lunes, 5 de diciembre de 2016

La casa de los dioses de alabastro de Magdalena Lasala

Sinopsis:

"Fue norma en la familia Santángel que las mujeres nacidas ya cristianas llevaran los nombres de las ajusticiadas por la Santa Inquisición para completar las vidas de aquellas…"
Año 1559. La joven Brianda, perteneciente a la saga de los Santángel, una familia judeoconversa cuyas mujeres están malditas, soporta sobre sus hombros el peso de su nombre y belleza. Cuando cumple dieciséis años, su tía Sabina reclama su presencia en la majestuosa ciudad de Zaragoza para que se convierta en la institutriz de Leonor, la enfermiza hija pequeña del matrimonio Zaporta. Allí, Brianda conocerá a su tía y a su prima, pero también a Luis, su gran amor, y a Perla, una enigmática criada morisca que custodia un secreto oculto durante años.
Muy pronto Brianda comprenderá que el destino no la ha conducido a Zaragoza para convertirse en niñera, sino para desvelar el misterio de la casa Zaporta y de todos sus habitantes…
La novela más esperada de la reina del género histórico, Magdalena Lasala. Una arrebatadora historia de amor y odio, de lujuria, de pasión, de traiciones y engaños en un marco histórico insuperable: la Zaragoza renacentista

Opinión:

Conocí la obra de Magdalena Lasala a raíz de la lectura que hice de Walläda la Omeya. Reconozco que es una autora que me ha sorprendido gratamente, ya que consigue que el lector se abstraiga de lo que le rodea, a través de unos argumentos que complementados con meticulosidad nos acercan a la Historia.
Estaréis conmigo, en que el argumento, la mezcla de historia real y ficción, las descripciones, la prosa empleada, la ambientación, son los elementos más importantes para que una novela funcione.
En esta obra todo eso tiene mucho peso como ya iréis viendo, pero creo que lo fundamental son los personajes, que se convierten en el motor principal que mueve la trama.

Nos encontramos ante una obra de ficción histórica ambientada en el Siglo XVI, donde los protagonistas, tanto reales como ficticios, conviven con maestría. Al lector le cuesta diferenciar a unos de otros, hay que rascar mucho en la superficie, para diferenciar lo que es real de lo que no lo es.

Un par de detalles más a tener en cuenta en lo que a estos actores de la trama se refiere:
La autora, concede el total protagonismo a mujeres, y a través de ellas y de sus descripciones, vemos un retrato fiel de como era su vida en el Renacimiento.
Otro elemento a tener en cuenta, es la lucha que no da tregua entre los personajes principales y sus antagonistas. Mientras que unos se muestran sinceros, generosos, honestos y representan la virtud, los otros aparecen ante nosotros mostrando todo lo contrario: mezquinos, envidiosos y rastreros.
Como he dicho, el amplio elenco, tanto de protagonistas como ambientales, dotan a la narración del equilibrio perfecto.

Ficción frente a Realidad.

La autora construye una historia muy completa y entretenida, mezclando con acierto, creencias paganas con intereses políticos y sobre todo acercándonos a la persecución a la que se vieron sometidos, tanto judíos como moriscos conversos.
Nuestra protagonista, Brianda, procede de una estirpe de judíos que se vieron obligados a convertirse para conservar bienes y posesiones, además de para poder seguir ejerciendo cargos públicos.
Magdalena Lasala, consigue que el lector se vea transportado a través de clarísimas descripciones a las calles de esa ciudad que fue denominada como la Florencia española o la Florencia de Occidente.

Como ya habéis leído en la reseña, Brianda es enviada por su abuela a la casa de su tía Sabina en Zaragoza.
El marido de Sabina, Gabriel Zaporta, fue un mercader, judío converso, al que en esa ciudad se le comparó con el patriarca Médici, Cosme el viejo de Florencia, ya que supo combinar una inmensa fortuna con una gran influencia político y social.
Sabina, fue a su vez, una mujer de fuerte personalidad que logró atraer a sus tertulias tanto a cortesanos e intelectuales, como a poetas y músicos.

Frente a estos dos personajes reales surge uno ficticio, Jabir, al que conoceremos mediante el relato que hace uno de los narradores.
Jabir, al ser el constructor del patio, el elemento principal sobre el que se construye la trama, se le concede un protagonismo para mi gusto inmerecido, ya que no aparece de forma física a lo largo de la novela. Este personaje omnipresente se me ha hecho muy pesado por el comportamiento que se relata de él.

Y de esta forma llegamos al personaje inanimado...
El patio de Venus como se le conocía, era el centro de la casa que Gabriel Zaporta mandó construir en 1549, como regalo de bodas para su esposa. Un lugar donde se esculpieron imágenes de dioses y símbolos relacionados con la astrología, supuestamente escondía un mensaje oculto y alrededor de él se movía la vida de la familia.
Un patio que hay que decir que es real y existe hoy en día, bajo el nombre de El patio de la Infanta.

Las voces narrativas.

La historia nos llega a través de tres voces, y ese salto constante entre ellas, quizás, es lo que menos me ha gustado.
Brianda, intentará hacer una crónica en primera persona, recordando su historia familiar.

Perla es otra de las narradoras. Una criada morisca que trabaja para la familia y que ha obtenido su libertad al convertirse.
Perla, es la encargada de contarnos todos los datos referentes al patio de Venus, por la relación que la unía a Jabir.

Hasta aquí todo normal...
Las narraciones de ambas se van solapando. Aunque retroceden en algunos momentos puntuales para facilitar datos al lector, la mayoría de su relato sigue un orden cronológico.

Pero aquí aparece un tercer cronista que desconcierta por su anonimato.
Sabemos que es alguien que conoce datos de primera mano, complementa a las otras dos narradoras, pero como digo desorienta al lector.
Cada vez que aparece su crónica, el lector pone toda su atención en intentar averiguar de qué personaje se trata, en vez de centrarse en lo que cuenta.
Al final del libro ese enigma queda resuelto, ya que la autora incluye en las páginas finales una aclaración sobre las voces narrativas.
A mí particularmente, esta estructura no me ha convencido, precisamente porque en una de las narraciones finales de este personaje, se cita a sí misma con el nombre, en lugar de utilizar la primera persona, YO. No se si es para aportar intriga al relato, o para que su narración sea más veraz, de verdad... que no lo entiendo.

Otro detalle que tampoco me ha gustado, es que en la historia se da demasiado protagonismo a las cartas astrales. Esas explicaciones que se dan, aunque breves, a mí personalmente me han llegado a cansar. Pienso que la historia principal habría resultado igual de interesante suprimiendo parte de ellas.

Datos curiosos sobre El patio de la Infanta.

El nombre actual de este patio, proviene de la Infanta María Teresa de Vallabriga, esposa de Luis de Borbón y Farnesio, hermano del Rey Carlos III, que vivió en el Palacio de Zaporta a partir de 1785.
Tras más de tres siglos y después de varios incendios, se procedió a la demolición de la casa Zaporta en 1903. El patio de dos alturas y planta cuadrada, fue desmontado piedra a piedra y trasladado a París, a la casa de un rico anticuario francés que la salvó de la demolición.
En 1958, una conocida entidad financiera, recuperó este patio que ahora se encuentra ubicado en la sede central de dicha entidad en Zaragoza.


miércoles, 30 de noviembre de 2016

La ciudad de Luis Zueco

La ciudad (Trilogía medieval 02)
Sinopsis:

Tras el éxito de El castillo, Luis Zueco continúa con la construcción de su épica trilogía medieval con La ciudad, un thriller histórico que nos sumerge en la vida cotidiana de la Edad Media a través de una trama llena de suspense de la que los lectores no podrán escapar.
 Año 1284. Cae la noche en una de las ciudades medievales más bellas del mundo. Poderosas montañas y murallas inexpugnables la protegen de los reinos que la rodean y codician.
 ¿Te atreves a caminar por sus estrechas calles, por sus empinadas cuestas y sus asombrosos rincones?
 Empieza a oscurecer. Sientes frío. Escuchas los rumores acerca de las inexplicables muertes que se están sucediendo. De los secretos que esconden los gremios. De la peligrosa mujer encerrada en las mazmorras.
Las puertas se cerrarán pronto. Corre.
Una noche más, nadie podrá escapar de la ciudad.

Opinión: La ciudad (Trilogía medieval 02)

Hace unas semanas os hablaba de "El castillo", la novela con la que este historiador aragonés, iniciaba su trilogía medieval y con la cual, nos irá acercando a algunos de los escenarios más importantes de la Edad Media.
En ese comentario os decía, que tras la construcción de los castillos, esas construcciones que proporcionaba seguridad a los territorios, se produjo un éxodo de población hacia ellos.
Los núcleos empezaron a crecer a su alrededor, el comercio hasta el momento itinerante vio la posibilidad de establecerse de forma fija y segura, y lo mismo sucedió con los gremios. Así empezaron a construirse las primeras ciudades.
La población, hasta ese momento dispersa, empezaba a reunirse alrededor de ellas, el comercio florecía y la sociedad empezaba a ver la luz.
De esta forma, ya conocemos dos de los tres escenarios sobre los que se construirá esta trilogía medieval; un castillo y una ciudad. La tercera que aún está por ver la luz, tendrá su ambientación en un icónico edifico religioso.
Estas tres novelas que se enlazan porque tienen un tema común, el medievo, pueden leerse de forma totalmente independiente, porque no se continúan.
No comparten ni personajes, ni siglo, ni ubicación.

Con esta nueva historia, "La ciudad", el autor nos ofrece un thriller histórico que nos hará retroceder hasta finales del siglo XIII. A una ciudad que fue señorío independiente y que por su singularidad estratégica, fue ambicionado por los poderosos reinos que le rodeaban.



La novela se divide en cinco partes.
Un total de 74 capítulos, más prólogo y un epílogo que encontraremos al final.
En el prólogo, en este primer acercamiento a la historia, un narrador en primera persona nos sitúa en la época, en 1300.
Conocemos pocos datos de este cronista; sabemos que es una mujer ya anciana y que sus recuerdos serán los encargados de acercarnos a unos sucesos ya lejanos, ocurridos en una pequeña y singular ciudad que durante cuatro meses consiguió ser el centro de atención de toda la cristiandad, por los acontecimientos determinantes que allí se vivieron.
Esta testigo de excepción, nos deja clara una cosa desde el comienzo, que hay que cuidarse de los recuerdos, que nos seducen con facilidad debido a su imperfección.
Con ella y con su relato detallado, comenzamos a conocer como era Albarracín en 1284. Una ciudad que jamás había sido tomada por las armas, libre e inconquistable.

Al llegar a la segunda parte, a esta narración preactiva se le suma otro pequeño racconto. Otra nueva narración que nos hace retroceder un poco más, para conocer de propia voz, la historia que esconde uno de los personajes de esta obra, Alodia. De manos de este personaje nos encontraremos de pronto sumergidos en otro relato, una historia dentro de otra historia.

La diferencia principal que encuentro entre "El castillo" y "La ciudad" es que ésta última, tiene más de thriller histórico que su antecesora, parece una novela policíaca del medievo.

Por ese motivo, al leerla, no puedo evitar que mi mente viaje hasta otro libro que el autor menciona al comienzo, al hacer un pequeño homenaje a Umberto Eco.
Os estoy hablando de "El nombre de la rosa".
No es cuestión de buscar similitudes ni hacer comparaciones, pero ambas comparten una característica, una ambientación soberbia.
La novela de Eco, la que llegaría a convertirse en una de sus obras más aclamadas, nos transportaba con maestría a una abadía perseguida por los crímenes.
Luis Zueco, consigue el mismo efecto e incluso crea algunos personajes con la misma perspicacia y conocimientos con que nos agasajaba Guillermo de Basquerville.

En la obra de Eco, la trama giraba exclusivamente alrededor de un turbulento y agónico ambiente religioso, aquí encontramos algo similar, aunque con esto, repito, no estoy haciendo ninguna comparación entre ellas.
Luis Zueco nos ofrece una extraordinaria novela de suspense que se desarrolla íntegramente dentro de las murallas de Albarracín. Consigue el mismo efecto claustrofóbico al transportarnos a una ciudad sitiada y asolada al mismo tiempo por los crímenes.

Los que me visitáis con asiduidad ya conocéis mis gustos. Uno de mis géneros favoritos es la novela histórica. Nos recuerda quienes somos y descubrimos con su lectura cosas que ignorábamos.
Está claro, que no podemos fiarnos de todo al pie de la letra, los autores cuentan con licencias literarias, al igual que las tenían los antiguos juglares.
En ese punto es donde los lectores entramos a formar parte de la Historia.
No debemos conformarnos con el argumento; debemos buscar, consultar y comprobar, convirtiendo la lectura en un juego muy entretenido y didáctico al mismo tiempo. Este autor se caracteriza precisamente por eso, sus novelas resultan amenas a la par que educativas.

Otro detalle es el gran elenco de personajes que ha creado para esta historia. Todos tienen alguna característica que les hace únicos y consiguen conectar con el lector. Tanto los buenos como los malos y es que hasta el final no distinguiremos unos de otros. Todos los personajes buscan algo y ante esa búsqueda el lector permanece completamente desconcertado.

Hay dos personajes que destacan por encima del resto y que compiten por hacerse con el protagonismo. Uno es Alodia y la otra, La ciudad de Albarracín.
De nuevo en esta novela, Zueco da el protagonismo a un personaje inanimado que se alza frente a nosotros inexpugnable, conocedor del presente y del pasado.
Una ciudad que cierra los ojos para no ver el paso del tiempo.



Espero que disfrutéis tanto como yo lo he hecho con esta nueva lectura.


lunes, 28 de noviembre de 2016

Aguacero de Luis Roso

Sinopsis:

Año 1955. El inspector Ernesto Trevejo recibe el encargo de investigar cuatro crímenes en un pueblo de la sierra madrileña donde se está construyendo un pantano: dos guardias civiles han sido torturados hasta la muerte; el alcalde del municipio y su esposa, ejecutados a sangre fría. Un posible asesino en serie podría aterrorizar a la región mientras se desarrollan las obras. El asunto debe ser resuelto –y silenciado- cuanto antes.
 Siguiendo los pasos de una investigación que destapará odios, secretos e intereses ocultos, el lector se traslada a una España en blanco y negro. De fondo, el rumor incesante de la lluvia que acompañará al protagonista en su viaje a un escenario rural, remoto, casi salvaje.
 El extraordinario debut de Luis Roso en el género noir es al mismo tiempo un adictivo thriller literario y una mirada nueva sobre los años más duros del franquismo.

Opinión:

Me gustaría decir antes de comenzar con el comentario, que este joven escritor no solo me ha impresionado, me ha deslumbrado.
La calidad de su narrativa está presente a lo largo de toda la novela y la profundidad con la que narra los hechos, consigue sobrecoger a los lectores.
El libro se queda pegado a nuestras manos y cuesta mucho dejarlo reposar sobre la mesilla.
Ha conseguido un retrato fiel de una época cargada de pesimismo y que aún hoy, con el paso del tiempo, continúa escrita en blanco y negro.

Voy a intentar señalar de forma breve los detalles que más me han gustado.

Sabemos la importancia que tiene el marco narrativo en una novela y muchas veces, nos encontramos con que un autor, al intentar profundizar en algunos detalles, cae en pequeñas incongruencias o errores de bulto que hacen que la historia cojee por alguna parte.
El entorno real en esta obra, cobra tanto protagonismo como los personajes. La perfecta ambientación, se ve acentuada con las descripciones y el comportamiento de estos individuos que van apareciendo en la trama, de forma escalonada.
Resumiendo... el autor consigue dar a la historia coherencia y equilibrio.

Ernesto Trevejo es un inspector de primera de la Brigada de Investigación Criminal, que actuará no solo como protagonista, sino también como narrador; y esa narración que nos ofrece, en primera persona, sirve también para enfatizar el realismo.
Haciendo uso de una narración retrospectiva, retrocedemos hasta comienzos de 1955. En esta novela, sabemos desde el comienzo, que Trevejo tiene las manos atadas, él es solo un mero tramite, debe resolver el caso sin levantar mucho ruido y en el plazo más breve posible y aquí veremos, como no solo se ponen a prueba la escala de valores del protagonista.

Y así llegamos a otro detalle que me ha gustado de forma especial, el uso de las figuras retóricas.
Las Angustias es el pueblo de la sierra madrileña al que el inspector es enviado. Con solo leer su nombre ya asociamos que lleva una idea implícita e intuimos como será la vida en él.

La llovizna que nos recibe al comienzo, deja paso a una lluvia sin paliativos, a un aguacero, un elemento que nos acompañará a lo largo de toda la novela, que cumple con su función, y que augura el desarrollo de una investigación que se aventura complicada.
Con ese agua que no para de caer, la lluvia se convierte en una metáfora del tiempo que refleja la sociedad de la época. Llena de incertidumbres, mirando al cielo con la borrasca fija sobre ellos aguantando el chaparrón constante en silencio.
Y esa lluvia constante no solo crea una atmósfera oscura sino que parece que aísla al pueblo, incrementando la soledad del protagonista.

Otro detalle a tener en cuenta y con el que Luis Roso ha dado en el clavo, es la combinación equilibrada entre narración y diálogos.

Como decía al comienzo, los hechos que se narran son totalmente coherentes, pero para que el lector quede realmente convencido, los personajes tienen que actuar de igual forma, tienen que parecernos reales.
¿Y cómo consigue Luis Roso que los personajes parezcan reales?
Pues insuflándoles vida...
Puede parecer algo muy complicado, pero no lo es. Hay que dar a los personajes protagonismo y eso solo se consigue haciendo uso de los diálogos. Porque a través de los diálogos no solo conocemos al personaje por lo que dice, sino por como lo dice, y es que en esta historia los diálogos son parte importante de la trama.
Los personajes cobran vida, expresan lo que sería difícil transmitir con el uso de otras técnicas. y los lectores nos hacemos una idea más clara de como son en realidad. Con el diálogo nos llegan las ideas de forma directa, más dinámica, y la trama se acelera sin necesidad de emplear largas narraciones.

Para terminar, solo me queda mencionaros el curioso guiño que hace el autor a la exitosa serie de novelas policíacas de Lorenzo Silva y a sus dos protagonistas, los Guardias Civiles, Bevilacqua y Chamorro, que aquí aparecen homenajeados bajo el nombre de Víctor Chaparro Lorenzo y Ramón Belagua Silva.