lunes, 14 de noviembre de 2016

La rebelión de Penélope de Dolores García Díaz

Sinopsis:

Penélope es hallada inconsciente junto al cadáver de su mejor amiga en un paraje de la costa de Castellón. Santiago Ramírez, inspector de policía tratará de desenmascarar al asesino mientras lidia con la enfermiza y adictiva relación que le une a su esposa.
La investigación policial irá reconstruyendo la historia de la protagonista, a través de las personas que constituyen su universo familiar, un marido asfixiante que la anulaba, una hija egoísta que la ignoraba y un pasado reciente en el que cobra especial importancia la estrecha amistad de Penélope con un elegante galerista de arte.
Penélope se rebeló contra quienes no supieron amarla; las consecuencias de esa onda expansiva son difíciles de imaginar.

Opinión:

Si a finales de octubre os hablaba de La muerte abrió la leyenda, uno de los cuatro ganadores del premio "Letras del Mediterráneo", hoy os acerco a otra de las ganadoras de ese certamen, La rebelión de Penélope, de Dolores García.

Una trama original, cargada de vueltas de tuerca que nos llevará a desconfiar de todos los personajes, pero... también cargada de otros detalles que ya comentaré y que no me han llegado a convencer del todo.
Las casualidades... para mi gusto, se dan demasiado en este argumento, pero en esta ocasión no voy a hablaros de ellas, basta con haberlas mencionado una única vez. De lo que sí voy a hablaros es de otros puntos, más interesantes, que habría que mencionar.

El narrador...

En esta historia lo primero que llama la atención es la estructura.
El encargado de hacer la mayor parte del relato es un narrador omnisciente que emplea la tercera persona de singular; ahora bien, hay un detalle que convierte a esta novela en distinta o inusual.
En algunos momentos de la narración nos encontraremos con determinados personajes sumergidos en pleno monólogo.
Este soliloquio encubre un diálogo, realmente va dirigido a alguien presente en la conversación, pero que no interviene en ella.
Este recurso juega un papel muy importante en la novela.
Además de ser una herramienta introspectiva que nos acerca al personaje mostrándonos sus reflexiones y sentimientos más profundos, también le da el control en esos momentos. En esas escenas, es el dueño total del discurso y vemos su esencia, se muestra ante nosotros realmente como es, además de aportar a la trama un mayor dramatismo.

El ritmo de la narración es bastante bueno.
Dolores García va añadiendo pequeños detalles que mantienen el suspense, pero hay que decir que el asesinato que aparece en la sinopsis ocurre cuando llevamos leído dos tercios de la novela.
¿Esto es malo? Para mi gusto, no.
El asesinato pasa a ser un tema secundario. El resto de acontecimientos que suceden alrededor de la protagonista, Penélope, son lo bastante interesantes para que la obra avance hacia el clímax, acumulando tensión que termina estallando con un excelente giro argumental.

Pero vayamos al personaje principal... Esta frase que he encontrado, es perfecta para definirla.

“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. Es por eso que el presente se nos escapa.”
Gustave Flaubert.

Penélope, los personajes y los estereotipos.

Penélope, en todas sus relaciones personales, desempeña una función accesoria, y eso es lo que nos hace empatizar con ella desde los primeros compases de esta historia.
Los que la rodean la ven como un objeto, siempre subordinada a los objetivos y deseos de esos que una vez manejaron su vida, pero que en la trama aparecen desempeñando un papel meramente ambiental y/o secundario.
Penélope es una mujer que lucha por ser ella misma y, en cambio, cuando emprende una relación se convierte en otra persona, ninguneada, sumisa y pasiva.
Sus cualidades, sus habilidades intelectuales y personales, no solo no son valoradas, sino que también ignoradas. Únicamente es madre, esposa o amante; debe desempeñar esas funciones y lo que haga al margen de ellas es considerado como una extravagancia.

Hay un par de personajes más que son importantes en esta novela.
Uno de ellos es Santiago Ramírez, un inspector de policía, y el otro, Arturo, el dueño de una galería de arte.
Los tres forman un triángulo que acapara nuestras miradas. La autora echa la red y caemos bajo ella, mientras teje una historia desconcertante para cada uno de ellos.
En un principio pensamos que no tienen nada en común, que sus tramas son divergentes, pero según avanza el argumento, comprobamos como todos ellos están estrechamente relacionados.

En global, la caracterización que ha elegido la autora para los personajes es demasiado estereotipada.
Tenemos a Penélope, una mujer bella y sensible; a Santiago, el héroe, el policía bueno; Arturo, el anciano sabio y artista atormentado; Roxana, la exuberante cubana; y algunos más...

Los personajes secundarios.

La historia ocurre en la actualidad, pero algunos de los personajes que rodean a Penélope parecen sacados de la época de los ochenta o anterior a ésta...
Retrógrados y armados con un pensamiento arcaico, ven en una mujer divorciada, prácticamente la reencarnación de Lilith, (Léase la primera mujer de Adán).
Las mujeres mayores la miran con pavor, las más jóvenes con temor, y los hombres, la gran mayoría, dotados de un comportamiento machista, revolotean a su alrededor como moscas a un panal de miel.
Los lectores observamos mudos y asombrados esa actitud hacia Penélope.
A mi parecer, ese comportamiento es un punto que resulta demasiado forzado e incluso surrealista, quizás buscando dotar a la trama o a la vida de la protagonista de mayor dramatismo.
Es cierto que esa forma de pensar y/o actuar, incluso hoy en día, podemos encontrarla, pero por suerte cada vez es menos habitual y se reduce a pequeños grupúsculos.

Esta historia tiene elementos clásicos de la novela negra. Hay una división clara entre buenos y malos; los personajes arrastran historias dolorosas e incluso podemos encontrar alrededor de algunos de ellos el ambiente decadente tan característico del género negro. Nos encontramos ante una historia que habla sobre la explotación sexual de mujeres, sobre extorsión, pero que también trata otros temas como son la soledad o el deseo de superación.
También observamos un conflicto dramático constante sobre el que se construye la trama y que hace que la historia avance, la lucha de Penélope consigo misma y al mismo tiempo con la sociedad que la rodea. Todo ese cúmulo de situaciones podrían llevarnos a enmarcarla perfectamente dentro de otro género.

Para finalizar deciros que me ha gustado el guiño metaliterario que hace la autora en un par de ocasiones, jugando con el nombre de la protagonista y la Odisea de Homero.


martes, 8 de noviembre de 2016

Walläda la Omeya de Magdalena Lasala


Sinopsis:

Córdoba, siglo XI.
El esplendor de al-Ándalus toca a su fin. Mientras los gobernantes libran entre ellos despiadadas y, a la postre, estériles luchas por el poder, el hambre y el dolor cabalgan por las calles de la capital del califato.
Sólo un lugar de la ciudad cobija aún el antiguo espíritu de los Omeya: el salón literario de la princesa Walläda, una mujer fascinante que recita versos que compone ella misma, se muestra ante los hombres con el rostro descubierto, pese a la ley coránica, y luce orgullosamente sobre el hombro un tatuaje que reza: «Doy poder a mi amante si descansa sobre mi mejilla, y mis besos otorgo a quien los merece.»
La fama de la joven pronto traspasará las fronteras de Córdoba. Su historia de amor con el también poeta Zaydûn nacerá destinada a habitar en la leyenda. Los ardientes poemas de Walläda, recorridos por el mismo anhelo de plenitud que encaminó sus pasos, constituyen todavía una de las cumbres de la lírica árabe de todos los tiempos.
Tras los éxitos de La Estirpe de la Mariposa, Abderramán III. El gran califa de al-Ándalus y Almanzor. El gran guerrero de al-Ándalus, Magdalena Lasala nos deslumbra ahora con el retrato de una mujer que si, por una parte, fue conocida como la «última princesa», el último fulgor de un mundo condenado ya al ocaso, por la otra abrió una senda por la que aún seguimos transitando. La que reflejó en uno de sus versos: «Camino, orgullosa, mi propio destino.»

Opinión:

Cuando cogemos un libro sobre literatura, vemos que entre sus páginas aparecen montones de referencias a autores masculinos, pero la tarea se complica si lo que queremos es encontrar algún dato anterior al Siglo XIX, que haga mención a mujeres y sobre todo, si lo que buscamos es autoras españolas.
Es cierto que, en los libros de literatura más modernos, podemos encontrar alguna referencia sobre la obra de alguna, como Santa Teresa de Jesús, pero es tan minúscula, que resulta casi anecdótica. Debemos especializar nuestros estudios para descubrir que hay escritoras femeninas más allá de los libros de textos de nuestra juventud...

No es cuestión de entrar en debates, reivindicaciones feministas ni mostrarme crítica con las editoriales de libros de texto, que han optado por no incorporar a esas mujeres a su catálogo; lo que quiero es recordar que aunque no aparezcan, eso no significa que no existiesen o que su obra fuese inferior a la de un hombre y por lo tanto, no merecedora de mención.

Walläda, la última princesa Omeya, es solo una entre muchas de las grandes escritoras o poetisas, que no aparecen mencionadas en los libros de texto y cuya obra, merece ser rescatada del olvido.
Si echamos una mirada al pasado encontramos a Safo de Lesbos, Egeria, Hildegarda de Bingen, Christine de Pizan, Leonor lópez de Córdoba o María de Zayas, por citar algunas. Mujeres, con una obra literaria interesante, algunas de las citadas como puede verse, son españolas, que como digo, han sido omitidas en los libros pero cuya obra es imposible borrar de la Historia.

La pluma de Magdalena Lasala nos ofrece una historia donde realidad y ficción se funden en un cálido abrazo. De esa forma nos sumergimos en la vida y obra de esta mujer tan extraordinaria como poco conocida y en cambio considerada como la más célebre de las poetisas de al-Ándalus.
La narración de Magdalena destaca por varios motivos.
Su prosa es pausada, aporta infinidad de datos de forma amena y los complementa con delicadas descripciones que consiguen crear una atmósfera de lo más sugerente y que hará que veamos el reino de al-Ándalus con otros ojos.
Se atreve a mezclar varios géneros: biografía, novela romántica, novela histórica e incluso la autora se arriesga añadiendo una pequeña muestra lírica; poemas, que refuerzan la apasionada historia de amor que vivió con el también poeta, Ibn Zaidün.
Esos ardientes poemas, fueron los responsables de crear la leyenda y aún hoy en día, son considerados como cumbres de la lírica árabe de todos los tiempos.

La autora da voz a Walläda, y nada más comenzar la historia entendemos como con su sola presencia, era capaz de obnubilar a cuantos la rodeaban.
Situada bajo uno de los arcos de su terraza, cuando las primeras luces de un nuevo día empiezan a despuntar, la última princesa Omeya, nos transporta con una narración retrospectiva a tiempos pasados, para ella más felices.
Ese relato evocador, nos hace retroceder hasta su infancia y desde ahí, avanza de forma lineal.

Desde muy corta edad se rodeó de poetas, músicos y artistas llegados de medio mundo, y más adelante, en su juventud, era frecuente contar con su asistencia en tertulias entre filósofos y artistas.
Más allá de la protección que concedían los muros del palacio de su padre, "La Munya del Romano", las intrigas y las continuas luchas de poder para hacerse con el trono califal, auguraban el lento desmoronamiento de éste.
La princesa, demostró desde muy joven una gran valentía y su fama logró traspasar las fronteras de Córdoba. Con solo 17 años, creó un salón literario en pleno centro de la ciudad califal, prescindió de llevar velo y determinó que las mujeres de su casa caminasen sin cubrirse, rompiendo los rígidos convencionalismos y pasando por alto la ley Islámica, que obligaba a la reclusión de la mujer. Seguía el modelo de las poetisas y cortesanas de la antigua Grecia y recitaba a Safo de Lesbos (otra excelente poetisa del S. VII a. C) con una pasión que hacía vibrar el alma de todos los presentes.

Walläda, emanaba un poder sobrenatural, las gentes sencillas la ensalzaban, poetas e intelectuales de la época la admiraban y los políticos la respetaban. 
Fue una mujer adelantada a su tiempo, convencida de que la Córdoba que había conocido de niña había tocado a su fin. Veía necesario cambiar el modo de pensamiento para contribuir a la creación de una sociedad renovada y con ello, un nuevo al-Ándalus.

En esta historia donde Walläda es la protagonista indiscutible, destacan tres personajes masculinos secundarios, los responsables indirectos de convertir a esta mujer en un mito.
Uno es el joven califa Al-Mostazhir, del que fue amante y que llenó de luz la ciudad de Córdoba, rodeó la corte de poetas, músicos y filósofos, en un muy breve gobierno.
El otro a tener en cuenta, es, Muhammad Al-Mustakfi, el padre de Walläda, un personaje muy dinámico que el tiempo termina convirtiendo en mezquino. Este personaje surge como antagonista de Al Mostazhir. Decretó el encarcelamiento de poetas, obligó al exilio a los artistas, ordenó el cierre de escuelas y bibliotecas imponiendo un régimen de extrema represión ciudadana. Fue el gobierno de un hombre que perdió totalmente el juicio, un títere manejado a distancia que instauró un régimen de terror.
El tercer personaje, es el poeta Ibn Zaydün, otro personaje que evoluciona a pasos agigantados y consiguió robar el corazón de la princesa. Un personaje del que he terminado saturada al final de la novela, por su conducta posesiva, algo que creo que era una pista de como era en realidad el personaje, un narcisista cargado de inseguridades que intenta, exigiendo, que Walläda corte sus alas, renunciando a su libertad.

Creo que es una novela muy recomendable por varios motivos.
No solo nos sirve para conocer en profundidad la vida de la que fue la última princesa Omeya y admirar su obra, sino que al mismo tiempo nos sirve para conocer una muestra de como era la situación económica, política, religiosa, social y por supuesto, cultural, en los últimos días del califato.
Lo que menos me ha gustado...
Las constantes repeticiones sobre la gran belleza de este personaje, sin duda un pequeño detalle, pero que puede terminar saturando al lector.


sábado, 5 de noviembre de 2016

Las chicas de Emma Cline

Sinopsis:

California. Verano de 1969.
Evie, una adolescente insegura y solitaria a punto de adentrarse en el incierto mundo de los adultos, se fija en un grupo de chicas en un parque: visten de un modo descuidado, van descalzas y parecen vivir felices y despreocupadas, al margen de las normas. Días después, un encuentro fortuito propiciará que una de esas chicas –Suzanne, unos años mayor que ella– la invite a acompañarlas. Viven en un rancho solitario y forman parte de una comuna que gira alrededor de Russell, músico frustrado, carismático, manipulador, líder, gurú. Fascinada y perpleja, Evie se sumerge en una espiral de drogas psicodélicas y amor libre, de manipulación mental y sexual, que le hará perder el contacto con su familia y con el mundo exterior. Y la deriva de esa comuna que deviene secta dominada por una creciente paranoia desembocará en un acto de violencia bestial, extremo…

Opinión:

Cuando te encuentras, mires donde mires, artículos, reseñas y menciones continuas sobre un libro determinado, resulta casi imposible escapar de la fina red que se va tejiendo a tu alrededor.
Lo cierto es que sobre el mes de septiembre, no había ni un solo día en que no encontrase una opinión entusiasta sobre este libro, y eso para mí es un problema, porque tiendo a desconfiar por naturaleza de las novelas que nacen bajo una lluvia desorbitada de halagos y al mismo tiempo, aunque parezca una paradoja, crece en mi una curiosidad morbosa por saber si es cierto lo que se dice sobre ellas.

Pues bien, para no alargar mucho más el veredicto final, he de decir que a mí no me ha convencido.

Hace poco leía, no recuerdo ni quién ni dónde se mencionaba, (una pena porque es una frase buenísima), que hay autores que son más interesantes en entrevistas que en sus obras...
Creo que esa es una definición perfecta en la que yo enmarcaría esta novela.
La gran promoción creada alrededor de esta joven autora y de su ópera prima, ha generado unas altas expectativas que en mis manos no se han visto cumplidas. No me he llegado a impregnar de esa genialidad de la que todo el mundo habla...
La idea sobre la que escribe y la forma, están muy bien, pero hay algunos pequeños elementos, dispersos a lo largo de la narración, que han hecho que no disfrute de la lectura. No he logrado conectar con los personajes ni tan siquiera con lo que quiere transmitir la autora. Creo que todo radica en el personaje de Evie y en su narración en primera persona, la cual en algunos momentos me ha parecido demasiado pausada e incluso distante... aun así, creo que lo mejor es que intente razonar esos aspectos.

Evie y Suzanne.

Evie, además de ser la protagonista, es la encargada de narrarnos los hechos en primera persona.
Su relato oscila entre dos lineas temporales, una nos sitúa en la época actual y nos muestra a la mujer adulta, más reflexiva y marcada por los acontecimientos que vivió en su juventud.
La otra, más extensa por su importancia, nos hará retroceder hasta situarnos en 1969. En esta última, nos mostrará como era la relación con sus padres, su entorno, y aquí es donde encontraremos los detalles clave por los que entra a formar parte del grupo de Russell (Manson), La familia.

La autora toma como base un hecho, la matanza de La Familia Manson y desde ahí construye su propia historia.
No intenta novelar los acontecimientos reales, sino hacer una reconstrucción totalmente libre.

Cambia detalles de los sucesos, otros los elimina, evitando así entrar en detalles macabros al recrear las escenas sangrientas y da el protagonismo a los personajes femeninos, las chicas que formaban parte de la secta.

"A las mujeres nos educan para que nos miren, no para ser protagonistas".
Emma Cline
El Español.

De esta forma, Emma Cline, intenta hacer una denuncia sobre el papel que representaban las mujeres en esas comunas. Y es que, lo que si sabemos de cierto, es que amparándose en el movimiento Hippy, ese movimiento contracultural, encubierto en aires de paz y libertad, las mujeres, muchas veces... estaban sujetas a los dictámenes del supuesto maestro o gurú, y eran consideradas como simples objetos de cambio.
En este punto es donde deberían sobresalir Evie y Suzanne, pero la falta de profundidad de los personajes, hace que la denuncia no cale en el lector o al menos en mí.
Somos conscientes de que la autora intenta alzar la voz por esas mujeres, pero la encargada de esa defensa es Evie, una jovencita de 14 años, que no convence con sus argumentos y con ello, llega a parecer que la autora, intenta victimar a esas mujeres o redimirlas de parte de su culpa.

La novela comienza con una escena, la primera vez que Evie ve al grupo de chicas que lidera Suzanne.
Las descripciones, la narración al completo que hace Emma Cline, en ese momento, es excelente. Parece que el tiempo se detiene al paso de esas chicas que aparecen cruzando el parque, con sus melenas ondeando al viento.
Evie las mira con asombro, son como tres diosas arrojadas del Olimpo; está hipnotizada por sus gestos, por su forma de caminar, por el aire de libertad que arrastran, por la actitud de indiferencia que muestran frente a los comentarios y miradas que surgen a su paso, parece que están por encima de todo y de todos.
La autora logra describir al detalle todas esas sensaciones que Evie experimenta y las transmite al lector, pero... esa fascinación casi enfermiza que comienza a sentir la joven protagonista por Suzanne y que vemos crecer a lo largo de la novela, no logro entenderla.
Esa extraña atracción, esa dependencia, debe surgir de algún lado y Emma Cline aquí falla, aunque intenta dar una explicación razonable, no sabe conectar con nosotros los lectores, que permanecemos ajenos e indiferentes a los hechos.
Evie ve una cosa y los lectores apreciamos otra totalmente contraria...
A pesar de esa narración en primera persona, hay algunos momentos donde Evie parece ajena a los hechos, su relato parece distante. Puede parecer incongruente, pero no lo es...
Aunque Evie forma parte de la secta, no es parte activa, no pinta nada; intenta convencernos de que es un miembro más de la familia, pero en cambio nosotros vemos como allí tampoco llega a encontrar su sitio. Persigue de forma incesante a Suzanne, como ese patito desprotegido que nos regalan cuando somos pequeños y que sigue nuestros pasos allá donde vamos.


"¿Por qué ibas con ellos entonces?
La gente no dejaba de caer en ese tipo de cosas, por aquel entonces. 
La Cienciología, los del Proceso, La Técnica de la silla vacía. [...]
En parte fue mala suerte supongo. Que ése fuera el grupo que me encontrara".

Es cierto que Evie se encuentra en un momento delicado, se siente sola, sus padres acaban de divorciarse y buscan la felicidad por su lado; por otra parte, se ha distanciado de su única amiga y La familia aparece en ese momento crucial, rellenando esos vacíos y haciéndola sentir parte de algo. (El problema es que ese vacío se rellena con marihuana, LSD y otras drogas...)
Es joven, influenciable y podríamos llegar a compadecerla hasta cierto punto, pero el problema surge cuando ella misma intenta imponer al lector ese papel de víctima, justificándose como se puede ver en la cita anterior, y siempre aludiendo a que se quedó en el grupo por la extraña atracción que sentía por Suzanne, por ese magnetismo que irradiaba.
No nos engañemos, Evie persigue a las chicas, no al revés; se une al grupo por voluntad propia, nadie la retiene ni la obliga a permanecer en él. Lo que nos hace ver a este personaje como alguien demasiado maleable, un personaje totalmente plano.

Suzanne, es otro de los fallos, tampoco es un personaje desarrollado. Si la autora intentaba que comprendiésemos esa atracción que emana, debería haber desarrollado un poco más este personaje.

Y esto me lleva a lo dicho con anterioridad...

La elección del narrador.

Creo que todos esos fallos mencionados surgen del mismo sitio, una mala elección del narrador.
Como he dicho, Emma Cline da voz a la adolescente, la convierte en narradora de sus propias vivencias.
Los narradores en primera persona deberian empatizar con el lector, el relato se hace más cercano pero hay que tener cuidado con ellos, porque nos ofrecen una visión subjetiva ya que se basa en los propios sentimientos y eso a mí, y en concreto con este tipo de temas, más que acercarme al personaje me hacen dudar de él.
Mi opinión es que, un narrador en tercera persona habría aportado la objetividad necesaria para dar credibilidad al relato, ya que no impondría opiniones.

Para terminar...
Quizás me habría parecido una buena novela si hubiese omitido todos los datos que conocía de antemano sobre el caso de Charles Manson, si hubiese comenzado la novela con la mente en blanco, sin haberme dejado influenciar por las excelentes valoraciones que veía por todos lados.
Quizás el problema sea mio, me meto demasiado en las novelas o intento extraer demasiados datos de ellas...
La última palabra como siempre es vuestra, no os dejéis influenciar ni por mi opinión ni por la de otros, no olvidéis que las reseñas siempre se basan en un punto de vista subjetivo.
Dejaros llevar, y si la sinopsis os llama la atención, volcaros en la lectura. Solo vosotros podéis decidir si una novela es de vuestro agrado o no...

También difiero con el comentario que os muestro a continuación de Emma.
Como dice... las malas decisiones nos persiguen toda la vida, es cierto, pero yo soy de la opinión de que toda mala experiencia tiene como poco una enseñanza, el ser lo suficientemente inteligentes para no volver a cometer el mismo error.

"En mi novela no hay moraleja. A veces, se toman malas decisiones y están ahí toda la vida. No creo que se pueda sacar algo bueno de cualquier mala experiencia".
Emma Cline
El Español.