

Creo que con esas vueltas, Emma Flint, quiere demostrar que también nosotros prejuzgamos, pero a mí, tan solo ha conseguido aburrirme en algunos momentos.


martes, 29 de mayo de 2018

El club de los martes de Mario Escobar

Sinopsis:

Pasión por los libros, por las buenas historias que te enganchan hasta hacerse tuyas: eso es lo que comparten cinco mujeres que, lideradas por la doctora Alexandra Byrne, se reúnen cada martes en la Central Library de Seattle para participar en charlas entusiastas sobre tramas y personajes.
Lo que estas independientes mujeres ignoran es que sus debates ficticios van a adquirir un tinte mucho más real cuando una de ellas, Wilda, agente del FBI, las involucre en la resolución del caso de un asesino en serie que está sembrando el terror en las calles de la ciudad.
Embarcadas en una investigación paralela, lo que comenzó como un inofensivo club de lectura se transforma en un juego macabro y estremecedor que pondrá sus vidas en peligro y someterá su amistad a la más dura de las pruebas: la traición.

Opinión:

Cinco mujeres se reúnen cada martes en la Central Library de Seattle, para participar en un entusiasta club de lectura.
Todas comparten una pasión común por los libros de misterio, por Agatha Christie y por los buenos enigmas, y eso que a simple vista parecería algo normal y carente de riesgo, las va a llevar a enfrentarse con un arriesgado desafío, resolver un caso, como en las buenas novelas, pero que esta vez no será el resultado de la fantasía de un escritor, sino de un asesino en serie que secuestra mujeres como ellas.

Como podéis comprobar ya de comienzo, contamos con un amplio abanico de elementos metaliterarios, pero los citados no serán los únicos...
El título de la obra, El club de los martes, también hace un guiño especial a la autora, Agatha Mary Clarissa Miller, más conocida como Agatha Christie y a una de las primeras apariciones de esa detective tan aficionada y sagaz, como entrometida que es Miss Marple.
Esa novela a la que me estoy refiriendo y que fue publicada en 1933, es Miss Marple y trece problemas o Los casos de Miss Marple, como también fue traducida. Obra que contenía trece relatos breves, entre los que se encuentra ese citado club de los martes.

Otro homenaje, quizás el principal, será que esta novela girará alrededor de una de las obras más famosas de Agatha Christie, Diez negritos.

Las cinco integrantes de este club literario, recibirán un macabro mensaje que funciona como generador de intriga, ese mensaje contiene la última estrofa de la canción de cuna que aparece en la ya citada novela y que dice así...
Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó, y no quedó ¡ninguno!

Mario Escobar, con esta historia nos plantea un reto, averiguar quién es el asesino, pero realmente a mí, no me ha aportado mucho.

La novela se lee de forma sencilla, tiene una prosa fluida, pero quizás el argumento no llega a destacar por una gran originalidad.
El asesino de esta historia que cumple con el papel de personaje antagonista, tiene en común con el de Diez negritos, que adopta el papel de justiciero.
Piensa que debe castigar a sus víctimas por algo que hicieron y que quedó impune en el pasado. Él no se ve como un monstruo sino como un héroe que limpia la sociedad.
Por otro lado, las muertes se suceden siguiendo casi el mismo patrón que los asesinatos del libro de  Christie, pero con una diferencia para mí, abismal. La novela se ha adaptado a los tiempos y los asesinatos se han recrudecido, son más violentos que en la obra de Christie.

El lector como he mencionado en el anterior párrafo, tendrá en apariencia, una compleja y doble labor, averiguar quién se esconde tras el llamado "Asesino de las damas", y qué le impulsa a cometer esos crímenes.
La historia en algunos momentos me ha parecido demasiado previsible, incluso los excesivos giros argumentales me hicieron descartar a algunos posibles sospechosos que aparecían señalados en la narración, quizás con demasiada intensidad, lo que me hizo dudar y descartarlos.

Es una novela entretenida, pero a la mitad conoces quién será el asesino.
Mario Escobar tuvo una buena idea, pero creo que la desaprovechó, se conformó con plasmarla de forma sencilla.
Agatha Christie en diez negritos no se conforma, es más... nos engaña, no lo cuenta todo, y quizás Mario Escobar debió hacer lo mismo, no dar demasiadas pistas que le llevan a contar más de lo que debería.


martes, 15 de mayo de 2018

El crimen del ómnibus de Fortuné du Boisgobey

Sinopsis:

Nos encontramos en París en 1878. Una joven muere misteriosamente en un ómnibus de la ciudad. El pintor Paul Freneuse —testigo de la escena—, al darse cuenta de que la joven que viaja junto a él está muerta, comienza a pensar que tal vez ha sido asesinada sin que ningún pasajero se haya dado cuenta, y comparte su deducción con su amigo Binos. Freneuse debe ocupar su escaso tiempo en completar el cuadro que presentará a la Exposición Universal, pero Binos no cejará en la investigación del crimen. El lector hará entonces un recorrido por el París más bohemio, con pistas salpicadas en cada capítulo —una aguja envenenada, el fragmento de una carta…—, una historia de amor, un par de asesinos particularmente audaces, un policía profesional…

Opinión:

Con lo primero que se enfrenta el lector cuando se embarca en esta lectura, es con un prólogo donde se nos cuenta la vida de este autor francés del s. XIX, que llegó a publicar más de 70 obras, desde 1869 hasta el año de su muerte, y que influenció a otros escritores posteriores como podréis ver más adelante en esta reseña.
Fortuné de Boisgobey, ocupa un lugar destacado entre esos autores del XIX, que se arriesgaron con la novela de detectives, cuando esta era considerada como un género menor y vulgar.
Fortuné fue el impulsor del "roman policier" y de la "sensation novel", novela sensacionalista, género literario de ficción muy popular en esa época, y que se aplicaba en tono despectivo hacia ese tipo de novelillas, donde el misterio y su resolución quedaba en manos de investigadores aficionados.

Ya os he mencionado que esta obra, influenció a otros muchos autores, dejando su impronta en ellos, como por ejemplo Fergus Hume, que reconoció que tras leer "El crimen del ómnibus", ideó un argumento similar para su famosa obra "El misterio del carruaje"; o la famosa Agatha Christie, que plasmó la misma estructura en "Asesinato en el Orient Express".
Ese esquema del que ellos se valieron y que Fortuné du Boisgobey fue pionero a la hora de emplearlo, es lo que denominamos "misterio del cuarto cerrado", del que ya os he hablado en varias ocasiones, y que consiste en cometer un asesinato de difícil ejecución y casi imposible de resolver, porque nadie pudo entrar o salir de lugar donde se encuentra el cadáver sin ser visto.
De esta forma, el crimen se convierte en un enigma totalmente hermético, y en este caso en concreto, el cadáver, elemento indispensable en este tipo de novelas, no muestra ninguna herida aparente, y ningún suceso extraño ha ocurrido durante el viaje.

Los diálogos de esta historia tendrán un papel importante, ya que a través de ellos iremos encontrando las pruebas necesarias para resolver el caso; pero también resultarán de vital importancia las elaboradas descripciones, que no se limitarán al lugar donde se ha cometido el crimen y abarcarán toda la ciudad de París, incluidas sus gentes, que se convierten en personajes ambientales. 
Llama la atención como este autor, consigue captar no solo los ambientes, sino también las escenas espontáneas que representan la auténtica vida parisina, plasmando el relato en una especie de lienzo costumbrista, porque Fortuné de Boisgobey, es un experto y, sobre todo, amante de describir ambientes, dando como resultado un magnífico cuadro que parece surgido de los pinceles de autores de la calidad de Auguste Renoir y/o Degas.

El relato nos llegará de manos de un narrador omnisciente, que dispone de un conocimiento ilimitado, demostrando gran seguridad a la hora de relatar los hechos.
Es el clásico narrador del s. XIX, que presenta distancia y objetividad frente a los hechos, se encuentra fuera del relato, no es ningún personaje ni tiene nada que ver con la trama.
Boisgobey, crea un argumento complejo, y en vez de mantener al protagonista, Paul Freneuse, que hará de investigador, ajeno a la trama que ha dado lugar al crimen, como ocurre en la mayoría de las novelas policíacas o negras, él se arriesga y lo mete dentro de ella, convirtiéndolo en testigo de excepción.

Paul Freneuse es un joven pintor con mucho talento pero de personalidad ambigua; peca de falta de determinación, pero esa falta la suple con una imaginación desbordante que le lleva a apasionarse fácilmente con cualquier cosa y se desinteresa aún con mayor rapidez, lo que le lleva a consagrarse en su arte y en una vida discreta.
Freneuse es testigo de primera mano de la muerte de una joven en el ómnibus en el que viajan.
Lo que en un principio podría considerarse como muerte natural, termina convirtiéndose en un complejo crimen.
Los extraños acontecimientos de esa noche, y las pruebas que de forma indirecta encuentra, le llevan a concebir toda una trama novelesca, a la altura de las mejores plumas del género policíaco, y eso le empujará a intentar resolver el misterio.
Como partenaire en la investigación, contamos con la ayuda del amigo de Freneuse, Binos, otro pintor, pero esta vez de talento cuestionable, ya que pasa la mayor parte de su tiempo entre borrachines de tasca.
Binos es un gran experto en discursos imperturbables, en discrepar sobre cualquier tema, y con tendencia a embarcarse en descabelladas hipótesis, lo que les llevará inevitablemente a formar el tandem pefecto. Binos destaca además de por lo mencionado, porque es perspicaz y está dotado de un fino sentido del olfato.

Si os animáis con este libro veréis como detalle curioso, que según van pasando las hojas no existe en ellas ningún tipo de investigación al uso.
El autor nos muestras las conjeturas a las que llegan los dos protagonistas, opiniones que van formando a partir de datos incompletos y muchas veces supuestos.
Antes de que los lectores nos arriesguemos a formular una hipótesis, aquí llega lo realmente gracioso, los protagonistas nos la destripan; se adelantan a nosotros y nos cuentan su parecer...
Esto que podríamos considerar como algo negativo, como unos personajes que nos boicotean, no lo es, en ello reside la gracia o la sorpresa.

El autor nos ofrece un argumento perfecto y en esa construcción va enlazando los sucesos de forma armónica.
Os he mencionado que no es una novela policíaca corriente, el autor no se reserva pistas en la manga, nos las ofrece al tiempo que a los personajes, y aquí también se demuestra que el narrador elegido es el correcto, porque no interfiere ni intenta engañarnos.

En un principio, nuestro amigo Freneuse, parece que quiere distanciarse de la investigación, centrarse solo en ese nuevo cuadro que proyecta para presentar en la Exposición universal. Es reacio a participar en esa carrera loca contra el tiempo, en la que se ha sumergido el vago de Binos, pero según van apareciendo nuevos datos, Freneuse se da cuenta de que el misterio del ómnibus le preocupa más de lo que quiere admitir.

Los protagonistas como habéis podido intuir, no tienen nada que ver con los estereotipos de la época, y dan el toque especial a esa historia que más que un relato detectivesco, es una crónica social de la época, donde también habrá espacio para conocer como son los comienzos de la Sûreté, la policía criminal francesa.

El resto del elenco de personajes, donde se incluirían personajes incidentales y ambientales, sí pueden considerarse estereotipados. Tenemos a las modelos de los pintores, muchachas corrientes, llegadas desde zonas rurales, y sobre todo, desde Italia. Conocemos mayormente a la clase obrera; los cocheros, las vendedoras de naranjas, a los borrachines que frecuentan los bares, pero también nos llegarán los brillos y el lujo de la clase elitista, que frecuenta la ópera.

Esta historia es un viaje en el tiempo al París bohemio de la Belle Époque, una novela recomendable, una joya ilustrada y recuperada por la editorial dÉpoca.