martes, 12 de junio de 2018

El monasterio de Luis Zueco

El monasterio (Trilogía medieval 03)
Sinopsis:

Un thriller histórico de máximo suspense ambientado en un fascinante escenario medieval, entre los muros de uno de los monasterios medievales más impresionantes de España.
El silencio oculta la verdad.
Pero hasta las mejores mentiras terminan por descubrirse.
El monasterio de Santa María de Veruela aspiraba a ser una ciudad celeste, un fiel reflejo del reino de los cielos, pero lo cierto es que lo habitaban simples mortales. Sus muros fueron testigos de historias de ambición, traición y venganza. Y también de amor, sexo y... muerte.
En las mágicas y misteriosas tierras del Moncayo se asienta uno de los monasterios cistercienses más bellos del mundo. En el siglo XIV es escenario de una cruenta guerra entre las coronas de Castilla y Aragón, y hasta allí llega el joven Bizén con una misión que cumplir: recuperar los restos que yacen en una de sus tumbas, algo a lo que el abad se niega por misteriosas razones.
Pero cuando uno de los hermanos de la abadía aparece asesinado en misteriosas y violentas circunstancias, Bizén se verá implicado en una intriga de peligrosas ramificaciones. Y deberá concentrarse en hallar al culpable si no quiere que su propio secreto sea descubierto.

Opinión:

Opinión:  El monasterio (Trilogía medieval 03)

El monasterio, es el título de la obra con la que Luis Zueco ha decidido cerrar esta trilogía centrada en tierras aragonesas, y que comenzaba a publicarse allá por 2015.
A los amantes del género histórico, se nos ha hecho esta espera un poco larga, pero tras leer la última novela, reconozco que esa espera ha valido la pena.

Luis Zueco, con esta trilogía de ficción histórica, excelentemente documentada, todo hay que decirlo, nos ha acercado al medievo español, pero alejándose de la tan manida reconquista, y transportándonos al pasado, a través de tres espacios históricos, únicos, de nuestra geografía.

Con la primera obra nos situábamos en pleno siglo XI, en un castillo, concretamente en el de Loarre;  fortaleza militar románica, encargada de defender la frontera que separaba el mundo cristiano del musulmán, y nos dejaba con la boca abierta.
Con la segunda, volvía a sorprendernos. Entretejía una nueva historia cargada de intriga que nos llevaba hasta Albarracín; plaza de singular belleza que todos querían conquistar por su gran importancia estratégica, el momento elegido para situar esa nueva trama, era a finales del siglo XIII.
Pues bien, ahora para cerrar esta excelente trilogía, Luis Zueco nos lleva hasta otro edificio icónico, el Real Monasterio de Santa María de Veruela, primera fundación de la orden del Cister en Aragón, y situado a la vera del Moncayo; uno de los monasterios mejor conservados en la actualidad.



El momento de esplendor en las construcciones cistercienses, corresponde precisamente con la época que Zueco refleja en esta nueva aventura, el siglo XIV. Los monasterios eran grandes ciudades, enormes centros de poder y riqueza, que controlaban la actividad económica de su entorno.
El modelo monástico benedictino se ceñía a dos reglas: el recogimiento y la oración, y eso debía verse reflejado en sus construcciones, que buscaban ante todo, la simplicidad y la desnudez ornamental; sin embargo, a pesar de usar la piedra como material principal, no consiguieron el resultado que buscaban, ya que como hoy podemos comprobar, todas las construcciones que se conservan, están dotadas de una gran belleza.

Pero vayamos a la novela...

El primer capítulo, nos va a servir de modo de introducción.
En él se relatarán unos hechos que sirven para ponernos en situación, para conocer el contexto histórico y a uno de los personajes, precisamente el que nos guiará por este thriller histórico.
Nos encontramos en 1366, en plena guerra entre las Coronas de Castilla y Aragón, una guerra a la que también fueron arrastrados, tanto navarros como franceses e ingleses.
Alrededor del escenario elegido, del Monasterio de Veruela, se consigue crear una atmósfera cargada de suspense, que influye no solo en la vida de extramuros, sino también en los monjes que habitan dentro de él.
La ubicación fronteriza y aislada del monasterio, la lucha por defender las fronteras ente los reinos de Aragón y Castilla, y sobre todo las leyendas oscuras que surgen bajo la influencia del Moncayo, terminarán también interfiriendo en el día a día de sus habitantes, personajes de ficción entre los cuales también se mezclarán algunos reales, algo a lo que ya nos tiene acostumbrado este autor.

La aventura que se nos plantea en esta ocasión, trascurre durante siete días. Ese es el tiempo del que dispone nuestro joven protagonista, para desentrañar un complicado misterio.

Cuando Bizén llega a Veruela lo hace cumpliendo ordenes.
Debe recuperar unos restos que yacen en una de las tumbas del monasterio; como podremos comprobar, su labor desde ese momento va a complicarse.
En esa premisa ya encontramos el primer generador de intriga, los lectores queremos saber la identidad de quién se esconde enterrado en la cripta...

Pero para Bizén, no todo va a ser llegar y besar al santo, eso sería muy sencillo y convertiría la novela en un relato simplón...
Desde los primeros compases, vamos a ser testigos de como la misión se complica, y es que en la edad media, la vida no resultaba fácil.

Para obtener el permiso del Abad para exhumar los restos, debe primero averiguar quién asesino a uno de los monjes.
Ese nuevo encargo será lo más complicado, porque debe hacer hablar, precisamente, a aquellos que están más acostumbrados a guardar silencio.
Aunque San Benito, en su Regla no lo prohibía, decía que se debía evitar la conversación innecesaria, y los monjes de Veruela esto se lo van a tomar al pie de la letra, dificultando con ello que Bizén avance en su indagatoria. Esto podríamos considerarlo como pequeñas zancadillas para evitar que los restos de ese personaje que suponemos insigne, salgan del recinto... pero no seáis mal pensados, los monjes obran siempre de buena fe...

Luis Zueco consigue aunar en sus tres libros, historia e intriga, todo ello de forma entretenida y didáctica, sumándole unos personajes ficticios, sobresalientes; y ademas en este último volumen, nos ofrece un misterio, el clásico de cuarto cerrado, eso sí, un cuarto con unas dimensiones bastante considerables, porque el lugar donde se debe desentrañar el misterio, es el recito monacal, del cual nadie ha podido entrar ni salir sin ser visto, y donde lógicamente no podía faltar el muerto en extrañas circunstancias. Luis Zueco nos presenta así, a un joven, que se verá envuelto en una intriga de peligrosas ramificaciones, luchando contra la criminalidad tan solo con su inteligencia y perspicacia, un gran detective que dejaría al mismísimo Hercules Poirot en pañales...

No quiero extenderme mucho, pero si quisiésemos resumir esta trilogía empleando un solo término, habría que decir que es, completamente adictiva...
Pero sobre todo, lo que más deberíamos alabar, es que el ritmo a lo largo de la saga no decae. No sufre de altibajos, algo muy frecuente si hablamos de Sagas. Esa es la gran dificultad a la que creo que se ha enfrentado este autor, conseguir que los lectores continuemos enganchados a la Historia del medievo español, y a esas historias que entrelaza a su alrededor, siendo cada una de ella de lectura independiente.

Os animo a leer la trilogía al completo, es una de las mejores que he leído en mucho, mucho tiempo...
Podéis leer el resto de reseñas pertenecientes a la saga, pinchando en la pestaña superior de "Sagas", o accediendo a través del autor.


lunes, 4 de junio de 2018

Muertes pequeñas de Emma Flint

Sinopsis:

En Queens, en el mes julio de 1965, las calles arden a causa de una ola de calor. Ruth Malone, una joven madre del barrio, se levanta una mañana y descubre la puerta de la habitación de sus dos hijos pequeños abierta de par en par. Han desaparecido. 

No hay peor pesadilla para una madre, pero Ruth Malone no es como las otras. Siempre perfectamente maquillada, vestida de forma provocativa, la policía encuentra botellas vacías de alcohol por todo su apartamento… los detectives que siguen el caso hacen las suposiciones más obvias, ayudados por los cotillas y envidiosos del vecindario.
Pete Wonicke, un periodista inexperto al cargo de cubrir su primer caso importante, no puede evitar llegar a esas mismas conclusiones. Sin embargo, cuanto más tiempo pasa con Ruth, más se da cuenta de que los policías no siempre son los buenos y de que las obsesiones personales de ciertos detectives pueden estar influyendo en la investigación. Ruth Malone es fascinante, un reto y un misterio, pero ¿sería capaz de matar a sus propios hijos?
Basada en hechos reales, Muertes pequeñas nos cuenta una historia de amor, moralidad y obsesión, y analiza la capacidad que tiene todo ser humano para el bien y el mal.

Opinión:

Muertes pequeñas es una historia de ficción escrita por Emma Flint, pero inspirada en un caso real, uno muy mediático que acaparó las portadas de los principales periódicos en los años 60.
Alice Crimmins fue acusada de asesinar a sus dos hijos, aunque no se encontraron pruebas claras que la señalaran como artífice de los hechos.
Tan mediático fue el caso que hasta Mary Higgins Clark, en 1974, se atrevió a tejer una historia sobre él.

Nos encontramos en la madrugada del 14 de julio de 1965. El pequeño Frank de cinco años y su hermana de cuatro desaparecen de su habitación sin dejar huella.
A las 13.30 del mismo día de la desaparición el cuerpo de la pequeña Cindy es encontrado en un descampado, aproximadamente a 1 km de su casa... ha sido estrangulada.
Tan solo unos días después, el 25 de julio, aparece el cuerpo del niño en avanzado estado de descomposición.

Las pesquisas policiales, desde el comienzo, se centran en la madre, y no porque se tengan pruebas fehacientes contra ella, sino porque como decía Emma Flint en una entrevista, si no encajas en la sociedad te conviertes en sospechoso, y ese es precisamente el caso de Ruth,

Ruth es una mujer atractiva, separada y con una vida que se aleja de los cánones conservadores de la época, lo que la lleva a enfrentarse a una sociedad que la condena desde el comienzo.
Las graves pruebas que se acumulan en su contra son: estar pendiente siempre de su aspecto físico, beber en exceso y una vida sexual muy activa; pero lo que realmente la sociedad le reprocha es su extraño comportamiento.
Tras la desaparición de los niños, Ruth no se comporta como lo harían el resto de mujeres en su situación. Ella es distinta, su imagen se aleja de la de mujer afligida y se esmera en mostrar siempre esa fachada tan perfecta, adornada con una frialdad que no deja escapar ni una sola gota de dolor.

Ese comportamiento que no muestra aflicción ni angustia, no solo sorprenderá al lector, sino que también marcarán el ritmo en la trama y posteriormente el futuro de la protagonista.

Todo en Ruth me ha descolocado, es una mujer con la que no he conseguido empatizar en ningún momento; no por su estilo de vida, sino por la incongruencia de sus actos, la inexactitud a la hora de dar respuestas y por su incapacidad de mostrar dolor. Todo eso en conjunto, me llevaba a sospechar de ella, a pensar que había algo oculto bajo la superficie.

Nos encontramos ante una novela negra, al más puro estilo clásico de los años 60, y cargada de los estereotipos propios del género.
Lógicamente en una historia de este tipo no podía faltar la femme fatale, el policía corrupto y un periodista que quiere destapar la verdad a toda costa, enfrentándose a quien se le ponga por delante.
En esta historia cobra vital importancia la presión que ejerce el público, totalmente manipulado por la ambición de la prensa, con sus noticias tan llamativas y exageradas como poco contrastadas.

El encargado de relatarnos la historia, será un narrador omnisciente, bastante sobrio y amigo del sensacionalismo. 
Su mirada se asemeja a la de una cámara de cine, siguiendo de cerca a los dos personajes principales, Ruth y el periodista Peter Wonicke.
Este narrador nos irá relatando los hechos al tiempo que suceden. Sabe en todo momento como se sienten los protagonistas y no dudará a la hora de hacernos llegar sus sentimientos más íntimos. Pero la forma de enfocar la narración dependerá del personaje a seguir.
Cuando el narrador focaliza sobre Ruth utilizará los saltos en el tiempo para mostrarnos varias etapas de su vida.
El seguimiento sobre Wonicke, como ya he adelantado, será distinto, ya que él aparece en escena en el momento de la desaparición de los niños.
Su narración será lineal y nos relatará tanto los avances de su investigación como la versión que se vierte en los distintos medios sobre el caso.
Como veis esta obra da prioridad a la investigación periodística en lugar de seguir los avances policiales que son escasos o nulos.

Esta historia, es un rotundo alegato contra los prejuicios que van de la mano de obsesiones.
El sargento Devlin, encargado de llevar el caso, se empeña en demostrar que Ruth es la asesina, no baraja ninguna opción más... la odia por lo que representa.
Peter el periodista, vive obsesionado con ese primer artículo que le encumbre y le lance a las principales portadas, pero también por la atracción que despierta Ruth en él. De esa forma se sumergirá en una batalla imposible de ganar.
Quiere demostrar la verdad, que ella es inocente, pero menosprecia a un enemigo que vive dentro de la propia Ruth; su imagen, esa que la perseguirá a lo largo de toda la novela y que es la personificación del escándalo...

Es una novela que me ha gustado pero no me ha llenado.
Le ha faltado la capacidad de sorprender, el toque que la convirtiese en una historia singular, y esa falta ha hecho que me resultase monótona en algunos momentos.
Lo cierto es que esperaba algo más después de leer las excelentes críticas que la señalaban como una de las mejores novelas negras de 2017.

El estilo narrativo, el tono que emplea Emma Flint es impecable, recuerda al utilizado en las clásicas novelas negras de los años 60.
La ambientación está muy conseguida y el argumento bien tejido, pero he encontrado algunos cambios de ritmo que frenaban mi lectura.
Esa arritmia literaria se debe a la persecución, al seguimiento invasivo que se hace sobre Ruth que llega a ser en momentos demasiado introspectivo, mostrándonos hasta el más oculto de sus pensamientos.
Esa obsesión que se centra exclusivamente en tejer una historia sobre ese personaje femenino, o más bien, sobre la versión que nos muestran de ella, y que se vuelve machacona si la observamos en conjunto.

La autora da demasiadas vueltas sobre lo mismo, la representación de femme fatale que la convierte en culpable desde el comienzo, no nos da opción a pensar que pueda ser una víctima.
Esa imagen que se nos muestra tiene una finalidad, que el lector no olvide que se aleja del modelo de madre ideal, feliz y abnegada que se queda en casa y cuya máxima es cuidar de la familia.
Creo que esa idea, el lector la tiene demasiado clara desde el comienzo, desde las primeras descripciones de Ruth y sobra ser tan reiterativa.
Esa insistencia, intenta entorpecer nuestra propia investigación, nuestra objetividad, impidiendo que veamos a otros posibles culpables, mostrándonos una y otra vez la peor versión de Ruth. No hay espacio ni opción a la imaginación del lector, no hay misterio.
Con ese tipo de narración focal, que se basa en el acoso y derribo, nos vemos obligados a mirar con lupa cada una de sus acciones, reacciones y gestos, aunque no queramos. No existe nada, más allá del físico y el comportamiento a la deriva de la protagonista...

Creo que con esas vueltas, Emma Flint, quiere demostrar que también nosotros prejuzgamos, pero a mí, tan solo ha conseguido aburrirme en algunos momentos.


martes, 29 de mayo de 2018

El club de los martes de Mario Escobar

Sinopsis:

Pasión por los libros, por las buenas historias que te enganchan hasta hacerse tuyas: eso es lo que comparten cinco mujeres que, lideradas por la doctora Alexandra Byrne, se reúnen cada martes en la Central Library de Seattle para participar en charlas entusiastas sobre tramas y personajes.
Lo que estas independientes mujeres ignoran es que sus debates ficticios van a adquirir un tinte mucho más real cuando una de ellas, Wilda, agente del FBI, las involucre en la resolución del caso de un asesino en serie que está sembrando el terror en las calles de la ciudad.
Embarcadas en una investigación paralela, lo que comenzó como un inofensivo club de lectura se transforma en un juego macabro y estremecedor que pondrá sus vidas en peligro y someterá su amistad a la más dura de las pruebas: la traición.

Opinión:

Cinco mujeres se reúnen cada martes en la Central Library de Seattle, para participar en un entusiasta club de lectura.
Todas comparten una pasión común por los libros de misterio, por Agatha Christie y por los buenos enigmas, y eso que a simple vista parecería algo normal y carente de riesgo, las va a llevar a enfrentarse con un arriesgado desafío, resolver un caso, como en las buenas novelas, pero que esta vez no será el resultado de la fantasía de un escritor, sino de un asesino en serie que secuestra mujeres como ellas.

Como podéis comprobar ya de comienzo, contamos con un amplio abanico de elementos metaliterarios, pero los citados no serán los únicos...
El título de la obra, El club de los martes, también hace un guiño especial a la autora, Agatha Mary Clarissa Miller, más conocida como Agatha Christie y a una de las primeras apariciones de esa detective tan aficionada y sagaz, como entrometida que es Miss Marple.
Esa novela a la que me estoy refiriendo y que fue publicada en 1933, es Miss Marple y trece problemas o Los casos de Miss Marple, como también fue traducida. Obra que contenía trece relatos breves, entre los que se encuentra ese citado club de los martes.

Otro homenaje, quizás el principal, será que esta novela girará alrededor de una de las obras más famosas de Agatha Christie, Diez negritos.

Las cinco integrantes de este club literario, recibirán un macabro mensaje que funciona como generador de intriga, ese mensaje contiene la última estrofa de la canción de cuna que aparece en la ya citada novela y que dice así...
Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó, y no quedó ¡ninguno!

Mario Escobar, con esta historia nos plantea un reto, averiguar quién es el asesino, pero realmente a mí, no me ha aportado mucho.

La novela se lee de forma sencilla, tiene una prosa fluida, pero quizás el argumento no llega a destacar por una gran originalidad.
El asesino de esta historia que cumple con el papel de personaje antagonista, tiene en común con el de Diez negritos, que adopta el papel de justiciero.
Piensa que debe castigar a sus víctimas por algo que hicieron y que quedó impune en el pasado. Él no se ve como un monstruo sino como un héroe que limpia la sociedad.
Por otro lado, las muertes se suceden siguiendo casi el mismo patrón que los asesinatos del libro de  Christie, pero con una diferencia para mí, abismal. La novela se ha adaptado a los tiempos y los asesinatos se han recrudecido, son más violentos que en la obra de Christie.

El lector como he mencionado en el anterior párrafo, tendrá en apariencia, una compleja y doble labor, averiguar quién se esconde tras el llamado "Asesino de las damas", y qué le impulsa a cometer esos crímenes.
La historia en algunos momentos me ha parecido demasiado previsible, incluso los excesivos giros argumentales me hicieron descartar a algunos posibles sospechosos que aparecían señalados en la narración, quizás con demasiada intensidad, lo que me hizo dudar y descartarlos.

Es una novela entretenida, pero a la mitad conoces quién será el asesino.
Mario Escobar tuvo una buena idea, pero creo que la desaprovechó, se conformó con plasmarla de forma sencilla.
Agatha Christie en diez negritos no se conforma, es más... nos engaña, no lo cuenta todo, y quizás Mario Escobar debió hacer lo mismo, no dar demasiadas pistas que le llevan a contar más de lo que debería.