jueves, 27 de septiembre de 2018

Miedo de Stefan Zweig

Sinopsis:

Irene Wagner lleva una vida acomodada y sin preocupaciones junto a su marido y sus dos hijos. Sin embargo, tras ocho años de matrimonio, los bailes, el teatro, la ópera y otras actividades sociales se le antojan predecibles y anodinas. Así, más por fantasía novelesca que por auténtico deseo, inicia una relación con un joven pianista. Pero pronto una mujer la descubre cuando sale del apartamento de su amante e Irene se ve obligada a ceder a un terrible chantaje.
El terror de ser descubierta por su marido y de perder todo lo que posee y, ahora descubre, tanto necesita y ama, la sumirá en una tormentosa pesadilla. Escrita en 1913 y publicada por primera vez casi una década más tarde, Miedo es una de las nouvelles más sobrecogedoras de Stefan Zweig, con un final tan sorprendente para la protagonista como para el lector.

Opinión:

Hoy os voy a hablar de otra novela de Stefan Zweig, Miedo, una obra escrita en 1913 pero que no vio la luz hasta una década después.

Hablar de Stefan Zweig, es hablar de un gran autor de prosa y argumentos cuidados; de historias cargadas de sentimientos; de argumentos sencillos pero con complejas tramas.
Lecturas breves, la gran parte de ellas, pero en resumen, grandes obras con mayúsculas que nos hacen analizar al detalle el comportamiento de los personajes y reflexionar sobre ellos.
Aunque pueda resultar extraña la comparación, para mí la obra de Zweig es como leer Haikus. poemas breves, de apariencia simple que la mayoría de las veces desarrollan o esconden conceptos complejos.
Pero volvamos a Zweig...

Esta obra, al igual que las anteriores que he reseñado de él, se leen de forma muy fácil por varios motivos:
El primero: la exquisitez y fluidez de la prosa de Zweig, que convierten las lecturas en todo un placer.
El segundo: la gran diversidad de sentimientos que retrata, y que recaen en el lector como una refrescante lluvia de sensaciones.
El tercero: por el  argumento inquietante.
Y el cuarto y último, pero no por ello menos importante, es su extensión, en este caso 136 páginas.

Esto último que he mencionado, la brevedad de la obra, es algo a tener muy en cuenta.
Zweig crea una gran historia, sin necesidad de recurrir a las aproximadamente 1000 páginas de Anna Karenina, a las 400 de Madame Bovary o las 800 de La Regenta, y lo hace focalizando la historia básicamente alrededor de un único personaje, Irene Wagner, aunque eso sí, también se valdrá de tres personajes secundarios, ambientales, para dar forma complementando el argumento.
De esa forma, con lo que a simple vista podría parecer un argumento simplón, consigue una trama potente, de gran tensión pero sin necesidad de recurrir a artificios escénicos.

Ahora os voy a a comentar el porqué de haber citado a estas otras tres obras:
Hemos visto muchas novelas que tratan el tema del adulterio, con personajes atados a los clichés de la época y se me ocurre, que esta breve historia, también podría estar incluida en ese gran triángulo literario que forman: Anna Karenina, Madame Bovary y La Regenta.
Flaubert, Tolstoi o Clarín, fueron unos de los primeros en tratar un tema tan delicado, donde la sociedad era la encargada de juzgar a unas mujeres que, por uno u otro motivo, caían bajo el influjo de un seductor galán.
Stefan Zweig da una pequeña vuelta de tuerca a ese argumento y decide centrarse plenamente sobre el personaje femenino, al igual que lo hicieron los anteriormente citados, pero volcándose en reflejar sus sentimientos, más concretamente en el miedo que experimenta a ser descubierta y/o a perder todo lo que posee.
¿Porqué se centra Zweig en describirnos el miedo? pues simplemente porque el miedo es una sensación provocada por algo real o imaginario pero que en cada sujeto se manifiesta de una forma distinta.
Tiene una infinidad de causas y deriva en otro tanto de sensaciones: angustia, ansiedad, desconfianza, inseguridad; a nuestra protagonista ese "miedo" le va a llegar a través de los remordimientos, y en cada escena, en cada situación, Irene lo que espera es un castigo que no llega, una espera que se convierte en desasosiego, en una tensión que va en aumento, que no conoce límites; para ella su miedo, esa incertidumbre que arrastra, es mucho peor que el castigo, algo que ella considera tangible.

Hay que reconocer que este autor crea un personaje soberbio.
En Irene Wagner, en un momento u otro, vamos a ver como se mezclan varios estereotipos femeninos.
Aparecerá la mujer virtuosa, esa perfecta casada de la que nos hablaba Fray Luis de León en su texto homónimo, y la evolución que ha experimentado ese papel hacia la mujer ideal que la convierte en el famoso ángel del hogar, mientras que en otros otros se ajusta al papel de mujer malcasada, alguien empujado al adulterio por la insatisfacción, al igual que le ocurría a Madame Bovary o Anna Karenina.

Zweig nos muestra como es la mente del personaje y los lectores terminamos sintiendo lo que ella siente. Todo eso lo consigue sin necesidad de darle a Irene el mando del relato, haciéndolo a través de un narrador externo, y prescindiendo del monólogo interior.
Ese narrador omnisciente, capaz de meterse en lo más profundo de los pensamientos de la protagonista.

Una novelita muy breve, pero muy recomendable que no debéis perder la oportunidad de leer.


martes, 25 de septiembre de 2018

La dama desaparece de Ethel Lina White

Sinopsis:

Sinopsis y portada del libro retiradas para evitar infringir posibles derechos de autor.
Para saber más pinchar en el enlace siguiente: Pinchar aquí.

Opinión:

Ethel Lina White, para los que no hayáis oído hablar de ella, es una de esas grandes escritoras de misterio británicas que lograron conquistar no solo a los lectores con sus tramas retorcidas, sino que también lo hicieron con grandes cineastas de la época que terminaron llevando sus obras al cine.
Aunque muy conocida en su época, en nuestros días su obras se han visto eclipsadas por la fama de la gran Agatha Christie, al igual que le ocurrió a otra de sus contemporáneas, Josephine Tey, otra gran autora de novela de misterio.
Esta novela publicada en 1936 llevó el título de "The Wheel spins" ("gira la rueda"), pero tras ser llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1938 bajo el título de "The lady Vanishes", en español "La dama desaparece" o "Alarma en el expreso", las posteriores reediciones adoptaron el título de la película.

Es curioso la gran cantidad de novelas clásicas que ocurren de fondo en un tren, algo lógico ya que era un medio de transporte rápido y económico de la época, pero como digo, esa forma de desplazamiento ha dado lugar a que se liberase la imaginación de los autores y a que creasen grandes e inquietantes historias, como esta de la que hoy os hablo o Asesinato en el orient express (1934) y el tren de las 4.50 (1957), ambas novelas de Agatha Christie; Pacto de sangre de James M. Cain (1943); Extraños en un tren de Patricia Highsmith (1950)... entre otras muchas; y es que parece que las conspiraciones y asesinatos tienen un buen aliado en los raíles, porque el tren es un excelente escenario para cometer delitos, ya que en muchas ocasiones tenemos el aliciente del cuarto cerrado, nadie puede entrar ni salir.

La dama desaparece, es una novela que me ha encantado, no por el argumento que llegados al punto podría parecernos muy trillado, sino por la forma de desarrollarlo y echar el lazo al lector.
Ethel Lina White crea a una protagonista que a simple vista no nos va a caer bien, y elige para relatar a un narrador ajeno a la trama.
De esa forma evita la subjetividad o que desconfiemos de los acontecimientos que suceden alrededor de Iris Carr; porque la protagonista, además de parecernos engreída y estirada, en algunas ocasiones su comportamiento puede inducirnos a pensar que no está en sus cabales.Todo eso como digo, la forma de enfrentarnos al personaje, cambia con el tipo de narrador.

Vamos a encontrar varios elementos que convierten la lectura en adictiva y que residen en el desarrollo del argumento.

La lucha contrareloj:
Esa especie de investigación que inicia Iris y que parece que no avanza, se vuelve más intensa porque el tiempo apremia.
El tren se desplaza veloz hacia la estación de Trieste, e Iris, debe encontrar a la señorita Froy antes de que el expreso llegue a la estación y todos sus viajeros desciendan de él.

El aislamiento total:
Iris a pesar de estar rodeada de gente, se encuentra sumida en una soledad total, en parte provocada por ese irritante comportamiento que la aleja hasta de los lectores, y por otro lado, porque está encerrada en un tren donde todos parecen tener algo que ocultar.

La búsqueda de la señorita Froy se va a convertir en desesperación, porque solo Iris, de entre todas las personas que viajan en el tren, parece ser consciente de su desaparición.
Es cierto que la señorita Froy, es alguien sencillo que pasa desapercibida, ¿pero hasta el punto de que nadie la recuerde? Eso nos va a llevar a pensar que todo lo que sucede en el tren es producto de la imaginación de Iris, porque no puede ser que todos los viajeros tengan un comportamiento tan extraño, y se empeñen en negar su existencia.
¿Será la señorita Froy producto de la imaginación de Iris, fruto de la insolación o de la histeria?, eso es algo que tendréis que resolver vosotros.
Como veis, todo esto que he citado en conjunto, hace que aumente la tensión narrativa, y que en los últimos cinco capítulos el lector tenga que contener la respiración.

Esta novela, catalogada en su día como de misterio, es una novela enigma que roza el thriller; hoy en día podríamos ubicarla perfectamente en esa nueva categoría que se empeñan en denominar como "domestic noir", protagonizada por mujeres con algún problemilla; y es que el estilo de Ethel Lina es intemporal y convierte esta historia en actual.

Por poner alguna pega...
Puede parecernos que el final es algo precipitado, pero pensándolo fríamente, la historia sobre la que se construye el argumento ya ha quedado resuelta, no hay más que contar, y todo lo que se añadiese sería relleno.

Os animo a leer y conocer a esta escritora de la que en breve volveré a hablaros...


martes, 18 de septiembre de 2018

Lo que dijo Harriet de Beryl Bainbridge

Sinopsis:

Basada en un crimen real que conmocionó a la sociedad británica de la época (el caso Parker-Hulme, retratado por Peter Jackson en su película Criaturas celestiales).
Lo que dijo Harriet relata la historia de dos amigas que se reencuentran durante unas vacaciones de verano en una localidad playera. Ambas esconden una relación enfermiza.
La narradora, una chica sin nombre, solitaria e introvertida, se deja llevar por la corrosiva influencia de la bella Harriet. Entre las dos pergeñan un plan para seducir al Zar, un hombre mayor e infelizmente casado, y tan fascinante como repulsivo, sin ser conscientes de las catastróficas consecuencias que puede causar su degenerado juego de niñas.
Un thriller sobre la crueldad de la infancia y sobre la capacidad del ser humano para manipular y seducir a los demás.
Un cóctel molotov sobre la inocencia y la maldad, y un clásico que resulta hoy tan subversivo como cuando se escribió.

Opinión:

Supongo que tras leer esta sinopsis con reminiscencias de "Lolita", muchos de vosotros os estaréis preguntando qué es eso del caso Parker-Hulme.
Pues bien, voy a daros algunos datos pero pasando de puntillas por ellos, porque hay demasiada información y muy sencilla de localizar, en internet sobre él.
El caso Parker-Hulme fue un asesinato ocurrido en Nueva Zelanda en el año 1954 y que no habría tenido mayor trascendencia en nuestros días de no haber sido por dos motivos.
El primero, la brutalidad del crimen.
Las responsables del asesinato fueron dos niñas de quince y dieciséis años que asesinaron a la madre de una de ellas, fingiendo después que había sido un accidente, algo casi imposible ya que le dieron 45 golpes con un ladrillo...
El segundo motivo es que una de esas niñas, Juliet Hulme, tras salir de prisión, se cambió el nombre por el de Anne Perry, convirtiéndose con el tiempo en una afamada escritora de ficción, creadora de las sagas de detectives de Thomas Pitt y William Monk, entre otras...
Creo que lo que he mencionado es lo más significativo del caso, por eso voy a pasar a hablaros de la novela.

Lo que dijo Harriet, es una historia que se mueve entre el thriller y la novela negra.
Es la primera obra de Beryl Bainbridge, y fue escrita a finales de los años sesenta. Lo que ocurrió es que el argumento resultó ser demasiado desagradable para la sociedad de la época, y tardó en encontrar a una editorial que confiase en el potencial que escondía esta historia.

Yo había leído hace tiempo sobre ese famoso caso de asesinato, y conociendo el hecho de que tras esa historia se escondía la famosa Anne Perry, me apetecía muchísimo leerla.
Ahora, tras su lectura, debo reconocer que me ha decepcionado un poco, no he hallado en sus páginas lo que yo esperaba, y creo que se debe en parte a la seductora sinopsis.

Y digo en parte, porque la editorial nos lo advierte en la primera linea de la sinopsis, esta novela se basa en el famoso caso; lo que omiten... es que tan solo hay una vaga inspiración que se reduce a la compleja personalidad de las niñas y a un asesinato de fondo que nada tiene que ver con los sucesos reales. 
Todo el resto de la novela es pura imaginación de la autora, y alguna experiencia propia, y la verdad es que no se por qué motivo me meto a leer este tipo de historias "basadas en hechos reales", porque me ha dejado el mismo sabor agridulce que Las chicas de Emma Cline y Muertes pequeñas de Emma Flint, aquí reside como la otra mitad de la culpa que como veis me atribuyo.
Es cierto que la novela al igual que las citadas no está mal, si se leen obviando el "basado en", pero si te sumerges en la lectura esperando encontrar datos y detalles sobre los casos reales, algo así como una crónica... estás perdido.
Y hasta aquí lo negativo...

Estimados Señores críticos, lean el libro antes de comentarlo...
¿Y por qué digo esto?
Pues porque por poner un ejemplo, el Sunday Times dijo de esta novela que era seductora a la par que escalofriante, y que contenía uno de los finales más impactantes de la literatura inglesa.
Esa frase es un estímulo bastante positivo y en mí actuó como empuje para hacerme con la obra. 
Luego como ocurre en muchas ocasiones, todo queda en agua de borrajas, y todas las esperanzas puestas en el libro se desvanecen...
El final no es impactante, y el motivo es que lo conocemos desde el primer capítulo, con lo que la sorpresa desaparece.
Esta novela es la crónica de una muerte anunciada, un racconto que la autora nos ofrece desde el primer capítulo, para intentar captar nuestro interés.
A raíz de los acontecimientos que se narran en ese primer capítulo, la historia retrocede, comenzando a relatar los hechos desde el inicio, desde el momento en que las niñas se encuentran tras el curso escolar para disfrutar de las vacaciones estivales.
De esa forma, conocemos cual será el fin de uno de los personajes que aparecerán en escena, lo que desconocemos es su identidad, pero también la autora, en ese capítulo previo, nos previene sobre la malvada personalidad de las niñas, por lo tanto, o al menos a mí, el final impactante que anuncia el periodista del Sunday Times, se me escapa. Yo considero un final impactante de la literatura inglesa, el de Macbeth o el de Romeo y Julieta, pero eso como todo... es cuestión de gustos.

La sombra de la sospecha nos mantiene alerta.
El comienzo, como ya habéis podido comprobar, resulta perturbador, nos genera suspense, sabemos que han hecho algo malo, pero desconocemos su gravedad, ya que ese suceso queda en el aire en el primer capítulo.

Beryl Bainbridge nos ofrece una novela con dos preadolescentes como protagonistas; pero no son dos chicas traviesas sin maldad... son dos personajes que se alejan de la actitud común en los niños.
Ellas no juegan, emplean su tiempo en pasear, espiar e interrogar con malicia a los demás.
Son perversas, con una esencia de maldad que corre por sus venas y que va in crescendo según avanza la historia, son dos preadolescentes que nos incomodan con su comportamiento desde los primeros compases del relato.
La curiosidad sexual, la provocación, se convierten en juegos macabros para ellas. y la autora, consigue crear una atmósfera asfixiante, enrarecida, alrededor de la retorcida personalidad de las dos jovencitas, eso es un detalle que hay que valorar muy positivamente.

Los dos personajes se atraen y repelen al mismo tiempo; conviven en una relación que se mueve entre la amistad, la crueldad y la envidia.
Harriet lleva siempre la voz cantante en esa relación; es la dominante, la que decide todas las acciones, quien dice lo qué hay que hacer, cómo y cuándo, o así no los hace ver la narradora.
Esto que acabo de mencionar es algo importante en el desarrollo del argumento. Conocemos desde las primeras lineas que el narrador es uno de los personajes principales, y ya sabéis que suelo insistir en que una narración en primera persona no resulta muy fiable.
Puede que ese sea el motivo por el que no he conseguido meterme en la piel del personaje cronista y empatizar con él, había algo raro en su relato, algo que despertaba mi instinto lector y que me mantuvo alerta a lo largo de la trama.

Otro detalle que también consigue captar nuestro interés es la omisión del nombre de ese personaje que hace la vez de narradora; genera suspense, pero ¡ojo!, tan solo es un juego de Bainbridge.
Al llegar al final, nos damos cuenta de que ese dato nos da igual; es una especie de Macguffin, un elemento que desvía nuestra atención, que aporta en un principio suspense, que nos hace preguntarnos el motivo por el que se oculta, y al final resulta que ese dato carece de relevancia.

La importancia de los diálogos en este libro, es algo también que suma puntos.
Vamos a ser testigos de la compleja personalidad de los protagonistas a través de ellos, pero también apreciaremos como esos diálogos convierten a uno de los personajes en el alma de la historia; alguien omnipresente, incluso cuando está ausente en las escenas.
Me estoy refiriendo a Harriet. Ella cumple con el papel activo, mientras que la narradora adopta uno más secundario, desde esa distancia que le aporta el ser cronista, podéis comprobar ese efecto hasta en el título.
Realmente, y para ir terminando, la novela en sí no es escalofriante, quien sí es inquietante, es el personaje de Harriet... que con su personalidad  perversa y oscura aporta a la trama más de lo que a simple vista vemos.
Es una entretenida opción de lectura si, como he dicho al comienzo, obviáis el primer párrafo de la sinopsis.

viernes, 14 de septiembre de 2018

Matemos al tío de Rohan O'Grady

Sinopsis:

Una lectura deliciosamente perversa. Oscura y mortalmente ingeniosa, Matemos al tío es un clásico de culto que nunca hasta ahora se había publicado en español.
Barnaby Gaunt tiene diez años y acaba de quedarse huérfano. Solo y desamparado en la vida, ha de vivir con su tío, por lo que viaja a una preciosa isla remota de la costa de Canadá, llena de amables ancianitos y donde hay hasta un policía montado. A primera vista, todo indica que le espera un verano perfecto. Salvo por un pequeño problema: su tío está tratando de matarlo. Heredero de una fortuna de diez millones de dólares, Barnaby se cansa de decirle a todo el mundo que su tío, un hombre misterioso y aterrador, anda detrás de su herencia, pero nadie le cree. Nadie salvo Christie, una niña rara y de poco comer, que llega a la conclusión de que Barnaby solo puede detener a su demoniaco tío de una manera: matándolo primero a él. Y así, con la ayuda de Una Oreja, un puma salvaje a quien los isleños atormentan desde hace años, Christie y Barnaby traman un plan infalible.

Opinión:

Rohan O'Grady, es el seudónimo de la novelista canadiense June Skinner. Esta autora llegó tarde al mundo de la literatura, a los cuarenta años, pero rápidamente se hizo un hueco y en un breve espacio de tiempo, diez años, publicó cuatro novelas, entre las que se encuentra esta de la que hoy voy a hablaros, y de la cual también se hizo una adaptación cinematográfica en 1966.

Esta novela de difícil catalogación se mueve entre el género de aventuras, el juvenil y el policíaco, eso sí, adornada con algunos toques de humor.
Un detalle a destacar antes de empezar a desarmar la obra, es que de nuevo es la editorial Impedimenta la que ha rescatado este gran libro que, hasta la fecha, no había sido publicado en castellano, eligiendo como portada la ilustración original que Edward Gorey realizó para la primera edición del libro, la de 1963, y que capta la esencia principal del argumento.
Miradla con mucho detenimiento...

Lo que más me ha gustado y que destaco por encima del resto, ha sido el narrador elegido.
➤Un narrador omnisciente, que no duda en relatarnos todos los acontecimientos con detalles incluidos, sin dejar de lado los pensamientos. Este cronista, nos ofrece hasta los pensamientos más profundos de los personajes, todo hasta aquí es normal, pero lo singular es que entre los personajes se encuentra "Una Oreja", un puma salvaje, del cual también conoceremos lo que piensa y que se convertirá en un elemento esencial para el desarrollo de la historia.

Muchas veces damos más valor al argumento de lo que realmente tiene.
Lógicamente no estoy relegándolo a un segundo término, ni diciendo que la trama no sea el elemento más importante de una narración, ya que es la base sobre la que se mueven los personajes, y sin un argumento que enganche, no existiría el libro.
Lo que quiero decir, es que hay otros detalles, otros elementos que pueden convertir una historia sencilla o de apariencia simple, en una excelente novela.
En matemos al tío, vamos a encontrar un montón de detalles que irán sumando valor a la obra.

Habrá un espacio para el género epistolar.
A través de él conoceremos los sentimientos y algunos acontecimientos que giran alrededor de la vida de uno de los protagonistas, el sargento Coulter, un policía montado.
La inclusión de ese género en la novela y del singular narrador, del que ya os he hablado, rompe con la monotonía de esta historia y la aporta frescura, convirtiéndola en una obra muy entretenida.

Otro elemento importante es el gran perfil creado para cada uno de los personajes, y en este apartado no hago exclusiones.
Todos los actores que intervendrán en mayor o menor medida, aparecen dibujados al detalle.
Cada uno arrastra su propia historia, viven en su propio microcosmos; y en conjunto, consiguen una composición singular, un ambiente y unos escenarios casi únicos; por ese motivo no os voy a quitar el gran placer de descubrirlos por vosotros mismos.
La relación existente entre ellos, los diálogos y su forma de actuar, transforman y llenan de matices el argumento.

Tampoco podemos olvidar mencionar, el toque mágico.
Un ligero aporte sobrenatural que sacaría los colores a muchos expertos a la hora de manejar el realismo mágico.

Os recomiendo esta pequeña historia, una buena opción de lectura, entretenida y divertida.


martes, 11 de septiembre de 2018

La desaparición de Stephanie Mailer de Joël Dicker

Sinopsis:

La noche del 30 de julio de 1994, la apacible población de Orphea, en la región de los Hamptons, asiste a la gran apertura del festival de teatro. Pero el alcalde se retrasa... Mientras tanto, un hombre recorre las calles vacías buscando a su mujer, hasta hallar su cadáver ante la casa del alcalde. Dentro, toda la familia ha sido asesinada. Jesse Rosenberg y Derek Scott, dos jóvenes y brillantes policías de Nueva York,resuelven el caso. Pero veinte años más tarde, en la ceremonia de despedida de la policía a Rosenberg, la periodista Stephanie Mailer lo afronta: asegura que Dereck y Jesse se equivocaron de asesino a pesar de que la prueba estaba delante de sus ojos, y afirma poseer información clave. Días después, desaparece. Así se inicia este colosal thriller, que avanza en el pasado y el presente a ritmo vertiginoso, sumando tramas, personajes, sorpresas y vueltas de tuerca, sacudiendo y precipitando al lector sin freno posible hacia el inesperado e inolvidable desenlace.

Opinión:

A veces, la solución la tienes delante de los ojos...

Hace ya unos añitos que Joël Dicker saltó a la fama con "La verdad sobre el caso Harry Quebert"; una novela que la crítica alabó casi en su mayoría, y cuyas ventas le llevaron a colocarse entre los escritores más vendidos.
Después de ese comienzo tan brillante, que por cierto a mí me fascinó, Dicker ha publicado dos o tres libros más, pero sus sinopsis no me atrajeron lo suficiente como para ponerme con ellos.
Ahora, este joven autor suizo ha logrado captar de nuevo mi atención con este thriller de atrayente sinopsis, pero no echemos las campanas al vuelo, porque esta historia tiene cosas buenas y algunas que habría que mejorar...

El comienzo de esta novela tiene una estructura que los amantes del thriller estaréis más que acostumbrados a ver.
Un capítulo introductorio, aislado, que suele ser desconcertante, donde se nos relata una agresión o un asesinato, para después en los siguientes capítulos pasar a presentarnos a los protagonistas.
Ese capítulo introductorio puede ser de dos tipos:
Puede narrar unos hechos ocurridos en el pasado, lo que sería una visión a modo de flashback que nos hará retomar después la trama en la actualidad; o por el contrario, puede ser un acontecimiento de fecha reciente, para después saltar a una fecha anterior, haciendo uso del racconto, y comenzar a relatar antes de que los acontecimientos sucedan.
Ambas estructuras van a obligarnos a desplazarnos a distintas fechas, empleando precisamente esos saltos en el tiempo para reforzar el suspense, dejando algunos acontecimientos suspendidos y así aumentar la tensión narrativa.
Dicker va a ajustar el argumento de su novela, precisamente, al primer modelo que he señalado.
A mí, esto de los saltos en el tiempo, es un recurso que me gusta; consigue mantenerme alerta, con todos mis sentidos vigilantes, al ir desperdigando los datos de forma calculada por la narración, pero también entiendo que esta estructura puede terminar cansando a los lectores si se abusa de ella, e incluso hacer que alguno de ellos queden perdidos en el limbo con tanto salto.

Joël Dicker es un autor que parece haber encontrado la gallina de los huevos de oro, y espero que no caiga en el error en el que han caído otros muchos autores antes que él, empujados quizás por el ansia de esas editoriales, que esperan que año tras año repita el éxito que obtuvo con su novela inicial, aunque eso suponga caer en un exceso de repeticiones...
¿A qué me refiero? pues a que Dicker, ha copiado la misma estructura que ya empleó en el caso de Harry Quebert y eso puede terminar encasillándole en un tipo de novela que termine cansando y obligando a los lectores a mirar hacia otro lado... y si no, tiempo al tiempo.
Desde estas lineas ya aventuro que la obra me ha gustado, pero no tanto como esperaba.
El argumento aunque no es exclusivo, está bien desarrollado; los giros sorprenden, los personajes resultan engañosos... pero repito, no me gustaría que sus novelas, a partir de ahora, se convirtiesen en calcos de las anteriores, dejándome el mismo sabor agridulce que las de Kate Morton, entretenidas, sí, pero cortadas todas por el mismo patrón.

Otros detalles que nos va a resultar fácil reconocer y que ya vimos en "La verdad sobre el caso Harry Quebert", es la cuenta atrás que marcan los capítulos, y que indica que nos aproximamos al desenlace, también vamos a encontrar que el argumento de sus novelas se focaliza casi exclusivamente sobre el asesinato, dejando solo un pequeño espacio para que conozcamos la vida de los personajes, lo justo, justito para contextualizar y crear ambientes.

Otro detalle que se repite es que Dicker crea una historia inicial con un número limitado de personajes, y según va avanzando la trama, ese elenco va aumentando progresivamente, aportando cada uno de ellos, nuevos datos sobre el caso y con ello un nuevo enfoque.
Todos esos actores que en un principio no parecen tener nada en común, van a estar interrelacionados, tienen algo que ver con los asesinatos, o bien, existe una relación con ellos.

La culpabilidad sobre los crímenes empieza recayendo de fijo sobre un personaje, y después los lectores iremos apuntando con el dedo acusador, a cada uno de los integrantes del elenco de personajes.
Esto es algo que demuestra que Dicker es un gran autor; pensamos que es nuestro instinto el que nos hace ir desconfiando, en cada momento, de cada uno de ellos, pero es el autor realmente el que nos marca el camino, el que nos hace pensar en cada uno de los personajes como sospechosos, es decir, todo está perversamente construido por Dicker, para entorpecer nuestra propia investigación; esto como veis es algo positivo para él, aunque quizás en este punto también habría que señalar que Dicker nos hace dar demasiadas vueltas al argumento, lo explota demasiado, y eso puede saturar al lector, con sus más de 600 páginas.

Otra cosa a valorar es la variedad de narradores que vamos a encontrar, para mi gusto le sobran algunos...
Lo normal es tener un solo tipo o a lo sumo dos, pero Dicker aquí va de sobrado y vuelve a demostrarnos su gran control sobre la narración; solapando los distintos tipos de cronista.
El primer capítulo está en manos de un narrador omnisciente, alguien ajeno a los sucesos, que nos situará en unos hechos ocurridos en 1994, acontecimientos sobre los que se construirá el argumento. Pero esa no será la última vez que le veamos; ese narrador que irá apareciendo de vez en cuando, será el encargado de facilitarnos datos sobre los personajes, complementando la información que ellos mismos nos irán suministrando a lo largo de la lectura.
Los otros narradores que aparecerán, tienen como añadido la función de personajes, y se irán dividiendo la narración.
Jesse Rosenberg, Dereck Scott y Anna Kanner, serán los encargados de facilitarnos datos de la investigación. Jesse relatará los sucesos que ocurren en la actualidad; Derek en 1994; y Anna los acontecimientos alrededor de 2013.

Para ir terminando os diré que es un libro entretenido, incluso adictivo, pero que quizás carece de la originalidad o frescura que hallé en su primera obra.
Sus largas 656 páginas también hacen que sea una novela para leer en poco tiempo, de lo contrario tienes la posibilidad de olvidarte de parte del desarrollo, y verte obligado a reiniciar la lectura.


martes, 4 de septiembre de 2018

Kathleen de Cristopher Morley

Sinopsis:

Aunque esta novela fue escrita en la época del cine mudo, y tiene toda la gracia de las comedias de enredo de esa época, son fundamentales en ella los soberbios diálogos de los personajes, entre el sofisticado toque británico y el desparpajo yanqui.
Un grupo de bromistas, y a la vez románticos, estudiantes de la Universidad de Oxford (entre ellos un norteamericano) forman un club literario muy peculiar: se hacen llamar los Escorpiones. Su próximo reto será escribir una novela sobre personajes reales, dos nombres descubiertos en una carta encontrada por azar en una librería: Kathleen será la heroína de la historia y Joe será el héroe. Pero esto es sólo la primera parte del reto, pues enseguida comenzará la Gran Aventura Kathleen: conocer a la joven protagonista de su novela por los medios que haga falta.
La búsqueda de la muchacha por parte del club literario de los Escorpiones está llena de momentos memorables y divertidísimos. Disfraces, mensajes falsos y, sobre todo, un encanto atemporal. Risas y sonrisas. Tal y como sucedía al leer La librería ambulante, los lectores llegan al final de esta novela un poco más felices que como la comenzaron.

Opinión:

Hace muy poco, visitando el blog de "Un libro en un tris", me encontré por casualidad con este libro de llamativa portada.
Tras leer la sugestiva reseña de Nitocris, decidí hacerme con él; lo malo de todo este asunto, es que fui a la librería por "Kathleen", y al final regresé con dos; la ya mencionada novela y "Lo que dijo Harriet" de Beryl Bainbridge.

Esta novela fue publicada originalmente en 1920 y vuelve a sorprenderme su brevedad, 120 páginas que se dividen en trece capítulos muy cortos.
Algo que he descubierto a fuerza de leer es que, todas las obras cómicas se construyen alrededor de argumentos sucintos. No se si esto se deberá a una moda o a que se ajustan al lema de "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".

La novela a pesar de esa brevedad que os comento, es sencilla, pero muy intensa y divertida.
He leído en ocasiones a "grandes expertos en crítica", decir que los textos cómicos carecen de profundidad.
Yo creo que ser autor de obras cómicas implica una labor mucho más difícil que no hay que menospreciar.
Debe demostrar la gran profundidad de su pluma a lo largo de toda la narración, no solo atando al lector al libro y entreteniéndole, como harían autores de cualquier otro género, sino que debe hacer un mayor alarde de maestría e ingenio.
Debe crear con agudeza, unos personajes ingeniosos que no aborrezcamos; debe saber jugar con lo ilógico, con lo surrealista, con el sinsentido, con la exageración, pero sobre todo con las palabras, haciendo un uso adecuado del sentido literal y de las metáforas; todo ese compendio que he mencionado, debe ser difícil de manejar, ya que debe volcarse sobre los diálogos, aplicándoles el tono adecuado y un ritmo que convierta al argumento en dinámico.
Todo eso sumado a la brevedad del texto, convierten a este género, en algo muy complicado de controlar.
Yo creo que hacer llorar es sumamente fácil, pero arrancar una sonrisa al lector, hacerle llorar de risa, es una labor harto complicada y poco valorada. Parece que el género cómico está devaluado, y precisamente en esta etapa que nos ha tocado vivir, la risa, la ironía y el sarcasmo, es lo que nos hace más llevadero el día a día.

Pero hablemos de Kathleen...

Supongo que ya habéis leído la sinopsis, pero a pesar de eso voy a haceros un breve resumen...
Un grupo de estudiantes de Oxford, integrantes de un club de literatura, ponen en práctica una especie de juego, escribir entre todos una novela.
El encargado de escribir el primer capítulo, encuentra por casualidad en una librería una carta, y así entran en contacto con dos personajes: la autora de la carta, Kathleen, y el receptor, Joe.
Ellos van a convertirse, sin querer, en protagonistas de una novela aún por escribir, siendo ese el disparo de salida a una comedia de enredo, totalmente disparatada, y cargada de obstáculos para cada uno de los integrantes de ese taller literario.

La labor de guía por la narración recae sobre dos tipos de narrador; uno en tercera persona, omnisciente; y otro en primera, uno de los personajes, el único que no es inglés y que nos acerca a la historia, en momentos puntuales, desde su diario.
El narrador omnisciente, demuestra saberlo todo, conoce todo lo que sucede y está a punto de suceder.
Es un cronista muy curioso, ya que en alguna ocasión, como podremos comprobar, hace avanzar el curso de la narración a su antojo, para que los lectores conozcamos algunos detalles que de otra forma se nos escaparían. De esa forma juega no solo con nosotros, dándonos más información, sino que también lo hace con los personajes, a los que convierte en instrumentos de la historia.

Al final, nada va a resultar como el grupo de amigos había previsto, y nosotros vamos a ser testigos de primera mano, de como los planes se van desmoronando como un castillo de naipes.
Cuando empezamos a leer un libro, siempre contamos con algunos datos. Sabemos como empieza, pero no como acaba; al igual que desconocemos los derroteros que tomará la historia y las vueltas que dará. Eso mismo es lo que les va a ocurrir a los protagonistas de esta novela poco convencional, donde la risa es lo único que tenemos asegurado.

Morley, creo que llegados a este punto ya puedo tutearle, consigue crear una comedia de enredos con un argumento aparentemente sencillo. Nos ofrece una narración metaliteraria, convirtiendo a la literatura en el tema central sobre el que gira la trama; con la presencia de ese grupo de amantes de los libros, integrantes de ese curioso club literario; con esa novela que tienen entre manos; con la relevancia que toma la carta inicial y el diario de uno de los protagonistas; y esos telegramas que se moverán de un lado a otro, portando curiosos mensajes.

Es una novela perfecta para desconectar y acabar con el estrés, al igual que también lo sería para ser representada como obra de teatro.
Este libro debería llevar impresa en su portada una advertencia, ya que puede ponernos en situaciones comprometidas:
 "Absténgase de  leer en sitios públicos"

¡Luego no digáis que no os he advertido!