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martes, 30 de octubre de 2018

La peste escarlata de Jack London

Sinopsis:

«Se aceleraba el ritmo cardíaco y aumentaba la temperatura corporal. Después aparecía la erupción escarlata, que se extendía como un reguero de pólvora por la cara y por el cuerpo» 
En 2013 estalla en las principales ciudades de la Tierra una peste fulminante que se propaga con rapidez hasta el último rincón habitado. No hay para ella antídotos conocidos; en cuestión de días, el vano éxodo de los pobladores vacía las ciudades, devastadas por el pillaje, los incendios y la violencia. Con el paso del tiempo, unos pocos supervivientes van formando pequeñas comunidades mientras a su alrededor una vegetación asilvestrada, sin control, ahoga las zonas antes cultivadas, y los animales domésticos, con garras y dientes, tratan de asegurarse un lugar en el nuevo orden zoológico.
Sesenta años después de la tragedia, el último superviviente de la peste, entonces joven profesor universitario y ahora anciano de casi noventa años, intenta al final de su vida transmitir algo de experiencia y sabiduría a sus nietos casi salvajes, evocando un mundo que ya nadie sabe que ha perdido...

Opinión:

La peste escarlata, no confundir con La máscara de la muerte roja o La muerte escarlata como se la denominó, escrita por Edgar Allan Poe en 1842, y con la que comparte una base argumental similar, fue publicada en 1912.
Es una historia sencilla, de superación y supervivencia, lo que hoy en día conocemos como distopía, una obra en la que se narra el desastroso futuro de la humanidad y que inauguró el género de ese tipo de relatos, inspirándose al mismo tiempo que hacia homenaje a la ya mencionada obra de Poe. A su vez, esta historia también dejó huella en autores posteriores.

Es un relato muy breve de solo 115 páginas, y en la edición que he leído cabe destacar las ilustraciones de mano de Luis Scafati, unas láminas de estilo ecléctico, donde quizás lo que más sobresale es el estilo expresionista, por la fuerte carga dramática y emotiva que transmiten; un complemento muy adecuado para el texto, ya que lo adorna al tiempo que lo enriquece.

Sinceramente, aunque es un gran clásico que no hay que desmerecer, en la sinopsis hay más descripción y pasión por contar los acontecimientos, que en plena narración.
Esto que en un principio podría ser algo negativo, no lo es...
Jack London intentaba, escatimando en descripciones, que el lector reaccionase y participase en el relato, que experimentase ante la parquedad con su propia imaginación, rellenando los vacíos argumentales no con la angustia del protagonista, sino con la suya propia.
Y lo cierto es que lo consigue, porque es una historia que arrastra moraleja, una novela que hace cuestionarnos cosas, más allá del argumento propio del libro.

Aún así debo decir, que a mí esta narración me ha sabido a poco, en parte porque mis gustos se alejan bastante del género de la ciencia ficción, y también debido a que esa brevedad impidió al autor profundizar y extenderse en la trama.
London creó solo un esbozo poco definido, valiéndose de los elementos principales pero sin llegar a desarrollarlos a fondo.¡Aunque quizás era lo que buscaba!
Como he dicho al comienzo es un gran clásico al que no hay que restarle valor. Este escritor construyó una historia que perfectamente podría haber sido escrita en nuestros días y que desde esta lineas, pese a la brevedad de la reseña, os invito a conocer.



jueves, 18 de enero de 2018

El cuento de la criada de Margaret Atwood

Sinopsis:

Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.
En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.
Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.

Opinión:

El cuento de la criada o The Handmaid's Tale, es una novela distópica feminista, ya sabéis a que me refiero al encuadrarla dentro de distopía: Una sociedad ficticia indeseable y escrita por Margaret Atwood en 1985 y ambientada en Estados Unidos, en un futuro cercano. Supongo que también os puede sonar el título porque esta historia, ha sido adaptada para la TV, arrasando en los premios Emmy 2017.

A través de la protagonista, De Fred, y de un relato fragmentado, iremos introduciéndonos en ese futuro devastador que nos espera.

En la república de Gilead, antiguo suelo norteamericano, todos los derechos sociales han sido suprimidos.
Tras ataques terroristas y guerras biológicas... la sociedad tal y como la conocemos, ha sido borrada de un plumazo y una dictadura religiosa, ultraconservadora, es la encargada de gobernar.
Lógicamente, las mujeres somos las más afectadas con las nuevas medidas:
Se nos prohíbe leer y escribir; nos confiscan los bienes; se nos quita el derecho a hablar, ya que la mujer ideal debe hablar poco, pasar desapercibida y no olvidemos otro dato importante, no interesa ni lo que piensa ni lo que opina; nos recluyen en casa, debemos tener escaso contacto no solo con hombres, sino también con otras mujeres... todo esto, en un intento de hacernos más sumisas, borrándonos todo recuerdo de libertad.
Ahora, somos un bien del estado, clasificadas por el color de la ropa que llevamos, vigiladas en todo momento, y ese color de la ropa, no solo nos identifica dentro de una pirámide de clases más estricta que la vivida en la Edad Media, sino que también aborta cualquier rasgo de personalidad sobre nuestro aspecto físico; no somos ni dueñas de nuestra imagen.

Las mujeres de los Comandantes visten de azul en honor a la Virgen María y son las que poseen más privilegios; las Marthas, mujeres no fértiles, son identificadas por el verde y se encargan de las labores domésticas, mientras que el color rojo es la marca que sirve para señalar a las criadas.
Estas últimas, no tienen derecho ni a llevar su propio nombre, atienden al nombre del Comandante al que sirven, de esa forma, nuestra protagonista De Fred, nos indica a quién pertenece.
Las criadas son mujeres fértiles; tienen un fin utilitario, el de perpetuar la especie. La que logra tener hijos es festejada, debe considerarse una privilegiada porque la que no lo consigue es rechazada por el resto de la sociedad y enviada a las colonias o a algún sitio peor.
Hay otros grupos, por ejemplo el de las Tías, mujeres que visten de marrón, encargadas de adoctrinar y que ejercen un férreo control policial sobre las criadas, imponiendo un manual de conducta; y también las Jezabeles, prostitutas oficiales disfrazadas con cualquier atuendo, capaz de despertar las fantasías masculinas...
Esta escala social, concede más privilegios a unas que a otras, pero no nos dejemos engañar, todas son víctimas del mismo sistema.

En esta historia creo identificar tres partes:
La primera donde conocemos a la protagonista y con una narración austera y fría, nos va mostrando ese mundo que ahora le toca vivir. Parece una narración en blanco y negro, donde lo único que resalta es el color de la ropa y los flashback o recuerdos coloridos de un tiempo ya pasado. Esa narración impersonal, carente de emoción choca al comienzo, pero según vamos conociendo al personaje y el ambiente que la rodea, aceptamos que no hay nada que celebrar.
La segunda parte es donde los lectores nos enfrentamos a la verdad, y poco a poco vamos conociendo como se llegó a esa sociedad indeseable en sí misma.
La tercera parte, nos transporta al futuro, al 2191, a un congreso histórico donde se analiza ese periodo que fue la república de Gilead. Al principio esta última parte me desconcertó, pero ahora, tras meditar para esta reseña, creo que es una especie de moraleja, con la que Margaret Atwood abre una puerta a la esperanza, susurrándonos que aún estamos a tiempo de cambiar...

No os estoy hablando de una gran novela que sobresalga por la prosa, por la estructura o por grandes personajes...
Es una narración cuyo punto fuerte es el argumento que invita a reflexionar. Durante su lectura no me pareció que se tratase de un libro notable, llegaba a dudar incluso de las excelentes criticas leídas, pero como digo, tras unos días en los que no puedes dejar de pensar en ella, adquiere la categoría de Muy recomendable.
La historia, reconstruida con fragmentos, como nos indica De Fred, va haciéndose lentamente un hueco en nuestra cabeza. Su relato es gélido y carente de emociones, tan solo nos muestra la realidad que le toca vivir.
Ella nos cuenta lo que ve, pero para el lector es horrible lo que no cuenta...
Las mujeres únicamente son libres en su mente, y algo que a mí me aterró, fue la falta de solidaridad, la pasividad, el egoísmo y la frialdad que se extrae del comportamiento femenino, tras cada actuación.

Creo que el cuento de la criada, a pesar del lenguaje sencillo es una novela compleja, para leer con detenimiento e incluso releer, porque es de esas lecturas que ganan cuando las dejamos reposar.
Lo que ahora nos parece ficción, irreal o absurdo, puede ¿por qué no? mañana convertirse en realidad.
Podemos ver en esta obra argumentos feministas, críticas hacia el extremismo religioso, hacia los riesgos de la proliferación de armas de destrucción masiva, o hacia la situación medioambiental, cada lector hará su propia interpretación y buscará sus propios culpables, al igual que nuestra protagonista hace hincapié en ese mensaje recurrente que la atosiga, ¿por qué la sociedad no reaccionó cuando vio los primeros síntomas de que se pisaban sus derechos?


domingo, 13 de septiembre de 2015

El vigilante de Peter Terrin

Sinopsis:

Dos vigilantes, aislados en el aparcamiento de un edificio de lujo, esperan la llegada de su relevo y de las provisiones que les mantienen con vida. Tienen prohibido comunicarse con los residentes, y la situación se agrava cuando observan cómo todos excepto uno abandonan el edificio en el mismo día. La suposición de que en el mundo exterior haya ocurrido una catástrofe, la falta de provisiones y la posibilidad de que todo sea una prueba para conseguir un ascenso les llevarán al límite de su resistencia.
El miedo al exterior y al otro, la necesidad de aguantar y sus obsesiones hacen de esta obra una maravillosa metáfora sobre la sociedad actual y la soledad del ser humano.
Novela ganadora del Premio de Literatura de la Unión Europea.

Opinión:

Nos encontramos ante una historia totalmente desconcertante. La incertidumbre que genera, es la que nos impulsa a seguir leyendo. Es una obra que se vale de la narración en primera persona para crear un ambiente claustrofóbico.
Podría catalogarse en varios géneros al mismo tiempo, aunque distopía o thriller psicológico son los que mejor la definen.

Una historia narrada íntegramente en primera persona puede tener beneficios pero también algún que otro inconveniente, aunque lógicamente eso irá en gustos de cada lector.
Un relato en primera persona es más "creíble", eso hace que el lector empatice con el personaje y la situación que vive. He entrecomillado creíble por un motivo.
La narración en primera persona siempre es subjetiva, el narrador únicamente puede relatar escenas donde halla participado, naturalmente aportando su versión de los hechos, por lo que siempre será una opinión sesgada. Nos muestra su punto de vista, pero eso no significa que lo que cuenta tenga que ser cierto.
Lo bueno que tienen este tipo de narraciones es que aportan intriga a la trama, porque por norma no conoceremos la verdadera realidad, hasta llegar al final.

El principal inconveniente es que puede llegar a aburrir.
En este caso en concreto, para impedir que el lector se aburra por un exceso de introspección, Peter Terrin ha incluido diálogos y algunas escenas de acción, en las que intervienen además del protagonista, algún que otro personaje como ya veremos. Esos diálogos además de convertir la novela en amena le confieren dinamismo.

Como veis este libro resulta muy interesante para observar algo que no se ve con frecuencia o no es habitual, un relato en primera persona.

Dos vigilantes aislados en el aparcamiento de un edificio esperan la llegada del relevo y provisiones. El aislamiento al que se ven obligados aumenta la sensación de agobio en el lector. Desconocemos lo que ha ocurrido para llegar a la situación en la que se ven inmersos, pero a través de los pensamientos del protagonista extraeremos que algo grave ha ocurrido en el exterior.
Hay algunas ocasiones donde las conversaciones entre Michel y el otro vigilante, Harry, parecen totalmente surrealista y delirantes. Eso por no hablar de sus rutinas, que resultan de vital importancia para la trama. Las acciones que llevan a cabo, para ellos más que justificadas, para nosotros como meros observadores a los que nos llega la información con cuentagotas, nos parecen extralimitadas y exageradas.
En ese encierro total y obligado en el que se ven inmersos, hasta lo más simple, el gesto más sencillo tiende a exagerarse hasta los limites.

Iremos conociendo a Michel, nuestro narrador, a través de sus recuerdos.
El uso de este recurso literario orientado al pasado, esas escenas retrospectivas dan un toque especial a las novelas de intriga, ya que nos dosifica la información generando un mayor suspense.

El autor ha logrado crear una atmósfera decadente perfecta, que logra agobiar tanto a personajes como a lectores.
No solo la escasez de información y el aislamiento forzado son los responsables de provocar angustia, el escenario elegido también contribuye. Los elementos estáticos que lo componen y los dinámicos que únicamente pueden percibirse a través de los sentidos, ayudan a agravar el estado anteriormente citado.
En pocas palabras, es un libro muy sensorial, precisamente por esas limitaciones a las que se ven sometidos los personajes. Su mundo se ve reducido a ese aparcamiento con luz artificial donde se pierde la noción del tiempo y donde los sentidos cobran un mayor protagonismo.

El libro está dividido en tres partes.
En la primera conoceremos a Michel y a Harry.
En la segunda, un tercer vigilante se incorpora a este escenario tan limitado como reducido de personajes, al tiempo que hacen acto de presencia la desconfianza, la envidia, los celos y la rivalidad.
En el tercer y último tramo de esta historia, Michel y Harry deciden adentrarse en el edificio en busca del único residente que continúa viviendo en él. Hay que decir que en esta última parte la intriga se intensifica.
Los lectores llegamos al punto de no reconocer donde está el límite entre realidad y ficción. Michel relata lo que acontece a su alrededor, al tiempo que mezcla recuerdos y lo que creemos que serán anhelos o ensoñaciones. Empieza a desdibujarse ante nosotros la imagen inicial que teníamos de él. La obsesión avanza y comienzan a aparecer lo que intuimos que serán los primeros síntomas de paranoia. También resulta curioso ver como en situaciones tan extremas, los humanos nos obsesionamos con los detalles más simples.

Es una novela muy recomendable no solo por lo dicho al principio de analizar una narración escrita íntegramente en primera persona. También resulta asombroso como un autor con tan pocos recursos literarios, ha escrito una novela tan merecedora de elogios. Dos personajes, un espacio reducido pero cargado de imaginación. Y es que realmente no se necesita más.

La respuesta a todas las dudas que surgirán a lo largo de la lectura, esas comeduras de coco que se crean en el lector, creo que reside en el título, El vigilante. Y digo creo porque tampoco es que lo tenga muy claro, y es que esta lectura compleja a la vez que fascinante requiere que nosotros participemos intentando descubrir lo que realmente es cierto... de lo que no lo es.
Os aseguro que es una obra que no dejará indiferente a nadie y que requiere, o al menos a mí me ha pasado, un tiempo de reflexión y de análisis, tras finalizarla. Lo que si puedo asegurar es que sería una lectura muy apropiada para tratar en una tertulia, porque cada lector realizará una interpretación distinta.

Peter Terrin es un autor belga y con este libro obtuvo el premio de literatura de la Unión Europea. Creo que a partir de ahora será un nuevo autor a tener en cuenta.


sábado, 2 de mayo de 2015

A ciegas de Josh Malerman

Sinopsis:

Cinco años después de que diera comienzo la pesadilla, los pocos supervivientes que quedan viven refugiados en el interior de casas y edificios, protegidos por puertas cerradas y ventanas con las cortinas echadas. Malorie, que ha conseguido sobrevivir en una casa abandonada junto a sus dos hijos, decide abandonar la seguridad de su refugio para emprender un viaje por el río hacia un lugar mejor. En esta peligrosa odisea a ciegas, Malorie sólo podrá confiar en su instinto y en el entrenado oído de los niños, que no tardarán en descubrir que algo los sigue. Pero, ¿qué es? Inmersa en la oscuridad, rodeada de sonidos, familiares unos, estremecedores otros, Malorie se embarca en una tremenda odisea; un viaje que le llevará a un mundo sin visión y de vuelta a su pasado. En un mundo que ha enloquecido, ¿se puede confiar en alguien? 

Opinión:

«Un thriller inquietante, que puede compararse con Los pájaros de Alfred Hitchock o Stephen King.» 
Kirkus Review 
 «Nunca ha habido una historia de terror igual. Un libro que se lee de un tirón.» 
Hugh Howey. 

Así de contundentes son los comentarios que encontraréis por internet. Hasta el mismísimo Stephen King lo ha recomendado. 

¿Nunca ha habido una historia igual? Ese comentario me parece un poco exagerado. 
Creo que hay historias de terror bastante más interesantes que ésta y que realmente logran aterrorizar al lector creando una tensión que se mantiene hasta el final.
El argumento no está mal, su lectura es entretenida, la trama conecta con el lector algo que no consigue la protagonista y el final... ¿Qué se puede decir del final? 
De momento lo más correcto es comenzar por el principio e ir viendo lo que tiene de positivo y negativo. 
Como siempre la decisión de leerlo queda en vuestras manos.

Nadie sabe que sucede... Algo extraño, lo que se denomina "el problema" afecta a nivel mundial. Se cree que se desencadena cuando las víctimas ven algo. La única recomendación es cerrar puertas y ventanas, evitar mirar al exterior y salir de las casas...
De esa forma inevitablemente, llega la desconexión del mundo exterior.

En ese estado conoceremos a Malorie, el personaje principal. El ser humano ha pasado de tener una dependencia total, no solo de las nuevas tecnologías y pasa de un estado de vida cómodo a encontrarse aislado e indefenso ante algo que les obliga a estar encerrados y a prescindir del sentido más vital para la mayoría de los seres humanos.
La vista.

Lo positivo...
El encargado de guiarnos a ciegas por esta historia narrada a dos tiempos, es un narrador omnisciente. Conoceremos casi sin límite, tanto el mundo externo que rodea a Malorie como el interno. De ese modo llegaremos a escuchar hasta los diálogos más íntimos que mantiene consigo misma. Uno de los alicientes de esta novela es que al narrarnos lo que escucha la protagonista, sin opción de describir lo que ve, logra estimular sensorialmente al lector, provocando reacciones en nosotros y transmitiéndonos su angustia.
Tendremos acceso al pasado y al presente, e iremos componiendo a base de encajar piezas, un puzzle, hasta dar forma a la verdadera historia.
Lógicamente, el relato de nuestro narrador tiene una pequeña limitación. Una visión parcial.
Al centrarse en el personaje de Malorie, solo nos relatará los hechos que suceden a su alrededor. Los sucesos relevantes que ocurren a otros personajes los deja para que más adelante, ellos, sean los encargados de relatarlos, aunque veamos que el medio elegido vuelve a ser nuestro narrador.
Obviamente, tampoco nos va a contar sucesos futuros destripando el argumento, sería contraproducente.
Podréis pensar... Entonces no nos encontramos ante un narrador omnisciente que todo lo sabe... Eso pensé yo en algún momento, pero según avanza el libro, veremos que él conoce hasta el último detalle, incluso en momentos puntuales menciona... eso ya lo descubrirá más adelante...

La lectura se hace entretenida y el ritmo se mantiene a lo largo del libro. Solo se detiene de forma totalmente deliberada por el autor, cuando volvemos hacia atrás en el tiempo. La tensión creada hasta el momento entra en modo pausa para mostrarnos hechos del pasado relevantes para el desarrollo de la trama, que no harán más que aumentar la angustia.
En cada uno de los saltos que damos, nuestro cerebro se activa y va acumulando preguntas. ¿Qué pasó? ¿Qué es lo que acecha? ¿Hay más supervivientes? ¿Qué ocurrió con la gente del refugio? ¿Hay alguna esperanza de sobrevivir?

Lo negativo...
Lo que menos me ha gustado es la sintaxis utilizada. El autor se vale de frases muy cortas, sencillas. Es cierto que eso proporciona agilidad a la lectura pero al mismo tiempo da la sensación de que los personajes que las emiten son demasiado simples, no están respaldados por diálogos y tienen poco que aportar a la historia.

Otro detalle. Para que una obra sea buena no es imprescindible que tenga elaboradas y detalladas descripciones, ni esas descripciones deben centrarse exclusivamente en el sentido de la vista. Sabemos que en esta novela, se intenta prescindir de ese don. El narrador no puede extenderse demasiado contando lo que existe más allá de Malorie, porque de eso se trata, de mostrarnos la angustia de ese personaje, limitar sus acciones y centrarse más en sus pensamientos, pero podían haberse añadido algunos párrafos más descriptivos donde se hiciese hincapié en el uso que se da al resto de sentidos o mostrarnos como es el lugar en el que vive.

De la protagonista y demás personajes no me voy a explayar mucho. Ya he mencionado que los diálogos son sencillos. Pienso, que si estas encerrado en una casa con algunos supervivientes, sin saber cuanto tiempo te queda de vida, sin saber que acecha en el exterior, las conversaciones no serían tan limitadas o nulas. Siempre hay alguien con el que te relacionas más e intentarías crear unos lazos donde poder encontrar apoyo.
Esos diálogos tan breves transmiten al lector o al menos así me ha pasado a mí, una sensación de desidia, de deshumanización, cuando realmente intuimos que lo deshumanizado es lo que acecha desde el exterior...
Tampoco he logrado empatizar con la protagonista. Creo que hay personajes secundarios que aportan bastante más que ella.
Me ha parecido un personaje demasiado distante, hermética, fría hasta el punto de ni llamar a sus hijos por sus nombres.
Se limita en todo el relato a llamarlos niño y niña. En cierto momento dice que el ponerles nombre ha sido un lujo que no se podía permitir.
Yo creo que es totalmente lo contrario.
Los humanos con el comienzo de "el problema" perdieron el control sobre sus vidas.
Precisamente, sobre lo único que ella puede ejercer un total control, es sobre la elección del nombre de sus hijos.
Si quería mostrarnos una relación cercana con ellos, habría bastado con  llamarles hijo o hija... Pero no creo que el autor buscase eso. Da la sensación de que marca las distancias o que no les pone nombre para evitar encariñarse con ellos en un nuevo mundo que se presenta hostil. Es un detalle mínimo, incluso podríamos decir que sin importancia, no aporta nada a la historia salvo dejar clara esa frialdad, la distancia que la separa de los niños, quizás de algo que se puede convertir en un momento dado en una carga o un lastre...

Como veis a la obra le fallan algunos puntos y el más importante para mí es el remate final.
No puedo decir que la forma de concluir la novela sea mala o no sea la acertada, pero yo esperaba otra cosa, algo más...
Cuando llegamos a esas páginas da la sensación de que existen una ganas enormes de terminar el libro por parte del autor, o bien, de no saber como acabarlo. Resulta insuficiente, falta algo. Me vienen a la cabeza varios finales alternativos y el elegido me deja más bien fría, además de que algunos detalles quedan sin atar. También es cierto que a mí me gustan las historias con muchos detalles, que me dejen pensando, que me den para comentar un libro, y en este caso lo cierras con un ... Pues vaya...

Es un puzzle al que le falta alguna pieza.