martes, 10 de julio de 2018

Drácula de Bram Stoker

Sinopsis:

Mucho más que una novela gótica, Drácula es un ejercicio literario excepcional. 
 Jonathan Harker viaja a Transilvania para cerrar un negocio inmobiliario con un misterioso conde que acaba de comprar varias propiedades en Londres. Después de un viaje plagado de ominosas señales, Harker es recogido en el paso de Borgo por un siniestro carruaje que lo llevará, acunado por el canto de los lobos, a un castillo en ruinas. Tal es el inquietante principio de una novela magistral que alumbró uno de los mitos más populares y poderosos de todos los tiempos: Drácula.

La presente edición incluye una detallada cronología y el prefacio del reputado catedrático y crítico Christopher Frayling, donde se analiza la figura de Stoker y las circunstancias que propiciaron la creación de Drácula. Asimismo, la perspicaz introducción a cargo del especialista Maurice Hindle reflexiona sobre los aspectos más polémicos en torno al origen del prototipo vampírico.

«No había nadie por allí, excepto un hombre alto y flaco, de nariz ganchuda y barba en punta y entrecana. Tenía una mirada dura y fría y unos ojos de color rojo.»

Opinión:

Todos, o la gran mayoría, tenemos una idea general sobre la historia que se esconde tras Drácula; o bien porque hemos leído algunas de las ediciones de esta obra, o porque hemos visto alguna de sus adaptaciones cinematográficas.
Dicho esto, hay algo indispensable y a tener en cuenta si queremos leer este gran clásico de la literatura gótica, y es hacerlo a través de una buena edición que respete la obra original de Bram Stoker, ya que muchas de las versiones que circulan y que muchos tenemos en casa, son obras adaptadas a las versiones cinematográficas.

Aclarado este punto, debo continuar con lo verdaderamente interesante, y es que lo que muchos de nosotros desconocemos, son las historias o anécdotas que hay detrás de esta gran novela.
Debemos comenzar diciendo que la historia que imaginó Bram Stoker no es del todo original.
Stoker para su creación, se inspiró en otros relatos que hablaban sobre el mito del vampiro, como El Vampiro de William Polidori y Carmilla de Sheridan Le Fanu.

Otro detalle que creo interesante mencionar, es que el nombre del conde fue cambiado casi en el último momento.
Cuando Stoker iba a entregar el manuscrito a su editor, reparó en un libro de la biblioteca de Whitby, una obra que hablaba sobre las regiones de Valaquia y Moldavia.
En ese libro, Stoker encontrará la inspiración que le falta para concluir definitivamente su obra.
Entre las páginas de ese libro, nuestro autor repara en una nota donde mencionan a un tal Drácula, un personaje que luchó de forma incansable y atroz contra los turcos.
Ese principe heredó de su padre el diminutivo de Drácula, ya que éste fue admitido en la Orden del Dragón; Dracul en rumano significa dragón, aunque en la lengua de Valaquia, ha terminado tomando otra connotación y significa "demonio".
De esa forma tan casual, Stoker no solo encontró un nuevo y acertado nombre para su protagonista, que iba a llamarse Wampyr, sino que también dio con un nuevo título para esa obra, que inicialmente iba a titularse como "El no muerto".

Pues bien, llega el día de la publicación, el 26 de mayo de 1897.
Esa primera edición de tres mil ejemplares, iba encuadernada en tela amarilla y con el título en letras rojas. Cuatro años después llegaría la reedición abreviada para su venta en los quioscos.
Mientras que por un lado, la novela causó sensación entre el público, por el otro y como suele ocurrir en la mayoría de las novelas de este tipo y en esa época, la crítica fue tajante y no muy generosa.
Las novelas de género gótico parecían un acto de rebeldía, trataban de transgredir las normas establecidas en la novela; se enfrentaban a la razón, haciendo uso de lo irracional. Lo sobrenatural tomaba las riendas de esas historias, recurriendo a extraños y temibles seres, que causaban terror en los lectores.
Dicho esto, sobra decir, que algo en esta historia les hizo sentir incómodos a los críticos, y lo cierto es que hoy en día si miramos hacia atrás, hacia esa época victoriana, el argumento puede resultarnos transgresor.

Ahora que ya conocemos algunos detalles superficiales sobre esta obra, podemos centrarnos en ella.

¿Qué vamos a encontrarnos en esta gran novela?
Básicamente una lucha entre el bien y el mal, con ese instinto que surge en los personajes por proteger el destino de la humanidad.
Esos elementos son comunes en el género gótico, sin ir más lejos, son detalles que comparte con una novela escrita casi ochenta años antes, el Frankenstein de Mary Shelley.
Y otro detalle que también comparten y que creo que es importante recordar, es que Frankenstein Drácula, han conseguido superar en fama a sus autores...

Pero retomemos la novela y hablemos sobre los géneros que vamos a encontrar.
Ya os he hablado en otras ocasiones sobre el género epistolar, el más importante y uno de los más empleados en la literatura durante el s. XVIII-XIX.
En esas cartas, sus autores vertían sus sentimientos; suministraban datos de su personalidad, de su entorno; y ello llevaba a los lectores a conocer al autor de esas misivas en profundidad.
Las cartas empleaban un diálogo directo con el remitente, e implicaban gran parte de ellas, una respuesta; iniciando así una conversación encadenada entre emisor y receptor.
Otro género de uso frecuente en esa época es el que encontramos en los diarios, con unas características similares al género epistolar; la única diferencia es que esos diarios eran más profundos e íntimos, cargados con secretos y reflexiones, porque no estaban dirigidos a ningún lector, tan solo a que el autor reflejase sus pensamientos más íntimos.
Pues bien, esta novela se construye íntegramente sobre esos dos géneros literarios, incorporando a esas narraciones, pequeños fragmentos de periódicos, telegramas y lógicamente, las características propias de la novela de fantasía, o más bien de la gótica.

De esa forma, vamos a conocer la historia de Drácula de manos de los protagonistas, a través de los diarios que llevan, y también mediante la correspondencia que se inicia entre ellos

¿Cómo va a afectar esa variedad de géneros a nuestra lectura?
Pues agilizándola, la narración cobra un ritmo más dinámico.
Las cartas son más directas y detalladas, que cualquier otro tipo de relato, incluido el oral.
Se centran no solo en mostrarnos como son los personajes y en darles profundidad, sino que también aparecen completas descripciones de los escenarios, porque esos detalles son imprescindibles para crear la ambientación perfecta.


Buena parte de la novela se desarrolla en la localidad de Witby, en el condado de Yorkshire, al noroeste de Inglaterra, ese nombre ya os sonará porque ha salido mencionado anteriormente en esta reseña. 

Esa localidad es el lugar donde Stoker veraneaba, donde encontró los datos finales para dar forma a su obra, y por lo tanto, un escenario que conocía a la perfección.

De esa forma entraremos en contacto con las ruinas de la abadía de Santa María, situada frente a los acantilados; con el viejo cementerio entre cuyas tumbas deambula el conde; todos ellos, escenarios fantasmagóricos y que al tiempo aportan ese pequeño toque de romanticismo y dramatismo perfecto, para crear un ambiente que a los lectores nos costará olvidar.

Stoker a todos los personajes de esta novela les dota de igual protagonismo.
Cada uno de ellos será, lógicamente, el narrador de su diario y relatará los hechos en primera persona. El protagonismo por tanto, irá variando dependiendo de quien narra, saltando de uno a otro, siendo siempre Drácula el personaje omnipresente, ese hilo que se encarga de unir todas las piezas.

A pesar de ese protagonismo compartido, parece que al avanzar la lectura, hay alguien que intenta sobresalir por encima de los demás. Me estoy refiriendo a Mina.
Ese efecto que nos hace pensar que destaca sobre el resto del elenco protagonista, es solo una impresión efímera que nos transmite Stoker. Como autor, como padre creador, le confiere una libertad fugaz...
¿Y porqué digo esto? Pues simplemente, porque Drácula es el antagonista, y Stoker haciendo uso de ese machismo habitual de la época, no podía darle el protagonismo total a una fémina, ya que como él nos describe en más de una ocasión a través de las voces de sus personajes masculinos, las mujeres generalmente carecemos de talento... salvo excepciones como Mina, que en determinados momentos demuestra tener una inteligencia similar a la de los hombres... pero ¡ojo! no echéis las campanas al vuelo, porque dice similar, en ningún momento menciona que sea superior, eso era algo inconcebible para la época.

De esa forma descubrimos que el protagonista principal debe ser por obligación, Jonathan Harker,  el esposo de Mina, el que da comienzo a esta historia y el único que puede vencer a Drácula y salvar a la dulce y frágil, damisela en peligro...
Para que esto último pueda llevarse a cabo, Stoker crea un grupo de personajes muy bien logrado que acompañarán y servirán de apoyo a Jonathan y Mina, en esta apasionante aventura.
Van Helsing, alguien capaz de hacer frente hasta al mismísimo diablo; el inteligente doctor Seward; y los valerosos, Arthur Holmwood y Quincey Morris; todos ellos, sin excepción, admirables y capaces de enfrentarse con honor al peor de los males que acechan a la humanidad, Drácula.

Justicia poética en la literatura:
Para ir terminando os voy a hablar sobre esa técnica literaria, empleada por algunos autores para dar al final de sus obras el toque feliz, recompensando a los personajes buenos y castigando a los malos por su comportamiento.
Pues bien, eso es exactamente lo que hizo Stoker en su obra más famosa.
Ya he mencionado al comienzo, que el personaje central de esta novela, el conde Drácula, tiene su origen en la figura de Vlad Tepes (Vlad Draculea), y que fue apodado como "Tepes", "El empalador", ya que tenía la fea costumbre de ensartar en afilados mástiles a sus enemigos, cuando aún estaban vivos, y contemplarles pacientemente hasta que les llegaba la muerte.
Stoker, quizás y digo quizás porque son conjeturas mías, pensó en castigar las maldades de Drácula haciendo uso de la justicia poética, y qué mejor muerte para el antagonista de esta obra que morir con una versión suavizada, debido a la moralidad victoriana, de la que empleaba el personaje que le inspiró.
Si ya lo dice el refrán... ¡Quién a hierro mata a hierro muere!

Como veis, Drácula, es una novela muy completa; una historia cargada de mitos y folclore; un excelente viaje, por tierra y mar, que nos lleva desde los Cárpatos a Inglaterra y de ahí, otra vez de vuelta hasta Rumanía.
Una novela no solo muy recomendable, sino que, al menos yo, considero de lectura obligada, a pesar de que en su día la crítica la consideró como una obra menor...

Detrás de nosotros se destacaba contra el horizonte la silueta del castillo de Drácula. Nos hallábamos ya tan abajo de la colina donde se yergue, que parecía dominar los Cárpatos. 
Entonces lo contemplamos en toda su grandeza, encaramado a más de quinientos metros sobre una cumbre y separado de las montañas vecinas por un abismo. 
Aquel paraje poseía algo salvaje, enloquecedor. A lo lejos, oíamos los aullidos de los lobos. Todavía se hallaban a bastante distancia, pero sus gruñidos y sus aullidos, aunque amortiguados por la nieve que caía, nos llenaron de terror.


martes, 3 de julio de 2018

La sangre de los libros de Santiago Posteguillo

Sinopsis:

Asesinatos, suicidios, duelos, condenas a muerte, guerras, eclipses, vampiros, misterios, juicios…
Detrás de los grandes libros se esconde mucha más sangre de lo que uno podría imaginar. ¿Por qué Pushkin murió en un duelo? ¿Es cierto que se han hallado pruebas de la reencarnación de Shakespeare? ¿Sabías que Pessoa tuvo dificultades para encontrar editor o que La Divina Comedia estuvo a punto de no publicarse?
Santiago Posteguillo, referente de narrativa histórica, nos guía en un magnífico viaje desde los discursos de Cicerón hasta las obras de ciencia ficción de Asimov por la historia más enigmática y sorprendente de la literatura universal.

Opinión:

Parece que fue ayer cuando os hablaba sobre "La noche en que Frankenstein leyó el Quijote", la otra obra de Santiago Posteguillo en la que también encontrábamos un homenaje a los libros; y en cambio, han pasado casi cuatro años desde aquella reseña.

La sangre de los libros sigue la estela de su predecesora y en ella su autor nos propone un nuevo reto, un viaje en el tiempo a lo largo de la literatura, pero sobre todo, alrededor de los misterios y enigmas que rodearon a muchas obras.
Estoy convencida de que hay que leer "Clásicos", pero no solo eso, sino que también hay que conocer las historias que se esconden tras muchos de ellos. Precisamente y gracias a esas anécdotas enriquecedoras el interés por esos libros intemporales, puede que se despierte con mayor fuerza en nosotros.

Los sucesos curiosos que Posteguillo nos relata y que aparecen novelados en este libro harán que sus autores se vuelvan más reales, más cercanos.
De esa forma, viajaremos en ese apasionante tour literario hasta la Roma clásica y luego de forma lineal continuaremos avanzando hacia adelante; os advierto que encontraréis historias muy magnéticas...

Por ejemplo:
¿Sabéis quién dijo "La sabiduría es la única libertad?, porque debió escribir algo muy gordo cuando fue condenado a muerte, en tres ocasiones, y por tres emperadores diferentes.
Por otro lado, ¿qué autor murió solo, en circunstancias tan extrañas como los hechos que el mismo relataba en sus novelas?
Con éste haré una excepción y os proporcionaré una pequeña pista... Creó un personaje que fue el primero en investigar la escena de un crimen.

Pero sigamos con la intriga y la literatura...
Seguro que habéis oído hablar sobre la extraña desaparición de Agatha Christie en 1926, pues aquí Posteguillo también lo menciona.
¿Qué le ocurrió a la famosa dama del crimen, fue un montaje?
Pues bien, eso nunca lo sabremos, porque es lo que tienen los enigmas, son hechos de difícil explicación y ella insistió una y otra vez en que no recordaba nada.
¿Una forma de vender más libros? quizás...

Pero no solo encontraremos enigmas en este libro. También nos contará sucesos curiosos, y entre esas referencias conoceremos secretos sobre nuestros autores más insignes, como Lope de Vega, Quevedo, Calderón de la Barca, Espronceda o Bécquer, y otras muchas historias que parecen esconderse tras personajes tan conocidos como, Emily Dickinson, Charlotte Brontë, Emilio Salgari, Stevenson o Bram Stoker.

Tras estos autores que he citado, no solo hay obras, secretos y misterios, como habéis podido ver, también hay amores prohibidos, engaños, suicidios, duelos. Y ahora que he mencionado "duelo", os lanzo otra pregunta...
¿seríais capaces de averiguar quiénes son los personajes que aparecen retratados en la imagen de portada?


Poco más puedo deciros sobre este interesante libro, solo animaros a leerlo, porque es un fascinante recorrido por los enigmas más famosos de la Literatura Universal.
Un libro muy ameno, al igual que ocurría con su predecesor. Son obras que invitan a indagar sobre las historias que se relatan, por la vida de esos autores, pero sobre todo es una invitación, una excelente oportunidad para leer muchas de las obras que aparecen citadas.


viernes, 29 de junio de 2018

Sin criterio de Áurea L. Lamela

Sin criterio ( Inspector Zalo Alonso y la forense Carmela Archer 03)
Sinopsis:

La directora general de la Función Pública, Verónica Soto, es asesinada en el portal de su casa. Con su sangre, el asesino deja una nota: «Por indecente». Por otra parte, la viuda de un activista reconoce en el mensaje unas amenazas que recibió su marido antes de morir en un accidente hace unos años; aunque nada parece vincular ambas muertes. La investigación del asesinato recae en el inspector Zalo Alonso y en la forense experta en perfiles psicológicos Carmela Archer. También Sara, la mujer del inspector y aficionada a la novela policiaca, tendrá algo que opinar. A medida que avanza la investigación, afloran fanatismos, pasiones y rivalidades. En el fondo, la pregunta es una: indecente, ¿por qué?

Opinión: Sin criterio ( Inspector Zalo Alonso y la forense Carmela Archer 03)

"Sin criterio", es el título que lleva la tercera novela de esta autora lucense, Áurea L. Lamela, de la que ya os he hablado en las anteriores reseñas de la saga.
Esta última entrega, seguirá teniendo como protagonistas al inspector Zalo Alonso y a la forense Carmela Archer, pero va a aportar novedades a todos aquellos que hayáis leído las primeras aventuras de este equipo.

El ritmo de Sin criterio nos va a resultar más ágil que en las anteriores, y eso se debe, a que la introducción es más breve, dejando paso libre al desarrollo de la trama.
Pero las mejoras que he hallado en esta serie de novela negra, no pararán ahí.

El elenco de personajes protagonistas no cambia, siguen siendo los mismos que ya conocemos, eso sí, seremos testigos de como su evolución continúa. Van madurando, exactamente igual que ocurre con la prosa y la técnica de esta autora.
Los protagonistas, vuelven a estar apoyados por un amplio e interesante grupo de secundarios, cuya función es mantenernos entretenidos y a la par, jugar al despiste, aunque hay que decir, que quizás lo que más destaca de ellos, es la profundidad psicológica que la autora aporta a todos esos personajes.

La prosa empleada es sencilla, como en las anteriores ocasiones, adaptándose a los personajes, y las explicaciones sobre técnicas y procesos policiales/judiciales, aparecerán explicados de forma breve, evitando que el lector se pierda en un mundo para él desconocido.

Si en la anterior reseña, "Buena gente", os decía que Sara, la mujer de Zalo, a veces me resultaba cansina y demasiado entrometida, en ese aspecto no va a variar mucho; sigue con la misma tendencia a inmiscuirse en los casos policiales, volverá a poner a prueba la paciencia de su marido, pero sí es interesante señalar que su personaje, en ocasiones, parece más sereno, aunque solo sea una calma aparente...

La novela sigue la clásica estructura de Introducción-Nudo-Desenlace, pero con algunos detalles interesantes que también voy a mencionar.
En ese nudo o desarrollo, vamos a encontrarnos de nuevo con dos casos, dos historias que en un principio y en apariencia, no tienen nada que ver, que se irán solapando, y que según avance la trama, terminarán convergiendo.

Áurea vuelve a ofrecernos una novela con tintes negros, donde la corrupción campa a sus anchas. La historia comienza de forma impactante.
Una mujer es asesinada en el portal de su casa, y el autor de los hechos nos deja un aviso:
Por indecente.

Los lectores nos enfrentamos a una trama compleja de treinta capítulos, a través de los cuales iremos conociendo detalles de la nueva investigación que Zalo dirige.

La mujer asesinada, Verónica Soto, es directora de Función Pública, y eso nos llevará de nuevo a un extraordinario escenario, Lugo, esa ciudad de provincias, bella y apacible, pero que también puede esconder un lado más oscuro; al mismo tiempo que Sara, intenta averiguar datos sobre la muerte de un antiguo compañero.
Lógicamente, a los que conocéis la saga no os chocará que ambas investigaciones terminen teniendo relación y compartiendo un nexo común.
Lo que más me sorprende de toda esta serie, es que la investigación no recae por completo sobre el personaje del inspector, como suele ocurrir en la mayoría de novelas del género policíaco o negro. Aquí ese peso recae por igual sobre todos los personajes que intervienen en las pesquisas. 
Todos aportan su pequeño granito de arena para que el argumento fluya, eso como digo me resulta interesante, porque demuestra que la autora nos presenta a personajes reales, no superhéroes.

Áurea L. Lamela vuelve a ofrecernos una narración con un tema central muy actual, una trama basada en la corrupción política y urbanística.
Podríamos ver en ella una crítica hacia esa corrupción, pero creo que lo más importante es que la historia nos impone una reflexión, sobre la actitud tolerante y sobre la impunidad que supone moverse por determinados estamentos políticos.

Os estoy hablando de una obra de ficción, pero lamentablemente y como podemos ver a diario, la realidad supera muchas veces a la ficción...


martes, 26 de junio de 2018

Prueba de nervios de Richard Hull

Sinopsis:

Esta magistral novela del autor de Mi propio asesino, inaugura un curioso procedimiento.
El criminal refiere los hechos que conmueven al pueblo de Losfield End; en el primer capítulo declara:
«No diré quien soy. Escribiré sobre todos, aun sobre mí, en tercera persona. No se sabrá muy bien en qué ocasiones describo algo que conozco perfectamente y en qué otra recurro a la imaginación.
El lector podrá sacar sus conclusiones.
Pero ¿qué seguridad tendrá de que éstas son justas?».

Opinión:

Richard Hull, seudónimo de Richard Henry Sampson, fue asistente de Agatha Christie, en la presidencia del Detection Club, una asociación de escritores de novelas policíacas, fundada en 1929.

Hace muy poco que entré en contacto con este autor, lo hice a través de otra de sus obras, con "El asesinato de mi tía", y ya que esa lectura me dejó muy buenas sensaciones, decidí probar suerte con otra del mismo autor.
Tanto "El asesinato de mi tía" como esta de la que hoy os hablo,"Prueba de nervios", pertenecen a la colección "El séptimo círculo", creada en 1945 bajo la dirección de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.
Esta colección, que hoy en día cuesta muchísimo encontrar y que es deseo de coleccionistas, fue un éxito durante muchos años.
Se centraba casi exclusivamente en la publicación del género policíaco inglés, el más clásico, aunque también terminaron haciendo un pequeño hueco a la novela negra.

La mala fama de un Género con mayúsculas...
Como he dicho la colección fue todo un éxito, incluso superando la reticencia de muchos críticos que consideraban ese género, desprestigiado. Una mala fama que acompañaba a las novelas de crímenes y misterio, prácticamente desde su creación como género literario, allá por 1840.

¿Y de dónde procedía esa mala fama?
Pues bien, durante el siglo XIX y posteriormente el XX, se la consideró como literatura barata y sensacionalista.
El crimen era visto como algo antiestético, morboso e incluso inmoral.
Muchos lectores se habían aficionado a leer los relatos policíacos que se publicaban en los periódicos, siendo estos en su mayoría, crónicas reales de sucesos, que continuaban publicándose tras la resolución del caso, incluyéndose en esas publicaciones, transcripciones o resúmenes de procesos judiciales, solo por su morbosidad.
Los más puristas, consideraron que esas obras que atendían a una demanda social, eran un género menor, porque contenían un argumento retorcido, escabroso y desagradable, dando mayor importancia a la deducción que a la experiencia, y por ello carecían de realismo.

Cuestión de gustos, si hoy en día levantasen la cabeza esos críticos caerían fulminados, porque actualmente, ese tipo de novelas que dan importancia al cómo, quién y por qué, son un género con espacio propio, en constante evolución y que reúne a millones de adeptos, entre los cuales me encuentro...

Estructura...
Esta novela, sigue la misma estructura que esas crónicas de sucesos que he mencionado en el apartado anterior.
Es un relato lineal, volcado sobre un diario; ahora bien, no esperéis encontrar la clásica novela policíaca, donde se relatan los avances de un policía o detective.
En este caso, es una novela totalmente inversa a esos clásicos policíacos, porque nuestro guía en la trama, nuestro narrador, es el delincuente; algo parecido a lo que veremos más adelante en las novelas de Patricia Highsmith, protagonizadas por Ripley, un estafador inteligente con valores propios y totalmente amoral; o en la obra de Jim Thompson"El asesino dentro de mí".

Diario de un asesino...
 "El asesinato de mi tía" y "Prueba de nervios", tienen algunos detalles en común, y es que los acontecimientos nos llegan en forma de diario. Un relato cronológico que comienza el día 17 de septiembre y finaliza el 23 de octubre.
Conocemos desde el primer capítulo lo que le ha sucedido a Jhon Hannan, el carnicero, pero carecemos de detalles.
Como he visto que en la sinopsis de la editorial tampoco hacen referencia alguna al argumento, os pondré en antecedentes...
El criminal que adopta el papel de narrador nos relatará los sucesos que ocurren en la pequeña aldea de Losfield End, tras descubrirse la desaparición de uno de sus habitantes, el mencionado Hannan.

La aparición posterior de su cadáver mutilado parece que complica la situación; todos los habitantes de esa localidad pasan a ser sospechosos potenciales y el lector tendrá un doble trabajo...
Deberemos tener a punto nuestra capacidad deductiva, ¿seremos capaces de entrever más allá de la subjetividad que el asesino aporta a la narración y averiguar su identidad?
Pues en este punto os advierto que los lectores vamos a tener una labor bastante complicada porque en esta novela atípica nos enfrentamos a una investigación múltiple.
No solo nos enfrentamos al reto de averiguar quién es nuestro narrador oculto, nuestro asesino, sino que también querremos conocer la identidad de otros dos personajes, uno que aprovecha la oscuridad para cometer robos en las casas de Losfield End y otro que publica en los periódicos de Londres, todos los trapos sucios que ocurren en la pequeña localidad.
Como veis varias historias en una.

La forma de narrar es otro de los detalles que tienen en común ambas novelas y que puede resultarnos extraña.
No es una novela policíaca al uso, parece que el autor serpentea, se desplaza por el argumento de forma ondulante y va dejando caer algunas pistas de forma puntual, intentando saciar el ansia por descubrir al culpable que crece en el lector con cada página que pasa.

Nos encontraremos por tanto que la forma de narrar que emplea Richard Hull o el modo de enfocar el argumento es chocante, incluso para la época en que está escrito, pero tiene su explicación.
Esta novela que es publicada en 1952 sale a la luz en un momento en que había una amplia cultura del libro policíaco y de detectives, un género que estaba totalmente exprimido.
¿Qué quiero decir con esto?, pues simplemente, que como habéis podido observar en el apartado donde hablaba sobre la mala fama del género, en 1952 llevaban ya casi cien años escribiendo novela policíaca y los autores tenían que innovar argumentalmente para no cansar y continuar sorprendiendo a los lectores.
Debían provocar reacciones incorporando estructuras raras o inusuales, como la que encontraremos en esta historia.

Hay muchas formas de contar una misma historia...
Según nos informa la sinopsis, Richard Hull inaugura un curioso procedimiento, "el juego sucio".
Ese procedimiento consiste en emplear a un narrador poco fiable que hará que dudemos en todo momento.
Con esa descripción, con esos rasgos, los lectores ya sabemos de antemano que su credibilidad está comprometida.
El criminal nos relatará en tercera persona unos hechos que han ocurrido en Losfield End. No nos revelará su identidad e intentará escribir sobre todos los habitantes de esa pequeña aldea, incluido él, jugando al despiste.

Será un narrador que al mismo tiempo es personaje, pero ¿podemos fiarnos completamente de él?, la respuesta creo que la tenéis bastante clara.
Lógicamente ¡no!, porque unos sucesos serán descritos fielmente y otros en cambio, recurriendo a su ilimitada imaginación.
Su relato es totalmente subjetivo, depende de sus apreciaciones, porque como nos advierte desde el primer capítulo:
 "escribiré sobre lo que he visto, lo que ocurrió y especialmente sobre como lo sentí".

Los lectores sabremos que ese comentario es su primera mentira, ya que también avisa que narrará situaciones en las que no estuvo presente, intentando desviar nuestra atención para evitar que conozcamos quién es.

Es cierto que este extraño personaje intentará narrar manteniéndose apartado de los sucesos, empleando la tercera persona, creando un relato distante al igual que lo haría un narrador externo, el problema es que por mucho que lo intente no podrá ser objetivo.
La forma de narrar es directa, pero debemos tener en cuenta que algunos acontecimientos los relata de oídas y otros los adornará para que queden más literarios.

También encontramos en el narrador a un personaje desconcertante, amante de lo morboso.
Se mueve al límite.
En ocasiones parece que quiere pasar desapercibido, en otras decepcionado de que no ocurra nada e incluso en otros momentos le vemos como siente la necesidad de observar desde la primera fila el avance de los acontecimientos, saboreando la emoción de ser el responsable de esa agitación, causante de ese drama al que está vinculado íntimamente.
Como podéis apreciar es un personaje embarcado en un juego arriesgado.

La balanza...
Ahora que os he mostrado toda la genialidad de este autor, debo reconocer que no entiendo lo que me ha ocurrido con esta novela.
No sé si ha sido que me ha costado seguir el ritmo al narrador o que no he llegado a conectar con él. El caso es que me costaba introducirme en el argumento, a pesar de que éste es totalmente original como habéis apreciado y que la estructura narrativa es para quitarse el sombrero; aún así, me ha costado alcanzar el estado de concentración que consigo con otras historias.
Debo reconocer que es complicado contar unos hechos desde el punto de vista del asesino y no revelar en ningún momento, salvo al final, quién es.
Por eso no voy a darle una mala puntuación a esta obra, creo que los detalles positivos superan con creces a esa dificultad que yo he encontrado a la hora de introducirme en la trama. Lo achaco por tanto a un problema mío.


jueves, 21 de junio de 2018

Cumbres borrascosas de Emily Brontë

Esta reseña está elaborada sobre una obra de Penguin Clásicos, sello de Random House, e incorporaba la sinopsis e imagen de su portada.
Tras la denuncia de la editorial Alba, que nada tiene que ver con Penguin, hemos optado por retirar lo que podría incumplir los derechos de Copyright, tras la advertencia recibida por parte de Blogger que nos informaba que de no hacerlo nos cerraría el blog.
Nos hemos puesto en contacto con la editorial emisora de la denuncia pidiendo explicaciones, pero no hemos recibido contestación.
Dicen que "A buen entendedor pocas palabras bastan", y tras esta denuncia, por un contenido que insisto, no les pertenece, lo único que puede extraerse es que soliciten la retirada de reseñas elaboradas sobre ejemplares de otras editoriales y que son títulos que comparten en sus catálogos, para de esa manera, cuando se haga una consulta a través de los motores de búsqueda de Google, los resultados devueltos sean únicamente resultados de reseñas de su editorial.
¡Vamos! lo que comúnmente se denomina competencia desleal, una serie de prácticas agresivas, deshonestas, que se emplean para obtener ventaja sobre los competidores

Para más información pinchar aquí.


Opinión:

Introducción.
Esta novela, la única escrita por Emily Brontë, fue publicada en 1847 bajo el seudónimo de Ellis Bell, debido a que, en ese momento, el reconocimiento literario de las mujeres era nulo.
Tras su publicación, la obra tubo una acogida decepcionante, ya que la crítica opinó que las descripciones de las pasiones sin control y las muestras de violencia, resultaban demasiado explicitas y se alejaban de la clásica moralidad victoriana.
A esto había que sumarle que Catherine, se alejaba del papel que debía representar la mujer de la época; obviamente, la moralidad inglesa siempre tan políticamente correcta, evitó también hacer mención a otros tema más delicados, como la relación incestuosa a la que podrían llegar los protagonistas, ya que son hermanastros; la diferencia de clases de la que provienen y el trato racista que recibe Heathcliff de manos de algunos personajes, ya que el joven es de raza gitana.

La gran paradoja es que aunque recibió una tibia acogida, hoy en día está considerada como la obra más representativa del Romanticismo inglés, y me aventuro a decir que también es de las que marcó un antes y un después en la literatura, porque supuso el punto de partida para un nuevo tipo de mujer literaria, totalmente incontrolable y revolucionaria.

Ya sabéis que el Romanticismo, surge a caballo entre Alemania e Inglaterra en el s. XVIII y XIX. Este movimiento cultural nace en contra de las ideas de la ilustración, del racionalismo, y en él se dará mucha importancia a los temas oníricos; a la fantasía; al simbolismo y a lo sobrenatural; a la naturaleza, o más bien, a como el ser humano la siente y la interpreta, pero también hay un espacio muy amplio destinado a la muerte, a las pasiones y sentimientos desatados. Aunque hay que decir, que este concepto del Romanticismo, poco tiene que ver con los conceptos modernos del amor o el romance.

Nos enfrentamos con esta lectura, a una aventura amorosa arquetípica, (por el comportamiento de los personajes), un amor tempestuoso, que solo acarreará sufrimiento a cuantos les rodean y que a los protagonistas les perseguirá hasta después de la muerte; un modelo original que servirá como pauta en el futuro a otros escritores, pero que también comparte detalles con otras obras que la preceden en el tiempo, valiéndose de los estereotipos que aparecen en ellas, concretamente y aunque pueda parecer extraño, con Romeo y Julieta de Shakespeare, aunque la personalidad de los protagonistas resulte totalmente opuesta.
  1. Ambas se incluyen dentro del género de la tragedia.
  2. Usan el estereotipo de los amantes desventurados, una relación condenada desde el principio al fracaso.
  3.  Y por último, la muerte de la pareja supondrá la reconciliación de ambas familias.
Personajes
Estaréis conmigo, en que a lo largo de la historia de la literatura, han aparecido personajes tan absorbentes, que no solo se han limitado a cobrar vida en la obra, sino que también han impedido que el público o la crítica se olvidase de ellos, aunque haya pasado el tiempo.

Los hay de naturaleza buena y mala, eso es precisamente lo que convierte el argumento en real; pero estos de los que hoy os hablo, son bastante diferentes.
Aparecen cubiertos de un halo de misterio y sus sentimientos van a ser llevados al límite, sobresalen porque no pueden pasar desapercibidos por su gran complejidad.
No son unos protagonistas con los que empaticemos por su pasado, por sus acciones, ni tampoco hacen el menor esfuerzo por redimirse. Son arrogantes, obsesionados, soberbios y rompen con cualquier patrón preestablecido, creando una incomodidad creciente en el lector, eso es precisamente lo que les convierte en personajes que dejan huella.

Catherine asume el papel central de esta obra.
Es una mujer caprichosa, rebelde y orgullosa, cuyas decisiones marcarán el ritmo del argumento.
Anteriormente os he mencionado que el papel que desempeña en esta historia, se aleja del que la sociedad asignaba a una mujer. Emily Brontë rompe con todos los estereotipos de la época.
Crea un nuevo arquetipo, que se aleja tanto del papel sumiso y pasivo que corresponde socialmente al mal llamado "sexo débil", superando esos estrechos límites impuestos por la sociedad decimonónica, y al mismo tiempo alejándose también del estereotipo de mujer fatal que se desarrolló plenamente durante el XIX.

Heathcliff, debo reconocer que no me ha caído bien.
Es arrogante y oscuro, un alma atormentada que desafía constantemente a la autoridad, y muchas veces sin motivo, solo por el mero hecho de hacerlo.
Es el personaje que aporta a la trama la locura, la obsesión y el misterio.
Un ser abyecto y vengativo, totalmente desconcertante, que nos atrae al mismo tiempo que le aborrecemos.
Tiene un extraño resplandor, un halo misterioso que mana a su alrededor, y que no solo atrae a los lectores como las polillas a la luz, sino que también ejerce su atracción, para bien o para mal, sobre el resto de personajes de la obra.
Catherine ve en él la representación del amor pasional e imposible; el señor Earnshaw al hijo perfecto y Hindley ve a un ladrón en todos los aspectos.
Heathcliff despierta amor, odio, envidias o pasión, según con quién se cruce.

Cumbres Borrascosas, la casa de la que se obtiene el título, también va a convertirse en un personaje más, una presencia que acecha negativamente a sus habitantes.
La elección del nombre resulta acertada, ya que la niebla que cubre las escarpadas cumbres, las tormentas de agua y nieve, en resumen, la naturaleza hostil, parece que se apodera no solo de la propiedad, sino también de los que allí viven.
La autora consigue aportar misterio, ya que fuera de sus limites no parece existir nada, solo hay vacío, detalle que puede comprobarse a lo largo de la novela en varias escenas; cuando Heathcliff llega a la casa por primera vez, o cuando desaparece de escena en dos ocasiones más...

Emily Brontë consigue aislar Cumbres Borrascosas del resto del mundo, hasta tal punto, que elimina totalmente el contexto histórico, si no es gracias a que alguno de los narradores se empeña en comunicarnos el año en que vive, nos costaría ubicarnos en la época.

Otro dato curioso es que cuando atraviesas la valla de entrada de Cumbres Borrascosas, parece que allí, en la misma puerta, abandonas las normas que rigen el mundo civilizado sustituyéndolas por la violencia constante.
Por ese motivo, Cumbres Borrascosas y la Granja de los Tordos, parecen ser dos mundos totalmente opuestos. En la Granja de los Tordos, hogar de los Linton, parece habitar la cordialidad, las buenas maneras, la educación y la cultura, frente a la barbarie, la falta de hospitalidad y desconocimiento que reina en las Cumbres. De esa forma, la ambientación y sus rutinas se convierten en reflejo de las logradas personalidades de los personajes.

La estructura.
La mediana de las Brontë con esta historia, no solo rompió con las normas morales de la época, sino que también lo hizo a la hora de dar forma a la obra.
Dio vida a unos personajes con gran profundidad psicológica, y también demostró su brillantez a la hora de elaborar una estructura compleja para su obra.
Hemos visto que la personalidad del elenco protagonista tiene forma de cebolla, capa a capa van mostrando una nueva cara, un nuevo sentimiento exagerado, hasta que llegamos al centro, donde se guarda su verdadera esencia; y lo mismo sucede con el argumento, una estructura que nos lleva a encontrar una narración dentro de otra gracias a los narradores.

Narradores
Para empezar tenemos un narrador homodiegético, aquí Emily Brontë rompe con el narrador heterodiégetico de uso frecuente en la novela victoriana, es decir, ese narrador de conocimiento ilimitado que presentaba la historia marcando las distancias.
Aquí como digo, el narrador es distinto, nos cuenta la trama desde dentro, porque forma parte de ella, interviniendo en los sucesos o en parte de ellos.

Aunque he hablado de un narrador, en realidad tendremos dos, pero del mismo tipo. El primero al que conocemos es el señor Lockwood, que será quien en principio nos presente a algunos de los habitantes de Cumbres Borrascosas.
La narradora que tomará posteriormente el relevo será, Nelly Dean, un ama de llaves que conoce todos los secretos de los habitantes de la casa y que será la encargará de relatar su dramática historia al señor Lockwood.
Nelly narrará una historia de pasiones desatadas, con un ambiente asfixiante y oscuro de fondo, donde la venganza y el odio ocupan el lugar principal.

La obra se divide en dos partes. La primera con 14 capítulos y la segunda con 20 y aquí hay que mencionar otro detalle a tener en cuenta:

La ordenación de la trama.
La técnica literaria utilizada por Emily, es la que suele denominarse como In media res, es decir, la trama comienza en mitad de la historia, justo cuando el señor Lockwood llega a Cumbres Borrascosas. Para completar el vacío argumental, el narrador debe retroceder relatando los hechos anteriores, mediante una narración retrospectiva.
En esta novela, esa narración como ya os he dicho, estará en manos de la señora Dean que comenzará a relatar los hechos desde el comienzo. Una vez que los hechos antiguos alcancen el momento presente, donde comenzó la historia, asistiremos de nuevo al intercambio de narradores, que continuarán su relato de forma lineal hasta el final de la historia.

Una novela brillante por todos los detalles que nos aporta; por la complejidad de los personajes, por la trama, por la estructura y por los narradores.
Pero esta reseña, no tendría mucho sentido sin esa pequeña reflexión lectora que últimamente estoy añadiendo a algunos clásicos. Por eso de nuevo os doy las gracias por vuestra paciencia infinita a la hora de leerme.

Lo que la verdad esconde
Hace muy poco que leía un comentario que aunque al principio me hizo sonreír por la ñoñería, después me inquietó por lo que escondían esas palabras.
La frase más o menos decía: Muero de amor por Heathcliff. 
Ese sencillo comentario me hizo plantearme varias cuestiones:

¿Me habría leído yo el mismo libro que esa otra lectora?
Doy por hecho que sí, pero debido a la gran complejidad de los sentimientos, la interpretación es libre, y por lo tanto tiene distintas lecturas.
Los sentimientos y como nos afectan a cada uno de nosotros, también afectan a nuestra realidad y a la forma de interpretar un argumento. Lo que no se puede negar es que estamos ante una gran novela de ficción, una joya literaria pese a la actitud de los protagonistas y a ese arquetípico amor, que dista mucho del que tenemos hoy en día.
Pero inevitablemente eso me lleva a otra pregunta, la más importante;

¿En serio se puede morir de amor, en nuestros días, por alguien con una personalidad similar a la de este individuo?
Porque Heathcliff, dista mucho de ser un héroe o un ídolo.
Se vale de los malos tratos constantemente, tantos físicos como psicológicos, para conseguir lo que quiere.
Da igual que sea una mujer, una niña, su hijo, un criado o un animal de su granja... Todo es de su propiedad y por lo tanto, tiene derecho a hacer lo que quiera con ello.
La verdad es que esos hechos aborrecibles, si estuviésemos en el s. XIX no nos sorprenderían, o no deberían sorprendernos, eran una forma de actuar en la época y en etapas anteriores, pero lo que realmente sorprende, es leer ese tipo de comentario hoy en día.

Por eso, sintiéndolo mucho, solo puedo decir que Heathcliff es un gran personaje, pero para una novela de ficción, no para dejarle suelto más allá de las cubiertas de un libro, para anhelarle como ser humano y menos aún como amante.
Es un galán, atractivo pero sin sentimientos. Se aleja de mi ideal de héroe, y sobraría decir que solo me ha arrancado una ligera sonrisa durante sus últimos días.
¡Pero no! no me voy a guardar el comentario, porque eso que puede parecer cruel a simple vista, no lo es; tan solo es una pequeña venganza, en respuesta al sufrimiento que el ha hecho padecer al resto de personajes durante 256 páginas.
Es un personaje que evoluciona, que pasa por distintas etapas, pero sus errores no le han ayudado a mejorar.
Ha sido un niño salvaje, un desagradecido, un adulto huraño y maleducado, pero sobre todo... vengativo.

Aún así, puedo asegurar que me resultará difícil borrarle de mi memoria, aunque en el fondo me duela reconocerlo.
Es un malo, malote, de esos que dejan huella; tanto o más que el inspector Javert, ya sabéis... el de los miserables... pero a ese ya le dedicaré sus propias lineas cuando le toque el turno.

Por otro lado, Heathcliff, debe dar gracias a la época en que Emily Brontë le hizo vivir, porque de haberlo hecho en nuestros días, su comportamiento más que tóxico le habría tachado de psicópata.
No es por faltar... es simplemente porque su actitud así lo muestra.
Por la falta de empatía; por su poder de manipulación; por ser un narcisista que se ve mejor que el resto; con un encanto superficial. sí, pero insustancial y temporal, como un canto de sirena; por el acoso al que somete a sus víctimas, por la falta de remordimientos y por esa necesidad obsesiva de tener siempre el control...

En fin, que habrá quien achaque ese comportamiento a su infancia difícil y dirán que eso le convirtió en un adulto peligroso, pero eso no es justificación.
Por otro lado la relación con Catherine, aunque esté mal decirlo a estas alturas, se convirtió en una relación enferma por los celos, por la dependencia y el sometimiento. Pero eso ya lo habréis descubierto...

Lo siento por todos aquellos lectores decimonónicos que no supieron ver la grandeza de la obra ni la gran profundidad psicológica de los personajes.
Eran otros tiempos, otra forma de vivir y también otra forma de entender el amor, y por eso intentaron condenar este libro.
Por suerte, y es algo que no me canso de decir, en la actualidad hemos aprendido algo, poco, pero lo justo para saber que hay que leer sin juzgar, y ese amor tan impulsivo e irracional, ese que se escapa de toda lógica, que se encuentra en un abismo entre realidad y loca pasión, y que solo tiene sentido entre las páginas de un libro, hoy en día sigue desafiando al más banal de los juicios.