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martes, 5 de octubre de 2021

Un juego de niños de Donna Tartt

Sinopsis:

Desde siempre, los Cleve han tenido la sana costumbre de rememorar juntos la historia familiar. Todos hablan de todo, pero nadie se atreve a recordar aquella tarde de verano en que el pequeño Robin apareció ahorcado en un árbol del patio trasero de la casa. La sorpresa y el dolor trastornaron a la señora Cleve, que desde entonces deambula como un fantasma por las habitaciones sucias mientras el padre cura sus males en brazos de otras mujeres y la abuela saca fuerzas de flaqueza para dominar tanta locura.
Harriet, la hermana menor de Robin, era un bebé cuando tuvo lugar la desgracia, y ahora es una niña de doce años con las rodillas llenas de rasguños y el ánimo peleón de quien acaba de estrenarse en la vida. Solo ella parece preocuparse por averiguar el nombre del asesino, pero ¿será capaz de resolver un caso que la policía ya tenía archivado?
Muy lejos de la sensiblería y muy cerca de la gran literatura, Donna Tartt nos devuelve al tiempo de nuestra infancia con Un juego de niños, una novela tan hermosa como esas largas tardes de verano en que da lástima crecer.

Opinión:

Han pasado siete años desde que leí El jilguero, una historia que posicionó a Donna Tartt en la lista de los más vendidos tras conseguir el Premio Pulizter a la mejor obra de ficción.

Aunque me gustó la forma de narrar de esta autora, reconozco que no encontré la genialidad o maestría que otros veían en ella, dejando en mí un gusto un tanto agridulce, motivo por el que la promesa de leer sus otras dos novelas anteriores quedó relegada. 
Hace poco, revisando el catálogo de una biblioteca, sus obras volvieron a cruzarse en mi camino y decidí probar suerte con Un juego de niños, arrastrando conmigo en una lectura conjunta a los blogs de Un Libro en un Tris y a Si fuésemos libros, dando como resultado un veredicto general no muy satisfactorio.
Y ahora entrando en materia os explico mis impresiones...

Donna Tartt, no hay duda de que es una gran narradora y no me refiero al tamaño de sus libros...
Nos ofrece una novela de suspense construida alrededor de los prejuicios y toma como arma para hacernos llegar los hechos a una niña de doce años.  
La premisa de la que parte está muy bien, y a partir de aquí empezarán a surgir los peros.

Harriet, nuestra protagonista, es una niña inquieta y un poco guerrera. Hace años, cuando ella tan solo era un bebé, su hermano Robin apareció ahorcado en un árbol del patio trasero de la casa. Ese hecho terminará marcando toda su infancia, ya que el dolor de la muerte del niño trastornará a Charlotte, la madre de Harriet.
Nuestra joven protagonista, en lo que comienza siendo un aparente juego de niños, decide iniciar una investigación sobre el caso de su hermano, chocando de lleno contra un muro inesperado: el silencio de su familia. Y ya se sabe... cuando no se hallan respuestas en casa hay que probar a encontrarlas fuera.
Esta premisa como he mencionado está muy bien, no hay duda de que engancha, pero el fallo llega cuando descubrimos que no es más que un Macguffin. Una excusa argumental que en este caso abarca demasiadas páginas, empujándonos a leer e introduciéndonos en un laberinto que no lleva a ninguna parte.

Otro punto negativo que encuentro en las novelas de esta autora es una tendencia inherente a irse por las ramas...
Nos encontramos ante una historia interesante, que atrapa desde la primera página, pero ella, al igual que ocurrió en "El jilguero", intenta exprimir al máximo ciertos pasajes, aportando datos que al final comprobamos que son innecesarios. 
Es cierto que la autora desgrana la trama, que incluye en el argumento una meticulosa descripción de los personajes, pero en general, termina provocando el despiste de los lectores. 
En resumen: hay demasiadas páginas para contextualizar algunos pasajes en una historia donde los diálogos escasean, dando lógicamente prioridad a la narración.

Por otro lado, incluye personajes totalmente prescindibles, como es el caso de Charlotte. Los vemos vagabundear por la trama sin rumbo fijo. 
Está claro que son personajes secundarios, pero hasta este tipo de personajes, ya sean ambientales o incidentales, tienen que cumplir una finalidad. 
Charlotte, por poner un ejemplo, es un personaje ausente literalmente. No aporta, no apoya, no contribuye en nada al argumento ni al resto del elenco protagonista, es un trasto incómodo, un lastre que ralentiza el argumento y desvía nuestra atención del argumento. Y la cito a ella como podría haber citado a otros personajes a los que la autora dedica páginas y páginas para luego desaparecer del argumento sin aclarar nada.
Todo lo citado hasta ahora me lleva una y otra vez a recordar a Chéjov y su famosa arma, un principio dramático que recuerda a los escritores que no deben poner un rifle cargado si después no va a usarse, es decir, que en una obra no debería incluirse nada que pueda desviar a los lectores de lo fundamental.

En resumidas cuentas y tras darle muchas vueltas veo que tan solo me ha gustado la idea de la que parte esta novela y el estilo de su autora.
En contra: mete demasiada paja, se pierde en detalles que alteran el ritmo. Da demasiadas vueltas para no llegar a ningún lado, dejando al final más incógnitas de las que teníamos al principio.

Por lo tanto, ¿está equilibrada la novela? Pues no, al menos para mi gusto, me resulta frustrante encontrarme ante 864 páginas y ver que al final sobran más de la mitad...
Por cierto... y no es por criticar, pero que algunos expertos en la materia comparen esta novela con Matar a un ruiseñor, a mí me da mucha risa, se parecen como un huevo a una castaña.

Y ahora sí que termino, no sin comentaros que "El secreto", la otra novela que me queda por leer de esta autora, también tendrá su reseña. 
No es que quiera que penséis que soy masoquista, no es eso, es simplemente que citan su estructura como un claro ejemplo de novela inversa, un tipo de novela de la que ya os he hablado en anteriores ocasiones y que me gusta bastante.

lunes, 14 de abril de 2014

El jilguero de Donna Tartt

Sinopsis:
Si aquella mañana no hubiera llovido, si Theodore y su madre hubieran llevado un buen paraguas, si, si, si... quizá no hubieran buscado refugio de una tormenta en el museo Metropolitan de Nueva York. Allí estaban, contemplando una exposición de maestros de la época dorada del arte holandés, cuando de pronto estalló una bomba y Theodore se encontró de repente solo y rodeado de un montón de escombros. Buscando la salida, el chico, que acaba de cumplir trece años, se topa con un visitante que estaba minutos antes contemplando la misma exposición acompañado de una chiquilla hermosa. El hombre muere delante de los ojos de Theodore, pero antes le entrega un anillo, pidiendo que lo devuelva a un tal Hobie, dueño de una tienda de antigüedades. Theo abandona el museo, llevando consigo el anillo y algo más...

Opinión:

Dicen de ella que es una Gran Novela, yo no me atrevo a decir tanto, para mí ha sido sólo una buena novela más, aunque si se refiere a su tamaño, es cierto que sería el adjetivo perfecto.

Como toda novela tiene cosas positivas y negativas, no seré yo quien diga que esta novela, ante la que nos encontramos, sea perfecta, porque os aseguro que no lo es, a pesar de las espléndidas críticas que ha recibido.
Su autora está dotada con una excelente técnica estilística -no lo vamos a negar- y también es cierto, que consigue atraparnos hasta el final de la novela, pero dista mucho de ser una obra maestra como la tildan en algunos comentarios profesionales que he visto y donde se la cataloga como una de las novelas emblemáticas del siglo XXI.
Creo que para catalogarla así, aun nos queda mucho por leer y por conocer, pero esta es sólo mi opinión.
A lo largo de esta reseña intentaré indicaros los posibles pros y contras que he encontrado.

Voy a comenzar indicando uno de los posibles puntos negativos que pueden frenar al lector a la hora de elegir esta lectura.
Su tamaño.
Descomunal, 1152 páginas en papel.
Eso en formato digital y con la letra que yo utilizo -que es más bien pequeña- lo convierte en aproximadamente unas 1500 páginas.

Yo reconozco que me atraen las novelas voluminosas.
Ejercen sobre mí un poder especial que me hace elegirlas como lecturas preferentes.
Pero hay que decir, que en estas "enormes" novelas, autor y lector corren un riesgo compartido.
Al lector le puede ocurrir que en un determinado momento, la lectura se le haga demasiado larga y por lo tanto, pensar que ciertas partes pueden ser prescindibles y que le sobran páginas, esto por supuesto resultaría perjudicial para las siguientes obras del escritor.

En el caso de este libro, las páginas pasan de forma vertiginosa y no llega a hacerse pesada en ningún momento, pero aún así, le sobran algunas partes que impiden saborear plenamente la novela y disfrutarla al cien por cien.

A simple vista puede parecer que nos encontramos ante una historia de intriga, pero en su interior hallaremos mucho más, dejo en manos del lector que lo descubra.

El protagonista es Theo Decker.
La historia real comienza el día que su madre fallece a consecuencia de un atentado en el Museo Metropolitan de Nueva York.
En ese mismo museo, cuando Theo intenta salir de entre los escombros, un anciano le hará entrega de un anillo.
Pero no será lo único que salga del museo acompañando a nuestro protagonista.
En su mochila, también saldrá escondido un cuadro de la galería.
Una obra de arte de valor incalculable.
El cuadro del Jilguero pintado por Carel Fabritius en 1654.
Una pintura, que llamaba poderosamente la atención de su madre y que sin quererlo, se convertirá en otro de los protagonistas de esta novela.
Tras este suceso que marcará su vida, Theo irá relatándonos otros hechos importantes para él.

La novela tiene una estructura clásica y la historia irá dando pequeños saltos en el tiempo.
En cada uno de ellos, descubriremos personajes y acontecimientos relevantes que darán movimiento a la trama.

El personaje principal que como ya sabéis es Theo, no tiene nada que envidiar a algunos de los protagonistas de las novelas de Dickens.
Podría pasar perfectamente por un Oliver Twist de la era moderna.
Un personaje, que poco a poco irá formándose a si mismo, inmerso en un viaje que nos llevará por distintos grupos sociales.

La autora Donna Tartt tiene una forma especial de narrar con la que encandila a los lectores.
Hasta este momento no había leído nada de ella y debo reconocer que me ha sorprendido gratamente.
Las otras dos obras que ha escrito con anterioridad, han pasado inmediatamente a engrosar mi lista de pendientes.
Dicen de ella que o te encanta o la aborreces.
Que no existe término medio.

De su narrativa puedo decir que resulta muy real.
Prescinde de una terminología técnica, aunque lo que describa sea arte o procesos de restauración.
Como digo utiliza un lenguaje sencillo y aunque podemos llegar a encontrarnos algunas descripciones extensas, no se hacen para nada tediosas. Se leen con fluidez, aportando los datos necesarios para comprender, sin llegar a aburrir.
Aunque también es cierto, que algún capítulo se me ha hecho más largo que el resto.

Una vez terminada esta novela, y haciendo un análisis general, puede parecernos que tras un comiendo interesante, podríamos decir que explosivo -haciendo un guiño al argumento- la narración llega a un punto, donde se ralentiza un poco la historia, llegando a decaer.
Al menos esa es la impresión que me ha dado, aunque es cierto, que cuando llegamos más o menos a la mitad de la novela, la narración vuelve a tomar un ritmo ágil y anima al lector a seguir leyendo.
A partir de este punto en ocasiones nos cuesta dejar la lectura para el día siguiente.

Esto que acabo de indicaros puede ser otro fallo del libro.
Ese pequeño bache en la intensidad, puede convertirse en el lugar idóneo donde el lector que no esté muy convencido, abandone la lectura.

Para finalizar sólo quiero mencionaros un dato curioso.
Carel Fabritius el autor de la Obra El Jilguero falleció a causa de la explosión de un polvorín cercano a su taller.
Como habéis visto, esta historia comienza también con una explosión donde dicho cuadro se salva de forma milagrosa.
En una entrevista que le hicieron a Donna Tartt, la autora sostiene que desconocía ese hecho cuando escribió la novela.
¿Será verdad o un simple ardid de novelista?

Espero vuestros comentarios sobre esta novela que supongo que dará mucho que hablar.